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Científicos 'amateurs' descubren un raro emparejamiento cósmico - INVDES

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Científicos 'amateurs' descubren un raro emparejamiento cósmico - INVDES

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Científicos ‘amateurs’ descubren un raro emparejamiento cósmico

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Astrónomos aficionados han descubierto una extraña combinación de dos enanas marrones, objetos mucho más pequeños que el Sol que carecen de suficiente masa para la fusión nuclear
Astrónomos aficionados han descubierto una extraña combinación de dos enanas marrones, objetos mucho más pequeños que el Sol que carecen de suficiente masa para la fusión nuclear.
El descubrimiento, publicado en ‘The Astrophysical Journal’ y confirmado por un equipo científico liderado por la astrofísica Jackie Faherty en el Museo Americano de Historia Natural, muestra que los sistemas de enanas marrones, cuya formación aún se conoce poco, pueden tener muy poca masa y estar muy separados pero inexorablemente unidos.
“Los astrónomos concluirían que las enanas marrones separadas por miles de millones de millas se disolverían a medida que avanzaran por la galaxia con el tiempo”, afirma Faherty, científica principal del Departamento de Astrofísica del Museo y cofundadora del proyecto de ciencia ciudadana ‘Backyard Worlds: Planet 9’, que condujo al nuevo descubrimiento. “Pero hemos encontrado uno que todavía está muy unido”, añade.
El proyecto Backyard Worlds permite a cualquier persona con una computadora y una conexión a Internet ojear imágenes tomadas por la nave espacial WISE (Wide Field Infrared Survey Explorer) de la NASA y ayudar a los astrónomos a identificar nuevos mundos más allá de nuestro sistema solar. Si un objeto está lo suficientemente cerca de la Tierra, parecerá que “salta” cuando se comparen varias imágenes tomadas del mismo lugar en el cielo con algunos años de diferencia.
El objetivo para los voluntarios de Backyard Worlds, de los cuales hay más de 50.000, es marcar los objetos en movimiento que ven en estos ‘libros animados’ digitales para que el equipo científico los investigue más. Hasta ahora, los voluntarios han revisado más de 4 millones de estos libros animados.
En junio de 2018, los científicos ciudadanos que ojearon las imágenes de Backyard Worlds notaron un emparejamiento inusual: un objeto que parecía débil pero se movía rápido, el signo revelador de una nueva enana marrón, y otro objeto más brillante que se movía cerca y al mismo ritmo. El equipo científico de Backyard Worlds fue alertado e inmediatamente se entusiasmó con este raro avistamiento cósmico.
Las enanas marrones, a veces llamadas “estrellas fallidas”, se extienden por toda la Vía Láctea. Carecen de suficiente masa para mantener una fusión nuclear estable, pero son lo suficientemente calientes como para brillar más intensamente en el rango infrarrojo del espectro de luz. Si bien las estrellas y las enanas marrones se pueden encontrar en pares o grupos más grandes, no es común encontrar un par con una masa total baja y una separación muy grande entre sí.
En diciembre de 2018, los miembros del equipo científico de Backyard Worlds utilizaron el telescopio Baade Magellan en Chile equipado con el espectrógrafo FIRE para confirmar que la fuente más débil es de hecho miembro de una de las clases más frías de enanas marrones: un T8. El objeto más brillante también se confirmó como un objeto de baja temperatura: un L1. Además, comprobaron que el L1 se observó anteriormente con el telescopio Gaia de la Agencia Espacial Europea y se encontró a solo 78 años luz del Sol.
Los investigadores utilizaron la distancia calculada por Gaia para medir con precisión el brillo de cada fuente y extraer estimaciones de masa. Descubrieron que el objeto T8 tiene aproximadamente 34 veces la masa de Júpiter, y el L1 tiene aproximadamente 72 veces la masa de Júpiter. Están separados por 341 unidades astronómicas (1 unidad astronómica es aproximadamente la distancia entre el Sol y la Tierra, aproximadamente 93 millones de millas). Se estima que el sistema tiene unos pocos miles de millones de años.
“Si bien hay un puñado de parejas jóvenes que rivalizan con esta masa y separación, no hay un sistema más antiguo conocido que rivalice, lo que plantea la pregunta: ¿cómo y por qué sobrevivió esta pareja cósmica?”, se pregunta Marc Kuchner, astrofísico y oficial de ciencia ciudadana de la Dirección de Misión Científica de la NASA.
“Este es un excelente ejemplo de ciudadanos científicos en el caso –asegura Faherty–. Todavía estamos buscando pistas sobre cómo se forman las enanas marrones y este sistema es una instancia provocativa de lo que es posible en los extremos de la supervivencia en la Vía Láctea”.
Fuente: lavanguardia.com

La Antártida registró temperatura récord de más de 20 ºC - INVDES

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La Antártida registró temperatura récord de más de 20 ºC - INVDES

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La Antártida registró temperatura récord de más de 20 ºC

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El 6 de febrero el científico brasileño Carlos Schaefer registró temperaturas de 20.75 grados en la isla Marambio
La Antártida registró temperaturas superiores a los 20 ºC, algo “nunca visto” en el continente blanco, dijo el científico brasileño Carlos Schaefer, que realizó sus mediciones en la isla Marambio (o Seymour).
La temperatura registrada el 6 de febrero fue de 20.75ºC, agregó Schaefer, aclarando que el dato “carece de valor como tendencia de un cambio climático”.
Temperatura récord en la Antártida
“Es solo una señal de que algo diferente está sucediendo en esa zona”, precisó el científico especializado en permafrost (suelos congelados), en una conversación por Whatsapp.
El dato “no permite anticipar cambios climáticos. Es un dato en una investigación”, pero “nunca se vio en la Antártida un registro de ese tipo”, subrayó.
El pasado 6 de febrero, temperaturas récord de 18.3 ºC se registraron en la base argentina antártica de Esperanza. El récord anterior, de 17.5 ºC, se remontaba al 24 de marzo de 2015, de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional de Argentina.
Tras una década de récords en aumento de las temperaturas, que cerró con 2019 como el segundo año más caluroso del que se tenga registro, el decenio 2020 comenzó con la misma tendencia. El mes pasado quedó como el enero más caluroso que se haya registrado.
Fuente: tecreview.tec.mx

Una sencilla desalinizadora solar pasiva pulveriza récord de eficiencia - INVDES

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Una sencilla desalinizadora solar pasiva pulveriza récord de eficiencia - INVDES

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Una sencilla desalinizadora solar pasiva pulveriza récord de eficiencia

