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Situación. Valle de Fuenfría. Cercedilla.
Cómo llegar. Desde Madrid por A-6 hasta Guadarrama. Continuar por la M-622 hasta la Cercedilla. Mejor acceder a Cercedilla en tren.
Distancia. 60 kilómetros desde Madrid.
Recorrido. Ruta circular.
Acceso. Desde la estación de ferrocarril de Cercedilla, continuar de frente 200 metros hasta empalmar con la carretera de las Dehesas. Seguirla hasta su final, aparcamiento de Majavilán.
Inicio. Por la pista situada al otro lado de la barrera que cierra el final de la carretera.
Regreso. Desde el puerto de Fuenfría lo más aconsejable es descender por la calzada romana, pasando por la pradera de Corralillos hasta Majavilán.
Información. Centro de Educación Valle de la Fuenfría, kilómetro 2 carretera de Las Dehesas. Tel: 918 522 213. Páginas web: Pueblos.net y www.renfe.com
![Monumento a los Primeros Caminantes de la Sierra de Guadarrama, en Navarrulaque.| Marga Estebaranz]()
Vea más fotos de la excursión
Del mismo modo que es complicado encontrar otra montaña con las referencias culturales que acoge la Sierra de Guadarrama, sería difícil recorrer un valle que acoja tanto monumento y referencias históricas como la Fuenfría madrileña. A pesar de sus pequeñas dimensiones, en este espacio natural enclavado en el municipio de Cercedilla, se amontonan los hitos culturales como si en vez de en el monte se estuviese en cualquier plaza, avenida o panteón urbanitas.
Muchos de ellos está ligado al Aurrulaque, festiva manifestación popular nacida en 1985 de la mano de guadarramistas tan históricos como Juan Vielva y Antonio Sáenz de Miera. Convocado por la Fundación Cultural de Cercedilla, Centaurea, la asociación segoviana Castellarnau y Amigos del Guadarrama, entre otros, reivindica proteger la esencia natural, cultural e histórica del Guadarrama. Se celebra desde entonces y, como se verá, más adelante, la edición de este año ha traído la controversia.
Recorrer los más singulares de ellos es un sano ejercicio que combina naturaleza e historia, cultura y esfuerzo a partes iguales. Como tantas veces, el camino se inicia en el aparcamiento de Majavilán, al final de la carretera de las Dehesas, desde donde arranca la pista, cerrada por doble barrera. Pegada a la última empieza la rehabilitación más notable que se ha realizado en la calzada romana.
Valla por delante que es esta calzada el más singular e importante de cuantos monumentos hoy serán visitados. Este primer tramo, armoniosamente recuperado, transita sobre el puente del Descalzo, el más conocido de los tres que utiliza la vía romana. Al otro lado del puente termina enseguida la reconstrucción. Tras pasar una portilla se continúa por la calzada, ahora tal y como la han dejado dos mil años de erosión. Caminar por este suelo desmigajado de losas es complicado y exige un continuo cambio de ritmo.
Aunque no es un monumento, ya en los Corralillos conviene hacer un segundo alto para contemplar el monumental cartel tallado en madera de estos mismos bosques que con más arte que precisión señala los principales puntos y accidentes de esta parte del Guadarrama. Unos metros más arriba se alcanza la carretera de la República, pista que delimita el lado norte de la pradera de los Corralillos. Tomada a la izquierda, se cruza una barrera continuando en suave pendiente por la pista. Se atraviesa un arroyo, cinco minutos después un segundo, el de la Navazuela y por último el de los Acebos. Aquí se encuentra el Descanso de González Bernáldez, monumento que recuerda al querido pionero del ecologismo español.
De vuelta a la carretera de la República, se continúa la subida durante unos veinte minutos hasta alcanzar una cerrada curva, que muestra un claro en el bosque a través del que se abre el panorama. Aquí mismo, sobre el roquedo se alzan los dos monumentos más singulares de todo el Guadarrama: son sendos miradores dedicados a la memoria de Vicente Aleixandre, el primero, junto a la pista, y Luis de Rosales, en el extremo del despejado hombro.
