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SEGÚN LA LUZ || Doris Salcedo: “Lo difícil es lograr una imagen invisible, una iconografía sutil” | Babelia | EL PAÍS

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Doris Salcedo: “Lo difícil es lograr una imagen invisible, una iconografía sutil” | Babelia | EL PAÍS

ARTE / ENTREVISTA

Doris Salcedo: “Lo difícil es lograr una imagen invisible, una iconografía sutil”

La destacada artista colombiana instala en el Palacio de Cristal del Retiro madrileño un imponente memorial de agua en recuerdo de los migrantes que mueren en el mar en su intento de llegar a Europa







Doris Salcedo supervisa el montaje de su instalación en el Palacio de Cristal. 


Para los muertos sin nombre, caligrafía de alquimia. Para los fríos dirigentes que perpetúan los dramas, sencillamente, castigo en forma de olvido… No sin antes restregarles la memoria de todos los que perecen en busca de una vida digna. Los primeros merecen su ritual de recuerdo, el duelo que nadie les supo dar. Palimpsesto es eso. Un memorial, un contramonumento a quienes durante años van dejándose la vida en el estrecho de Gibraltar y alrededores, sin poder alcanzar el salitre de sus sueños entre África y Europa. Doris Salcedo (Bogotá, 1958) los homenajea con la contundencia de su arte.
La artista lleva tres semanas encerrada con sus nueve colaboradores en el Palacio de Cristal del Buen Retiro. Un invernadero al sol de sus quimeras. Son solo parte de las 30 personas que han diseñado junto a ella la obra en su estudio de Bogotá. Los cinco años de trabajo, investigación y quebraderos de cabeza para encontrar la clave que cerrara el paso de los dilemas e iluminara las certezas de su pensamiento poético cobran cuerpo estos días, poco a poco pero sin descanso, en el espacio madrileño dependiente del Museo Reina Sofía. Con ello, esperan mostrar ante el público —a partir del 6 de octubre y hasta abril— una de las piezas más importantes de sus vidas.
El encargo que le hizo Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, tras ganar la artista el Premio Velázquez en 2010, ya deja huella sobre un suelo de arena y materiales tratados con nanotecnología. Sobre esa plataforma van sucediéndose en filas los más de 200 nombres entremezclados con las respectivas historias de las víctimas, documentadas e investigadas previamente por su equipo. Y de repente brota el agua que va trazando los nombres. Las vidas que se suceden entre una mágica aparición y una digna desaparición de líquido y tierra para celebrar el duelo que nunca tuvieron.“Palimpsesto es una oración fúnebre por ellos”, comenta la artista colombiana, ya en Madrid. Nombrar a quienes no existen ni han tenido derecho a ritual. “Jean Améry decía que la estética en la muerte nos remite a la ética en la vida. Nadie consideró que era importante llorar estos cuerpos. Pues bien, nosotros marcamos la importancia de esos duelos que no se hicieron, es más, que ni siquiera se pensaron”, asegura Salcedo.
La obra requiere tiempo de quien se acerque a verla. Silencio y margen para esculpir dentro de uno la imagen de vida y tragedia que se esconde detrás de lo que aparece en el suelo. “La gente debe conceder un espacio para observarlo, para que el nombre emerja y desaparezca. Palimpsesto maneja un ritmo de hechos no ocurridos con la intención de hacerlos presentes. El futuro se construye sobre las ruinas del pasado y el arte ayuda a elaborar esa llamada de atención”, cree.
Su método es complejo. A través de una profunda reflexión y una intensa toma de contacto con las víctimas, Salcedo va perfilando en su imaginación qué quiere. Lo ha afrontado siempre así. Desde que al inicio de su carrera, hacia los años ochenta, se adentrara en las zonas más conflictivas de su país a rastrear el drama de las víctimas y elaborar sus primeras obras. El trabajo de sus colaboradores consiste en hacerlo ahora posible en otros lugares del planeta. “Nos corresponde elaborar el cómo, y eso nos da lugar a muchos intentos de prueba y error”, afirma Carlos Granada, arquitecto, 14 años junto a la artista en obras míticas ya como Neither, expuesta en Londres en 2004, o Shibboleth, la grieta cuya cicatriz pervive en la Tate Modern. O, más recientemente, en Sumando ausencias, esa mortaja blanca tejida por miles de colombianos y extendida en la inmensidad de la plaza de Bolívar bogotana tras el rechazo a la paz en el referéndum de su país.
Granada relata ese reto constante que supone el trabajo a su lado: “Comenzamos siempre con una premisa para realizar una exploración alquímica sobre un pedido imposible”. En este caso, la clave era el agua. “Empezamos a investigar cómo se comporta un charco. Para ello recurrimos a la rama química y bioquímica, a la ingeniería, todos los campos posibles para lograr el objeto preciso. Partimos de una imagen norte que ella nos plantea y nos fijamos un nivel. En este caso, el agua era la materia absoluta y, por tanto, debíamos centrarnos también sobre la superficie donde se posa para adivinar cómo la podríamos conducir a nuestro objetivo”.
Una obra así excede la posibilidad de trabajo de una persona. Somos 30. Ingenieros, químicos, informáticos, arquitectos, documentalistas…
Se dieron cuenta de que necesitaban un conglomerado plano —que se lleva la mayor parte de las 20 toneladas que pesa la instalación— para que acogiera en su seno un cúmulo de presiones acuíferas. Pequeños chorros, presiones poco habituales en el comportamiento natural, para que la escritura de los nombres resultara muy clara, muy precisa, explica Granada. “Un proceso de Doris implica investigación y prototipo. Mucho trabajo en vano. Ejercicios, pruebas…, por eso resultan procesos largos que finalmente merecen la pena, porque su objetivo reside en crear pura magia”. También ha sido esta la misión del resto de los colaboradores que la han acompañado a Madrid: Andrés Sandoval, ingeniero de sistemas, autor del ordenador diseñado específicamente para conducir el agua a cada espacio. O Diana Cortés, ingeniera especialista en temas hidráulicos, encargada de construir el laberinto con 10 kilómetros de tuberías que conducen el líquido bajo la superficie hacia su trazo ceremonial. Se suman a ellos Andrés Suárez y Roberto Uribe, encargados de documentar los más de 200 casos que lleva cada nombre. También Leonardo Gutiérrez, arquitecto y restaurador. Todos ofrecen su brazo para cualquier detalle final, mientras Salcedo reflexiona, observa y marca instrucciones sobre el terreno.
“Me encargo de congregar”, asegura la artista, “unir en la forma que concebía Gilles Deleuze. Para él, los artistas son interconectores de ideas en diferentes campos. No soy solista, formo parte de un coro. Una obra así excede la posibilidad de trabajo de una sola persona. Hemos sido 30 personas en un equipo interdisciplinar. Ingenieros, químicos, informáticos, arquitectos, documentalistas, investigadores… Todos aprendiendo de todos porque, principalmente, no sabíamos hacia dónde nos dirigíamos. Yo lanzo una idea y esta se va afinando durante el proceso con una suma de cada uno de los conocimientos específicos que componen el grupo”. En eso consiste su método. Imaginación para una magia a simple vista imposible, completamente inexistente, que debe aflorar al final del camino. Reflexión y rigor en el viaje para convertirla en real. Al fin y al cabo, una aplicación de la tecnología al arte. Lo que toda la vida fue y seguirá siendo: la bendita evolución que nos conduce desde el cincel sobre la piedra hasta la inteligencia artificial que Salcedo aprovecha para su obra en pleno siglo XXI. “Es una constante en la escultura. La única manera en la que se expresa esta disciplina en lo que puede llegar a ser es a través de materiales. Y la gran mayoría de ellos son cambiantes de acuerdo a cada época. Cada tiempo demanda una imagen que se acomode a lo que la obra quiere señalar de la manera más precisa”.
Y hoy requiere un conglomerado de conocimientos que descienden de la filosofía a la nanotecnología, de la poesía a la bioquímica, de la artesanía a la informática… Todo vale con tal de que se produzca la magia buscada. Todo conforma cada visión, los estilos, el mensaje, muy político en su caso. En absoluto indiferente. Medios sofisticados en torno a un fin cristalino: la coherencia que la artista latinoamericana más destacada hoy en el mundo quiere transmitir en sus obras. “Todo se va volviendo complejo y por eso necesito guías que me ayuden a expresar esas imágenes invisibles. Una imagen invisible es lo más difícil de lograr, una iconografía sutil, delicada, que rinda homenaje a estas víctimas”, afirma.
El sufrimiento de los desheredados, su huella fantasmal, es lo que durante toda su vida Doris Salcedo ha querido resucitar. Colombia es un buen banco de pruebas para el dolor, comenta. “Sin duda, vivir en mi país se asemeja a una cápsula condensada de tiempo, tragedias y horror a velocidad de vértigo. Otorga una sensibilidad especial hacia la injusticia: hablamos de un país clasista, racista y marcado por defectos que no hemos superado, aunque ahora vivamos tiempos de más esperanza. Nos otorga una perspectiva desde la que mirar el mundo, volcar nuestra energía hacia todo el planeta. Eso, en mi caso, ayuda, pero integro muchas otras cosas en mi obra que me permiten componer una perspectiva universal: todo el pensamiento alrededor del Holocausto, por ejemplo, con su manera de afrontar el espanto. Lo dramático es que esa visión, tan necesaria, parece poco a poco ir descartándose. Para mí, ha sido vital también”.
Desde Colombia, Salcedo pretende conformar un triángulo cuyo vértice culmina en Palimpsesto. El de la identidad dignificada con una estética que marca la memoria. “Manejamos dos conceptos de identidad. El primero nace desde el anonimato. Rescatamos la singularidad de cada vida. Por otro lado, la condición nuestra, como colombianos, expresa una especie de posidentidad. Lo importante de cada uno de estos seres protagonistas en la obra es que acarrearon una vida ante la cual debimos llevar mucho cuidado. Desde nuestro país, pensamos en seres que andan por todo el mundo. Nos preocupamos por hacer ese duelo en memoria de quienes intentaban llegar a Europa. Repito, un homenaje que nunca se produjo ni se planteó. De ahí viene la intención de afrontar ese viaje desde Colombia a España y de aquí a los lugares de origen de esas víctimas. La humanidad, en suma. Eso que nos excede a todos”. Un concepto sobre el que en ningún caso debemos dejar que se sobrepongan los números a los nombres. La frialdad de las cifras al calor de las almas, como señala Roberto Uribe, encargado junto a Andrés Suárez de rastrear la vida de cada víctima: “La investigación hace referencia a ese anonimato impuesto sobre las víctimas. Rescatar cada nombre resultaba un problema. Van quedando perdidos en la masa de números que perecen en su intento de llegar a Europa”.
El proceso se tornó minucioso. “Nos llevó a veces un mes o dos investigar según qué casos”, cuenta Uribe. Visitaron cementerios en Grecia e Italia, recorriendo tumba por tumba y registrando cuidadosamente los nombres encontrados. Se apoyaron en ONG que actúan sobre el terreno e instituciones. Rastrearon periódicos, hemerotecas y archivos. El propio esfuerzo multiplica el cuidado que ponen estos días en el Palacio de Cristal a la hora de trazarlos sobre el suelo. “Muy pocos pueden ser identificados, bien porque no llevan documentación con ellos o porque nadie entre los supervivientes de las pateras y los botes les conoce”, afirma Uribe. “Todo nos llevaba a preguntarnos también por la angustia que deben sentir sus familiares a la hora de emprender una búsqueda porque la información es muy precaria”. De ahí la conveniencia de fijar estas lápidas etéreas para las víctimas sobre un imponente Palimpsesto. Todo un poema en aras de la dignidad que la injusticia, la desigualdad y el mar, un buen día, les arrebató.
Doris Salcedo. ‘Palimpsesto’. Palacio de Cristal del Retiro. Madrid. Del 6 de octubre de 2017 al 1 de abril de 2018