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Una desalinizadora solar completamente pasiva creada por científicos del MIT y en China produce 5,7 litros de agua potable por hora por cada metro cuadrado de área de recolección solar.
Tales sistemas, que además no producen residuos de salmuera, podrían potencialmente servir a zonas costeras áridas fuera de la red para proporcionar una fuente de agua eficiente y de bajo costo.
El sistema utiliza múltiples capas de evaporadores y condensadores solares planos, alineados en una matriz vertical y cubiertos con aislamiento de aerogel transparente. Se describe en un artículo que aparece en la revista Energy and Environmental Science.
La clave para la eficiencia del sistema radica en la forma en que utiliza cada una de las múltiples etapas para desalinizar el agua. En cada etapa, el calor liberado por la etapa anterior se aprovecha en lugar de desperdiciarse. De esta manera, el dispositivo de demostración del equipo puede lograr una eficiencia general del 385 por ciento al convertir la energía de la luz solar en energía de evaporación del agua.
El dispositivo es esencialmente un alambique solar multicapa, con un conjunto de componentes de evaporación y condensación como los utilizados para destilar licor. Utiliza paneles planos para absorber el calor y luego transferir ese calor a una capa de agua para que comience a evaporarse. El vapor luego se condensa en el siguiente panel. Esa agua se recoge, mientras que el calor de la condensación de vapor pasa a la siguiente capa.
Cada vez que el vapor se condensa en una superficie, libera calor; En los sistemas de condensadores típicos, ese calor simplemente se pierde en el medio ambiente. Pero en este evaporador multicapa, el calor liberado fluye hacia la siguiente capa de evaporación, reciclando el calor solar y aumentando la eficiencia general.
“Cuando condensas agua, liberas energía como calor”, dice en un comunicado Evelyn Wang, jefa del departamento de Ingeniería Mecánica en el MIT y autora del estudio. “Si tienes más de una etapa, puedes aprovechar ese calor”.
Agregar más capas aumenta la eficiencia de conversión para producir agua potable, pero cada capa también agrega costos y volumen al sistema. El equipo se decidió por un sistema de 10 etapas para su dispositivo de prueba de concepto, que se probó en la azotea de un edificio del MIT. El sistema suministró agua pura que excedió los estándares de agua potable de la ciudad, a una tasa de 5,78 litros por metro cuadrado de área de recolección solar. Según Wang, esto es más del doble de la cantidad récord producida previamente por cualquier sistema de desalinización pasivo con energía solar.
A diferencia de algunos sistemas de desalinización, no hay acumulación de sal o salmueras concentradas para eliminar. En una configuración de flotación libre, cualquier sal que se acumule durante el día simplemente se devolvería al mar por la noche a través del material absorbente, según los investigadores.
Teóricamente, con más etapas de desalinización y una mayor optimización, tales sistemas podrían alcanzar niveles de eficiencia general de hasta 700 u 800 por ciento, dice el estudiante de doctorado y coautor Lenan Zhang.
Fuente: europapress.es

Se descubre un nuevo estado electrónico de la materia - INVDES

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Se descubre un nuevo estado electrónico de la materia - INVDES



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Se descubre un nuevo estado electrónico de la materia

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Un equipo dirigido por profesores del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Pittsburgh ha anunciado el descubrimiento de un nuevo estado electrónico de la materia.
La investigación, publicada en Science, se enfoca en mediciones en sistemas conductores unidimensionales donde se encuentran los electrones que viajan sin dispersarse en grupos de dos o más a la vez, en lugar de individualmente.
“Normalmente, los electrones en semiconductores o metales se mueven y se dispersan, y eventualmente se desvían en una dirección si aplicas un voltaje. Pero, en los conductores balísticos, los electrones se mueven más como autos en una carretera. La ventaja de esto es que no emiten calor y se puede usar de maneras muy diferentes a la electrónica ordinaria. Los investigadores, antes que nosotros, han logrado crear este tipo de conductor balístico”, explicó el coautor Jeremy Levy, profesor de Física de la materia condensada.
“El descubrimiento que hicimos muestra que cuando se puede hacer que los electrones se atraigan entre sí, pueden formar grupos de dos, tres, cuatro y cinco electrones que literalmente se comportan como nuevos tipos de partículas, nuevas formas de materia electrónica”.
Levy comparó el hallazgo con la forma en que los quarks se unen para formar neutrones y protones. Una pista importante para descubrir el nuevo asunto fue reconocer que estos conductores balísticos coincidían con una secuencia dentro del Triángulo de Pascal: en Matemáticas, una representación de los coeficientes binomiales ordenados en forma de triángulo.
“Si observa diferentes direcciones del Triángulo de Pascal, puede ver diferentes patrones de números y uno de los patrones era uno, tres, seis, 10, 15, 21. Esta es una secuencia que notamos en nuestros datos, por lo que se convirtió en una pista desafiante en cuanto a lo que realmente estaba sucediendo. El descubrimiento nos llevó un tiempo comprenderlo, pero fue porque inicialmente no nos dimos cuenta de que estábamos mirando partículas formadas por un electrón, dos electrones, tres electrones, etc. Si combinas todo esto junto obtienes la secuencia de 1,3,6,10 “.
Levy, quien también es director del Instituto Cuántico de Pittsburgh, señaló que las nuevas partículas presentan propiedades relacionadas con el entrelazamiento cuántico, que potencialmente pueden usarse para la computación cuántica y la redistribución cuántica. Dijo que el descubrimiento es un avance emocionante hacia la próxima etapa de la física cuántica.
“Esta investigación se enmarca en un esfuerzo mayor aquí en Pittsburgh para desarrollar nuevas ciencias y tecnologías relacionadas con la segunda revolución cuántica”, dijo.
Fuente: europapress.es

El brillo y la forma de la estrella Betelgeuse están cambiando / Noticias / SINC

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El brillo y la forma de la estrella Betelgeuse están cambiando / Noticias / SINC

SINC - Servicio de información y noticias científicas



El brillo y la forma de la estrella Betelgeuse están cambiando



En los últimos meses los astrónomos profesionales y aficionados están observando una disminución en el brillo de Betelgeuse, una de las estrellas de la constelación de Orión. Desde Chile, con el Very Large Telescope, también se han captado cambios en la forma aparente de esta supergigante roja, que acabará explotando como supernova en un futuro no muy lejano.