![Mirador Vicente Aleixandre.| Marga Estebaranz]()
Conviene recorrer el paseo que separa ambos. Y no solo por contemplar la hermosa panorámica del pie de sierra madrileño que se contempla desde la punta del roquedo. También para transitar entre los roquedos en cuyas canchas se han esculpido versos del poemario natural español, con fragmentos de los propios Rosales y Aleixandre, junto con otros de Machado, García Nieto y Panero.
Una vez más en la pista, continuar durante medio kilómetro. Justo después de una curva a la derecha, abandonarla para alcanzar el cercano claro situado a mano izquierda. Aquí se enclava el reloj de Camilo José Cela, quien se declaró "caminante de la Sierra del Guadarrama antes que Nobel" y que dio cuenta de sus correrías por estos parajes en el Cuaderno del Guadarrama, publiada en 1995. Solar y de grandes dimensiones, la particularidad de este reloj es que el propio caminante conforma con sus brazos las manecillas que le indican la hora.
Pradera de Navarrulaque
Unos pocos metros más por la pista llevan a la pradera más prestigiosa de la Sierra del Guadarrama: Navarrulaque. También el punto donde más monumentos se agolpan. El primero de ellos es el más singular y auténtico: siete traviesas de madera colocadas en artístico semicírculo apuntan a los Siete Picos. Es el monumento A los Primeros Caminantes de la Sierra de Guadarrama: ganaderos, cabreros, leñadores, maestros, geólogos, escritores, pintores y pioneros del montañismo, por supuesto.
A la izquierda y en la parte baja de la pradera se descubre una caseta. Se trata de la fuente-cobijo de Díaz Duque, pionero del senderismo guadarrameño y escritor. Unos metros más arriba, en el lado norte de la pradera se alza otro entramado de madera. Cuando se erigió, en 1996, sus traviesas protegían una encina, plantada en memoria a Francisco Giner de los Ríos, el más insigne de cuantos guadarramistas ha habido. La encina desapareció hace tiempo sin que nadie se haya preocupado de reponerla. Sin ella, triste recuerdo al maestro, el monumento no es más que un desvencijado amontonamiento de maderas.
Aún hay más. Al otro lado de la carretera de la República, donde la pradera empieza su inmersión en la cóncava de Siete Picos, arrancan varios caminos. En el principal de todos, que se aventura rumbo al terrible hueco, hacia el Noreste, se descubre un historiado banco-monumento. En su respaldo se recuerda la figura del gran montañero, pintor, humorista, fotógrafo, cinéfilo, grabador y, como señala el propio monumento, hombre bueno que fue Enrique Herreros. Está justo a la entrada de la senda que lleva su nombre y es una de las más hermosas de la sierra.
Puerto de la Fuenfría
Se regresa a la pista y, a mano izquierda, en compañía de las señales del Sendero GR-10, hay que recorrerla durante tres kilómetros. A la derecha unas escaleras de piedra llevan hasta la fuente de Antonio R. Velasco, uno de los manaderos de la Sierra que no se secan en todo el año. Kilómetro y medio después pista arriba se alcanza el puerto de la Fuenfría, punto final de la marcha y en donde se localiza otro buen puñado de monumentos.
El primero es el hito que señala que por aquí pasa el ramal madrileño del Camino de Santiago, ciudad de la que se dista 599 kilómetros desde este punto. A su lado el monolito que recuerda a José Antonio Cimadevilla Covelo, fundador de la asociación de amigos de los caminos de Santiago de Madrid y revitalizador d este ramal.
Otro monolito da cuenta de la calzada romana. Encima del terraplén sobre el mismo y a la derecha del camino que lleva a la cima del Cerro Minguete, se conserva uno de los robustos mojones reales que señalaban los límites de los Montes de Valsaín.
El último de los monolitos se colocó el 6 de junio pasado. Señala que la sierra de Guadarrama ya es parque nacional. Fue inagurado por el presidente de la CAM, Ignacio González, durante el Aurrulaque de 2013, en una celebración que pasará a la historia por su controversia. "Guadarramistas de mierda", "Guadarrama resort", "Guadarramistas de pacotilla", "Especuladores" y "Guadarrama parque temático", fueron algunas de las pintadas que a lo largo de este recorrido recibieron a la comitiva.
