Qian Zhongshu (钱钟书, 1910-1998), natural de la ciudad de Wuxi (无锡), en la provincia de Jiangsu (江苏), fue uno de los mayores intelectuales de la literatura moderna china y, como afirman numerosos eruditos, de la literatura mundial.
Qian Zhongshu mostró desde la niñez una curiosidad innata por el mundo de las letras, no en vano el nombre que le dio su familia, Zhongshu, significa «el que ama los libros». Su pasión por la lectura era tal, que devoraba obras de cualquier género, tanto clásicas como modernas, escritas en chino o en lenguas europeas. A los dieciocho años, gracias a sus altos conocimientos de inglés, y a pesar de haber suspendido las matemáticas en el examen de acceso, fue admitido por la Universidad Qinghua de Pekín para estudiar en el Departamento de Lenguas Extranjeras. Su agudeza intelectual y la brillantez de su creatividad literaria despertaron la admiración tanto de estudiantes como de profesores, y muy pronto empezó a escribir artículos de diversa índole en diferentes publicaciones.
La obra literaria de Qian Zhongshu supera con creces el centenar de textos (poesía, cartas, prólogos, reseñas, ensayos y tratados, relatos cortos, etc.), entre los que cabe destacar: el ensayo El arte de la poesía 《谈艺录》, el tratado Relatos del canuto y la lezna 《管锥编》 y, sobre todo, su única novela, traducida al español como La fortaleza asediada《围城》. Con esta novela, que se publicó por primera vez por entregas en 1946, el autor adquirió renombre entre el público en general, pero no fue hasta 1979 cuando se tradujo al inglés con el título Fortress besieged, que su fama como escritor fue reconocida en el mundo entero. Popularidad que se vio consolidada en China en los años noventa, con la adaptación de la novela a la televisión, recreada en formato de teleserie.
1) Portada de El arte de la poesía. 2) Portada de 1947 de la primera publicación en formato libro de La fortaleza asediada. 3) Edición moderna de Relatos del canuto y la lezna. 4) Portada de la telenovela de 1990.
El periodo de mayor productividad literaria de Qian Zhongshu se sitúa en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, época caracterizada por grandes cambios de orden mundial, tanto políticos como económicos, en la que las fronteras se tambaleaban, las convulsiones proliferaban por todas partes y el mundo se empequeñecía. La historiografía china demuestra que ha sido, precisamente, en épocas de cambios y convulsiones cuando ha surgido la oportunidad de que diferentes maneras de entender el mundo entraran en contacto, ya sea a través de un proceso de confrontación violenta, ya sea mediante un proceso de asimilación progresiva y pausada.
La característica principal del estilo literario de Qian Zhongshu es el uso de la técnica discursiva que él mismo bautiza como datong (打通)
En los círculos intelectuales y académicos en ciudades como Pekín y, sobre todo, Shanghái, se debatían múltiples puntos de vista sobre cómo afrontar la situación que vivía el país, desde los que abogaban por una occidentalización total a los que se enrocaban en una postura inamovible de viejas costumbres, pasando por algunas mezclas entre tradición y modernidad que rozaban lo esperpéntico. Qian Zhongshu, a su vuelta de Europa en 1938, tras estudiar en Oxford y vivir en París, se encontró con el ambiente perfecto para desarrollar toda su creatividad literaria. Así, en su novela, el autor se encarga de plasmar el ambiente de ciertos círculos intelectuales y académicos «de moda» de la sociedad china, costumbres, inquietudes, vicios, en una punzante crítica comparable a la del bosque de letrados que nos brinda Wu Jingzi (吴敬梓, 1701-1754) en su obra Los mandarines (《儒林外史》), pero con una carga irónica y una profundidad analítica sin igual. Crítica social que, en última instancia, representa una apelación al dilema de la supervivencia del ser humano, en un mundo estremecido, asediado por la hipocresía, la corrupción y la autocomplacencia, aderezado todo, eso sí, con un sentido del humor corrosivo y un sarcasmo genial.
Qian Zhongshu en su casa de Beijing
La característica principal del estilo literario de Qian Zhongshu es el uso de la técnica discursiva que él mismo bautiza como datong (打通), recurso narrativo que explotó exhaustivamente para escribir su obra magnánima, Relatos del canuto y la lezna, publicada en 1979, pero del que ya se había servido en gran parte de sus obras anteriores para expresar sus pensamientos con una originalidad y una fuerza inusitadas. Dicha técnica se puede definir como la yuxtaposición de ideas de diferentes campos de conocimiento y tradiciones literarias, con el objetivo de «forjar relaciones» entre la literatura china y las literaturas foráneas, para destacar e investigar puntos de vista compartidos sobre la lengua, la estética y el pensamiento.
El siguiente fragmento ilustra perfectamente la aplicación de su estilo en la novela mencionada:
Respecto a los matrimonios de Bertie, también he hablado con él de eso. Mencionó un viejo proverbio inglés según el cual el matrimonio se semejaba a una jaula de oro: los pájaros que están fuera desean entrar y los que están dentro salir volando. De ahí que el matrimonio y el divorcio se sucedan de forma interminable.
En Francia también existe un proverbio semejante —intervino la señorita Su—. Pero no habla de una jaula, sino de una fortaleza asediada, forteresse assiégée: los que están dentro de las murallas quieren salir y los de fuera entrar.
Una referencia que aparece al inicio de la adaptación televisiva de la novela para revelar la relación entre el tema del asedio y el dilema existencial del ser humano:
Los que se encuentran dentro de la fortaleza asediada quieren salir, los que están fuera quieren entrar. Con el matrimonio ocurre lo mismo, con el trabajo también, así son los deseos del ser humano.
[Texto original en chino]
围在城里的人想逃出来,城外的人想冲进去。对婚姻也罢,职业也罢,人生愿望大都如此。
La interculturalidad es, pues, el leitmotiv de la obra literaria de Qian Zhongshu y La fortaleza asediada constituye el ejemplo más característico de su aplicación en el ámbito narrativo. Muchos reseñadores han afirmado que la novela es un retrato de la época en la que ocurren los acontecimientos y muchos lectores la han leído como si se tratara de una lonely planet o de un manual de historia. Sin embargo, hay que destacar que el novelista crea ficciones irrefutables, como advierte el mismo Qian Zhongshu en el prólogo de la novela: su historia es completamente inventada, que nadie pretenda encontrar un atisbo de realidad en ella. Se trata de ficción, forjada a partir de referentes de su entorno, de sus vivencias, de sus gentes y lugares, pero completamente parodiados.
Su popularidad se vio consolidada en China en los años noventa, con la adaptación de la novela“La fortaleza asediada”a la televisión, recreada en formato de teleserie.
Precisamente, dos de las figuras retóricas que utiliza más profusamente Qian Zhongshu son la parodia y la ironía. La parodia sirve para imitar algo, destacando ciertos «defectos» de la cosa imitada, para subvertir su realidad y convertirla en algo no real. Se trata, por ende, de la técnica artística más deliberada, crítica y destructiva. El primer escritor en China que utilizó la parodia con dicha intención fue Lu Xun (鲁迅 1881-1936) en 1921, en su obra La verdadera historia de Ah Q (《阿Q正传》). De manera análoga, Qian Zhongshu, a través del protagonista principal del relato, aplica dicho recurso subvirtiendo la figura del héroe, a quien hace caer en el engaño de la vida mundana, en la fatiga de la existencia y en la crisis espiritual del hombre moderno. Por otro lado, la ironía se utiliza para esconder la verdad, diciendo precisamente lo contrario de lo que se piensa; se trata, en definitiva, de una técnica para debatir, utilizada desde tiempos remotos, tanto por filósofos, como Platón, en la antigua Grecia, como por el maestro Zhuangzi, en la China clásica. Qian Zhongshu también era un pensador de naturaleza irónica, ya que en su novela utiliza la ironía como herramienta para presentar su propia opinión, en forma de alegoría de la vida moderna.
Versión en español de La fortaleza asediada
El uso que hace el autor de estos recursos literarios confiere a la novela una textura verbal tan rica que convierte esta narrativa en prosa casi en poesía. La fortaleza asediada no es simplemente un relato de acontecimientos, sino un tratado sobre la vida, una metáfora del conflicto existencial del ser humano, con fragmentos que recuerdan a las digresiones reflexivas de Camus o a las descripciones psicológicas de Gabriel García Márquez, pero en un entorno cultural chino y en lengua china.
Qian Zhongshu sienta las bases para una reinterpretación de la teoría, la historia y la crítica literarias, estableciendo interconexiones, por ejemplo, entre la poética homérica, los evangelios, los sutrasbudistas y la poesía de Qu Yuan. Qian Zhongshu, a través de su técnica e ingenio literarios, es el artífice de una interculturalidad global que va más allá de cualquier barrera espaciotemporal, con una sensibilidad irónica que trasciende al lector y le permite gozar de su lectura. Éste era su objetivo: poner en común ideas de diferentes épocas y tradiciones para lograr un mundo en el que nos entendiéramos mejor.