SINC |  | 17 febrero 2020 09:35
<p>Estrella Betelgeuse antes y después de su atenuación sin precedentes. Las observaciones, tomadas con el instrumento SPHERE instalado en el Very Large Telescope, en enero y diciembre de 2019, muestran cuánto se ha debilitado la estrella y cómo ha cambiado su forma aparente. / ESO/M. Montargès et al.</p>
Estrella Betelgeuse antes y después de su atenuación sin precedentes. Las observaciones, tomadas con el instrumento SPHERE instalado en el Very Large Telescope, en enero y diciembre de 2019, muestran cuánto se ha debilitado la estrella y cómo ha cambiado su forma aparente. / ESO/M. Montargès et al.
Para los observadores de estrellas, Betelgeuse (del árabe, Ibṭ al-Jauzā) siempre ha sido una de sus referencias en la constelación de Orión por su gran brillo, pero este ha comenzado a disminuir a finales del año pasado. Ahora, en febrero de 2020, está aproximadamente a un 36% de su brillo normal, un cambio que se puede observar incluso a simple vista. ¿A qué se debe esta atenuación sin precedentes?
Los dos escenarios que se barajan para explicar los cambios en la estrella son un enfriamiento de su superficie o una eyección de polvo hacia nosotros
Un equipo liderado por Miguel Montargès, astrónomo de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, ha estado observando la estrella desde diciembre con el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), en Chile, para tratar de entender lo que está pasando. Entre sus primeros resultados se encuentra una impresionante nueva imagen de la superficie de Betelgeuse, tomada en diciembre de 2019 con el instrumento SPHERE.
Con este mismo instrumento, el equipo también observó la estrella en enero de 2019, antes de que empezara a debilitarse, lo que ha permitido confirmar los cambios en la estrella tanto en brillo como en forma aparente.
Explotará como supernova pero no ahora mismo
Muchos entusiastas de la astronomía se preguntan si la atenuación de Betelgeuse significa que está a punto de explotar, un acontecimiento que iluminará nuestros cielos cuando se produzca. Como todas las supergigantes rojas, algún día Betelgeuse estallará como supernova, pero los astrónomos profesionales no creen que sea el caso ahora mismo. El margen puede rondar los 100.000 años.
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Localización de la brillante estrella Betelgeuse en la constelación de Orión. / ESO, IAU and Sky & Telescope
Tienen otras hipótesis para explicar qué está causando el cambio de forma y brillo visto en las imágenes: "Los dos escenarios que estamos barajando son un enfriamiento de la superficie debido a una actividad estelar excepcional o una eyección de polvo hacia nosotros”, indica Montargès. “Por supuesto, nuestro conocimiento sobre las supergigantes rojas sigue siendo incompleto y este es un trabajo en desarrollo, por lo que todavía podemos llevarnos alguna sorpresa”.
Montargès y su equipo necesitaron el VLT, instalado en Cerro Paranal (Chile), para estudiar la estrella, que está a más de 700 años luz de distancia, por lo que el día que explote no se espera que afecte a la Tierra más allá del espectáculo visual.
Observación de superficie y emisiones
“El Observatorio Paranal de ESO es una de las pocas instalaciones capaces de tomar imágenes de la superficie de Betelgeuse”, afirma. Los instrumentos del VLT permiten hacer observaciones desde el rango visible hasta el infrarrojo medio, lo que significa que los astrónomos pueden ver tanto la superficie de Betelgeuse como el material que hay a su alrededor. “Es la única manera que tenemos de poder entender lo que le está pasando a la estrella”.
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Imagen obtenida en diciembre de 2019 con el instrumento VISIR del VLT, que muestra la luz infrarroja emitida por el polvo que rodea a Betelgeuse. / ESO/P. Kervella/M. Montargès et al., Acknowledgement: Eric Pantin
Otra nueva imagen de diciembre de 2019, obtenida con el instrumento VISIR, también instalado en el VLT, muestra la luz infrarroja que emite el polvo que rodea a Betelgeuse.
Estas observaciones fueron realizadas por un equipo dirigido por Pierre Kervella, del Observatorio de París(Francia), quien explicó que la longitud de onda de la imagen es similar a la detectada por las cámaras de calor. Las nubes de polvo, que en la imagen de VISIR parecen llamas, se forman cuando la estrella arroja su material hacia al espacio.
“En astronomía escuchamos mucho la frase 'somos polvo de estrellas', pero ¿de dónde viene exactamente ese polvo?”, dice Emily Cannon, estudiante de doctorado de la Universidad Católica de Lovaina que trabaja con las imágenes de supergigantes rojas obtenidas con SPHERE.
“A lo largo de su vida, estrellas supergigantes rojas como Betelgeuse crean y expulsan grandes cantidades de material incluso antes de explotar como supernovas –explica la investigadora–. La tecnología moderna nos ha permitido estudiar estos objetos, a cientos de años luz de distancia, con un detalle sin precedentes, lo que nos ha dado la oportunidad de desentrañar el misterio de qué es lo que desencadena su pérdida de masa”.
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Ilustración de Betelgeuse tal y como se vería aplicando diferentes técnicas del Very Large Telescope. Se muestra que la estrella tiene un gigantesco penacho de gas, casi tan grande como nuestro sistema solar (dibujado también, junto a otra escala en unidades de radio de Betelgeuse), y las gigantescas burbujas bullendo en la superficie esta gigante roja. / ESO/L. Calçada
Zona geográfica: Internacional
Fuente: ESO

Las energías renovables también son víctimas del cambio climático / Noticias / SINC

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Las energías renovables también son víctimas del cambio climático / Noticias / SINC

SINC - Servicio de información y noticias científicas



Las energías renovables también son víctimas del cambio climático



Los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes y afectarán a los sistemas de suministros de energía provocando apagones, según un nuevo método que ha medido por primera vez el impacto de la crisis climática en el potencial y la demanda de energía verde. El cambio climático podría retrasar la transición hacia estas energías. 