Denunciaban la actitud de políticos, técnicos y expertos que han diseñado un espacio natural que ha nacido tullido, al quedar excluidas de su territorio partes tan imprescindibles como el pinar de los Belgas, los montes de Valsaín (declarados la víspera Patrimonio de la Humanidad por la Unesco), así como amplias zonas por debajo de los 1.800 metros de altura. Sin embargo, sí ha sometido sus límites a los de dos estaciones de esquí. De esta manera, un acto que pretendía ser reivindicación de una declaración política, se convirtió en protesta popular.
![Reloj solar de Camilo José Cela.| Marga Estebaranz]()
Longitud: 9,5 kilómetros, el itinerario descrito de subida calzada romana-carretera de la Reública hasta el puerto de Fuenfría. Regreso por calzada romana: 3 kilómetros. Total: 12,5 kilómetros todo el recorrido aconsejado.
Desnivel: 628 metros (Las Dehesas, 1.162 metros, Puerto de la Fuenfría, 1.790 metros).
Dificultad: Ruta carente de dificultades, aunque su longitud exige buena forma física.
Material: Calzado de marcha, agua y protección solar.
Recomendaciones: Iniciar la ruta temprano.
el dispensador dice:
¿quién fue el primero en caminar el sendero?,
¿quién se halló a sí mismo buscando su sombrero?,
¿quién se miró a sí mismo caminando en paralelo?,
¿quién fue su propia sombra al descubrirse viajero?,
¿quién navegó su día revelando sus silencios?,
de pronto un reloj solar,
de pronto un monumento,
siempre hay una roca,
donde recalan sentimientos,
actuando como si fuese puerto,
de algún andante cansado,
de tanto transitar lo incierto...
es bueno andar despacio,
contemplando lo ofrecido,
no todos tienen la oportunidad,
de saberse elegidos,
para cruzar ciertos caminos,
que iluminando los destinos,
realizan conexiones... entre químicas y sentidos...
cuando se alcanza la cima,
cualquier mundo se ve distinto.
AGOSTO 06, 2013.-
Monumentos de la Fuenfría
Datos prácticos
Situación. Valle de Fuenfría. Cercedilla.
Cómo llegar. Desde Madrid por A-6 hasta Guadarrama. Continuar por la M-622 hasta la Cercedilla. Mejor acceder a Cercedilla en tren.
Distancia. 60 kilómetros desde Madrid.
Recorrido. Ruta circular.
Acceso. Desde la estación de ferrocarril de Cercedilla, continuar de frente 200 metros hasta empalmar con la carretera de las Dehesas. Seguirla hasta su final, aparcamiento de Majavilán.
Inicio. Por la pista situada al otro lado de la barrera que cierra el final de la carretera.
Regreso. Desde el puerto de Fuenfría lo más aconsejable es descender por la calzada romana, pasando por la pradera de Corralillos hasta Majavilán.
Información. Centro de Educación Valle de la Fuenfría, kilómetro 2 carretera de Las Dehesas. Tel: 918 522 213. Páginas web: Pueblos.net y www.renfe.com

Monumento a los Primeros Caminantes de la Sierra de Guadarrama, en Navarrulaque.| Marga Estebaranz
Vea más fotos de la excursión
Del mismo modo que es complicado encontrar otra montaña con las referencias culturales que acoge la Sierra de Guadarrama, sería difícil recorrer un valle que acoja tanto monumento y referencias históricas como la Fuenfría madrileña. A pesar de sus pequeñas dimensiones, en este espacio natural enclavado en el municipio de Cercedilla, se amontonan los hitos culturales como si en vez de en el monte se estuviese en cualquier plaza, avenida o panteón urbanitas.
Muchos de ellos está ligado al Aurrulaque, festiva manifestación popular nacida en 1985 de la mano de guadarramistas tan históricos como Juan Vielva y Antonio Sáenz de Miera. Convocado por la Fundación Cultural de Cercedilla, Centaurea, la asociación segoviana Castellarnau y Amigos del Guadarrama, entre otros, reivindica proteger la esencia natural, cultural e histórica del Guadarrama. Se celebra desde entonces y, como se verá, más adelante, la edición de este año ha traído la controversia.
Recorrer los más singulares de ellos es un sano ejercicio que combina naturaleza e historia, cultura y esfuerzo a partes iguales. Como tantas veces, el camino se inicia en el aparcamiento de Majavilán, al final de la carretera de las Dehesas, desde donde arranca la pista, cerrada por doble barrera. Pegada a la última empieza la rehabilitación más notable que se ha realizado en la calzada romana.