Sun Wukong, conocido como el “Rey mono”, es el protagonista de la novela clásica china Viaje al Oeste. La historia cuenta cómo Sun Wukong se hizo inmortal y se convirtió en el rey de la cueva de la cortina de agua. Tras ello subió al Reino Celestial y lo puso patas arriba y finalmente, decidió seguir al monje Tang para viajar al oeste en busca de las escrituras sagradas del budismo.
Si han oído hablar de las conocidas como “cuatro grandes novelas clásicas” (四大名著, sì dà míng zhù) de la literatura china, sepan que los estudiosos las consideran las más influyentes obras de ficción de la era premoderna china. Datadas en las dinastías Ming (明, 1368-1644) y Qing (清, 1644-1911), se encuentran entre las novelas más largas y antiguas del mundo. Si las conocen, seguramente les debe sonar el nombre de Sun Wukong.
Las divertidas y enrevesadas aventuras de una de estas “cuatro grandes”, Viaje al Oeste, han sido siempre las “historias para dormir” preferidas por los niños chinos: cómo Sun Wukong se hizo inmortal, cómo se convirtió en el rey de la cueva de la cortina de agua, cómo subió al Reino Celestial y lo puso patas arriba y cómo, finalmente, decidió seguir al monje Tang para viajar al oeste en busca de las escrituras sagradas del budismo. Los niños quedan fascinados con las sorprendentes habilidades y poderes de este gran héroe de vista penetrante, capaz de realizar setenta y dos transformaciones, y dueño de un bastón mágico que puede cambiar de tamaño a su antojo, así como de una nube voladora que le lleva a todas partes a una velocidad supersónica. Los mayores, por su parte, siempre han admirado la valentía, inteligencia y buen juicio de este irreverente personaje.
Sun Wukong es un mono, el más valiente de la Montaña de las Flores y los Frutos. Antes de encontrar al monje Tang bajó a los infiernos para cambiar la fecha de su muerte, alborotó el palacio del rey dragón del mar del Este para conseguir el bastón mágico, creó el caos en el Palacio Celestial en dos ocasiones, robó los melocotones sagrados de la Emperatriz de Jade y aprendió sin querer la técnica de la mirada penetrante en los fogones del viejo ancestro taoísta Laojun. Todas estas fechorías le dieron una gran fama pero, finalmente, fue condenado por Buda a permanecer atrapado eternamente bajo la Montaña de los Cinco Elementos. Ahí estuvo nada más y nada menos que quinientos años hasta que, en su peregrinación hacia el oeste, el monje Tang lo liberó de su prisión de roca. Desde ese momento, Sun Wukong se convirtió en su discípulo e inició junto a él un increíble viaje de aprendizaje lleno de obstáculos y dificultades en busca de las escrituras sagradas.
De las innumerables historias de Viaje al Oeste, una de las más populares es la que narra los tres enfrentamientos contra el demonio de los huesos blancos. En su peregrinación en busca de los sutras budistas, el monje Tang tuvo que hacer frente a 9.981 dificultades y se encontró con todo tipo de demonios y espíritus. De entre ellos, el más astuto e insidioso fue el diablo de los huesos blancos, que supo encontrar los principales puntos débiles del monje: su incapacidad para diferenciar los espíritus de los humanos y su corazón bondadoso. Así, se apareció ante él bajo apariencia humana en tres ocasiones para intentar engañarle: en la primera se transformó en una joven que salió al encuentro de los peregrinos para ofrecerles comida; en la segunda ocasión se apareció como una anciana en busca de su hija, muerta por Sun Wukong y, en la tercera y última, se convirtió en un viejo campesino devoto del budismo. Las tres veces fue descubierto y ajusticiado por Sun Wukong. Al ver como su discípulo mataba de esa manera, el monje Tang no pudo soportarlo y decidió cortar su relación con él pidiéndole que se marchara. Sun Wukong se sintió enormemente agraviado y triste. Él, poderoso inmortal que había desafiado al Reino Celestial y había decidido renunciar a su naturaleza para seguirle y protegerle de los peligros en su camino, veía ahora cómo su maestro le culpaba y malinterpretaba. Sin embargo, Sun Wukong no fue capaz de odiarle. Se arrodilló y le pidió mil perdones, se despidió con gran dolor por tener que abandonarle y encomendó al monje Sha que cuidara de él. Esta conmovedora escena de respeto y lealtad hacia su maestro ha emocionado a innumerables lectores y seguidores del gran héroe.
Las aventuras de Sun Wukong han sido adaptadas al cine en numerosas ocasiones. La última fue la exitosa película de animación La vuelta del Rey Mono estrenada en 2015, y que devolvió a la gran pantalla la imagen del intrépido, imprevisible e inconfundible personaje.
Wang Wei (王维, 699-761 d.C.) fue un famoso poeta, músico, pintor y estadista de la dinastía Tang, en cuya obra poética destaca la contemplación silenciosa de la naturaleza como fuente del conocimiento de la esencia del propio ser.
La contemplación silenciosa de la naturaleza es, como han señalado muchos artistas y místicos a lo largo de la historia, la fuente del conocimiento de la esencia del propio ser. Esta verdad inefable subyace también en la poesía y el pensamiento clásicos chinos, en los que los sentimientos más profundos e indescriptibles son expresados de forma lacónica, con sugestiones que aluden a la totalidad que rodea al individuo. Es precisamente en este aspecto en el que destaca el poeta Wang Wei (王维, 699-761 d.C.), fuertemente imbuido en las tradiciones del taoísmo y del budismo chan (zen) que cristalizaron durante el periodo histórico de la dinastía Tang (618-907 d.C.).
Esta importante figura de la poesía china era originaria de Puzhou (蒲州), localidad que actualmente se la conoce con el nombre de Yongji (永济), y situada en lo que hoy en día es la provincia de Shanxi. De hecho, y pese a destacar por sus poemas, Wang Wei no se dedicó exclusivamente a la literatura, sino que también cultivó otras artes, como la pintura o la música, lo cual no era del todo inusual en aquella época, considerada de forma unánime como la Edad de Oro de la cultura china.
Wang Wei
Tras servir durante años como funcionario en la corte de los emperadores Tang, el estallido de la rebelión de An Lushany la pérdida de su cargo supusieron un cambio en la vida de Wang Wei. Fue encarcelado acusado de traición. Más tarde, y después de recuperar su cargo en la administración y llegar al puesto de ministro, abrazó la fe budista y se entregó a la contemplación. De este estilo de vida envuelto en la quietud nace la inspiración para sus composiciones, que recogen el lado más plástico de los paisajes y el sentido místico del silencio.
No se ve gente en este monte. Sólo se oyen, lejos, voces. La luz poniente entre las ramas. El musgo la devuelve, verde.
[Traducción de Octavio Paz]
Este poema, titulado “Cercado de los ciervos” (鹿柴, Lù chái), es probablemente la obra más emblemática de Wang Wei, y posee varios de los rasgos que caracterizan su estilo, como la transmisión de una fuerte carga lírica a través de imágenes de la naturaleza cambiante. Esta composición está incluida en la recopilación “Poemas del río Wang” (辋川集, Wǎngchuān jí), formada por 20 composiciones de cuatro versos cada una, que a su vez están compuestos por cinco caracteres. David Hinton, uno de los traductores más importantes de la obra de Wang Wei al inglés, citado por Alejandro Pescador en su artículo “Octavio Paz y el budismo de Wang Wei” (2008),opina que este poema es el más famoso de este autor “porque constituye la más pura expresión del budismo zen que se encuentra en el núcleo de toda la poesía de Wang Wei”. En efecto, al leer este poema uno tiene la impresión de que no existe un sujeto claro, sino que la voz del hombre se pierde en la inmensidad de la naturaleza hasta disolverse, de modo similar a la desaparición del ego durante la meditación zen.
El influjo de la tradición budista es decisivo tanto en la obra como en la vida del poeta, que tras años de dedicación a la causa pública, inició una vida de retiro. El budismo había llegado a China durante la dinastía Han (206 a.C. – 220 d.C.), como resultado de los crecientes intercambios entre el Imperio Chino y las civilizaciones de Asia Central, lo que dio lugar a una sociedad cada vez más cosmopolita y avanzada gracias al flujo de mercancías y de ideas. Más tarde, en el clima de apertura al exterior que promovió el florecimiento de la cultura durante la dinastía Tang, los miembros de la aristocracia del momento se erigieron como los máximos patrocinadores de la cultura y la religión, lo cual a su vez propició un ambiente adecuado para que prosperaran las diferentes artes.
Coetáneo de otras importantes figuras de la poesía china como Li Bai (李白, 701–761) o Du Fu (杜甫, 712–770), Wang Wei vivió la época dorada de la lírica china, marcada por grandes dosis de sofisticación y exquisitez que llevaron a la poesía de aquella época a un nuevo nivel que sería recordado durante toda la historia china posterior. Sin embargo, no era tan sólo el grado de refinamiento de la poesía, sino también su estatus en la sociedad de la época: no había en aquel tiempo ninguna persona mínimamente culta que no estuviera versada en el arte poético y que no compusiera sus propias estrofas, incluso para asuntos tan mundanos como puede ser la comunicación diaria con amigos o compañeros de trabajo. La poesía, en cierto modo, era un arte que mantenía unida a la sociedad, y que desempeñaba el mismo papel de catalizador de las emociones que el que puede tener la música popular en la actualidad.