MORIR ANTES DE LA ÚLTIMA PÁGINA || 'Mientras embalo mi biblioteca', de Alberto Manguel: La necrológica de 35.000 libros | Babelia | EL PAÍS

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'Mientras embalo mi biblioteca', de Alberto Manguel: La necrológica de 35.000 libros | Babelia | EL PAÍS

La necrológica de 35.000 libros

La melancólica operación de embalar su biblioteca en Francia inspira una de las obras más personales de Alberto Manguel

Alberto Manguel, en Mondion en Francia en 2013.

Alberto Manguel, en Mondion en Francia en 2013. GETTY



En 1931 Walter Benjamin escribió un breve texto sobre la experiencia de desembalar su biblioteca, que se convirtió en una reflexión sobre la relación con sus libros. Ahora, Alberto Manguel, conocido escritor, editor y traductor argentinocanadiense, glosa la operación inversa. Una nutrida biblioteca personal puede ser tanto una bendición como todo lo contrario. La que habían acumulado Manguel y su compañero en su hogar francés ascendía a unos 35.000 volúmenes: para entendernos, quizá tantos como reunirían siete u ocho librerías pequeñas. La melancólica operación de abandonar un lugar que habían hecho suyo, empaquetando su contenido y preservando en lo posible “el orden de los libros” (según la expresión de otro conocido bibliófilo, Roger Chartier), es lo que da lugar a esta obrita.
Si “elegía” es una composición que lamenta “un acontecimiento infortunado” (y el desmantelamiento de una ingente biblioteca personal lo es), el género de la digresión permite tratar “cosas que no tengan aparente relación directa con el asunto principal”. La palabra clave aquí es “aparente”, y naturalmente tiene trampa, porque, ¿qué no tiene relación directa con el contenido de una vasta biblioteca? Así, el autor puede hablar de sueños, de lenguas desaparecidas, del Quijote y de Bradbury, de diccionarios y de novelas antiguas…
Naturalmente (y esto lo sabía bien Benjamin), tras cada biblioteca hay un impulso de coleccionismo, lo que llevará a Manguel a tratar su elemento simétrico: la pérdida, que en el caso de la familia del autor no es sólo de libros, sino de países, lenguas, orígenes… Pero además, si “toda biblioteca es autobiográfica”, embalarla equivale a “hacer la necrológica de uno mismo”. El sueño de la imposible recuperación aflora en la reconstrucción en realidad virtual que hizo el dramaturgo Robert Lepage de una serie de bibliotecas, entre las que estaba la que Manguel había tenido que abandonar en Francia. O la del primero de los sueños en este terreno: la biblioteca de Alejandría, de la que sabemos menos de lo que imaginamos. Incluso la vuelta de los libros de la infancia: el hallazgo en una librería de viejo de un libro que leía de niño, en idéntica edición, le hace preguntarse: ¿es acaso el mismísimo libro que leyó años atrás, o solamente otro ejemplar?
Este libro, tal vez el más personal de todos los de Alberto Manguel, concluye inevitablemente con su toma de posesión del cargo que ejerció Jorge Luis Borges, la dirección de la Biblioteca Nacional de Argentina. Si su biblioteca personal tenía una ordenación “azarosa”, dependiente de sus caprichos, como director ahora de una institución oficialmente encargada de la memoria libresca de una nación tiene que proyectarla hacia sus usuarios potenciales, para lo que forzosamente tiene que contar con saberes no solamente sobre libros, sino también de “contable, técnico, abogado, arquitecto, electricista, psicólogo” e incluso de “especialista en política sindical”. Y esta es quizá la moraleja que cierra la obra: quien sólo sabe de libros no puede defender los libros.
COMPRA ONLINE 'MIENTRAS EMBALO MI BIBLIOTECA'
Autor: Alberto Manguel.
Editorial: Alianza (2017).
Formato: versión Kindle y tapa dura (240 páginas).