Adeline Marcos |  | 17 febrero 2020 17:00
<p>El cambio climático perjudicará incluso a las energías que ayudarán a luchar contra él, según un nuevo estudio. / Pixabay</p>
El cambio climático perjudicará incluso a las energías que ayudarán a luchar contra él, según un nuevo estudio. / Pixabay
Cada vez más países integran energías renovables como medida para mitigar los efectos del cambio climático, pero aún existen ciertos desajustes en los picos de demanda energética. La electricidad que se genera a partir de paneles solares y turbinas eólicas depende de la disponibilidad de sol y viento, y en su ausencia se suple con otra fuente diferente, impulsada en general por combustibles fósiles.
“Los eventos climáticos extremos podrían reducir la fiabilidad del suministro de energía en un 16 %, lo que conllevaría fácilmente a apagones”, explica Perera
Ese desequilibrio entre la demanda y la disponibilidad se verá agravado por los frecuentes eventos climáticos extremos que se prevén en los próximos años. Esta es una de las principales conclusiones de un trabajo publicado en Nature Energy y que ha desarrollado un método que mide el impacto potencial de los eventos extremos en el sector energético.
“Los eventos climáticos extremos podrían reducir la fiabilidad del suministro de energía en un 16 %, lo que conllevaría fácilmente a apagones y por tanto a enormes pérdidas económicas”, explica a SINC A. T. Dansun Perera, primer autor del estudio e investigador en la Escuela Politécnica Federal de Lausana en Suiza.
Debido a las fluctuaciones climáticas sobre el potencial de la energía renovable y la demanda energética, los científicos identificaron además un descenso de hasta el 34 % en el nivel de autonomía del sistema y otro del 20 % en los niveles de implementación de energía renovable.
“En pocas palabras, el proceso de integración de energía renovable será un gran desafío debido a las variaciones climáticas futuras del clima y los fenómenos extremos”, comenta el científico, cuyo método se ha aplicado en 30 ciudades en Suecia y ha valorado 13 escenarios de cambio climático.
En la actualidad, el equipo de investigación trabaja en 16 capitales europeas, incluida Madrid, para comprobar los efectos adversos del cambio climático en el sector energético. “Creemos que el método que desarrollamos puede adaptarse fácilmente a cualquier país y las conclusiones son relevantes para muchos de ellos, ya que el cambio climático no tiene límites”, asevera el experto.

Más demanda de energía con olas de calor

Cuando se produzcan olas de calor, por ejemplo, como las que ya están sucediendo en Europa, la demanda de energía aumentará significativamente, por el uso de aire acondicionado. En este caso, el desajuste entre la demanda y la generación de energía renovables será mucho mayor que en condiciones de funcionamiento normal.
“El almacenamiento o las fuentes de energía diseñadas para satisfacer el desequilibrio durante el periodo de operación normal no será capaz de cubrirlo en condiciones extremas”, precisa Perera. Por esta razón se producirá una caída en la fuente de alimentación eléctrica y en la fiabilidad de esa fuente. En algunos casos, se producirá un apagón.
Los residentes deberían estar listos para sacrificar un poco el confort térmico para ahorrar energía, sobre todo durante eventos extremos
Las consecuencias podrían ser muy costosas para las ciudades y las zonas urbanas, donde en la actualidad residen 3.500 millones de personas que consumen dos tercios de la energía primaria global y producen el 71 % de las emisiones de gases de efecto invernadero globales relacionadas directamente con la energía.
Para 2050, se espera que más de la mitad de la población mundial habite en las urbes, por lo que se multiplicarán los costes e impactos. Según el estudio, el sector urbano debe desempeñar un papel importante tanto en la adaptación como en la mitigación del cambio climático gracias a la conservación de la energía y el uso de tecnologías de energía renovable.
Sin embargo, los procesos actuales que permiten actualizar los sistemas de energía distribuida no siempre tienen en cuenta los eventos extremos. Según los científicos, “existe una amenaza significativa sobre todo al integrar tecnologías de energía renovable a la red eléctrica”, clarifica el investigador.
Junto al estudio, la revista Nature Energy publica cinco comentarios científicos –uno de ellos con participación de una investigadora del Barcelona Supercomputer Center–, y un editorial sobre esta problemática entre eventos extremos y sistemas de energía, y qué se puede hacer al respecto.
Las soluciones pueden lograrse con un buen uso por parte del consumidor, una planificación energética adecuada por parte de las autoridades y el trabajo en común de la comunidad científica. “Los residentes deberían estar listos para sacrificar un poco el confort térmico para ahorrar energía, sobre todo durante eventos extremos. Un simple ajuste podría marcar la diferencia en las demandas energéticas”, subraya Perera.
En cuanto a las instituciones, el científico recuerda que estos acontecimientos meteorológicos y su impacto no se suelen contemplar en la planificación urbana actual. “La orientación y densidad de los edificios urbanos pueden tener un impacto significativo en la demanda de energía durante eventos extremos como las olas de calor”, indica el experto, para quien esto podría reducir significativamente los efectos adversos debido a las variaciones climáticas futuras en el sector energético.
Referencia bibliográfica:
A.T.D. Perera et al. “Quantifying the impacts of climate change and extreme climate events on energy systems” Nature Energy 17 de febrero de 2020
Zona geográfica: Internacional
Fuente: SINC

Adeline Marcos

Adeline Marcos
Periodista especializada en medio ambiente. Redactora del área de ciencias naturales en SINC

“Pronto vivirán plantas en la Luna” / Entrevistas / SINC

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“Pronto vivirán plantas en la Luna” / Entrevistas / SINC

SINC - Servicio de información y noticias científicas

Francisco Javier Medina, biólogo ganador del NASA Group Achievement

“Pronto vivirán plantas en la Luna”


Las futuras colonias de nuestro satélite o de Marte podrán cultivar vegetales gracias al trabajo de biólogos como este español del CSIC, que acaba de recibir un premio de la NASA. “No se podrán lanzar semillas a la superficie y esperar a que crezcan”, aclara. Tendrán que desarrollarse en invernaderos, después de superar los daños generados por la ausencia de gravedad.