Densa y fragante, la hierba verdea en primavera. Altos y umbrosos, los pinos refrescan en verano. Bueyes y ovejas vuelven solos por la calle de la aldea. Niños y mozos ignoran todo el birrete de mi atavío.
[Traducción de Anne-Hélène Suárez]
Una de las traducciones más recientes de los poemas de Wang Wei al español es la edición de Pilar González España de la obra “Poemas del río Wang” para la Editorial Trotta, de la cual merece la pena rescatar los siguientes versos:
文杏裁为梁,Wén xìng cái wéi liáng,香茅结为宇。Xiāng máo jié wéi yŭ.不知栋里云,Bù zhī dòng lĭ yún,去作人间雨。Qù zuò rén jiān yŭ.
Un albaricoquero veteado partido forma el dintel.
Un montón de juncos perfumados anudados forman la techumbre.
Ignoro si esa nube por el tejado entrecortado
se irá
para derramar su lluvia entre los hombres.
[Traducción de Pilar González España]
Una de las cosas que más se mencionan al hablar de poesía china, y en la que se insiste en ediciones como la mencionada más arriba, es la dificultad para trasladar al español una lengua tan ambigua y llena de posibles interpretaciones como el chino clásico. No en vano, en lengua española contamos con varias traducciones distintas de las obras de Wang Wei, entre las que destacan las de J. Ignacio Preciado Ydoeta y Clara Janés (“Poemas del río Wang”, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 1999), Anne-Hélène Suárez (“99 cuartetos de Wang Wei y su círculo”, Editorial Pre-Textos, 2000) y Guillermo Dañino (“La montaña vacía”, Hiperión), además de la mencionada más arriba, las cuales difieren mucho entre sí.
Según indica Pilar González España en el prólogo, la traducción literal “no sólo perjudica extremadamente a la percepción que pueda tener el lector occidental de la lengua china, sino que, además, deforma completamente el mensaje, en este caso, poético. El lector chino, al leer un poema, va comprendiendo el significado del mismo a través de bloques semánticos, como ocurre con cualquier otra lengua occidental”. La traducción literal nunca es recomendable, pero en este caso no sólo es contraproducente, sino que es directamente imposible. Y no sólo por cuestiones formales como la rima o la métrica: el sentido mismo del poema queda mutilado en la traducción.
Traducir es, ante todo, interpretar. Por ello resulta muy ambicioso intentar encerrar el sinfín de posibilidades de un poema clásico chino. En ocasiones quizás valga más callar y dejar que fluya el silencio de las palabras en su lengua original, como nos enseñan los poemas de Wang Wei.
La aclamada pianista china Yuja Wang (Beijing, 1987), no deja indiferente a nadie y su irrupción en la escena mundial de la música clásica ha revolucionado pautas y tradiciones estáticas.
Pasea sus frágiles dedos al rítmico son de las notas con una fiereza que impone y con una soltura que irradia desde el desnudo escenario. Deja boquiabiertos a consagrados directores a los que les tiembla la batuta cuando la dirigen. Y el público, en silencio fúnebre, estalla de gozo con las acrobacias al piano de esta domadora de teclas cuando concluye su melódica epifanía.
Yuja Wang (Beijing, 1987) podría haberse dedicado a la moda aunque afirma que le aburre tanto como buscar actualizaciones en su teléfono móvil. El azar, sin embargo, quiso que sus progenitores fueran músicos. Algo que facilitó que la niña de sus ojos, de madre bailarina y padre percusionista, no temiera al pentagrama ni a las corcheas. A los 6 años comienza su idilio con el piano y a los 7 la admiten en el prestigioso Conservatorio Central de Música de la capital china. Desde entonces ya no hay vuelta atrás. La pequeña Wang, un precoz torbellino de audacias, inicia una escalada por las 88 teclas de este instrumento que la lleva a ser la alumna más joven del festival de música en la capital de Canadá en la temporada 2005-2006 y, aún adolescente, entra en el Instituto de Música Curtis de Filadelfia donde se queda un lustro. Bajo la batuta de Gary Graffman, que la gradúa con 20 años, el mítico pianista destacará de ella su inteligencia y buen gusto.
Un gusto y un refinamiento exquisitos que Yuja Wang transporta a las salas de conciertos de todo el mundo. La mayor parte de los sesudos críticos le dedican encendidos elogios, o a veces no tanto, a su indumentaria. Unos vestidos que, como los acordes que exprime al piano, hacen arquear las cejas de unos sorprendidos espectadores no habituados al que podríamos calificar como ‘estilo Wang’. La moda, de nuevo, asoma por los poros de una artista sin complejos a la que le gusta dotar de una estética personal a su rompedora puesta en escena. Un atrevimiento que le ha reconocido el diseñador italiano Giorgio Armani quien la incluye en su exclusiva lista #SaySì, en la que figuran cinco mujeres que han luchado por alcanzar sus propios sueños.
Yuja Wang se da a conocer al mundo cuando, inesperadamente, reemplaza en el Concierto para piano número 1 de Tchaikovsky al solista programado en una serie de cuatro recitales en la ciudad norteamericana de Boston. La misión, casi imposible, era que el público olvidara a la titular prevista: nada menos que la sublime y consagrada pianista argentina Martha Argerich. Pero la intérprete china, casi una adolescente aún, no deja que sus menudas manos se encojan y sale al escenario dispuesta a ganarse al público. Lo consigue y, gracias a la superación de ese reto, comienza una década de éxitos imparable que hace que las mejores orquestas del mundo quieran incluirla en sus programas de mano y que los expertos se rindan a su talento.
Aunque no hace falta ser un experto para quedarse de piedra admirando los 90 segundos de ejecución del interludio orquestal El vuelo del moscardón, del compositor ruso Nikolái Rimski-Kórsakov, que lleva a cabo la chica de los dedos veloces. El video de esta pieza breve en Internet supera los cinco millones de visualizaciones. Las manos de Yuja Wang desafían las leyes de la física y, como si estuvieran propulsadas por un motor, serpentean y se deslizan por el mostrador sonoro a velocidades ya difíciles para el ojo humano. Sus dedos barren el teclado sin contemplaciones ni dudas en un ejercicio de magia musical cercano al paroxismo. En ese largo minuto y medio no hay trampa ni cartón, solo una depurada técnica fruto de una constancia y perseverancia que aún no han conocido límites.
Agenda completa
A la joven Yuja Wang cual diva de la ópera, no le quedan días libres en su agenda hasta el verano del año 2018. Estrenó el calendario de este ejercicio en la ciudad que le vio nacer, Beijing, con los conciertos números 2 y 3 del húngaro Béla Bartók y con Lu Jia dirigiendo a la Orquesta Nacional China de las Artes Escénicas. La reciente, pero prestigiosa institución musical del país, decidió nombrarla como su artista residente para el periodo 2016-17. Lo justificó en que se ha convertido, por méritos propios, en la primera mujer pianista de China en adquirir relevancia internacional. Yuja Wang agradeció complacida el reconocimiento en su vuelta a casa y expresó que era “una buena oportunidad para mostrar mi música junto con el increíble trabajo que hacen mis compañeros” en dicha orquesta.
Y el verano del año pasado tocó en Bogotá (Colombia) con su director favorito, el venezolano Gustavo Dudamel, quien movió su batuta para la Orquesta Simón Bolívar, una agrupación sinfónica que es una referencia musical no solo en Venezuela, donde se fundó hace casi 40 años, sino en toda Iberoamérica. La identificación entre ambos intérpretes trasciende la música. Ambos nacieron en la década de los años 80 del pasado siglo y ambos han roto costumbres y estereotipos en un mundo, el de la música clásica, que parece anclado en una tradicional rigidez. Sus ejecuciones conjuntas destilan química y una complicidad emocional que se transmite, como si de unas ondas invisibles se tratara, de la varilla del mediático Dudamel a los gráciles dedos de una Yuja Wang que llena de sentimientos la sala de audiciones. Además de con el venezolano, durante los últimos diez años de su carrera ha simultaneado partituras con maestros de orquesta tan preeminentes como Claudio Abbado, Daniel Barenboim, Valery Gergiev, Michael Tilson Thomas, Antonio Pappano, Charles Dutoit y Zubin Mehta.
A Yuja Wang le inquieta saber que tiene programados conciertos durante los próximos quince meses y no sabe qué piezas concretas ejecutará tal o cual día. Siente que aún está explorando sus capacidades y el repertorio musical que aún le resta por interpretar y quiere recorrer esa travesía junto al público, de una manera espontánea, improvisada a veces y, sobre todo, libre. El resto de su tiempo, y a pesar de su sincera naturalidad, actúa con rectitud y disciplina. Recuerda que su madre bailarina le enseñó a adoptar siempre una buena postura y que su padre percusionista le organizó el tiempo y el ritmo. Un tiempo que, como las teclas del piano al que doma, se le escapa entre los rápidos dedos de sus manos.