ISIS SIN VELO || Dios es de pueblo | Babelia | EL PAÍS

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Dios es de pueblo | Babelia | EL PAÍS

ARTE

Dios es de pueblo

Asunción Molinos Gordo tira de antropología, sociología y estudios culturales para su Descripción de Egipto y descifrar su porvenir



Vista de la exposición 'Description de l’Égypte', de Asunción Molinos.





Vista de la exposición 'Description de l’Égypte', de Asunción Molinos.


Conocimos su trabajo hace unos años cuando su obra El contestador llegó a través del proyecto Campo Adentro y de las redes de Plataforma Rural en forma de número: 951 04 38 59, el teléfono de un agricultor. Las opciones automáticas del contestador nos acercaban entonces al farragoso mundo burocrático por el que transita cualquier familia que vive de la agricultura. Había en esa sencilla acción de la artista castellana Asunción Molinos Gordo (Aranda de Duero, 1979) mucho de teatro costumbrista, de comedia popular y de vodevil, entendido este en su directa traducción del francés, voix de ville, eso es, la voz del pueblo. Y siempre vuelve a ella.
En aquella tentativa de 2012, antes del aplauso institucional que vino un poco después, Asunción Molinos hablaba de cómo las recientes políticas agrarias han provocado un importante cambio en el rol económico y cultural del agricultor. También de éxodos y burocracia territorial, de etnografía y de soberanía alimentaria. Entre líneas, de imaginario popular y de especulación. Un cosmos sociológico presente también en el proyecto que presenta ahora en la galería Travesía Cuatro, la mejor propuesta de esta Apertura de temporada en Madrid.
La exposición, dice el título, es una Description de l’Égypte y está literalmente en ruinas. El derrumbe visual, explica la artista, tiene que ver con la destrucción de la memoria histórica reciente, especialmente vinculada con la desintegración del patrimonio, de los lugares históricos, de los archivos y documentos, centrados principalmente en Oriente Próximo, el norte de África, la Antigua Mesopotamia y el imperio Otomano. Un desastre que la artista lleva también a una lectura social, espiritual y ecológica. Tira de historia: coincidiendo con el título de la enciclopedia ilustrada que publicó el Gobierno francés tras la campaña militar de Napoleón en Egipto, la artista pone fecha a dicha descripción, verano de 2013, tras el apagón mediático que tuvo el país más allá de los reiterados ataques terroristas. ¿Qué pasó con las personas que se manifestaron en la plaza de Tahrir? ¿Cuáles han sido los acontecimientos de los últimos años? ¿Cómo se dibuja el porvenir?
La exposición traduce un deseo de entender el valor y la complejidad cultural de Egipto y traslada un grito: pensemos
La artista da pistas, aunque cifradas, en una especie de amalgama de ideas que funciona como mapa. El territorio es emocional. Parece haber elegido los materiales con relación a épocas concretas, oro, seda, hueso, bronce, madera…, con la intención de construir cierta arqueología del presente. Hay referencias que se cruzan en las obras, como los fuegos artificiales que aparecen en una de las planchas de cobre en el suelo, que aluden a la celebración de la revolución nasserista, y que luego están de nuevo pero como ataque a la afición de Al Ahli. En las paredes aparece la visión aérea de las huellas de los templos y la foto satélite de las explotaciones agrarias en el desierto.
Parece que en este proyecto la artista se despega del pensamiento campesino que siempre la ha acompañado, pero no. Nacida en un entorno rural, el pequeño pueblo de Guzmán, en plena Ribera del Duero, lleva años viviendo a caballo entre El Cairo, los Emiratos Árabes Unidos y España, y en ese escenario ha detenido muchas veces la mirada. De Egipto ha estudiado cómo la gramática y la caligrafía ocupan un papel principal y cómo a menudo la figura del pequeño agricultor aparece como sujeto de diferentes ejercicios sintácticos. También se ha detenido en la multiplicidad de colores de las mezquitas egipcias, que rompen con el típico verde del islam.
De la exposición de Asunción Molinos se traduce un deseo de entender el valor y la complejidad cultural de Egipto y un activismo que tiene mucho que ver con no tener miedo al otro. Por ejemplo, entrar en la conversación de personas que no conoces en un bar. O con poner en valor un tipo de economía que no piensa en unidades sino en pluralidades, como las relaciones humanas. Ante la aniquilación del tiempo reflexivo, ella grita: pensemos.
Asunción Molinos Gordo. ‘Description de l’Égypte’. Galería Travesía Cuatro. Madrid. Hasta el 11 de noviembre.

LA REALIDAD ES APENAS UN ÁNGULO DE LA FICCIÓN ▲ Arundhati Roy: “Sólo la ficción puede decir la verdad” | Cataluña | EL PAÍS

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Arundhati Roy: “Sólo la ficción puede decir la verdad” | Cataluña | EL PAÍS

Arundhati Roy: “Sólo la ficción puede decir la verdad”

La autora de 'El dios de las pequeñas cosas' regresa a la novela tras 20 años de escribir ensayos críticos con 'El ministerio de la felicidad suprema'

Arundhati Roy, ayer en el CCCB.







Arundhati Roy, ayer en el CCCB. 