Adeline Marcos |  | 17 febrero 2020 11:01
<p>Francisco Javier Medina, en su despacho del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC). / Álvaro Muñoz Guzmán (SINC)</p>
Francisco Javier Medina, en su despacho del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC). / Álvaro Muñoz Guzmán (SINC)
Levantar una colonia humana fuera de la Tierra supone multitud de requisitos. Uno de ellos es, sin duda, la presencia de plantas, que ofrecen lo que ningún otro ser vivo o inerte puede aportar: alimento y oxígeno.
Fue el astronauta español Pedro Duque el responsable de llevar a cabo el primer experimento de biología de plantas en la Estación Espacial Internacional
De ello es muy consciente el científico del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC) Francisco Javier Medina (Toledo, 1952), que diseñó el primer experimento europeo de biología de plantas en la incipiente Estación Espacial Internacional (EEI) hace 17 años. Lo hizo junto a Roberto Marco, un pionero en este campo fallecido en 2008.
Fue el astronauta español Pedro Duque, actual Ministro de Ciencia e Innovación, el responsable de llevarlo a cabo en octubre de 2003 gracias a la Misión Cervantes. Aunque estaba previsto para unos meses antes, el proyecto se retrasó por el accidente del transbordador espacial Columbia el 1 febrero de ese año en su reingreso en la atmósfera. Eso dio algo más de margen a Medina y Marco para completar sus experimentos.
“Fue un gran privilegio participar en la misión Cervantes 2003. Una de las contribuciones que España hizo al programa de la Estación Espacial Internacional fue este proyecto de biología de plantas —cuenta Pedro Duque a SINC—. El equipo del CIB aprovechó muy bien esta oportunidad para adquirir una experiencia valiosa en la preparación de experimentos biológicos en ingravidez, lo que les ha valido para ser ahora referentes y colaborar con investigadores de EE UU”.
Durante sus entrenamientos en la Ciudad de las Estrellas a las afueras de Moscú, el astronauta recibió en agosto de ese año la visita de los científicos que le dieron las instrucciones y el material para realizar los diferentes experimentos, un total de 24 en diez días dentro del programa de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Las muestras que trajo Pedro Duque de vuelta a la Tierra —en una caja que sostenía sobre su cabeza debido al limitado espacio de la nave rusa Soyuz— marcaron el inicio de la investigación de los cultivos de plantas para la exploración espacial.
Pedro Duque en la EEI
Pedro Duque en la EEI durante la Misión Cervantes con un contenedor experimental de uno de los experimentos biológicos españoles
Con estos primeros resultados, en una colaboración de la NASA y la ESA, Medina preparó con el científico estadounidense John Kiss el experimento que dio lugar en 2009 al proyecto Seedling Growth, con el que ambos equipos acaban de recibir el premio NASA Group Achievement.
Este reconocimiento se une a la Medalla ELGRA, concedida al investigador español en el congreso de la Sociedad Europea de Investigación en Microgravedad, celebrado en Granada el pasado mes de septiembre.
Hablamos con Medina en su laboratorio, en Madrid.
Hacer crecer plantas fuera de la Tierra suena un poco a ciencia ficción…
Sí, de hecho, es algo que se plantea en la película Marte, que es buena desde el punto de vista científico. Para cultivar en un planeta como el marciano hay que suministrar una réplica de la atmósfera terrestre y después, complementar los compuestos del suelo con otros, porque el suelo de Marte no es capaz de nutrir a la planta por sí solo. El protagonista de la película lo soluciona con excrementos o estiércol, como un agricultor.
Así que conseguiremos algún día plantar patatas, como Matt Damon, ¿no?
Por supuesto, o cualquier otro vegetal. Lo que necesita el ser humano para vivir en un planeta exterior es energía (la del Sol), agua (en los casquetes de la Luna parece que hay hielo y de él se obtiene oxígeno, por lo que se puede conseguir una réplica de la atmósfera respirable), un habitáculo donde vivir y alimento. Y eso las plantas lo dan, y de alta calidad, porque tienen vitaminas y otros elementos propios, además de oxígeno, humedad y la capacidad de eliminar el CO2. Las plantas son esenciales en el soporte vital para la exploración espacial del ser humano.
“Las plantas son esenciales en el soporte vital para la exploración espacial del ser humano”
Una cosa que no tuvo en cuenta esta película fue la gravedad, y esto es parte de su investigación. ¿Qué importancia tiene este elemento en el desarrollo de las plantas?
Es uno de los retos más importantes de la exploración espacial. A la hora de ponerse a cultivar plantas en el espacio, hay que proveerlas de una serie de factores medioambientales que se pueden obtener in situ o suministrar desde la Tierra. Pero hay un elemento que es insustituible: la gravedad que dirige su crecimiento. Crecen con la raíz hacia abajo y con el tallo y las hojas hacia arriba. Los conceptos “abajo” y “arriba” son gravitatorios. Sin ellos, les quitamos a las plantas un elemento esencial para su desarrollo. La gravedad es el único componente medioambiental que ha permanecido constante tanto en su existencia como en su magnitud desde que la Tierra es Tierra y la vida es vida. En todo nuestro planeta hay gravedad 1 g, sin diferencias significativas entre unos puntos y otros.
¿Cómo reaccionan las plantas ante la ausencia de gravedad o en una gravedad inferior a la de la Tierra?
Las plantas pueden afrontar muchos tipos de estrés, que pueden ser bióticos —causados por otros seres vivos— o abióticos —en condiciones adversas motivadas por factores físicos o químicos medioambientales—. En la Tierra, la gravedad nunca es un estrés abiótico para ellas porque ha sido siempre constante, pero en el espacio sí. El principal problema es que los esquemas de orientación desaparecen.
Pedro Duque y F. Javier Medina
Pedro Duque y F. Javier Medina realizando pruebas de funcionamiento del dispositivo de germinación y cultivo de plántulas en la Star City de Moscú en 2003.
¿Qué aspecto tienen esas plantas que crecen sin gravedad?
En las plántulas que crecen en la Estación Espacial Internacional, la raíz y el tallo crecen en direcciones aleatorias, hacia donde quieren. La planta se desorienta completamente. Pones una al lado de la otra y cada una tiene el tallo y la raíz hacia lados distintos.
“Sin gravedad, las plantas se desorientan completamente. Pones una al lado de la otra y cada una tiene el tallo y la raíz hacia lados distintos”
Claro, pierden sus puntos de referencia…
Eso es, no tienen ninguno. El punto de referencia que es el vector gravedad, que desencadena el gravitropismo (el movimiento orientado según la gravedad), desaparece. 
¿Qué daños sufren en esta situación?