El director de cine chino Zhang Yimou, representante de la llamada “quinta generación” de cineastas salidos de la Academia de Beijing, ha llenado de esplendor y lirismo el género de espadas y caballeros (武侠, wǔxiá) y lo ha exportado a Occidente.
La gran vocación por la fotografía de Zhang Yimou (张艺谋) le llevó a comprarse su primera cámara mientras trabajaba en una fábrica textil. Su trilogía wuxia a la que, tras la primera película Héroe (2002), siguieron La casa de las dagas voladoras (2004) y La maldición de la flor dorada (2006), repasa el pasado imperial chino con una gran carga simbólica.
Sus películas han sido bien recibidas internacionalmente y algunas de ellas han sido nominadas para los Óscar de Hollywood. Semilla de crisantemo (1990) fue la primera de su país en aspirar a un galardón de la academia estadounidense. Y también lo fueron La linterna roja (1991) y La joya de Shanghái (1995). Ninguna de las tres citadas ganó la preciada estatuilla pero sí se alzaron con la victoria en festivales de cine como los de Berlín, Valladolid, Cannes o Venecia.
Del cine a la puesta en escena o la ópera
Pero la personalidad de este meticuloso realizador trasciende los límites de la gran pantalla. El encargo de las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Beijing (2008) elevaron su fama internacional. Su puesta en escena de la milenaria historia de China provocó exclamaciones de admiración dentro y fuera del país. El pasado nacional, a través de aquella inolvidable pantalla móvil que discurría sobre el césped del estadio del Nido de Pájaro, mostró lo mejor de la idiosincrasia china. La caligrafía, la música ritual, las artes marciales, los cinco elementos de la naturaleza, la Ruta de la Seda y un largo etcétera se ensamblaron junto a los últimos avances civilizatorios que ha alcanzado un país que también ha conquistado el espacio exterior.
Zhang Yimou también se atrevió con la ópera. Su dirección de escena de Turandot, en la mismísima “Ciudad Prohibida” de Beijing en 1998, bajo la batuta de Zubin Metha, mereció una calurosa acogida y cosechó las mejores críticas. Un éxito que revalidó en 2009 cuando la representó en la capital china, pero esta vez en su lugar más querido, Beijing. Con una versión propia, Giacomo Puccini no pudo finalizarla porque murió antes, Zhang tuvo el acierto de incluir pantallas gigantes para que los más de 60.000 espectadores pudieran seguir y entender el libreto gracias a los subtítulos en chino.
Antes de ser tan famoso se dio a conocer como director de fotografía de la afamada película Tierra Amarilla (1984), de su colega y compañero de promoción Chen Kaige. La intensidad dramática de la vida en la China rural, de la segunda mitad del siglo pasado, queda suavizada por el cromatismo que le confiere su fotografía. Imprime desde la primera imagen un soplo de vida y esperanza a la historia de amor del soldado que busca, entre pueblos perdidos, canciones populares de alegría y se enamora de una joven muchacha. Tras esa primera, y destacada colaboración, emprende una larga filmografía en solitario en la que sobresalen, aparte de las ya citadas, El camino a casa (1999).
Efímero paso por la comedia
Este director, que ha realizado dos películas que en su momento fueron las de mayor presupuesto en China, no solo se ha dedicado a realizar grandes producciones. También ha transitado por la comedia al rodar el remake de la película de los hermanos Coen, Sangre fácil (1984). Su versión, titulada Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos (2009), no recabó buenas críticas pese a que, de nuevo, las imágenes de esta cinta volvieran a sorprender con un vestuario de inacabable colorido con tonos sublimes. Tres años antes, La maldición de la flor dorada, que optó a un Oscar al mejor vestuario, empleó a 40 personas a tiempo completo durante dos meses para confeccionar los centenares de trajes que aparecen en el transcurso de la película. Algunos de ellos pesaban hasta 40 kilos.
Tras el efímero paso por la comedia, Zhang Yimou volvió a retomar el tema costumbrista con la película Amor bajo el espino blanco (2010). Esta propuesta audiovisual, basada en la novela homónima de Ai Mi, cuenta la historia de amor sincera de dos jóvenes. En Las flores de la guerra (2011), sin embargo, firma un drama bélico pero desde una perspectiva femenina, un punto de vista que acompaña siempre la cámara del realizador. Sus mujeres, bien sean guerreras o jóvenes enamoradas, son fuertes y combativas. No acompañan a los papeles masculinos ni complementan sus historias. Ellas mandan, y mucho, en las películas de Zhang.
Su última película, La Gran Muralla (2016), ha vuelto al género wuxia, que ha llegado a los cines de Iberoamérica a comienzos de este año, vuelve a ser la película más cara en la historia de China rodada en su integridad en el país. Es la primera producción que dirige Zhang Yimou íntegramente en inglés y está protagonizada por Matt Damon, Andy Lau y Willem Dafoe. Y, en ella, nuevamente las mujeres cumplen un papel primordial y no son solo acompañantes de los papeles masculinos.
Como de costumbre, sus películas emanan una detallada estética al servicio de una profunda historia que no deja indiferente al espectador.
El Festival Duanwu, o Fiesta de los Botes de Dragón, se celebra el quinto día del quinto mes del calendario lunar chino (30 de mayo de 2017). Esta celebración tiene más de 2.000 años de historia y honra la figura del gran poeta Qu Yuan (340–278 A.C.).
El Festival Duanwu (端午节), o Fiesta de los Botes de Dragón, se celebra el quinto día del quinto mes del calendario lunar chino. Cae aproximadamente allá por el mes de junio. Junto con la Fiesta de la Primavera (春节) y el Festival del Medio Otoño (中秋节), es una de las celebraciones más importantes de China. Tiene más de 2.000 años de historia y honra la figura del gran poeta Qu Yuan (屈原, 340 – 278 A.C.).
El poeta Qu Yuan
Qu Yuan está considerado como uno de los poetas más importantes de China. Al poeta le tocó vivir una época agitada, la de los Reinos Combatientes (战国, 475-220 a.C.), que enfrentó a los siete grandes reinos: Qi, Chu, Yan, Han, Zhao, Wei y Qin. De procedencia noble, fue ministro del reino de Chu y, mientras ocupó el cargo, propuso una serie de reformas que incluían la creación de un sistema legal y la formación de alianzas con el reino de Qi para combatir al poderoso reino de Qin. Sin embargo, sus ideas fueron duramente rechazadas por la nobleza de la época y se vio abocado al exilio en varias ocasiones. Fue durante dicho destierro cuando escribió su poema patriótico más famoso “Lamento por la separación” (离骚, Lí Sāo), en el que relata el dolor que le supone el declive del reino de Chu. Incapaz de soportar la realidad, Qu Yuan se anudó una piedra a la espalda y se lanzó al río Miluo (汨罗江), en la actual provincia de Hunan, acabando con su vida el quinto día del quinto mes lunar.
Cuenta la leyenda que los compatriotas del afamado y querido poeta, al enterarse de la noticia, acudieron a auxiliarle con sus barcas pero no lograron salvarlo. Con la esperanza de salvaguardar el cuerpo de Qu Yuan, los habitantes del pueblo lanzaron zongzi (粽子, bolas de arroz) al agua, para que así los peces se comieran los zongzi en vez del cuerpo del patriota. Los médicos, con el propósito de emborrachar a los peces arrojaron vino de rejalgar (雄黄酒, xiónghuángjiǔ) a las aguas del río Miluo. Este es el origen de la Fiesta de los Botes de Dragón.
Proceso de elaboración de los zongzi
Los
zongzi
El plato estrella del Festival Duanwu son los zongzi (粽子), unas bolas de arroz glutinoso rellenas y envueltas en hojas. Tanto su forma, el relleno y la hoja con la que se envuelven, varían según las diferentes tradiciones culinarias y los ingredientes que se encuentran en cada región. A grandes rasgos podríamos dividirlos en dos categorías: dulces y salados. En el norte de China predomina el zongzi dulce. El ingrediente principal del relleno es la azufaifa seca, también conocida como dátil rojo o dátil chino. En el sur predomina el zongzi salado. El relleno puede llevar una gran variedad de ingredientes como cerdo, huevo salado, alubias rojas, jamón, champiñones o semillas de loto.
Regatas de la Fiesta de los Botes de Dragón
Las regatas
Las regatas (赛龙舟, sàilóngzhōu) del Festival Duanwu son parte indispensable de este día. Estas competiciones se llevan a cabo a lo largo y ancho del país, aunque son especialmente populares en el sur de China, ya que por su orografía abundan los ríos y lagos.
Las embarcaciones miden unos 12 metros de largo e imitan la forma de un dragón, para así alejar a los malos espíritus. La cabeza y la cola del dragón solo se utilizan durante el festival; el resto del año, los remeros entrenan únicamente con la barca.
La popularidad de estas pruebas ha sobrepasado fronteras. En la década de 1970, las barcas de dragón empezaron a ser conocidas a nivel mundial a través de las regatas celebradas en Hong Kong.