Valla por delante que es esta calzada el más singular e importante de cuantos monumentos hoy serán visitados. Este primer tramo, armoniosamente recuperado, transita sobre el puente del Descalzo, el más conocido de los tres que utiliza la vía romana. Al otro lado del puente termina enseguida la reconstrucción. Tras pasar una portilla se continúa por la calzada, ahora tal y como la han dejado dos mil años de erosión. Caminar por este suelo desmigajado de losas es complicado y exige un continuo cambio de ritmo.
Monumento a los hermanos Ceballos
Superado un primer tramo algo más empinado, la cuesta se remansa después de un amplio giro a la derecha. Unos metros antes de alcanzar la despejada pradera de los Corralillos, auténtico epicentro de la Fuenfría, está el punto donde se hace la primera parada. A la derecha de la calzada, casi desapercibido y humilde como fueron a quienes recuerda, se alza el elegante monumento a los hermanos Ceballos. Una monolito con base de piedra y una mariposa con una hoja de roble recuerda a estos forestales pioneros en el buen gobierno de las masas boscosas del Guadarrama.Aunque no es un monumento, ya en los Corralillos conviene hacer un segundo alto para contemplar el monumental cartel tallado en madera de estos mismos bosques que con más arte que precisión señala los principales puntos y accidentes de esta parte del Guadarrama. Unos metros más arriba se alcanza la carretera de la República, pista que delimita el lado norte de la pradera de los Corralillos. Tomada a la izquierda, se cruza una barrera continuando en suave pendiente por la pista. Se atraviesa un arroyo, cinco minutos después un segundo, el de la Navazuela y por último el de los Acebos. Aquí se encuentra el Descanso de González Bernáldez, monumento que recuerda al querido pionero del ecologismo español.
De vuelta a la carretera de la República, se continúa la subida durante unos veinte minutos hasta alcanzar una cerrada curva, que muestra un claro en el bosque a través del que se abre el panorama. Aquí mismo, sobre el roquedo se alzan los dos monumentos más singulares de todo el Guadarrama: son sendos miradores dedicados a la memoria de Vicente Aleixandre, el primero, junto a la pista, y Luis de Rosales, en el extremo del despejado hombro.

Mirador Vicente Aleixandre.| Marga Estebaranz
Conviene recorrer el paseo que separa ambos. Y no solo por contemplar la hermosa panorámica del pie de sierra madrileño que se contempla desde la punta del roquedo. También para transitar entre los roquedos en cuyas canchas se han esculpido versos del poemario natural español, con fragmentos de los propios Rosales y Aleixandre, junto con otros de Machado, García Nieto y Panero.
Una vez más en la pista, continuar durante medio kilómetro. Justo después de una curva a la derecha, abandonarla para alcanzar el cercano claro situado a mano izquierda. Aquí se enclava el reloj de Camilo José Cela, quien se declaró "caminante de la Sierra del Guadarrama antes que Nobel" y que dio cuenta de sus correrías por estos parajes en el Cuaderno del Guadarrama, publiada en 1995. Solar y de grandes dimensiones, la particularidad de este reloj es que el propio caminante conforma con sus brazos las manecillas que le indican la hora.
Pradera de Navarrulaque
Unos pocos metros más por la pista llevan a la pradera más prestigiosa de la Sierra del Guadarrama: Navarrulaque. También el punto donde más monumentos se agolpan. El primero de ellos es el más singular y auténtico: siete traviesas de madera colocadas en artístico semicírculo apuntan a los Siete Picos. Es el monumento A los Primeros Caminantes de la Sierra de Guadarrama: ganaderos, cabreros, leñadores, maestros, geólogos, escritores, pintores y pioneros del montañismo, por supuesto.
A la izquierda y en la parte baja de la pradera se descubre una caseta. Se trata de la fuente-cobijo de Díaz Duque, pionero del senderismo guadarrameño y escritor. Unos metros más arriba, en el lado norte de la pradera se alza otro entramado de madera. Cuando se erigió, en 1996, sus traviesas protegían una encina, plantada en memoria a Francisco Giner de los Ríos, el más insigne de cuantos guadarramistas ha habido. La encina desapareció hace tiempo sin que nadie se haya preocupado de reponerla. Sin ella, triste recuerdo al maestro, el monumento no es más que un desvencijado amontonamiento de maderas.