Un parlamentario del partido del gobierno en el poder propuso varias veces que se utilizara a la india Arundhati Roy como escudo humano para proteger vehículos del ejército indio en la zona rebelde de Cachemira por unas supuestas declaraciones de ella contra las fuerzas armadas; y frente a su casa en Nueva Delhi suele haber manifestaciones de fundamentalistas hindús. Ayer, por ejemplo, fue la encargada de abrir el ciclo de conferencias ¿Revolución o resistencia?, que organiza el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB)… Todo esto le ocurre a nada menos que a la autora de El dios de las pequeñas cosas (1997) porque tras el rotundo éxito de la novela (ocho millones de ejemplares en todo el mundo, 47 idiomas) ha escrito sólo comprometidos ensayos políticos, como El final de la imaginaciónEl álgebra de la justicia infinitaRetórica bélica o Espectros del capitalismo, entre otros, canjeándose una merecida fama de inteligente activista. Hasta “el milagro”, como lo define su editor español, Jorge Herralde, de que 20 años después regrese a la ficción con El ministerio de la felicidad suprema(Anagrama, en castellano y catalán). O quizá no sea sólo ficción. En cualquier caso, en la capital catalana, Roy ha podido reunir por unas horas ambas condiciones.
“No hay ningún manifiesto en la novela, pero tampoco tengo miedo a que se clasifique mi obra como política; como escritora entiendo que en una obra siempre ha de haber una perspectiva política detrás, aunque hoy parece que sólo ha de ofrecer entretenimiento... Pero para mí es importante el compromiso con el mundo en que vives”, apunta Roy (Shillong, 1959), contundente a pesar de ser de voz dulce y baja, menuda, pelo rizado y brillante en la aleta nasal.
Y es que buena parte de El ministerio de la felicidad suprema ocurre en la región de Cachemira que se disputan India y Pakistán desde 1947. Y bajo una triste historia de amor asoma la devastación económica que está generando el neocapitalismo, el trato que se dispensa a los musulmanes y cierto aire de fascismo que se vive en la India. El desencuentro de Roy con los líderes políticos de su país es notable. Pero ya viene de lejos, precisamente por el impacto de El dios de las pequeñas cosas, que ganó el Booker Prize. “Por la novela viajé por todo el mundo y coincidió con la llegada al poder de la extrema derecha, que querían que yo fuera el rostro internacional de la Nueva India, pero yo no quería ser la cara de un país que empezó con privatizaciones, la entrada masiva de multinacionales o las pruebas nucleares…”, rememora.
Su visión crítica se plasmó entonces en su ensayo El final de la imaginación, muy crítico con los cambios en el país. “Entonces empecé a notar la rabia del establishment y así pasé de pasar de nadar sobre las aguas del río a caminar por el lecho del mismo, pero no quiero ser la intérprete de lo que pasa entre Oriente y Occidente, quería estar en mi país para vivir intensamente lo que ocurre”.
En el fondo, el regreso de Roy a la narrativa es fruto de ese compromiso porque “sólo la ficción puede decir la verdad al ser un edificio por el que te puedes asomar por ventanas distintas”. Así, sobre Cachemira (“la región del mundo que debe tener una mayor ocupación militar: hay sólo por parte india, 500.000 soldados”), sostiene la escritora: “Podemos leer cientos de informes sobre muertos, torturados… sí, cifras, pero nada de cómo cambia la vida de las personas, desde los soldados a la gente de a pie; las noticias no llegan siempre a lo más espantoso”, dice, recordando que en la novela un oficial recompensa a los soldados en función del número de personas que mata. “Sólo la ficción puede hablar del terror verdadero, de la falta de conexión entre las castas, de cómo se celebra a veces la ocupación militar, del fundamentalismo económico enlazado con el fundamentalismo religioso”.
Roy admite que la resistencia a toda injusticia es compleja. “Estuve en Rusia con Edward Snowden [extrabajador de la CIA que filtró material clasificado] y me dijo que la central de inteligencia estaba entusiasmada con Facebook porque les facilitaba la información de cada uno de nosotros sin tener que buscarla… Sólo en la medida que seamos capaces de salir de la Red y su control podemos dejar de ser manipulados; sí las nuevas tecnologías ayudan a la gente a organizarse, pero el poder también sabe entonces a quién ha de ir a buscar… La Red es un cuchillo sin mango, corta por los dos lados”.
Roy llegó a Barcelona el pasado domingo y sabe de los incidentes ocurridos con el referéndum. “Siempre acabo en lugares donde se mezcla cultura, política e historia”, afirma, y si bien declinó comentar el conflicto entre Cataluña y España porque desconoce el tema, sí lanzó indirectamente algún símil a partir del de Cachemira. “Una intervención violenta siempre genera una resistencia mayor, la hace crecer y crea mártires que alimentarán el pulso; la fuerza, sola, nunca es una solución; pero tampoco solo hablar: a veces hablar es como ir hundiéndote en arenas movedizas, porque en las conversaciones hay muchos actores, falsos islamistas moderados, falsos moderados, y al final la sensación es que se está dentro de una residencia de locos”. ¿Y la resistencia? “También hay resistencias de varios tipos, la de los que se van a luchar a los bosques o la que puedan hacer los mismos escritores; en cualquier caso, ni es única ni tampoco es rápida”.

DIARIO INCONCLUSO || Wilms Montt: la turbulenta vida que ocultó su talento | Cultura | EL PAÍS

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Wilms Montt: la turbulenta vida que ocultó su talento | Cultura | EL PAÍS



Wilms Montt: la turbulenta vida que ocultó su talento

El libro ‘Preciosa Sangre. Diarios íntimos’ recupera en España los escritos de la autora chilena, que se suicidó a los 28 años

Teresa Wilms Montt vista por el pintor Julio Romero de Torres.
Teresa Wilms Montt vista por el pintor Julio Romero de Torres.






De entre las muchas novedades que han llegado a las librerías este mes, hay una obra escueta y sencilla —Preciosa Sangre. Diarios íntimos (La Señora Dalloway Ediciones)— que redescubre a una olvidada escritora que merece ocupar el lugar que su escritura forjó. Se trata de Teresa Wilms Montt (Viña del Mar, 1893–París, 1921), una autora que nació en una familia de la élite mercantil y política de Chile, cuya vida, turbulenta y rebelde, representó un desajuste extremo con el mundo que habitaba. “Cuando empecé a investigar su obra y su vida, me di cuenta de que lo que se conocía de ella era sobre todo el mito. La caricatura de la femme fatale, el estereotipo de la mujer hermosa que además escribía. Una visión muy sexista, además de superficial”, explica la también autora chilena Alejandra Costamagna, encargada de escribir el perfil y el prólogo de estos Diarios íntimos.
Wilms Montt descendía de la estirpe de cuatro presidentes de la República chilena, fue lectora precoz, trilingüe y anarquista. Su primera publicación la firmó bajo el seudónimo de Tebac. Desarrolló “intuitivamente”, según Costamagna, un potente discurso feminista y anarquista, inspirada por el discurso de la feminista Belén de Zárraga y el chileno Luis Emilio Recabarren. A los 17 años se casó con Gustavo Balmaceda Valdés, funcionario de Impuestos del Estado, sin el consentimiento paterno y tuvo dos hijas. Un hombre que resultó ser celoso, violento y dado en exceso a la bebida. Teresa, fiel a sus pasiones, se enamoró locamente del primo de su marido, Vicente Balmaceda, Vicho. Él es el destinatario de la mayoría de entradas de estos diarios fatalistas y fogosos.
Es acusada de adulterio por su marido, separada de sus hijas y confinada en el convento Preciosa Sangre, donde escribe gran parte de estos diarios. A los pocos meses del ingreso en el centro, Teresa intentó suicidarse por primera vez sin conseguirlo. ¿Su delito? “Teresa aceptó y expresó sus deseos —nunca contempló la posibilidad de podarlos— y eso es algo que puede verse en sus escritos”, explica Carmen G. de la Cueva, una de las editoras de La Señora Dalloway. Gracias a la ayuda del poeta Vicente Huidobro huyó del convento en dirección a Argentina.
Allí conoció a la intelectualidad bonaerense con Jorge Luis Borges y Victoria Ocampo a la cabeza. Tras presenciar el suicidio de uno de sus enamorados argentinos —al que dedicó su poemario Anuarí—, se marchó a Nueva York para trabajar en la Cruz Roja. Tras ser confundida con una espía alemana, viajó a España, donde se codeó con la bohemia madrileña —Azorín y Romero de Torres, entre otros—. “De qué mundo remoto nos llega esta voz extraña”, se preguntaba Gómez de la Serna al leer las obras de Wilms Montt.
“Es curiosa la manera en que la vida de una autora como ella perdura por encima de su escritura. Esto es algo que ya ocurrió con Anne Sexton y Sylvia Plath, por ejemplo. Aunque se conocen mucho más sus escrituras que la de Teresa, ambas fueron poetas suicidas, hermosas y tan magnéticas como la chilena”, comenta De la Cueva.
La obra de Wilms Montt no es extensa, pero sí penetrante, ardiente: Inquietudes sentimentales, Los tres cantos, En la quietud del mármol o Lo que no se ha dichoson sus principales obras. “Su escritura es un reflejo de lo que fue su vida: una historia de talento y pasión, pero también de violencia”, explica la editora. Costamagna, por su parte, cree que algunas de las características más fascinantes de su obra son “su ánimo disidente, la incomprensión del medio, su inconformismo latente y cierto desfase entre los deseos y las normas, que la llevarán finalmente al suicidio”. Este tuvo lugar en París, la Nochebuena de 1921. Una sobredosis de somníferos acabó con su vida. Tenía 28 años. Tiempo atrás, en su diario de iniciación, ya había dejado escrita esta entrada premonitoria: “Morir debe ser una cosa deliciosa, como hundirse en un baño tibio durante las noches heladas”.
COMPRA ONLINE 'PRECIOSA SANGRE. DIARIOS INTIMOS.'
Autor: Teresa Wilms Mont.
Editorial: La Señora Dalloway (2017).
Formato: tapa blanda (154 páginas).