Eso fue lo que estudiamos en nuestro primer estudio espacial en la Misión Cervantes en los albores de la construcción de la Estación Espacial Internacional. Encontramos importantes alteraciones celulares. Como las plantas no se pueden escapar cuando las cosas vienen mal dadas, tienen que prever mecanismos de resistencia ante lo desconocido. Y uno de ellos es la existencia del llamado tejido meristemático, que les permite tener una reserva de células preparadas para especializarse en cualquier función. Durante toda su vida mantienen una reserva de células indiferenciadas o totipotentes (que valen para cualquier cosa) en la punta de la raíz y en la del tallo, que están continuamente dividiéndose y en un determinado momento pueden especializarse en lo que haga falta. Es un tejido muy importante…
Y lo que les permite sobrevivir, supongo…
Sí, en condiciones normales este tejido provee de células para el desarrollo y crecimiento porque no dejan de proliferar. Están continuamente realizando el ciclo celular, y para eso tiene que haber una estricta coordinación entre el tiempo en que la célula se divide y el tiempo en que está creciendo. Esa coordinación la deshace la ingravidez y esto pone en riesgo aspectos importantes para su supervivencia.
Crecimiento de plántulas
Plántulas crecidas en el espacio en el experimento Seedling Growth. Comparación de las plántulas crecidas en microgravedad y las crecidas en gravedad terrestre (1g). / F.J. Medina
¿Qué otros aspectos de la planta se alteran en ausencia de gravedad?
Hay un impacto en los balances de reparto hormonal, que sirven para la coordinación de la fisiología de la planta en todos sus órganos, y hay genes que están desregulados, entre otros efectos. Sabiendo todo esto, hemos ido viendo cómo podíamos compensar o contrarrestar estas alteraciones.
“En ausencia de gravedad sin luz hay unas gravísimas alteraciones de la expresión génica de las plantas, y en gran parte se revierten con luz”
¿Y cómo se puede lograr?
A base de suministrar otro tipo de referentes para el crecimiento como la luz. Junto al gravitropismo existe el fototropismo, que es el crecimiento dirigido por la luz. La cuestión es si la iluminación es capaz de compensar, y en qué medida, los efectos perniciosos de la falta de gravedad. Este ha sido el objetivo del proyecto Seedling Growth que hemos desarrollado estos últimos años junto con un equipo norteamericano y otros grupos europeos.
¿Qué resultados han obtenido con la luz como única referencia de la planta?
Esto ha sido gran parte del trabajo de Raúl Herranz en nuestro laboratorio, como experto en métodos de análisis de la expresión génica. El patrón de expresión génica con luz en el espacio se parece más al patrón con gravedad en la Tierra. Hemos visto qué genes se expresan en la Tierra en condiciones control, cuáles se expresan sin gravedad y sin luz, y cuáles sin gravedad y con luz. En ausencia de gravedad sin luz hay unas gravísimas alteraciones del patrón de expresión génica que en gran parte se revierten con presencia de luz.
Pero en el espacio no siempre hay luz, entonces habrá que generar esas condiciones…
En el experimento se utilizó la luz roja porque sabíamos que, además de orientar el crecimiento, es capaz de activar una serie de procesos celulares que se alteran en ausencia de gravedad, como la producción y la activación de proteínas, la proliferación celular, etc. La luz roja tiene un receptor propio en las células, un fitocromo, que es excitado específica y exclusivamente por esa longitud de onda y activa esos procesos. Así, los genes desregulados sin gravedad vuelven a regularse con iluminación roja.
¿Qué tipo de organismo vegetal viaja al espacio?
Hasta ahora hemos utilizado una especie vegetal modelo: Arabidopsis thaliana. Es parecido al ratón de laboratorio en la investigación biomédica, aunque la de plantas no plantea generalmente problemas bioéticos. Es una hierba sin interés agronómico, pero sí posee una serie de características que la hacen perfecta para hacer estudios genómicos y obtener mutantes. Además es muy pequeña, se puede cultivar en grandes extensiones y su ciclo vital es muy corto. Los resultados sobre esta planta pueden ser fácilmente entendidos y reproducidos por otros biólogos vegetales no espaciales. De hecho, tratamos de que nuestros estudios, en la medida de lo posible, no se publiquen en revistas de espacio, sino de biología.
Equipo
Francisco Javier Medina (izquierda), sosteniendo sus dos recientes premios, junto algunos miembros de su equipo como Aranzazu Manzano, Malgorzata Ciska y Raúl Herranz. / Álvaro Muñoz Guzmán (SINC)
¿Se investigará sobre otras especies?
Sí, ya estamos en la fase de saltar del modelo a la planta de cosecha. Ya se ha probado a cultivar lechugas y coles. Justo en este momento estamos definiendo con las agencias espaciales el nuevo modelo vegetal sobre el que trabajar y seguramente no sea único. El problema es que hay una gran diversidad de plantas.
“Nuestro objetivo es que las plantas aporten al explorador espacial lo mismo que al habitante de la Tierra”
Una vez que logremos construir bases lunares o marcianas, ¿las plantas podrán proporcionarnos los mismos elementos que aquí en la Tierra?
Estamos convencidos de que sí. No se puede responder al 100 % pero en principio nada hace pensar que las plantas crecidas en el espacio vayan a ser distintas de las de la Tierra. Estamos tratando de conseguir que las plantas que han crecido mal en condiciones espaciales crezcan bien, como en nuestro planeta. El objetivo es que aporten al explorador espacial lo mismo que al habitante de la Tierra.
¿Cómo se desarrolla y monitoriza un experimento espacial, sabiendo que todos los científicos estáis en tierra?
La experimentación espacial nos cambia muchos esquemas. El tipo de requerimientos (dinero y medios) e inconvenientes no son habituales. Si uno hace un experimento aquí en el laboratorio y le sale mal, pues lo repite al día siguiente. Como salga mal el experimento espacial, a lo mejor no se puede repetir nunca porque los recursos disponibles en la estación espacial son limitados y eso condiciona las convocatorias y la preparación. En el mejor de los casos se puede repetir cuatro o cinco años después.
Por otra parte, cuando uno trabaja en el laboratorio todo el mundo implicado en el experimento es experto. Para eso estamos los científicos. Pero en el espacio no. Allí hay un astronauta que tiene que hacer un experimento de física, otro de biología humana, otro de plantas y otro de observación de la Tierra. La EEI ha sido un avance impresionante en la capacidad de experimentación. Puede considerarse, aunque aún no lo es del todo, algo parecido a un buen centro de investigación multidisciplinar. Todo esto cuesta un dineral, que es una acusación que nos hace la comunidad científica.
¿Y cómo responden a esas acusaciones?
Bueno, uno puede especular con un montón de objetivos futuros que pueda tener la humanidad con la exploración espacial, pero lo cierto es que es un anhelo del ser humano. Yo no digo que lo que yo estoy haciendo sea lo más importante para la humanidad, ni muchísimo menos. Pero lo que hago puede interesar a mucha gente.
El tipo de experimentación en la EEI contribuye además a que los grupos de investigación de diferentes países se unan. ¿Son muchas personas al final?
Sí, nos juntamos y nos comunicamos, pero no somos tantos. La masa crítica internacional de científicos dedicados a estos temas, sobre todo en Europa, es una de nuestras quejas. Somos pocos, deberíamos ser más. A lo mejor es que no hay incentivos suficientes por parte de la ESA.