Aún hay más. Al otro lado de la carretera de la República, donde la pradera empieza su inmersión en la cóncava de Siete Picos, arrancan varios caminos. En el principal de todos, que se aventura rumbo al terrible hueco, hacia el Noreste, se descubre un historiado banco-monumento. En su respaldo se recuerda la figura del gran montañero, pintor, humorista, fotógrafo, cinéfilo, grabador y, como señala el propio monumento, hombre bueno que fue Enrique Herreros. Está justo a la entrada de la senda que lleva su nombre y es una de las más hermosas de la sierra.
Puerto de la Fuenfría
Se regresa a la pista y, a mano izquierda, en compañía de las señales del Sendero GR-10, hay que recorrerla durante tres kilómetros. A la derecha unas escaleras de piedra llevan hasta la fuente de Antonio R. Velasco, uno de los manaderos de la Sierra que no se secan en todo el año. Kilómetro y medio después pista arriba se alcanza el puerto de la Fuenfría, punto final de la marcha y en donde se localiza otro buen puñado de monumentos.
El primero es el hito que señala que por aquí pasa el ramal madrileño del Camino de Santiago, ciudad de la que se dista 599 kilómetros desde este punto. A su lado el monolito que recuerda a José Antonio Cimadevilla Covelo, fundador de la asociación de amigos de los caminos de Santiago de Madrid y revitalizador d este ramal.
Otro monolito da cuenta de la calzada romana. Encima del terraplén sobre el mismo y a la derecha del camino que lleva a la cima del Cerro Minguete, se conserva uno de los robustos mojones reales que señalaban los límites de los Montes de Valsaín.
El último de los monolitos se colocó el 6 de junio pasado. Señala que la sierra de Guadarrama ya es parque nacional. Fue inagurado por el presidente de la CAM, Ignacio González, durante el Aurrulaque de 2013, en una celebración que pasará a la historia por su controversia. "Guadarramistas de mierda", "Guadarrama resort", "Guadarramistas de pacotilla", "Especuladores" y "Guadarrama parque temático", fueron algunas de las pintadas que a lo largo de este recorrido recibieron a la comitiva.
Denunciaban la actitud de políticos, técnicos y expertos que han diseñado un espacio natural que ha nacido tullido, al quedar excluidas de su territorio partes tan imprescindibles como el pinar de los Belgas, los montes de Valsaín (declarados la víspera Patrimonio de la Humanidad por la Unesco), así como amplias zonas por debajo de los 1.800 metros de altura. Sin embargo, sí ha sometido sus límites a los de dos estaciones de esquí. De esta manera, un acto que pretendía ser reivindicación de una declaración política, se convirtió en protesta popular.

Reloj solar de Camilo José Cela.| Marga Estebaranz
Ficha
Horario: Entre 3.00 y 3,30 horas para el recorrido ida y vuelta desde Cercedilla, sin contar las numerosas y obligatorias paradas.Longitud: 9,5 kilómetros, el itinerario descrito de subida calzada romana-carretera de la Reública hasta el puerto de Fuenfría. Regreso por calzada romana: 3 kilómetros. Total: 12,5 kilómetros todo el recorrido aconsejado.
Desnivel: 628 metros (Las Dehesas, 1.162 metros, Puerto de la Fuenfría, 1.790 metros).
Dificultad: Ruta carente de dificultades, aunque su longitud exige buena forma física.
Material: Calzado de marcha, agua y protección solar.
Recomendaciones: Iniciar la ruta temprano.
el dispensador dice:
¿quién fue el primero en caminar el sendero?,
¿quién se halló a sí mismo buscando su sombrero?,
¿quién se miró a sí mismo caminando en paralelo?,
¿quién fue su propia sombra al descubrirse viajero?,
¿quién navegó su día revelando sus silencios?,
de pronto un reloj solar,
de pronto un monumento,
siempre hay una roca,
donde recalan sentimientos,
actuando como si fuese puerto,
de algún andante cansado,
de tanto transitar lo incierto...
es bueno andar despacio,
contemplando lo ofrecido,
no todos tienen la oportunidad,
de saberse elegidos,
para cruzar ciertos caminos,
que iluminando los destinos,
realizan conexiones... entre químicas y sentidos...
cuando se alcanza la cima,
cualquier mundo se ve distinto.