SIN TRADUCTORES, NO HABRÍA LITERATURA... || Los personajes invisibles de la literatura | Cultura | EL PAÍS

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Los personajes invisibles de la literatura | Cultura | EL PAÍS

Los personajes invisibles de la literatura

Siete de cada diez traductores tiene que dedicarse a otro trabajo para poder sobrevivir

Los personajes invisibles de la literatura

FERNANDO VICENTE



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El traductor es una especie de fantasma en el mundo editorial. Su nombre pocas veces aparece en las portadas de los libros y suele quedar reducido a la primera página. En letras muy pequeñas, casi imperceptible. Y, sin embargo, su voz está por todo el relato. Son muchos los que afirman que los lectores en español no sabrían nada de la riqueza lingüística de William Faulkner o Günter Grass sin el trabajo de Miguel Sáenz; la de Jane Austen sin José Luis López Muñoz; o de la singular y dialectal de Andrea Camilleri sin Carlos Mayor.
Pero no son ellos los que se llevan la gloria. “Somos muy invisibles”, reconoce Carlos Fortea, presidente de la Sección Autónoma de Traductores de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACETT). Y con un trabajo muchas veces ingrato: según el estudio presentado el pasado mes de julio sobre el valor económico de los traductores, elaborado por el Ministerio de Educación y Cultura, siete de cada diez tiene que dedicarse a otro trabajo para poder sobrevivir.
Este 30 de septiembre se ha celebrado el Día Internacional de la Traducción, que se conmemora desde 1991, y el propio Ministerio, en colaboración con ACETT, ha lanzado una campaña de apoyo a la labor de estos profesionales. Porque son muchos los obstáculos con los que se topan en su rutina. Como resume Fortea, entre otras cosas, “los sesgos, las jergas, son difíciles. Es como si tuvieras que traducir expresiones como 'el rosario de la aurora' a otro idioma”. Complicado.
Varios traductores comentan a EL PAÍS algunas de estas piedras en el camino que les ponen los textos. Carlos Mayor, que lleva treinta años en la profesión, sabe bien de ello, ya que se encarga de manejar el correoso lenguaje de Andrea Camilleri: “La forma de hablar de [el personaje] Catarella, el recepcionista de la comisaría de Montalbano. Es un aspecto muy famoso de estas novelas. Catarella habla en un idioma propio, mezcla de siciliano, italiano, meteduras de pata e inventos propios. Eso da lugar a muchos equívocos humorísticos. Puede decir, por ejemplo: '¡Ay, dottori! Parece que estaría en línia un siñor el cual se llamaría Lopongo y el cual dice él que querría hablar inmediatísimamente con usía personalmente en persona”, comenta.
Su colega Jesús Cuéllar, que ha traducido entre otros a Tony Judt (Posguerra), recuerda: “Tuve que darle vueltas a la jerga barriobajera de Boston en los años 40 para una obra sociológica que traduje, que se componía de múltiples testimonios de pandilleros. O en las dificultades que me planteó la jerga de los músicos negros de jazz de EE UU para la autobiografía del trompetista Dizzy Gillespie”.

INTERNET Y LA GLOBALIZACIÓN

Mucho han cambiado las cosas desde que los traductores trabajaban con máquinas de escribir, papel carbón y típex. Tiempos en los que se pasaban horas en las bibliotecas consultando términos, expresiones e incluso ambientaciones de los libros. La llegada de internet lo trastocó todo. “Se ha convertido en una fuente de información maravillosa y no para de mejorar. Por ejemplo, cuando empecé a traducir La pequeña Dorrit, de Dickens, busqué en internet detalles sobre la cárcel de Marshalsea, en el Londres del XIX. Aunque me hice una idea muy útil de cómo era, y eso me ayudó a traducir, volví a buscar sobre el mismo tema cuando estaba ya repasando la traducción, nueve meses más tarde. La información disponible era todavía mayor y mejor; había multitud de grabados y dibujos que me ayudaron muchísimo a ver lo que Dickens describía”, explica Carmen Franci.
Otro de los cambios tiene que ver con la globalización del lenguaje. Todos conocemos palabras de otros idiomas, como “sushi”, que provoca que los traductores no tengan que darle tantas vueltas para buscar una palabra que se asemeje en su significado. “Ahora las diferencias culturales son más fáciles de salvar. Si mi abuela hubiese leído que Kafka Tamura dormía en un futón, no habría sabido seguramente de qué se hablaba. Hoy, ¿quién no ha pensado en tener uno en casa?”, comenta Itziar Hernández. Las dificultades, para la gran mayoría, siguen siendo otras.
Carmen Franci, traductora de autores como Toni Morrison, Nadine Gordimer o Joyce Carol Oates, entre otros, también resalta aquello que nunca hay que hacer: “Los acentos locales son siempre irreproducibles y la solución es siempre insatisfactoria. El autor puede hacer que sus personajes hablen jergas carcelarias propias de un tiempo y un lugar concretos, pero el traductor no tiene recursos descriptivos para esa realidad en su lengua de llegada. Dicho de otro modo, queda ridículo traducir el cockney londinense por el cheli madrileño; no funciona, al lector le da risa. Y no digamos ya lo que opina el lector hispanoamericano”.
Otro problema es la información entre líneas, los sobreentendidos, sobre todo cuando quedan alejados en el espacio y en el tiempo para el lector de la traducción, tal y como afirma David Paradela, traductor de La piel, de Curzio Malaparte. “Cuando un autor como John O’Hara dice que tal persona luce tal insignia en la solapa o conduce tal coche está diciendo mucho más de lo que dice, está describiendo al personaje sin describirlo”, apunta.
Y no sólo es complicada la traducción literaria, también la de los textos técnicos exige una gran destreza. Así lo afirma Itziar Hernández Rodilla, traductora de libros como Corazón, de Edmundo de Amicis, que tuvo que enfrentarse en una ocasión a una traducción enjundiosa sobre un producto: “Eran las frases que decía una muñeca destinada a ser vendida en todos los países de habla hispana y fue una de las más complicadas que tuve que hacer. Ese mito del español neutro...”.

No sólo el chino se atraganta

La percepción es que los idiomas más alejados del español, como puede ser el chino o el japonés, son el gran abismo. Sin embargo, los profesionales desmienten la mayor. No por estar más cerca las facilidades aumentan. Alicia Martorell, que trabaja con el francés desde los años ochenta –a ella se deben traducciones de Roland Barthes, especialmente El discurso amoroso, y El segundo sexo, de Beauvoir–, destaca que “en las lenguas romances, es decir, las que se parecen, el problema es distanciarse, no dejarse llevar por la música, la sintaxis o por una falsa sensación de equivalencia, no dejar de descodificar y de desmontar completamente el texto para montarlo luego en español”.
Martorell también ve las problemáticas del inglés, en parte porque estamos cada vez más acostumbrados a los anglicisimos. “Dado lo deprisa que va todo, cuando intentas crear un término en español, el término inglés está ya tan asentado que no hay quien lo mueva, no nos da tiempo. Y te encuentras sectores enteros en los que nadie te entiende si buscas un término español diferente del inglés que están acostumbrados a escuchar”, sostiene.
Ni siquiera idiomas tan cercanos al español, como el catalán, ofrecen mucha confianza. “El original siempre te reserva trampas a la vuelta de la esquina. Y la cercanía de los idiomas muchas veces es engañosa. Yo tengo que ir con pies de plomo al traducir del catalán al castellano, cosa que hago muy a menudo. Resulta complejo y arriesgado, como cuando traduzco del inglés; aunque las dificultades se escondan en otros rincones de la frase”, manifiesta Mayor.
En cualquier caso, todos los traductores resumen su profesión en la capacidad para meterse en la piel del escritor. “Tenemos que captar y reproducir la voz del autor y la de los distintos personajes. En este sentido, creo que nos parecemos mucho a los actores o a los intérpretes de música. El original sería la partitura, nuestra versión sería la música que llega al lector”, zanja Franci. Una labor tan pocas veces reconocida.