Ahora que se están reanudando misiones espaciales, ¿no cree que existe una posibilidad de que eso cambie?
Por supuesto. En estos días, el CSIC está definiendo objetivos para el horizonte 2050 y la exploración espacial es uno de ellos. Varios grupos de biología de plantas han mostrado interés en este tema, aun sin tener experiencia directa en biología espacial. Les ha interesado la posibilidad de poner las plantas en condiciones extremas e investigar las consecuencias de ello, así que bienvenidos al club. Ahora podremos ser más. Es muy importante diversificar los temas de investigación.
Muestras
Muestras de plantas estudiadas en el laboratorio del CIB-CSIC. / Álvaro Muñoz Guzmán (SINC)
La exploración espacial no solo nos cuenta lo que pasa en el espacio, también nos da información sobre nuestro planeta. ¿Cómo se traduce eso en las plantas de la Tierra?
Sabemos más sobre los mecanismos de defensa de las plantas frente a los estreses. Es un mundo sin fin. Sorprende la enorme plasticidad del genoma de las plantas y de su fisiología para sobrevivir en ambientes desconocidos e insospechados. Esa es la gran lección que nos da la investigación en biología espacial de plantas. Hasta ahora, muchos grupos, sobre todo con el cambio climático, analizaban el estrés abiótico y su capacidad de supervivencia. Poner a las plantas en ausencia de gravedad abre un mundo nuevo. Hay plantas que viven en el desierto, en la Antártida, pero también las hay que lo hacen en ausencia de gravedad. Y habrá plantas que vivan en la Luna.
“En 2024, la astronauta estadounidense que pise de nuevo la Luna seguramente lleve con ella un pequeño invernadero”
Con algo de ayuda…
Claro, no se podrán tirar semillas en la superficie lunar y esperar a que crezcan. Habrá que crear las condiciones adecuadas en un invernadero.
¿Cuándo cree que esto será posible?
Bien pronto. En 2024, la astronauta estadounidense que pise de nuevo la Luna seguramente lleve con ella —si no es en la primera misión, será en alguna de las primeras— un pequeño invernadero. En ese momento estará la nueva estación espacial que orbitará de manera permanente la Luna, la llamada Gateway, donde se ha implicado activamente la ESA. Desde allí irán y volverán misiones concretas a la superficie lunar con astronautas. Muy pronto uno de ellos llevará una instalación con plantas.
¿Quién está desarrollando esos invernaderos?
En este sentido, hay que reconocer los esfuerzos de la NASA. Yo desde Europa me quejo, ya que con la ESA podríamos haber estado ahora mismo en una situación de liderazgo mundial y estamos en una regular, nada más. La ESA se ha dormido un poco en estos últimos años, mientras que la NASA ha desarrollado un pack de invernaderos ad hoc en la EEI impresionantes. El primero, Veg-01, dio lugar a la lechuga que pudieron comerse los astronautas hace unos años, y el otro, el Advanced Plant Habitat, que es una maravilla de invernadero espacial.
¿En qué punto de la investigación se encuentran ahora?
Los análisis de expresión génica que ha realizado Raúl Herranz con otros miembros de nuestro laboratorio y nuestros colegas norteamericanos han mostrado que hay diferentes mecanismos genéticos que no están afectados con la misma intensidad. Nos acaban de publicar dos artículos en los que hemos probado con gravedades intermedias, no solo la microgravedad, sino también la de Marte o la Luna. No todos los organismos se recuperan de la misma manera con la luz. Ahora estamos intentando desenmarañar toda esta red de genes y viendo qué funciones de la planta están afectadas y cómo interaccionan entre ellas.
¿Cómo habéis podido trabajar con distintas gravedades?
En la cámara de cultivo de la EEI hemos utilizado un dispositivo con una centrífuga que nos proporcionaba la gravedad que nosotros queríamos. En principio, esta centrífuga sirvió para realizar un experimento control en el espacio, pero en gravedad terrestre, para ver el efecto de aspectos distintos de la gravedad, como la radiación, y compararlo con el experimento control de referencia en tierra. Esa centrífuga también la hicimos rotar a la gravedad de la Luna o la de Marte, con lo que pudimos obtener unos resultados muy interesantes con gravedad parcial. Hemos sido los primeros en probar un aparato desarrollado en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial (ESTEC) de la ESA en Holanda para producir la simulación de la gravedad lunar y marciana.
Diferentes condiciones
Plántulas de Arabidopsis thaliana crecidas durante seis días en diferentes condiciones de luz y gravedad. / F.J. Medina
¿Cómo influyen estas gravedades en las plantas?
La gravedad de la Luna (0,17 g) produce efectos muy similares a la microgravedad, es decir, que las plantas tienen mucha dificultad para orientar su crecimiento y el patrón de expresión génica obtenido se parece mucho. Por el contrario, con la gravedad de Marte las plantas son capaces de percibir los 0,38 g. Por lo tanto hay gravitropismo en Marte.
 “Conocemos el final de la historia —las plantas se adaptan y sobreviven— pero nos falta por escribir la historia completa, aunque ya hayamos hecho el spoiler
Eso es un gran avance…
Sí, bueno, hay muchas otras cosas que solucionar para poder cultivar plantas en Marte, pero la gravedad no parece que vaya a ser un problema de gran magnitud para conseguirlo. Aunque la gravedad no es igual que la de la Tierra, tenemos fotos de las plántulas crecidas a 0,3 g y no se distinguen de las plantas crecidas en 1 g, la de la Tierra. Tienen su raíz creciendo hacia abajo y sus tallos creciendo hacia arriba.
¿Cuál es el siguiente paso?
Tenemos que comprender cómo vencen ese estrés gravitatorio y cómo funcionan esos mecanismos de percepción de la gravedad parcial. Conocemos el final de la historia —las plantas se adaptan y sobreviven— pero nos falta por escribir la historia completa desde el principio, aunque ya hayamos hecho el spoiler. Es imprescindible porque tenemos que ser capaces de reproducirlo.
Ahora que ha comprobado la capacidad de supervivencia de plantas en ambientes extremos como el espacio, ¿cree que sería posible encontrarlas en nuestra búsqueda de vida extraterrestre?
No sabemos nada concreto. Yo sé cómo poner seres vivos en el espacio, pero no soy experto en la búsqueda de vida autóctona del espacio. Conocemos la vida que hay en nuestro planeta, pero no otras. Podríamos especular todo lo que queramos. Ahora estamos empezando una colaboración con un grupo del Centro de Astrobiología del CSIC que trabaja con líquenes en ambientes extremos como la Antártida e incluso el espacio exterior. Resulta que el liquen no se muere, es capaz de acomodarse. Los estudios con estos modelos tratan de identificar las características que tendría una posible vida desarrollada en ambientes extraterrestres. Y, curiosamente, los efectos de la ausencia de gravedad sobre estos organismos no se han investigado. Eso es justamente lo que vamos a hacer nosotros ahora.
Durante la entrevista
Francisco Javier Medina durante la entrevista en el Centro de Investigaciones Biológicas-Margarita Salas. / Álvaro Muñoz Guzmán (SINC)
Zona geográfica: España
Fuente: SINC