Bolsitas aromáticas
Cálamo y artemisa
Bolsita aromática
Durante el Festival Duanwu, al igual que sucede en la Fiesta de la Primavera, es típico hacer una limpieza a fondo de las casas. Con esto se pretendía acabar con las bacterias y prevenir enfermedades que proliferaban con la llegada del calor, las lluvias y la humedad. Además, con el propósito de repeler a los insectos y ahuyentar a los malos espíritus, se cuelgan ramos de cálamo y artemisa en las puertas de las casas. Para proteger a los niños, se les cuelga del cuello una bolsita aromática, que está rellena de estas hierbas aromáticas (香包, xiāngbāo).
Cordones de seda
Cordones de seda
Otra forma de ahuyentar a los malos espíritus es anudarse en la muñeca cinco cordones de seda de diferentes colores (五彩线, wǔcǎi xiàn): amarillo, rojo, azul, blanco y negro. Según la tradición, para atraer la buena suerte hay que llevar los cordones en la muñeca hasta la primera lluvia después del Festival Duanwu, momento en el que hay que tirarlos al agua.
La expresión “señalar un ciervo y decir que es un caballo” (指鹿为马, zhǐlùwéimǎ) se emplea para describir una situación en la que alguien manipula por completo los hechos para engañar a los demás.
Señalar un ciervo y decir que es un caballo (Zhǐlùwéimǎ)
指鹿为马
Durante el reinado de Qin Er Shi (秦二世), de la dinastía Qin (秦, 221-206 a.C.), hubo un primer ministro, de nombre Zhao Gao (趙高), que era un hombre codicioso y que tenía aspiraciones de usurpar el poder. Deseaba rebelarse y ocupar el trono, pero temía que algunos oficiales se pusieran en su contra. Por tanto, ideó un método para identificarlos y comprobar su propia influencia en la corte. Un día se montó en un ciervo y el emperador le dijo:
— “Primer Ministro, ¿por qué va usted subido a un ciervo?”
Zhao Gao respondió:
— “Su Majestad, esto es un caballo”.
El emperador dijo:
— “¡Te equivocas! ¡Es obviamente un ciervo!”
Zhao Gao respondió entonces:
—“Si su Majestad no me cree, entonces debo preguntar a los ministros su opinión”.
Cuando hizo esta pregunta a los ministros, la mitad de ellos dijeron la verdad, mientras que la otra mitad, temiendo a Zhao Gao o apoyándole, dijeron que era un caballo.
La expresión “señalar un ciervo y decir que es un caballo” (指鹿为马, zhǐlùwéimǎ) se empleó posteriormente para describir una situación en la que alguien manipula por completo los hechos para engañar a los demás.
Aprende a escribir 22 términos propios del curriculum vitae en chino, como “fecha de nacimiento” (出生日期, chūshēng rìqī), “experiencia laboral” (工作经历, gōngzuò jīnglì) o “habilidades personales” (个人能力,gèrénnénglì).
1. 简历jiǎnlìCurriculum Vitae
2. 个人信息gèrén xìnxīInformación personal
3. 姓名xìngmíngApellidos y nombre
4. 性别xìngbiéSexo
5. 年龄niánlíngEdad
6. 国籍guójíNacionalidad
7. 出生日期chūshēng rìqī Fecha de nacimiento
8. 学历xuélìEstudios
9. 专业zhuānyèEspecialidad
10. 婚姻状况hūnyīnzhuàngkuàngEstado civil
11. 联系方式liánxìfāngshìForma de contacto
12. 手机号码shǒujīhàomǎNúmero de teléfono
13. 住址zhùzhǐDomicilio actual
14. 电子邮件diànzǐyóujiànCorreo electrónico
15. 教育及工作背景jiàoyù jí gōngzuò bèijǐngEducación y experiencia laboral
La autoría tradicional, cuya muerte anunció la izquierda sofisticada, fomenta si no la responsabilidad intelectual, sí al menos un cierto pudor que los colectivos precisan
Una persona luce la máscara de Anonymous, bajo cuyo seudónimo se realizan acciones o publicaciones individuales o concertadas.GETTY
A finales del siglo pasado, el impacto de la tecnología digital en la difusión de los productos culturales y en los mecanismos de remuneración de sus creadores y mediadores fue recibido de forma muy diversa por los diferentes afectados. Básicamente, los autores y los pequeños productores pronosticaron con acierto sus inminentes problemas de subsistencia. Las grandes empresas también comprendieron rápidamente que se abrían inmensas oportunidades de negocio que pasaban, eso sí, por un despiadado proceso de concentración monopolística. En cambio, la izquierda sofisticada, con su clarividencia habitual, pensó que la revolución digital era una gran noticia pues anunciaba la muerte del “mito romántico del autor”.
Desde esa perspectiva, la cultura occidental estaría corrompida por una especie de culto a la personalidad artística que infravaloraría la dimensión colectiva y granular de los procesos creativos. La industria del entretenimiento habría empleado y acrecentado esta idolatría a través de la publicidad. De modo que el anonimato y la creación colectiva serían subversivos y desmercantilizadores. El hecho de que la organización más distintiva del capitalismo sea la sociedad anónima o de que existan muchos procesos culturales colectivos normalizados en los que la autoría desempeña un papel menor —los guiones de las series de televisión, la programación de videojuegos o la redacción de periódicos— fue desechado como una objeción menor. El presente de la creación ya no pasaba por la búsqueda de formas expresivas renovadoras. Ahora los artistas tenían que hackear sus condiciones de producción para disolverse en el neuromagma. Los novelistas debían tirar a la basura sus retratos de Proust y comprarse una máscara de Guy Fawkes. Rilke, pírate con tus angelitos: somos legión.
Uno de los experimentos más exitosos de esta, seamos generosos, tendencia fue el colectivo italiano Luther Blissett, que en 1999 publicó Q, una novela histórica sobre las sublevaciones protestantes del siglo XVI que se editó con una licencia Creative Commons. Al año siguiente, Luther Blissett se convirtió en Wu Ming y bajo este nombre el colectivo escribió 54, Manituana, Altai y, ahora, El Ejército de los Sonámbulos, una novela coral ambientada durante el Terror de la Revolución Francesa. Como el resto de obras de Wu Ming, El Ejército de los Sonámbulos es una contrahistoria literaria que aspira a dar voz a los subalternos: celebra la reivindicación jacobina de la democracia radical al tiempo que plantea sus límites, en especial por lo que toca al papel de las mujeres en el proceso revolucionario, todo ello adobado con referencias cultas a Mesmer y los orígenes de la psiquiatría moderna.
Uno de los experimentos más exitosos de esta tendencia fue Luther Blissett, hoy Wu Ming, que ahora publica 'El Ejército de los Sonámbulos'
A veces se dice que Cincuenta sombras de Grey es porno para quien se avergüenza de leer porno. Se podría pensar que Wu Ming hace novelas históricas para quienes se avergüenzan de leer a Pérez-Reverte(El Ejército de los Sonámbulos deja poco espacio para la ambigüedad: directamente se abre con una cita de Foucault). Pero, sobre todo, ¿en qué medida corroe la autoría un colectivo literario con nombre de grupo de gansta rap que, además, publica discos de rock, participa en espectáculos artísticos y hace giras de promoción propias de Grateful Dead? ¿No recuerda todo esto, como en el caso de Banksy, a una inteligente operación de marketing?
El elogio de la multitud anónima también ha tenido vehementes expresiones en el campo de la filosofía política, en especial desde que Toni Negri le explicó a la izquierda que las rupturas sociales y políticas asociadas a la globalización neoliberal eran, en el fondo, el anticipo mismo de un poscapitalismo desterritorializado y rizomático. Pero Negri es un tímido keynesiano comparado con el Comité Invisible, un colectivo francés que surgió a partir de una revista llamada Tiqqun creada en 1999, el annus mirabilis del general intellect. Tiqqunparecía el diario del sobrino adolescente de Debord y cuando, en 2007, algunos de sus autores publicaron, ya como Comité Invisible, un breve texto titulado La insurrección que viene no defraudaron: se trata de una monumental empanada de anarquismo posobrerista neorrural que traía de regalo el lote premiumposestructuralista (Deleuze-Badiou-Lyotard-Agamben). El texto tuvo cierta repercusión y el éxito les sentó fatal a sus autores, un poco como esa gente que empieza a drogarse y salir de fiesta a los treinta y muchos. En 2015 publicaron A nuestros amigos, un libelo con delirios de grandeza en el que se autoproclaman líderes mundiales de una especie de Club Bilderberg de las casas okupas.