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Que no, que el amor no es eso

'Archivos Estelares' es una recopilación de más de 200 viñetas que Flavita Banana publicó el pasado septiembre

Que no, que el amor no es eso



Isabel Valdés




Ni chiribitas en los ojos, ni finales obligadamente felices, ni susurros al oído, ni culos prietos en la playa, ni mensajitos motivacionales. Aquí la realidad es la que es, y la realidad a menudo es más basura que alhaja y más ojera que contouring (para quien no lo sepa, es esa técnica de maquillaje que necesita rato largo frente al espejo y te deja la cara como si no fuese tuya). Con esa indiscutible realidad como base, Flavia Álvarez se convirtió hace ya un tiempo en Flavita Banana; el pasado septiembre publicaba Archivos Estelares (Astiberri), una recopilación de más de 200 viñetas en cartoné.






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"No es un diario, aunque sí es la forma en la que yo pienso. Que quede claro que es ficción”, dice Flavia Álvarez, Flavitaa partir de ahora, nacida en Oviedo en 1987 pero mudada a Barcelona con un año y medio. Apunta al teléfono que está en su sofá bebiéndose una cerveza mientras lee; aunque eso no significa que no esté trabajando. Con la treintena en ciernes, pasa el 90% de su día en eso que la gente llama tiempo libre, pero en realidad no lo es. “Voy a mi aire, como me viene. Puedo estar dando una vuelta en bici o haciendo la compra pero estoy pensando en ideas. La parte técnica ocupa muy poco. Por fuera puedo parecer una jubilada, pero por dentro estoy hirviendo”, cuenta Flavita. “O fundiéndome”. Claro, depende.
Gregaria, dice, y tranquila; lectora obstinada de ciencia ficción y policiaca; implacable aficionada a los sudokus (solo en el móvil, no encuentra cuadernillos de su gusto y nivel en papel); trabaja en casa desde que se dio cuenta de que, nada más levantarse, su cabeza se activaba y al final no salía para el estudio. Ha sido heladera, guía turística, informática o camarera y, por fin, el año pasado lo dejó todo para dedicarse al dibujo; a esa desmoñada, irreverente, cínica, realista y lúcida ilustración que da (la mayoría de veces) voz a aquello que le pasa a cualquiera, cualquier día. Porque no solo habla de amor y no hay mirada femenina que valga.
Que no, que el amor no es eso
Tal vez tenga algo que ver haber crecido en un pueblo a las afueras de Barcelona con su madre y con su hermana, sin que nunca hubiese nada demasiado institucionalizado, protocolario o rutinario: “Mi madre es francesa, pasábamos los veranos en Francia, las influencias venían de muchos lugares distintos…”. Y así, voluntad y deseo propio en mano, terminó bachillerato con Matrícula de Honor en la rama científica; fue después cuando se puso a estudiar arte. Ahora, ya forma parte de una generación internacional de ilustradoras que reivindican las protagonistas femeninas, la igualdad, el feminismo y la lucha por la libertad de ser, decir y sentir sin estar constreñidas por los parámetros históricos y sociales.
Cuando Flavita decía que era tranquila, parecía referirse más bien a su actividad física de cara a la galería. Si le preguntas por sus inquietudes, espeta “epistemofilia”. El impulso de querer saber más, siempre. “Siempre he sido así. De pequeña me las veía negras con mi madre por respondona. Le doy dos millones de vueltas a todo, me fijo en todo, me gusta conocerlo todo”. Escribe desde que recuerda y lo de dibujar, al principio, era más un entretenimiento. No hubo epifanía ni anécdota clave, simplemente, se fue encaminando hacia donde está. “No hace tanto que hago viñetas, un par de años o tres. Pasé por muchos estilos, escribí, dibujé, pero nunca había combinado las dos. Al final, encontré el medio para contar mi verdad”.
La suya, se niega a decir “la verdad” como si fuese universal. “Cada uno tendrá una…”. Lo que sí hizo fue pensar en qué se metía cada vez que iniciaba un trazo: “No todo el mundo tiene pareja, pero casi todos tienen ex, es más fácil llegar así a la gente. Y además es terapéutico, si te ríes de tus cosas malas acaba siendo una escapatoria”. “Lo malo, pa’fuera”. Asegura que al final es balsámico y lo que parecía una tremendo barullo termina por no ser tan grave.
Que no, que el amor no es eso
Quizás eso, en parte, la haya hecho conectar con un público tremendamente amplio, mayoritariamente femenino, que hasta ahora había conocido pocas (o ninguna) protagonistas que dieran voz, y voz clara, a lo que cruza por la mente cada día, lo que atormenta o a aquellas exigencias arcaicas que con mucho esfuerzo las mujeres se intentan sacudir. Hablamos del amor para toda la vida, los ellos protectores, las ellas cuidadoras, las proporciones pecho - cintura - cadera, la dependencia -de lo que sea o de quien sea-, el autoengaño, lo que se supone que ha de ser, debe ser o tiene que ser… Nuestro pan de cada día. El de todas pero también el de todos.
“Con el pie izquierdo nos levantamos nosotras y ellos y ya hay mucho historial gráfico con hombres como protagonistas y narradores y todo el mundo lo ha comprendido siempre", cuenta de carrerilla. "Si lo cuenta una mujer, ¿por qué no se va a comprender igual?”. Las miserias pocas veces entienden de género, aunque por lo general se ceben más en uno que en otro; en ese cúmulo de desdichas anda trasteando Flavita, que ya empieza a permitirse a sí misma hablar de algo más que de amor o desamor o lo que se parece al amor. “Que conecta muy bien con el público, sí, pero me gusta tocar otros temas que a mí también me gustan. Un humor cada vez más absurdo”. Absurdo, puede. Y procaz y negro y real, sobre todo real.

Flavia Álvarez colabora semanalmente con S Moda, una vez al mes con Orgullo y SatisfacciónEl Salto y Mongolia. Ha ilustrado Curvy (Lumen, 2016), de Covadonga D'lom y ya tiene tres libros en su currículo: Archivos Imperiales (autoedición, 2016), Las cosas del querer (Lumen, 2017) y Archivos Estelares (Astiberri, 2017).

¿TE ACORDÁS CUANDO SE ESTUDIABA DE VERDAD? || Lo que dicen y ocultan los libros escolares en Marruecos | Blog Africa no es un pais | EL PAÍS

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Lo que dicen y ocultan los libros escolares en Marruecos | Blog Africa no es un pais | EL PAÍS

Lo que dicen y ocultan los libros escolares en Marruecos

La Red de Jóvenes Marroquíes elabora un informe para fomentar la tolerancia y el respeto en los manuales de texto

Alumnos en un centro escolar de Rabat.

Alumnos en un centro escolar de Rabat. 