Adeline Marcos

Adeline Marcos
Periodista especializada en medio ambiente. Redactora del área de ciencias naturales en SINC

La crisis climática provocará cambios drásticos en los ecosistemas áridos / Noticias / SINC

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La crisis climática provocará cambios drásticos en los ecosistemas áridos / Noticias / SINC

SINC - Servicio de información y noticias científicas

La crisis climática provocará cambios drásticos en los ecosistemas áridos



Un estudio, liderado por españoles, muestra que el incremento de la aridez puede alterar la capacidad para albergar vida y limitar la provisión de servicios ecosistémicos fundamentales a más de 2.000 millones de personas residentes en estos entornos.





SINC |  | 13 febrero 2020 20:00
<p>Estos ecosistemas pueden sufrir cambios bruscos que reduzcan su capacidad para prestar servicios como la fertilidad del suelo y la producción de biomasa. / Juan José Gaitán, INTA (Argentina)</p>
Estos ecosistemas pueden sufrir cambios bruscos que reduzcan su capacidad para prestar servicios como la fertilidad del suelo y la producción de biomasa. / Juan José Gaitán, INTA (Argentina)
Las zonas áridas ocupan aproximadamente el 41 % de la superficie terrestre y albergan a un tercio de la población mundial. En estos ambientes, la vida está muy condicionada por la aridez, que está aumentando a escala global debido al cambio climático.
Por primera vez, un estudio del Laboratorio de Zonas Áridas y Cambio Global de la Universidad de Alicante (UA), dirigido por Fernando T. Maestre, y publicado en la revista Science ha revelado que, a medida que este balance de sequedad se incrementa, los ecosistemas áridos de nuestro planeta cambian de forma brusca. 
Hay una serie de umbrales de sequedad a partir de los cuales el ecosistema cambia de manera desproporcionada cuando se aridifica aún más
“En el estudio hemos encontrado que numerosas características del ecosistema respondían de forma no linear a pequeños aumentos de aridez. Esto implica que hay niveles en los que los cambios son más rápidos, a veces incluso abruptos, para incrementos relativamente pequeños de aridez. Por tanto, podemos afirmar que hay una serie de umbrales de sequedad a partir de los cuales el ecosistema cambia de manera desproporcionada cuando se aridifica aún más”, explica Santiago Soliveres, investigador Ramón y Cajal en la UA y coautor del estudio.
Los investigadores identificaron tres fases de cambio. En primer lugar, cuando los niveles superan un valor umbral de 0,54, el paisaje queda limitado por la falta de agua. “La vegetación varía y pasa a estar dominada por especies adaptadas a la sequía como gramíneas y arbustos, como ya ocurre en muchas zonas de la Península Ibérica”, detalla Maestre.
Tras los cambios iniciales de vegetación, cuando los valores de aridez superan el umbral de 0,7, la tierra se vuelve menos fértil, pierde estructura y su vulnerabilidad a la erosión es mayor. Asimismo, organismos que desempeñan funciones claves para mantener los nutrientes del suelo se ven profundamente afectados y predomina la presencia de patógenos en detrimento de organismos más beneficiosos.
Por último, si se supera el umbral de 0,8 tiene lugar una pérdida brusca de diversidad y de cobertura vegetal. “Una vez cruzamos este umbral el déficit de agua tan grande las plantas son incapaces de crecer en estas condiciones. La actividad biológica se reduce drásticamente y la vida pasa a estar condicionada por ventanas de oportunidad que proporcionan los raros episodios de lluvia. Los ecosistemas se han transformado en un desierto”, comenta Maestre.

Evitar las consecuencias

Según las previsiones climáticas, en 2100 más del 20 % de las tierras emergidas del planeta podrían cruzar uno o varios umbrales de aridez. “La vida no desaparecerá, pero los hallazgos sugieren que estos ecosistemas pueden sufrir cambios bruscos que reduzcan su capacidad para prestar servicios a más de 2.000 millones de personas, tales como la fertilidad del suelo y la producción de biomasa”, señala Miguel Berdugo autor principal del estudio e investigador en el Laboratorio de Zonas Áridas y Cambio Global de la UA hasta enero de 2020.
En 2100 más del 20 % de las tierras emergidas del planeta podrían cruzar uno o varios umbrales de aridez
Los resultados del estudio son muy relevantes para entender la repercusión del cambio climático en las zonas áridas ya que pueden contribuir a que se adopten medidas de mitigación. “Aunque no detendremos el cambio climático, creo que aún es posible minimizar sus consecuencias negativas en estos entornos fundamentales para lograr un desarrollo sostenible”, indica Maestre.
“Con la información aportada sobre cómo cambian las propiedades de la vegetación y el suelo frente a la aridez, y cartografiando las zonas más sensibles, nuestras conclusiones pueden utilizarse para optimizar las tareas de control y restauración, conservar la biodiversidad y evitar la desertificación de estos entornos”, añade.
En este sentido, Ricard Solé, coautor e investigador ICREA en el Instituto de Biología Evolutiva (IBE, UPF-CSIC) y profesor en la Universidad Pompeu Fabra, confía en que “este estudio ayude a desarrollar escenarios potenciales de intervención que podrían incluir el uso de la biología sintética para modificar ecosistemas en peligro". Esta “terraformación” de ecosistemas es parte de la colaboración en curso entre UPF y la Universidad de Alicante.
Este trabajo inédito, que reúne la mayor compilación de datos sobre zonas áridas de diversos continentes realizada hasta la fecha, forma parte del proyecto BIODESERT financiado por el programa “Consolidator Grants” del Consejo Europeo de Investigación.


Referencia bibliográfica:
Berdugo, M., M. Delgado-Baquerizo, S. Soliveres, R. Hernández-Clemente, Y. Zhao, J. J. Gaitán, N. Gross, H. Saiz, V. Maire, A. Lehman, M. C. Rillig, R. V. Solé & F. T. Maestre (2020). “Global ecosystem thresholds driven by aridity” Science doi: 10.1126/science.aay5958

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