Los autores del Comité Invisible se imaginan peligrosos y audaces. Y resultan cursis como casi siempre lo es el nihilismo antiinstitucional
Dos años después tienen un berrinche: el mundo no les merece porque no se les parece. Así que en Ahora se dedican a echar una bronca a todos los pobres idiotas que piensan que es una buena idea hacer asambleas en plazas, participar en sindicatos, oponerse a la troika, luchar contra los desahucios, participar en una cooperativa, defender la sanidad pública o crear candidaturas municipalistas. La política, al parecer, no tiene que ver con nada de eso, más bien es “lo que surge, lo que conforma un acontecimiento”. Vamos, que hay que dejarse de chorradas e ir a lo importante, o sea, “el retorno a la tierra, la ruina de toda puesta en equivalencia, la restitución a sí mismas de todas las singularidades, la derrota de la subsunción, de la abstracción, el hecho de que momentos, lugares, cosas, seres y animales adquieran todos un nombre propio, su nombre propio”.
Los autores del Comité Invisible se imaginan peligrosos y audaces. La verdad es que resultan cursis, como casi siempre lo es la reivindicación vitalista de la autenticidad y el nihilismo antiinstitucional que entiende la política como un “gesto”. Tal vez un buen argumento en defensa de la autoría tradicional es que fomenta, si no la responsabilidad intelectual, sí al menos un cierto pudor que la multitud destituyente necesita como agua de mayo.
La lectura de El color del silencio deja la impresión de que Elia Barceló (Elda, Alicante, 1957) ha sumado un buen número de ingredientes de probado interés para un amplio espectro de lectores, dado el éxito que algunos de estos temas cosecharon en títulos que aún resuenan en nuestra memoria. La fórmula elegida para desplegar esa tupida red de intrigas y sucesos es asimismo eficaz, dada la capacidad de resonancia que incluso lo más nimio tiene en el cerrado ámbito de una familia, y ya no hablemos de cuanto se refiera a sentimientos y emociones de todo tipo, o de las relaciones que se establecen entre los miembros de tres generaciones distintas. No es discutible la madurez del oficio que muestra Elia Barceló a la hora de construir la estructura narrativa y dosificar la distribución de los diversos componentes de la intriga, aunque también en este aspecto los modelos están ya bien sedimentados: desde los resortes del folletín clásico, con sus dosis de suspense pospuesto a base de interrupciones en el relato, la alternancia entre dos o más enigmas repartidos en franjas temporales que permiten contrastar el pasado y el presente, o la composición al modo de un collage, incluida la incorporación de materiales —fotos, cartas, hojas de diario, recortes de prensa— guardados por una madre en una caja para ser entregada a su hija.
La figura del padre, Goyo Guerrero, hermano de armas de Franco y participante en la sublevación de 1936 que luego presta sus servicios en la inteligencia militar en Marruecos, centra uno de los hilos de la historia y nos lleva hasta el frustrado golpe del 23-F. El asesinato de su hija Alicia en la finca familiar de La Mora en 1969 sirve para proyectar el foco en torno a las figuras de aquel pequeño círculo, abierto al nomadismo hippy de la época. La boda de la nieta de Helena Guerrero propicia el retorno a Madrid de esta brillante pintora de fama internacional y el reencuentro con los fantasmas de un pasado del que en su día se huyó. Ambición, rencores, celos, envidias, traiciones, adulterios… impulsan las conductas, que nos asoman al mundo de la alta costura, el de la ingeniería financiera y la especulación inmobiliaria, una sesión de terapia de grupo para combatir la pareidolia o la trama de los bebés robados.
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Autor: Elia Barceló.
Editorial: Roca Editorial (2017).
Formato: versión Kindle y tapa dura (477 páginas).
Frida Kahlo, en 'Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes’.
Aung tiene 72 años y un Nobel de la Paz. Coy apenas ha cumplido 10, así que no le ha dado tiempo a ganar algún reconocimiento prestigioso. Seguramente no le importe, porque su vestido rosa y sus nuevas zapatillas del mismo color le hacen feliz. Una es birmana, la otra estadounidense. No se conocen, probablemente nunca lo hagan. Pero cientos de miles de lectoras saben de ambas. En realidad, Aung San Suu Kyi es incluso más famosa: es lo que tiene liderar la lucha contra la dictadura de Myanmar y hoy tratar de acompañar al país hacia la democracia. Aunque Coy Mathis, a su manera, también hizo historia. Y ganó otra batalla clave: nació niño y sin embargo se sentía niña. En la escuela, le obligaron a usar el baño de los chicos, pero ella y sus padres se opusieron. Y una jueza les dio la razón: podía ir a los aseos donde estuviera más cómoda. De ahí que la familia Mathis organizara una gran fiesta para celebrarlo y Coy pudiera lucir sus prendas flamantes.
Ambos relatos, de momento, acaban en un final feliz. Como en las fábulas. Al fin y al cabo, justamente eso son los 100 Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes con los que Elena Favilli y Francesca Cavallo han arrasado por el mundo y que Planeta edita ahora en España. Están escritos a la manera de las antiguas historias, como lo harían los hermanos Grimm o Andersen: con “había una vez” y grandes aventuras. Pero nunca aparecen duendes, orcos o elfos. He aquí la diferencia clave: todo lo que narran es real. Como Aung San Suu Kyi. Como Coy Mathis. Y como las otras 98 mujeres de épocas y rincones distintos del planeta que las autoras han seleccionado como ejemplos de que el lado femenino de la historia también ofrece heroínas y luchadoras, por más que sociedad y manuales a menudo lo olviden. Cien coloridas ilustraciones, realizadas por decenas de artistas, muestran justo al lado del cuento a su protagonista.
“El camino de las mujeres siempre ha existido, aunque haya sido dejado a un lado. Queremos invitar a los niños a celebrarlo y también a que animen a todas las mujeres de sus vidas: sus madres, sus hermanas, sus amigas”, explica Cavallo. Y a sí mismos, tanto que las últimas páginas del libro piden al lector que narre su propia vida y se dibuje. La autora aprovecha además para aclarar que el título no pretende excluir a nadie. “Nos preguntan cuándo haremos un libro para niños y la respuesta es que ya está, y es este”, asevera Cavallo. El género del público es lo de menos: cualquier pequeño, en la intención de las escritoras, puede aprender y quedarse hechizado con los ejemplos que han seleccionado.
“Aplicamos tres criterios principales: que hubiera un abanico de protagonistas lo más amplio posible, de política a trompetista, de boxeadora a reina; buscamos mujeres del mayor número de países; y queríamos que su historia personal tuviera elementos que encendieran la fantasía de los niños”, describe Cavallo por teléfono. De ahí que en una página luzcan las hazañas de la emperatriz japonesa Jingu en el siglo II y en la siguiente se lea de las gestas musicales de la roquera Joan Jett hoy en día. Hay espacio para la pirata Jacquotte Delahaye, la faraona Hatshepsut o la exprimera dama de EE UU Michelle Obama.
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Francesca Cavallo responde al teléfono desde algún rincón de la Toscana. Allí se encuentra preparando el segundo volumen de Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, que ella y Elena Favilli esperan terminar este septiembre. Habrá otras 100 fábulas reales de mujeres, esta vez propuestas por la comunidad de lectores.
El libro saldrá a la venta en noviembre en EE UU y tendrá que medirse con el éxito del original. De momento, eso sí, ya le ha derrotado en algo: el primer tomo estableció el récord de la obra editorial más financiada en Kickstarter, una web que aloja campañas de micromecenazgo. Hasta ahora: el volumen 2 ha recibido 723.000 euros en un solo mes, la nueva marca histórica.
Entre tantos modelos, figuran también personajes más controvertidos. ¿Margaret Thatcher es una buena referencia para los pequeños? “Las sombras forman parte de la condición humana. En Italia solo el 3% de las calles lleva nombre de alguna mujer, y en el 97% de los casos es una santa. Se nos exige ser perfectas para ser recordadas. No queríamos presentar modelos obligados, sino mostrar que las maneras de ser niña rebelde son infinitos”, responde Cavallo. Ellas mismas, en el fondo, se levantaron contra la discriminación que vieron en Silicon Valley o Los Ángeles, donde trabajan desde hace años.
“Siempre nos han apasionado buscar productos divertidos e inspiradores tanto para los niños como para sus padres. Descubrimos un estudio que mostraba que solo el 18% de las obras infantiles, como libros y dibujos animados, contaba con personajes femeninos. Y nos preguntamos qué vehículo distinto podíamos proponer”, agrega Cavallo. A la caza de ideas, primero surgió el título. Y Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes nació como una historia semanal que enviaban a una lista de contactos on line. El entusiasmo lector y el éxito arrollador de una campaña de micromecenazgo las convencieron para el gran salto hasta el libro. Y ahora están cerca de superar el millón de copias vendidas, a casi un año del debut.
Cientos de cartas de padres, además, les han agradecido “el libro más importante” que hayan comprado a sus hijos. Y hasta un exdrogadicto les contactó para contarles que en los cuentos halló esperanza e inspiración para escribir a su vez. “Nos acercamos a los niños con enorme respeto, sin buscar provocar, pero sí generar la chispa de conversaciones distintas. No nos da miedo afrontar temas como la guerra y la inmigración, para inspirarlos y dejarlos más fuertes. Para nosotras, son los ciudadanos del presente”. Y los ejemplos del futuro.
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Autor:Elena Favilli y Francesca Cavallo. Traducción de Helena Aguilà.