Educación es una palabra pilar y una palabra laberinto en un país como Marruecos que, tras buenos esfuerzos y grandes pasos dados, sigue contando con alrededor de un 30% de analfabetismo entre la población de más de 10 años, según un informe del Ministerio de Educación con el aval de UNESCO. Laberinto, además, en lo que atañe a lo lingüístico, si tenemos en cuenta que en los niveles primario y secundario de la enseñanza pública las clases se imparten en árabe y que la Universidad se cursa en francés (desde ahora, también el ciclo del bachillerato se hace en francés). Se ensayan inmersiones, arabización sí o no (dialecto sí o no), prueba y error, y así sigue la búsqueda del mejor camino.
Educación es, afortunadamente también, una palabra que moviliza a jóvenes universitarios, urbanos, entusiastas y dispuestos a empezar a cambiar las cosas en su país. Hay varias plataformas de jóvenes que trabajan por la enseñanza pública de calidad y la educación en valores. Entre ellas, está la Réseau de Jeunes Marocains Engagés(RJME o Red de jóvenes marroquíes comprometidos), que impulsa la fundación alemana Friedrich Ebert.
Entre los 30 participantes que cada año dan forma al Programa de jóvenes estudiantes y profesionales comprometidos, este año hubo seis que decidieron analizar el contenido de algunos manuales escolares de Primaria para dirimir si lo que allí se transmite está de acuerdo con los Derechos Humanos contemplados en los pactos internacionales que Marruecos ha ratificado.
El análisis se centra en los contenidos –textos e imágenes– de tres libros escolares de dos niveles de Primaria (quinto y sexto curso), que corresponden a las materias Historia y Geografía, Educación Islámica y Lengua Árabe.
"Se utilizan estampas peyorativas para comparar a los habitantes del ámbito rural y urbano", concluye la Red
“¿Qué transmiten los manuales escolares?, ¿en qué medida los discursos allí contenidos respetan los Derechos Humanos universalmente consagrados?, ¿cómo impedir que los libros de texto perpetúen discursos arcaicos que no van en línea con los cambios que está viviendo nuestra sociedad?, ¿cómo evitar la representación de la mujer reducida a un estereotipo?, ¿cómo promover el respeto y la tolerancia al otro?”, son algunas de las preguntas que se hicieron los jóvenes de la Red y que sirven tanto de llegada como de partida.
Explican, por ejemplo, que en el libro de Árabe, ya en la cubierta hay una imagen en la que se ve a tres niños, los tres varones, y que en todo el manual se percibe una falta de representación femenina. Los textos transmiten la idea de una mujer débil (y sensible) dedicada a los trabajos del hogar. Los hombres son representados como jefes de familia; también son hombres todos los profesionales. Además, advierten, es preciso revisar las imágenes en las que solo aparecen personas blancas, soslayando la diversidad de etnias que pueblan este país del norte de África, o los apuntes generalizadores sobre el pueblo amazigh (bereber).
Otros ejemplos: en el libro de Historia y Geografía de quinto curso de Primaria, se pone el foco en la selección de las imágenes, toda vez que se utilizan estampas “desvalorizadoras o peyorativas para establecer comparaciones entre los habitantes del ámbito rural y los del urbano”. Un hombre fuerte, con poder, vive en la ciudad, según la narrativa escolar. La discriminación, entonces, “no solo tiene que ver con el género, sino con el medio de pertenencia social; en este caso, el campo y la ciudad”, arguyen los portavoces del grupo de trabajo. Además, en las imágenes se representa a menores trabajando en el campo, en labores de pastoreo y ganadería, “cuando debería quedar claro que el único lugar posible para los niños es la escuela”.
Todas las imágenes en las que aparecen mujeres estas llevan velo
Hay, asimismo, según el análisis de la Red de Jóvenes, una ausencia total de personas con capacidades especiales en los libros.
Del Manual de Educación Islámica destacan una presencia masculina excluyente. En cuanto a los contenidos, se anota que en todas las imágenes en las que aparecen mujeres estas llevan velo y que “el discurso está dirigido sobre todo a los hombres”.
El informe –que está previsto como una aportación a las autoridades educativas– fue presentado justo antes del comienzo de este ciclo lectivo por la coordinadora de la Red, Amina Boughaibi, y por Rachid Farhan, uno de los participantes del programa. A juzgar por el interés demostrado por los asistentes a la convocatoria (no solo medios sino también un buen número de docentes marroquíes), este tipo de análisis sirve de revulsivo para un tema que desde hace años está en la mesa del debate cívico.
Jóvenes trabajando en la Red.
Jóvenes trabajando en la Red. FOTO CEDIDA POR FRIEDRICH EBERT S.
“No juzgamos si estos mensajes discriminatorios se hacen voluntariamente o sin consciencia de ello”, sostienen los responsables de la RJME, al tiempo que reiteran la idea de la educación como el pilar de toda sociedad.
“Estamos en un país que ha ratificado los más importantes tratados internacionales de Derechos Humanos. Queremos contribuir a su cumplimiento, transmitiendo este informe al Consejo de Educación Nacional y a las asociaciones que trabajan en la actualización de los contenidos, para aportar a la revisión del material didáctico escolar”, concluye Boughaibi.

el dispensador de las energías cósmicas (cuerdas y huecos) - by Cerasale Morteo, Víctor Norberto | Salta | ARGENTINA - 03 de OCTUBRE de 2017 [01]

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el dispensador de las energías cósmicas (cuerdas y huecos) - by Cerasale Morteo, Víctor Norberto | Salta | ARGENTINA -  03 de OCTUBRE de 2017 [01]
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el dispensador dice: sí, me he decidido a escribirte, razones hay muchas pero francamente, hoy no encuentro ninguna... le he tomado prestada la pintura a mi hermana del alma (la Carmen que figura al pie)... ya le he dicho que la siento sublime, pues la pinturas no se miran, no se admiran, ni siquiera se ven, se sienten... cuando la conexión espiritual queda establecida, todo lo que venga será un regalo del cielo... ¿te hubiesen salido esos esfumados?... logradas las sombras se despejan los tonos que le proporcionan vida a la ventana por donde te escurres hacia tu ficción, ésa que enmarca y contiene la cultura que te sostiene parado... si no fuese por la locura, no habría manera de soportar el vivir en este mundo discordante... sí, me gusta el verde y también el rojo pero hay un no sé qué, indescriptible entre los oscuros... ya me lo decía mi segunda madre, si no te filtras por la ventana, la pintura es sólo para tapar agujeros de la pared, al igual que los títulos, los platos o cualquier cosa que se te ocurra colgar... debes honrar lo que se te muestra o lo que se te muestre... porque de enseñanzas se trata... así es que me he decidido a escribirte porque ahora todo es instantáneo... no hace falta sobre, tampoco estampilla, no tienes que colocar el destinatario ni tampoco el remitente, por ende no hace falta tiempo y la espera ya no existe... más aún, no necesito tu respuesta, está implícita en el mensaje que se dispara y se multiplica por millones en un segundo... ya te dije, la eternidad se ha apoderado de la internet... y todo está allí para cuando no estés... la memoria se ha vuelto global y la historia de cada humano está documentada en alguna parte... ya que somos observados las veinticuatro horas del día, por satélites, por servicios de inteligencia, por políticos curiosos de saber quiénes los desprecian, por corporaciones interesadas en conocer qué piensas de sus productos, por extranjeros que quieren conocer tu opinión sobre la nada hipotética y sobre el teorema del absurdo que ya no es tal... como ves, la privacidad se nos ha ido al carajo (para no decir a la mierda, que queda feo)... y el mundo es una vidriera donde estás expuesto a modo de zoológico humano, donde puedes enseñar el cuerpo, o bien... para que no se rían, puedes hacer lo propio con el pensamiento... sí, el anonimato ha muerto... y así será hasta que el SOL cambie los polos y no haya más electricidad que te permita acceder al mundo virtual y a las bondades y las no tanto del ciberespacio... 
la cuestión es que me decidí escribirte para decirte que los años son implacables para el cuerpo, no para el alma, no para la consciencia, y mucho menos para el espíritu... por suerte, llegas con tu karma a cuestas y te vas con él, alimentado, nutrido, o seco... decisiones mediante... ya que es lo único que te llevas, aún cuando muchos te aseguren que se llevarán sus bienes y los de los prójimos desprevenidos... hasta ahora, te cuento, nadie lo ha logrado... las monedas quedan en los bancos... las deudas se reproducen por arte de magia y habrá deudores que deberán hacerse cargo de las tuyas, aunque no las hayas tenido... y una vez más, este mundo está hecho un asco... demasiado para mi gusto...
de este sistema solar me gustaron Saturno y Júpiter... que en verdad son subsistemas dentro de otro mayor... cada uno con sus paisajes y sus turbulencias que los humanos no imaginan... mi hermana estaría feliz de estar en Júpiter ya que sus turbulencias son constantes cuánticas que dan para hacer arte del grande... nadie se ha preguntado cómo es que los remolinos no pierden sus ejes ni sus ojos... pero en fin, las ciencias compran y venden cualquier verdura, así es que la realidad que transites dependerá siempre de tí mismo, y de nadie más... ya no quedan tribus y los caciques han sido destrozados por la nueva onda de los originarios que no saben, siquiera, de dónde vinieron... incluso, los chamanes consultan en internet cómo hacer hechicerías espontáneas con daños, ayudas y otras yerbas propias de las mezquindades humanas...
finalmente, quería decirte que por ahora, aquí estoy... pero según entiendo, no por mucho más... porque somos viajeros de la propia alma, y estamos donde ella está... y la mía no anda por estos pagos, ni siquiera por la Tierra... la veo medio desteñida... decolorada... oxidada... de tanta miseria humana suelta... pero es lo que hay y es lo que nos toca... será por eso que me siento incómodo... mucho cinismo para escaso humanismo genuino...
en verdad, quería decirte que no hay padres ni hijos, sino cadenas donde la continuidad obliga a tomar la posta y seguir corriendo hacia un horizonte llamado futuro, repleto de obligaciones, de condenas, despojos, para ningún derecho ni humano ni ciudadano... el pasado nos va envolviendo en su sucesión de presentes, hasta que nos convierte en ausencias... y nadie está libre de ello, por eso hay que prepararse mentalmente para sostener libre el espíritu, flameando el alma, para cuando te consumas en el ayer que te contuvo y se evaporó de mañanas necesarios... el problema ahora, el de hoy, es que esta humanidad de gente nueva está naciendo sin futuro, o con el futuro hipotecado por los miserables del poder, esos que se asumen inmortales y no califican ni para inmorales...
sólo quería advertirte... no te dejes engañar... tu presente sólo reside en donde estás parado... lo que ven tus ojos te ayuda a orientarte, pero en verdad el ojo trascendente es el que está en el alma, y debes ejercitarlo para hacerlo funcional al destino y al karma que te impulsa, porque allí está el motivo que te trajo, que es el único que tiene importancia... 
el único amor que he conocido es el de mi madre... dado que tuve dos, he tenido suerte y soy portador adicto al amor transparente y genuino que obvia las palabras para llenar los huecos del espacio-tiempo... luego las personas necesitan tener un huerto de afectos, donde se pueda sembrar los vínculos, que retroalimentan puentes de esperanzas compartidas... 
no te digo más... no es necesario abundar en palabras, lo que te digo emana de mi alma, que es lo único que me queda. OCTUBRE 03, 2017.-
última data, cuando estés dispuesto a escurrirte, asegúrate de no dejar huellas... no hay nada más sublime que el olvido.
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Nobel de Física 2017 para los cazadores de ondas gravitacionales / Noticias / SINC