AGOSTO 06, 2013.-
México para principiantes
En México, el país hispanohablante más grande del mundo, se lee muy poco. Muy, muy poco. De un listado entre 108 países –elaborado por la Unesco–, ocupa el penúltimo lugar en lectura. Y de los inagotables debates, sesudos ensayos y kilométricas reflexiones que inspira su historia, ni hablar. Quizá de ahí se puede explicar el abrumador éxito de Historia Mínima de México (Colegio de México, 1973), editada por el historiador mexicano Daniel Cosío Villegas, que desde hace 40 años no ha parado de reeditarse.
La Nueva Historia Mínima de México, editada originalmente por el Colegio de México en 2004 y que se publica este año en España en alianza con Turner, no se propone de inicio terminar como una serie televisiva, pero su trabajo permitió que fuera así. En 2010, el año en que México celebraba el bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia de España, una adaptación visual de los siete ensayos del nuevo proyecto llegó a las televisiones convertida en una serie de siete documentales de media hora.
Lo que sí aclara la nueva compilación es que el mexicano (o el curioso por México) del siglo XXI requiere la mayor cantidad de información como sea posible contada de la manera más clara. No es fácil resumir dos milenios de historia en los que ocurren batallas entre tribus prehispánicas, la compleja estructura del imperio azteca, la amalgama de culturas tras la Conquista y un devenir de sangrientas guerras internas. La última más grande de ellas, la Revolución, se llevó a cerca de un 7% de la población del país y es uno de los conflictos más mortíferos en la historia de la humanidad.
Y los nuevos historiadores –Pablo Escalante, Bernardo García, Luis Jáuregui, Josefina Zoraida, Elisa Speckman, Javier Garcíadiego y Luis Aboites– parten de una enorme ventaja: una sana lejanía.
Es sumamente interesante hallar las diferencias entre la Nueva Historia Mínima y su exitosa antecesora. Mientras que en la edición de Cosío Villegas, la época colonial en México ocupa unas 30 páginas, la versión moderna dedica el doble. También se revisa la figura del "opresor español", el de la Inquisición y que masacra indígenas, figura obligada en la historia del México priista del siglo XX. La Nueva Historia sitúa a España en un contexto internacional: la nación española, recién instituida cuando había descubierto América, está envuelta en un mundo en que las otras grandes potencias europeas también querían su parte del pastel.
No hay tampoco pudor alguno en relatar algunas de las más sangrientas tradiciones indígenas. Una de las fiestas anuales del México prehispánico incluía una ceremonia en la que se decapitaba una anciana: "Un guerrero corría por la ciudad, sujetando por el pelo la cabeza cercenada y agitándola en todas direcciones".
De los procesos sociales que siguieron, bastan unas palabras para detallar el paso de un país del intento de instituir una monarquía a la europea (que culminó con el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo en 1867) hasta una radical república anticlerical, que durante los años posteriores del final de la Revolución, se enfrascó en la Guerra Cristera, uno de los conflictos menos revisados del país.
Quizá lo más poderoso es el inicio del libro. "México es muchos Méxicos", escribe Pablo Escalante en el comienzo del capítulo dedicado al México antiguo. Eran muchos Méxicos en el siglo XIV, en la fundación de Tenochtitlán, y lo siguen siendo ahora. Y de esa variedad de razas, culturas e ideas nace la riqueza de su cultura y sus muchísimas contradicciones (una de las últimas: en México viven 51 millones de pobres y es el país con mayor índice de obesidad del mundo).
Y así, en unas cuantas páginas, unas horas de lectura, la Nueva Historia Mínima de México cumple con el objetivo de saciar la curiosidad del interesado por México y despejar las dudas del mexicano inquieto. Es verdad que en ocasiones sabe a poco y se echa en falta un análisis más amplio de los acontecimientos decisivos en la historia del país. Pero el esfuerzo es muy acertado en los tiempos en los que –dicen– para contar una historia bastan 140 caracteres.
Nueva Historia Mínima de México ha sido publicado por Turner.