Editorial: Destino (2017).
Formato: versión Kindle y tapa dura (224 páginas).
La escritora Louise Hay, considerada pionera de los libros de autoayuda y crecimiento personal, ha fallecido a los 90 años por causas naturales, según informa la página web dedicada a su figura y su obra. La nota de la Hay House indica que la autora de Usted puede sanar su vida "transicionó" este miércoles, 30 de agosto, de "manera pacífica" mientras dormía.
Usted puede sanar su vida, el gran clásico de Louis L. Hay, es un superventas que inició el movimiento de crecimiento personal en todo el mundo y que hoy día se sigue editando en más de 30 países. El planteamiento del libro es muy sencillo: todos tenemos el poder de transformar nuestra vida porque los pensamientos conforman la realidad de cada cual.
A partir de esta idea, la autora propone un método de autotransformación que enseña no solo a crear paz y armonía tanto interior como exterior sino a descubrir el significado de la auténtica autoestima.
Louise Hay comenzó su obra principal en Nueva York en 1970, donde asistía a reuniones en la Iglesia de Ciencias Religiosas, en la que se convirtió en consejera de los asistentes. Los consejos que ofreció fueron la base de su famoso libro. La web de Hay dice: "Louise fue capaz de poner en práctica sus filosofías cuando le diagnosticaron cáncer. Consideró las alternativas a la cirugía y las drogas, y en su lugar desarrolló un programa intensivo de afirmaciones, visualización, limpieza nutricional y psicoterapia. En seis meses, estaba completamente curada de cáncer".
Su libro pasó 16 semanas en la lista de los más vendidos. De hecho, se ha vendido más de 50 millones de copias en todo el mundo. Incluso se hizo una película sobre la obra de autoayuda. Todos los bienes de Hay así como los derechos de sus obras serán heredadas por la Fundación Hay.
Habría que cotejarlo, pero hasta en eso Stephen King fue un visionario: cada 27 años aproximadamente una ola de ultraconservadurismo asuela Estados Unidos”. La argentina Bárbara Muschietti sabe de lo que habla, porque ha producido la nueva versión de It, obra maestra del terror y a su vez otro incisivo retrato social de King, escritor que ha sabido trascender el género que le ha dado fama y millones de seguidores. Porque It fue escrita en la época de Reagan —se publicó en 1986— y narraba un drama que acontecía durante la Guerra fría. It, la película, se estrena —el próximo 8 de septiembre— durante los días en que un furioso tuitero reside en la Casa Blanca y se desarrolla durante el gobierno de Reagan. Más o menos, cada 27 años. Andy Muschietti (Buenos Aires, 1973), director del filme y hermano de la productora, con la que forma dúo creativo, achaca todo al escritor: “Tiene que ver con la lucidez de ciertos artistas que adquieren un compromiso constante con las situaciones sociopolíticas, como King, que hoy es un activista a través de Twitter y un hombre dotado de gran humor”.
Los juegos temporales señalan claramente la base política de la obra de un escritor de profundas raíces estadounidenses. “Hay tantos paralelismos que se pueden realizar de It con la actualidad, incluyendo el misil lanzado por Corea del Norte que ha sobrevolado Japón...”, cuenta Bárbara. El Derry en que se sitúa It,un pueblo ejemplo de la América de la costa Este, sirve como radiografía: “Los personajes de It son definitorios de lo que piensa King. ¿Quién se enfrenta al terror?”. Los niños que conforman el club de perdedores: un niño absorbido por una madre hipocondríaca, otro judío, un afroamericano que no va al colegio, el gafotas charlatán, una niña de la que abusa sexualmente su padre... “Cuando uno de esos críos, Bill, le insiste a sus amigos que lo que están viendo no es real, que el payaso asesino no existe, King está dividiendo en dos a los estadounidenses: los que ven y los que no ven... o no quieren ver. King siempre ha optado por la ficción , pero no duda en dejar mensajes”, asegura el cineasta, y a su lado su hermana apostilla: “En realidad, los que ven el terror [el ello del título] son miembros de minorías, están forzados a verlo, no les queda otra. Buen por raza, género o religión. Los losers,los perdedores en un pueblo aparentemente perfecto”. En la historia se subraya: cada 27 años desaparecen multitud de niños en Derry, y los adultos miran para otro lado. Solo los críos parecen verlo y sufrirlo.
Y lo que ven es a Pennywise, el payaso rey y rostro del terror. King también fue pionero en dar voz a miles de personas a quienes los payasos provocan escalofríos. Hace unos días, Pam Moody, presidenta de la Asociación Mundial de Payasos, se quejó en la revista The Hollywood Reporter de la imagen que da el cine —y en concreto este filme— de su profesión. A los Muschietti les provoca una sonrisa la diatriba. Que llega tarde, porque desde que en 1990 Tim Curry encarnara a Pennywise en la miniserie de televisión que adaptó a las pantallas por primera vez It, el audiovisual (y más aún desde que existe YouTube) se ha llenado de payasos criminales. El Pennywise de 2017 llegó de un proceso de selección absolutamente abierto. Tanto que incluso en un momento dado Tilda Swinton entró en la lista. Finalmente, el elegido fue Bill Skarsgård, hijo de Stellan y hermano pequeño de Alexander. “Estábamos abierto a todo”, recuerda Bárbara. “Llegaron actores veteranos y jóvenes, hombres y mujeres”. El intérprete sueco acabó elegido por su rostro algo aniñado. “Y porque se alejó por completo de la sucinta imitación a Tim Curry, error en el que cayeron muchos de sus compañeros, y nos ofreció algo nuevo”. A una semana del rodaje, el director le explicó que retocarían sus ojos en posproducción porque querían que se movieran de forma independiente. “Y me soltó: ‘No hace falta’. De repente, movió uno de los dos. Solo puede hacerlo una persona entre un millón, y justo nosotros habíamos contratado a una de ellas”.
El cineasta y su voz
Los Muschietti han encarado It con más presión interna que del estudio que les contrató. “Quería recuperar las impresiones que sentí cuando leí por primera vez la novela. Y eso era más importante que lo que pensara un ejecutivo o 18 millones de fans. Porque cada uno tiene sus opiniones, y más en un libro con tantos eventos y personajes. Como cineasta tienes que encontrar una visión, y cuanto más cercana esté a tu experiencia emocional, mejor. Si no, es un proceso artificial. Y de hecho ves muchas películas basadas en trabajos de King hechas sin amor”. El director empieza con la lista de filmes que sí nacieron de esa pasión: “Cuenta conmigo, Cadena perpetua... Y más. Dirigidos por creadores influidos por la manera de narrar del autor. También es cierto que King puede que sea el escritor más adaptado al cine de la historia”. Sobre los fans, un apunte: el primer tráiler de It tuvo en Internet 197 millones de visionados solo en sus primeras 24 horas, rompiendo el récord de 139 millones de Fast & Furious 8.
ampliar fotoAndy Muschietti y Barbara Muschietti, en la redacción de El País.JULIÁN ROJAS
La pareja Muschietti, que residió en Barcelona durante unos años, debutó en el largo con Mamá (2013), otro filme de terror que trasciende el género con Jessica Chastain y Nikolaj Coster-Waldau como protagonistas. Desde entonces han estado en varios proyectos de los que han salido bien por desavenencias creativas, bien porque se hundían. El mismo It lo heredaron de Cary Fukunaga (True Detective), y Andy pidió retocar el guion para volver a incluir escenas de la novela, aunque en la pantalla solo aparecen las desventuras de los protagonistas en su época infantil. “Todo está relacionado en It. Porque el final de la infancia significa que dejas de sentir. Al menos, sientes de forma más intelectual a partir de ese momento. De crío la magia manda. Ese mundo desaparece con la adolescencia. Me interesaba mucho incidir en ese aspecto”, confirma Andy.
Así que al cortar en dos la novela y dejar de lado los acontecimientos de los protagonistas adultos, It —película— podría tener una segunda parte: “La intención está ahí, aunque todavía no hay un empujón”, clarifica Bárbara. Y si se rueda, se avanzará en la trama 27 años, hasta llegar a nuestros días. A la época Trump. “Sí, hay margen ahí para referencias menos sutiles a los acontecimientos actuales, del Gobierno de Trump. Porque es tan obsceno lo que está pasando...”, asegura el director. “A mí me gustaría seguir mezclando las dos líneas temporales, algo fundamental en el libro. En la primera no lo hemos hecho para no interferir en una historia tan bella como es la de la infancia”. Y Bárbara le apunta, verbalizando un deseo bastante generalizado: “Mira que si cuando filmamos ya no está Trump...”.
ampliar fotoDesde la izquierda, Jaeden Lieberher, Finn Wolfhard y Jack Dylan Grazer, en un momento de 'It'.