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Nobel de Física 2017 para los cazadores de ondas gravitacionales / Noticias / SINC

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Nobel de Física 2017 para los cazadores de ondas gravitacionale



La Real Academia Sueca de las Ciencias ha anunciado hoy que el Premio Nobel de Física de este año ha recaído en los estadounidenses Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne "por sus contribuciones decisivas al detector LIGO y la observación de las ondas gravitacionales". Estas ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo, predichas por Einstein en su teoría de la relatividad, abren una nueva vía para investigar el universo.



SINC |  | 03 octubre 2017 12:26
<p>Los físicos estadounidenses Barry C. Barish y Kip S. Thorne (ambos de Caltech) y Rainer Weiss (del MIT) han sido galardonados con el Premio Nobel de Física 2017. / LIGO/Caltech/MIT Hahn</p>
Los físicos estadounidenses Barry C. Barish y Kip S. Thorne (ambos de Caltech) y Rainer Weiss (del MIT) han sido galardonados con el Premio Nobel de Física 2017. / LIGO/Caltech/MIT Hahn
Este año ya habían recibido el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, y hoy son los ganadores del Premio Nobel de Física 2017: Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne.
La Real Academia Sueca de las Ciencias lo ha dado a conocer este martes, concediendo la mitad del premio a Weiss y la otra mitad compartida entre Barish y Thorne, "por sus contribuciones decisivas al detector LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory, en EE UU) y la observación de las ondas gravitacionales”.
Estas ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo las había predicho Albert Einstein hace cien años en su teoría de la relatividad, pero hasta el 14 de septiembre de 2015 no se observaron por primera vez. La señal procedía de una colisión de dos agujeros negros y tardó en llegar 1.300 millones de años al observatorio LIGO.
El galardón reconoce las contribuciones decisivas al detector LIGO de estos tres físicos y la observación de las ondas gravitacionales
Rainer Weiss (Berlín, 1932, pero nacionalizado estadounidense) y Kip S. Thorne (Utah, 1940), junto al investigador Ronald Drever (fallecido en marzo de 2017) fueron los que, en los años 80, propusieron su construcción para la detección de ondas gravitacionales.
Este observatorio estuvo dirigido entre 1997 y 2006 por el tercer galardonado, Barry C. Barish (Nebraska, 1936), que impulsó la fundación en 1997 de la colaboración científica internacional LIGO, en la que participan más de mil investigadores de universidades e instituciones de todo el mundo, incluido un equipo español: el Grupo de Relatividad y Gravitación de la Universidad de las Islas Baleares.
Según la Academia Sueca de las Ciencias, los galardonados con el Premio Nobel de Física de este año han sido cruciales, con su entusiasmo y determinación, para el éxito de LIGO: “Los pioneros Weiss y Thorne, junto con Barish, el científico que completó el proyecto, se aseguraron de que cuatro décadas de esfuerzo condujeran finalmente a las observación de las ondas gravitacionales”.
Interferómetros láser para detectar las esquivas ondas
A mediados de los años 70, Weiss ya había analizado posibles fuentes de ruido de fondo que perturbaban las mediciones y diseñado un detector, un interferómetro láser, que quitaba ese ruido. Desde el principio, tanto Thorne como Weiss estaban firmemente convencidos de que las ondas gravitatorias se podían detectar, lo que supondría toda una revolución en el conocimiento de nuestro universo.
La detección de ondas gravitaciones, toda una revolución en astrofísica, abre nuevas vías de exploración del universo
Estas ondas se propagan a la velocidad de la luz, llenando el universo, como Einstein describió en su teoría general de la relatividad. Se generan cuando una masa se acelera, como cuando un patinador de hielo realiza una pirueta o, una escala mucho más grande, un par de agujeros negros giran uno alrededor de otro. Einstein estaba convencido de que nunca sería posible medirlas, al ser señales extremadamente débiles.
La innovación del proyecto LIGO fue el uso de un par de gigantescos interferómetros láser separados más de 3.000 kilómetros, uno en Livingston (Luisiana) y otro en Hanford (Washington), capaces de registrar los diminutos cambios –miles de veces menores que un núcleo atómico– que produce una onda gravitatoria a su paso por la Tierra.
Desde 2015 ya se han observado cuatro ondas gravitacionales, la última este año fruto de la colaboración de LIGO con el observatorio europeo Virgo (en Italia), y de la que también forman parte los tres galardonados.
Hasta ahora todos los tipos de radiación electromagnética y partículas, como los rayos cósmicos o los neutrinos, se han utilizado para explorar el universo. Sin embargo, las ondas gravitacionales constituyen un testimonio directo de las interrupciones en el mismo espacio-tiempo.
Esto es algo completamente nuevo y diferente, toda una revolución en astrofísica que abre vías de investigación inexploradas. Las ondas gravitacionales constituyen una forma completamente nueva de observar los eventos más violentos del espacio y poner a prueba los límites de nuestro conocimiento. Grandes descubrimientos aguardan a aquellos científicos que logren capturarlas e interpretar su mensaje.

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