Un fotograma de la miniserie basada en la novela de Stephen King '22/11/63'
Cualquier lector habitual de Stephen King sabe bien que además de hablar de vampiros, casas encantadas, hombres lobos, coches asesinos, adolescentes con superpoderes, gatos resucitados y escritores enajenados, el autor de Carrie, El resplandor y El misterio de Salem's Lot,por citar tres de sus obras maestras, es un atento y pormenorizado cronista del modo de vida (y muerte) estadounidense. De hecho, si no fuera por los elementos sobrenaturales tendríamos que incluir a King en la categoría de los escritores costumbristas (vale, con su punto de psicologismo a lo Dostoyevski), no en balde se ha dicho que su gran novela de chupasangres, El misterio de Salem's Lot, es Peyton Place(la pionera de las telenovelas estadounidenses) mezclado con Drácula.
Ya sean el escenario sus pueblos de Maine imaginarios (Derry, Castle Rock y Jerusalem's Lot) o no (Bangor, Chamberlain —donde iba al instituto Carrietta White—), un hotel de Colorado, un garaje de Pittsburgh donde duerme un Plymouth Fury del 58 o los parajes de Nueva York y Virginia que recorren huyendo un padre y su hija con involuntaria capacidad pirómana, el autor realiza siempre un retrato casi minimalista de la sociedad de su país. Y en diferentes periodos de su historia: King, que cumple 70 años este 21 de septiembre, justo al empezar el otoño, lo que cuadra a un admirador de Ray Bradbury, empezó a publicar bajo la administración de Eisenhower y en sus novelas y relatos ha descrito los EE UU de épocas bien distintas, con una minuciosidad (incluidas las canciones, los coches y las actitudes hacia el sexo) que hace de ellos verdaderos documentos históricos.
Empezó a escribir bajo la administración de Eisenhower y ahora le echa un pulso en Twitter al presidente Trump, un Pennywise real que infunde más miedo que el suyo.
Lo cual no es raro en un hombre cuyo primer gran momento de terror fue el 4 de octubre de 1957 en un cine de Stratford, Connnecticut, viendo en sesión matinal de sábado La tierra contra los platillos volantes mientras un escalofrío sacudía a EE UU al conocerse que los soviéticos habían puesto en órbita el primer Sputnik, y que en la actualidad, tras describir magistralmente los tiempos de John Kennedy en 22/11/63, le echa un pulso en Twitter al presidente Trump (un Pennywise real que infunde más miedo que el suyo).
En paralelo o si se quiere como subtexto de sus historias de terror, Stephen King, un votante demócrata que apoyó a Obama, se ha manifestado en contra de las armas automáticas y ha calificado al actual presidente como “un racista con el carácter de un niño de tres años", no ha parado toda su carrera de contarnos su país y su sociedad, de los que él mismo (crecido en un desarraigado entorno de working class que rozaba casi la miseria y convertido en millonario y famoso a pulso) es un buen ejemplo.
En realidad (véase Stephen's King America, de Jonathan P. Davis), sus historias de terror pulsan "puntos fóbicos" de la sociedad estadounidense relacionados con los grandes miedos políticos, sociales, económicos y psicológicos del país, un lugar en el que es difícil vivir pese a sus libertades. La corrupción del Gobierno, la amenaza de la tecnología, las incertezas de la vida doméstica y del futuro personal, la religión, la xenofobia y sobre todo la angustia de ser capaz de realizar las elecciones morales apropiadas son problemas auténticos que aparecen y se reflejan una y otra vez en los argumentos de King. Siempre con una advertencia: ya sea encarnado en Barlow, Morgan Sloat, Lelant Gaunt o George Stark, el Mal requiere de elementos de debilidad humanos para medrar: la ignorancia, la avaricia, el odio, la envidia o la indiferencia. De alguna manera, el mayor entertainer es a la vez uno de los más significativos comentaristas de la condición humana en EE UU.
La compañía Warner Bros está trabajando en una nueva versión de la novela El señor de las moscasprotagonizada por niñas, según anuncia la web Deadline. El portal informativo destaca que el filme estará dirigido por Scott McGehee y David Siegel, conocidos por películas como ¿Qué hacemos con Maisie? o Uncertainly.
“Queremos hacer una versión realista pero contemporánea adaptación. Nuestra idea es hacerla con niñas en vez de con niños”, ha declarado Siegel a la web. “Tenemos la oportunidad de contar cosas que no se han contado antes. Es una historia atemporal que tiene especial relevancia hoy en día, con conflictos como el bullying”, añade.
El señor de las moscas es una novela clásica escrita por William Golding y publicada en 1954. Narra la historia de un grupo de niños que quedan abandonados a su suerte en una isla tras estrellarse el avión en el que viajaban. La primera versión cinematográfica del libro fue en 1963, dirigida por Peter Brook. Harry Hook tomaría las riendas de una nueva versión en el año 1990.
No es el primer clásico que se revisa en el cine desde un punto de vista femenino. Ya sucedió antes con El retrato de Dorian Grey.
Este diagrama místico representa el gran amor de todos los Budas y una inacabable continuidad de enseñanzas de la mente de Buda.
El nudo magnífico representa el corazón de Buddha. Se llama el "nudo sin fin", porque en el nudo no hay punto de comienzo ni de final, lo que significa que el conocimiento del Buddha es ilimitado y permanente. Los maestros tántricos a menudo se los dan a sus discípulos para llevar sus bendiciones y protección. La ofrenda del "nudo sin fin" es para desear que los seres sintientes puedan realizar el mismo despertar que el Buddha.
En la iconografía tibetana es frecuente encontrar el "nudo sin fin" en banderolas, lienzos, thangkas, colgantes o cortinas. Puede adoptar formas más simples, en las que sólo aparezca la figura geométrica, o bien acompañarse de flores, guirnaldas y otros ornamentos. En uno u otro caso, el "nudo sin fin" simboliza los estrechos lazos de interdependencia recíproca de la totalidad de las cosas existentes: nada es que no afecte al resto de las cosas que son. De un modo más específico, subraya el vínculo indisoluble entre la práctica del Dharma y el apoyo que recibe de la sociedad y por el cual es posible. Así, el símbolo recuerda que las enseñanzas y las prácticas budistas se dan en un medio social, al que se deben, y del que reciben las condiciones para su pervivencia en este mundo. En un sentido más amplio, el "nudo sin fin" expresa también la unión entre la sabiduría esencial y los medios hábiles por los que ésta se plasma y realiza; y en una dimensión aún más global, el símbolo nos recuerda que la realidad concreta, múltiple, compleja e interdependiente del mundo en que vivimos es inseparable del vacío, y que el vacío y las formas son en realidad idénticos en su verdadera naturaleza esencial.
En el camino búdico, insiste asimismo en que no puede disociarse la sabiduría de la compasión, y que sólo dándose a la par una y otra puede la experiencia humana convertirse en práctica de realización. Si el conocimiento no va acompañado de la buena intención es sólo conocimiento, que puede resultar estéril; si la buena intención no actúa desde un conocimiento verdadero, es sólo buena intención, que puede resultar inútil. En el nudo tibetano del infinito, las dualidades y polaridades, estando presentes, se reúnen en un único lazo. Es la unión de prajñā (sabiduría]] y upāsana (método).
Citizen scientist David Englund created this avant-garde Jovian artwork using data from the JunoCam imager on NASA’s Juno spacecraft.
The unique interpretation of Jupiter’s Great Red Spot was done in a style that pays tribute to French Impressionist painter Claude Monet.
The original image was taken on July 10, 2017 at 7:12 p.m. PDT (10:12 p.m. EDT), as the Juno spacecraft performed its 7th close flyby of Jupiter. At the time the image was taken, the spacecraft was 10,274 miles (16,535 kilometers) from the tops of the clouds of the planet, at a latitude of -36.9 degrees.
JunoCam's raw images are available for the public to peruse and process into image products at:
Citizen scientist David Englund created this avant-garde Jovian artwork using data from the JunoCam imager on NASA’s Juno spacecraft. The unique interpretation of Jupiter’s Great Red Spot was done in a style that pays tribute to French Impressionist painter Claude Monet.
NASA's Juno spacecraft will make its seventh science flyby over Jupiter's mysterious cloud tops on Friday, Sept. 1, at 2:49 p.m. PDT (5:49 p.m. EDT and 21:49 UTC). At the time of perijove (defined as the point in Juno's orbit when it is closest to the planet's center), the spacecraft will be about 2,200 miles (3,500 kilometers) above the planet's cloud tops.
Juno launched on Aug. 5, 2011, from Cape Canaveral, Florida, and arrived in orbit around Jupiter on July 4, 2016. During its mission of exploration, Juno soars low over the planet's cloud tops -- as close as about 2,100 miles (3,400 kilometers). During these flybys, Juno is probing beneath the obscuring cloud cover of Jupiter and studying its auroras to learn more about the planet's origins, structure, atmosphere and magnetosphere.
NASA's Jet Propulsion Laboratory, Pasadena, California, manages the Juno mission for the principal investigator, Scott Bolton, of Southwest Research Institute in San Antonio. The Juno mission is part of the New Frontiers Program managed by NASA's Marshall Space Flight Center in Huntsville, Alabama, for the Science Mission Directorate. Lockheed Martin Space Systems, Denver, built the spacecraft. JPL is a division of Caltech in Pasadena, California.
More information on the Juno mission is available at: