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ORIENTACIÓN :: Siggi Meissner's Art


EXPRESIÓN :: Siggi Meissner's Art

VISITA :: Siggi Meissner's Art

POSIBILIDAD :: Siggi Meissner's Art

LA PARTIDA :: Siggi Meissner's Art

CALDERERO :: Christa Zaat

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Christa Zaat

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Edgar Melville Ward (pintor estadounidense) 1839-1915
El calderero, 1898
Óleo sobre lienzo
60.5 cm x 53.3 cm. (23.88 x 21 en. )
Museo Metropolitano de arte, ciudad de Nueva York, Estados Unidos de América
© Cc0 1.0 Universal (Cc0 1.0)

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ORACIÓN :: Christa Zaat

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Christa Zaat

No hay texto alternativo automático disponible.

Charles Sprague Pearce (American Painter) 1851 - 1914
Evening, ca. 1885
oil on canvas
101.6 x 177.8 cm. (40 x 70 in.)
Terra Foundation, United States of America

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CANTERA :: Christa Zaat

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Christa Zaat

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Axel Jungstedt (pintor sueco) 1859-1933
En la cantera, motivo de Suiza, 1886
Óleo sobre lienzo
120 x 138 cm. (47.24 x 54.33 en. )
Nationalmuseum, Estocolmo, Suecia
© Foto Nationalmuseum

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En la mente del asesino | Babelia | EL PAÍS

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En la mente del asesino | Babelia | EL PAÍS

En la mente del asesino

El auge de series, películas y libros de ficción y no ficción que se rinden a la fascinación por los criminales plantea un debate sobre las implicaciones morales de ese interés

En la mente del asesino
PEP BOATELLA
¿A qué viene ese interés por entrevistar a condenados por crímenes violentos? Los motivos y propósitos de los criminales para acceder a una entrevista parecen más o menos claros: dinero, si lo consiguen; exhibicionismo; ratificación; vanidad; ofrecer al público, por si cae alguna recompensa, “un monstruo para compararse” y así sentirse mejor (como observó, mosqueado, el asesino de taxistas Ricardo Melogno); si nos apuran y no desconfiamos demasiado de que nos estén engatusando, necesidad de explicarse, de arrepentimiento o perdón (Ted Bundy, asesino de al menos 36 mujeres, ante el reverendo Dobson el día antes de ser ejecutado). En resumen, agotada la vía legal, apelar a una instancia suplente o complementaria como la opinión pública para obtener una revisión de su caso; y, bueno, a veces con un poco (más) de reconocimiento basta.

MÁS INFORMACIÓN

Un criminal concede una entrevista para pedir algo, y no es raro que el entrevistador tenga también sus propios planes. El reverendo James Dobson, típico caso de entrevistador inductor, obtuvo explícitamente de Ted Bundy el mensajecontra la pornografía como “propulsora” de la conducta criminal que había ido a buscar, y luego puso a la venta por 25 dólares cintas con el material grabado a través de su organización evangélica Focus on the Family. Los entrevistadores previstos por las instituciones penitenciarias —criminólogos y psiquiatras, por ejemplo— trabajan a favor de la ley y buscan un conocimiento válido a efectos de contención y prevención; pero al mismo tiempo proporcionan a los convictos, con sus clasificaciones y diagnósticos, un lenguaje del que no tardan en sacar provecho, porque los dota de una identidad de la que carecían (no eran nada, o no sabían qué eran, hasta ser criminales o categorías psiquiátricas) y que ahora, si no asumir, al menos pueden declarar. Se da, en general, un tipo particular de colaboración entre entrevistador y entrevistado donde la solicitud es un valor clave a la hora del reparto de beneficios, y por eso mismo resulta sospechosa. Incluso en flagrantes bravuconadas como las del profesional en el género Charles Manson (“Créame, si me pusiera a matar gente, ni uno de ustedes quedaría vivo”, le dijo a la reportera de la NBC Heidi Schulman en 1987), no estamos seguros de que no actúen solícitamente y digan lo que nosotros queremos oír.
El asesino de mujeres Ted Bundy, en el centro, sale escoltado tras una sesión de su juicio en 1977.
El asesino de mujeres Ted Bundy, en el centro, sale escoltado tras una sesión de su juicio en 1977. ROSS DOLAN (GLENWOOD SPRINGS POST INDEPENDENT / AP)
El asesino Melogno no veía más que “una mancha” en el test de ­Rorschach, pero… “uno, por complacer, dice algo”. Y añade: “Y en general, con lo que decís te hunden”. Con los periodistas no es tan evidente que el entrevistado corra el peligro de que le “hundan” y no siempre tiende a olvidar, como dijo célebremente en 1968 Joan Didion que le ocurría a ella (por su físico menudo y “neurótica” falta de expresividad), que juegan “contra sus intereses”. Más bien recuerda que los periodistas suelen ser parte activa —tantas veces servicial— de la opinión pública y que muchas veces actúan menos como mediadores que como parte implicada. A menudo nos sorprenden con los argumentos más peregrinos. No hace mucho, ante el rumor de que los violadores de la llamada Manada estaban negociando entrevistas en televisión, no faltaron partidarios de semejante eventualidad y tuvimos que oír no solo que los criminales tenían derecho a ser escuchados (como si no hubiera habido un juicio de por medio), sino que también nosotros lo teníamos —¡por favor!— a conocer su versión. Otros, más disimulados, más reacios a que se les viera como simples cómplices del ruido, esgrimieron, adivínenlo, el “interés informativo”.
En la mente del asesino
En un reciente y excelente libro, Magnetizado, Carlos Busqued ha mantenido un “diálogo”, como él lo llama, con el ya citado Ricardo Melogno, que en septiembre de 1982, cuando tenía 20 años, asesinó al azar a cuatro taxistas en Buenos Aires y lleva desde entonces encerrado en instituciones penitenciarias y psiquiátricas. Reaparecen ahí, de forma bien patente, las limitaciones —y las trampas— del “interés informativo”. El desiderátum, naturalmente, es la explicación de los hechos, y es común a entrevistador y entrevistado: “Yo también tengo que buscar”, dice este último, “una explicación que me parezca satisfactoria y razonable”. Pero nunca deja de ser consciente, después de 33 años internado, de un hecho: “Reconstruyo los hechos a través de las palabras de otros, reconstruyo el tiempo a través de la cronología de otros”. Si hasta el tiempo, formalizado en una “cronología”, en un historial, de la infancia al momento presente, es un orden impuesto, ajeno…, ¿qué podemos esperar de aproximaciones menos metafísicas? El entrevistador Busqued se esfuerza honradamente en no ser un inductor-manipulador, y tampoco se ve en el papel épico del cazador que podría vanagloriarse de haber dejado a su presa sin coartadas: aunque de hecho le aprieta —“¿Por qué?”, “¿Y cuál sería ese porqué?”, “¿En qué sentido?”, “[Esto] qué es?”, “¿Golpes de qué tipo?”—, en conjunto la impresión que deja el libro, cuyo subtítulo es ‘Una conversación’, es precisamente la de una conversación entre un escéptico curioso en busca de precisión y un experto en el “costado oscuro” que no se ha hecho ilusiones sobre la inteligibilidad de sus experiencias.
No hay explicación si no es requerida; y al ser requerida, si uno no la sabe…, ¿se la inventa?
“Me parece que esperás que yo te cuente alguna sensación fuerte, y vos tenés que entender que todo esto pasó pensando boludeces”, insiste Melogno; y repite que todo lo que pensó “lo pensé y lo dije después, cuando me preguntaron”. No hay, pues, explicación si no es requerida; y al ser requerida, si uno no la sabe…, ¿se la inventa? Los hechos en sí no se explican más que como ausencia —un no sentir, un no pensar—, y ese es un duro hallazgo para el “interés informativo”, muy poco sensible, a no ser que venga con alharacas, al acto gratuito. La consigna de que cuando no hay nada que decir se dice de todas formas queda lúcidamente expuesta, delatada, en este libro: ni el entrevistador ni el entrevistado ni el público saben mucho más al concluir la entrevista que en el momento de empezarla. Entretanto se ha reproducido una ceremonia: no, en este caso, la muy fastidiosa de la reafirmación a dos bandas, sino otra quizá más fraternal, la de la ignorancia. O la del vacío, que es la forma solemne de la ignorancia. A propósito de un plan de fuga que incluía medidas realmente extraordinarias, el entrevistador parece vislumbrar una oportunidad: “¿Cómo es tragarse 27 hojas de afeitar? ¿Qué se siente?”, pregunta; y el entrevistado responde: “No se siente nada”. Esta parece ser la única respuesta alternativa a la de satisfacer, con la ratificación tozuda o “las palabras de otros”, el “interés informativo”: nada. O no tan alternativa, porque seguramente tanto la ratificación tozuda como las palabras de otros son solo ruido: al fin y al cabo, nada.

Todas las Elviras, Elvira | Babelia | EL PAÍS

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Todas las Elviras, Elvira | Babelia | EL PAÍS

Todas las Elviras, Elvira

Lindo se autorretrata como una “mujer inconveniente” a partir de los retratos de otras 29 féminas disconformes

Autorretrato de Elvira Lindo.

Autorretrato de Elvira Lindo.





Elvira Lindo, novelista, actriz, articulista, ha escrito una autobiografía total, coronada con un autorretrato en el que ella se dibuja como una payasa con chistera. En 30 maneras de quitarse el sombrero (Seix Barral, prólogo de Elena Poniatowska) trata de veintinueve mujeres que no son ella, evidentemente, “pero todas me son afines”, cada una tiene un rasgo que le es común. A todas las abraza, a Gracey Paley “por ácrata y reivindicativa”, a María Guerrero “porque me ayudó a evocar mi niñez, y por haber revivido en mí mi propia vocación de actriz”, a Patricia Highsmith porque le ayudó a entender las fronteras de la belleza, a Victoria Kent, porque se puso el mundo por montera (“Anda y que te ondulen con la permanente”)…, y así sucesivamente. Hasta veintinueve.
En el número treinta está ella misma. Es su autorretrato (‘Una mujer inconveniente’). De niña era la gracia y la risa de la casa, imitaba, y lo hacía con libertad y regocijo, su padre la jaleaba. De dentro le nació la risa, y al humor, en sus diversas formas, dedicó su escritura (para la radio, para el periódico) cuando inventó Manolito Gafotas y cuando aceptó que EL PAÍS la tuviera los veranos inventándose una vida privada que muchos consideraron propia. Del humor escrito se ha alejado, y en este libro lo explica, a veces con humor y casi siempre con rabia. Ya el humor no es lo que era. “Yo no he pretendido hacer gracia, la hacía”. Lo que sucede ahora es otra cosa: “A mí me gustaba el humor cervantino, azconiano, una especie de piedad hacia las personas sobre las que haces humor”. Ella no puede estar en un mundo “en el que, con el pretexto de la libertad de expresión hay que herir todo el tiempo”.
Ese texto es un monólogo que ella preparó para un teatro, “y al final, cuando lo terminé de escribir, sentí como un pellizco de tristeza”. Similar al que se le produjo cuando acabó de leer los Apegos feroces de Vivian Gornick, acaso el más intenso y personal de sus retratos ajenos. “Cierro el libro”, escribe Elvira Lindo, “y me descubro con lágrimas en los ojos, conmocionada por una verdad que no por ser dura es contada con menos tristeza”. Este autorretrato de mujer inconveniente le produjo a ella misma una emoción parecida. “Cuando cuentas verdades o te dejas al descubierto siempre hay algo que te provoca inquietud. Creo que eso es bueno porque quiere decir que has escrito algo de verdad y tienes que sentir una mezcla de vergüenza, de miedo de quien lo vaya a leer, de aprensión, de ver el libro en las librerías y pensar: ¡Ay, madre mía, ¿esto cómo será interpretado?!”. Está bien, dice, ese era el riesgo.
Todas las Elviras, Elvira
Y todo el libro, todos esos retratos ante los que ella se quita el sombrero (e incluso la nariz de payaso) parecen escritos para preparar ese desgarro final que, como a ella le pasó con Gornick, a su lector, al acostumbrado a su sarcasmo (“no hiriente, sarcasmo contra los míos o contra mí misma”) y a su seriedad, dejará “conmocionado por una verdad que no por ser dura es contada con menos belleza”.
—¿Y esta seriedad de ahora?
Ella responde en el autorretrato y de viva voz. “Cuando me dicen que me he puesto muy seria es porque a mí o a otros nos apetece escribir sobre cosas que no tienen gracia, o al menos yo no sé sacársela; es imposible para mi hallar gracia en el drama de la inmigración o en esta oleada de ultraderecha que surge en el mundo”. Ni es posible hacer humor de la soledad en la gran ciudad, y ahí, en el libro, Elvira Lindo halla espacio en su autorretrato para mostrarse “solita” en aquella casa de Nueva York, adaptándose a una vida que otros pensarían que era “burbujeante” como una fiesta. “De algo me serviría el entrenamiento que tuve en mi niñez cuando conseguí hacer amigos. Pero en Nueva York me di cuenta de que yo no tenía edad para eso”.
En ese autorretrato, la prolongación de todos sus retratos de mujeres a las que la vida también les hizo preguntas, Elvira Lindo se refiere ampliamente a sus etapas de Manolito y de ‘Tinto de verano’. Como en la serie veraniega de EL PAÍS salía tanto su santo (Antonio Muñoz Molina, su marido, académico y escritor, sabía muy bien que él no era el personaje creado por ella), hubo quienes incluso le pidieron al novelista que le prohibiera a su mujer ese recurso. “Ahí yo era muy gamberra, y ahora me asombro de lo que me atrevía a escribir; pero no era ni hiriente ni ofensivo: era humor absurdo, bromas sobre mi soledad o mi ignorancia”. Ahora, lo que son las cosas, concede, “¡eso se tendría que escribir con seudónimo o no escribirse en absoluto!".
Ella se llama a sí misma “inconveniente” por cómo la trataron cuando se atrevió con sus tintos de verano. Y el libro está lleno de mujeres inconvenientes. “Todas ellas, desde Mary Beard hasta Sallly Mann o Alice Munro, han dicho lo que querían decir. Y todas ellas, de un modo u otro, por cómo se comportan en la vida quiero que me sirvan de ejemplo”.
Elvira Lindo es la número 30 de esas mujeres ante las que “quitarse el sombrero”. Ese epílogo cierra un torrente de motivos para saber cuánto ha influido en ella su personal colección de disconformes.
30 maneras de quitarse el sombrero. Elvira Lindo. Prólogo de Elena Poniatowska. Seix Barral, 2018. 288 páginas. 18,90 euros.

Eduardo Mendoza: “Hay que luchar por la excelencia en la literatura” | Cultura | EL PAÍS

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Eduardo Mendoza: “Hay que luchar por la excelencia en la literatura” | Cultura | EL PAÍS

Eduardo Mendoza: “Hay que luchar por la excelencia en la literatura”

El escritor barcelonés habla de su nueva novela, 'El rey recibe', en una charla con lectores

El escritor Eduardo Mendoza, en el Encuentro Librotea | EL PAÍS.
El escritor Eduardo Mendoza, en el Encuentro Librotea | EL PAÍS. 

Hacia el feminismo especulativo | Babelia | EL PAÍS

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Hacia el feminismo especulativo | Babelia | EL PAÍS

TRIBUNA LIBRE TRIBUNA 

Hacia el feminismo especulativo

Diferentes autoras trasvasan las fronteras de los géneros para explorar las violencias, físicas y discursivas, en las mujeres

Un grupo de mujeres en una ilustración medieval.

Un grupo de mujeres en una ilustración medieval. 





Desde hace un par de años, el aumento de su presencia se viene notando en las mesas de las librerías: reescrituras, reboots de mitos, leyendas y cuentos clásicos, así como la apropiación de géneros pop como el terror, la distopía, la ciencia-ficción, el pastiche y la metaficción posmoderna. Con una perspectiva de género y a través de una vuelta de tuerca sugestiva y ecléctica desde los géneros no realistas, el feminismo especulativo ha llegado para quedarse. Pero ¿quiénes son sus referentes? Y ¿qué es el feminismo especulativo?
Olvidada durante décadas y ahora rescatada gracias a la labor editorial de Sexto Piso e Impedimenta, la británica Angela Carter reescribió algunos cuentos clásicos en La cámara sangrienta (1979), quizá su libro más accesible. Con su singular estilo barroco y erudito, en estas irreverentes reboots de Barbazul y La Bella y la Bestia entre otros clásicos, no solo propuso relecturas feministas donde ninguna princesa es salvada por un príncipe azul, sino que, influida por el psicoanálisis y la fascinación por Sade y Bataille, exhibió el anverso oscuro del erotismo y la crueldad. En esta línea de reboots de los clásicos, aunque tamizados por su inclinación a la metaficción posmoderna y su legado cultural yoruba, también se pueden leer las dos novelas de la anglonigeriana Helen OyeyemiEl señor Fox y Boy, Snow, Bird (ambas traducidas al español por Acantilado). En esta misma dirección, la americana Kelly Link realizó en el cuento 'Viajes con la Reina de las Nieves' (Magia para lectores, Seix Barral, 2011) una reescritura del clásico homónimo, indagando en el ensañamiento de los cuentos populares con los pies como símbolo de la independencia de sus personajes femeninos. A esto cabe agregar el elogiado debut de Carmen María Machado con Su cuerpo y otras fiestas (Anagrama, 2018), donde plantea diversos tipos de violencias sociales y simbólicas ejercidas contra los cuerpos femeninos. Como en la hilarante nouvelle ‘Especialmente atroz. 272 capítulos de Ley y orden: Unidad especializada en víctimas’, donde el famoso programa de televisión estadounidense es presentado a través de unas breves sinopsis de episodios surrealistas que satirizan la manera en que la violencia sexual se presenta en horarios de máxima audiencia.
Pero no todo va de reescrituras y pastiches posmodernos, porque a esta serie podemos agregar dos libros impactantes que evocan el poder redentor del fuego y la distopía. Por un lado, el multipremiado Las cosas que perdimos en el fuego(Anagrama, 2016), de Mariana Enríquez, invoca, en el relato homónimo, la potencia emancipadora de las llamas con un estremecedor relato de brujas contemporáneo que explora la violencia de género en clave de distopía social a lo James G. Ballard. Finalmente, El libro de Joan (Alpha Decay, 2018), de Lidia Yuknavitch, propone una fábula weird de inspiración medieval, donde su narradora principal encarna un homenaje a Christine de Pizan, protofeminista y la primera escritora profesional de Occidente, y a su heroína, Juana de Arco, reencarnada en Joan de Dirt, una joven luchadora con aptitudes similares a los de la mítica doncella de Orleans.
El común denominador de todas estas autoras quizá podría comprenderse desde los últimos desarrollos teóricos de Donna Haraway. A partir de una red de conceptos prestados de otras filósofas y científicas, la reconocida teórica americana hizo confluir en su último libro (Staying with the Trouble. Making Kin in the Chthulucene, 2015) un ecléctico mapa conceptual hacia el campo de la ficción. De una manera lúdica, Haraway invita a “especular”, en el sentido de imaginar y crear nuevas comunidades posibles. Su propuesta parte de las múltiples combinaciones de la contracción “SF”, una metáfora de cómo deberíamos encarnar las historias que nos contamos a nosotros mismos en este planeta desfalleciente:“Science Fiction”, “Speculative Fiction”, “Science Fabulation”, “Speculative Feminism”.
Este último concepto es útil para entender la emergencia, la relectura y el rescate del olvido (como en el caso de Angela Carter) de estas escritoras que, a través de la rienda suelta a la especulación, en su doble sentido de reflejo y conjetura, experimentan con los géneros y campos literarios como el terror, la ciencia-ficción, el fantástico, el surrealismo, el pastiche y el humor, sumándole profundidad y realismo psicológico a sus narrativas. Así es como estas diferentes autoras trasvasan las fronteras de los géneros para explorar las violencias, tanto físicas como discursivas, en los cuerpos de las mujeres. Y lo hacen de una manera impactante e inventiva que además cuestiona el realismo como el estándar de la calidad literaria. De esta manera, estas escritoras demuestran una gran capacidad para compartir historias comunitarias, explorando las raíces profundas en la experiencia de las mujeres durante siglos y evidenciando la necesidad de volver a contarnos historias, en un eterno retorno de la leyenda, el mito, los relatos clásicos y la historia, que, por suerte, no siguen significando lo mismo.
Ana Llurba es escritora, autora de libros como ‘La puerta del cielo’ (Aristas Martínez, 2018) y ‘Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr’ (La Isla de Siltolá, 2015).

Vivo, emocional y en el momento | Babelia | EL PAÍS

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Vivo, emocional y en el momento | Babelia | EL PAÍS

Vivo, emocional y en el momento

Teju Cole propicia en los ensayos de ‘Cosas conocidas y extrañas’ el mismo asombro ante el bagaje intelectual disfrazado de levedad que con su novela ‘Ciudad abierta’

Una de las imágenes del libro de Teju Cole.
Una de las imágenes del libro de Teju Cole.  MAGNUM PHOTOS
A poco de comenzar un ensayo sobre las fotografías de aficionado con drones, Teju Cole (Kalamazoo, Michigan, 1975) admite que “a la mayoría les falta el elemento de provocación formal o de ruptura conceptual del que dependen las imágenes memorables”. El ensayo se encuentra en la segunda parte de su nuevo libro, Cosas vistas, en la que el escritor norteamericano de ascendencia nigeriana se interesa por los vínculos profundos entre fotografía y horror, la fotografía de guerra, la apropiación fotográfica y el tratamiento de imágenes por parte del buscador de Google al tiempo que aborda la obra de los fotógrafos que sí han producido ese tipo de imágenes: Saul Leiter, Gueorgui Pinkhassov, Roy DeCarava, Howard French, Richard Renaldi, Seydou Keïta, Malick Sidibé, etcétera.
Cole es historiador del arte, fotógrafo y autor de dos novelas, Cada día es del ladrón (2007, publicada en español en 2016) y la exitosa (y muy sebaldiana) Ciudad abierta (2012): si la primera narraba un regreso parcialmente frustrado a Nigeria (el autor creció en ese país africano), la segunda constituía un paseo contemplativo por una ciudad (la Nueva York posterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001) que, como todas las ciudades, resultaba “un palimpsesto: escrito, borrado, rescrito” por las catástrofes de la historia. Ambas novelas estaban presididas por un raro talento para la observación, así como por algo más decididamente programático y que las vincula estrechamente (también) con los ensayos de Cosas conocidas y extrañas: una mezcla de ficción y experiencia autobiográfica que constituye el sello de su autor, no importa que este aborde una representación del Julio César de William Shakespeare a cargo de actores negros, esté hablando de Rojo de Krzysztof Kieślowski, escribiendo sobre los vínculos entre sueño y terror o narrando una visita a Jerusalén.
“Las personas están atrapadas en la historia y la historia está atrapada en ellas”, recuerda citando a James Baldwin. Se trata del tipo de certezas que atraviesa la totalidad de los ensayos de este libro. Cole es un crítico literario solvente y sus lecturas de autores como W. G. Sebald, Tomas Tranströmer, André Aciman, John BergerDerek Walcott o Ivan Vladislavić resultan persuasivas y seductoras de la forma en que lo es siempre la inteligencia. Pero lo que las singulariza es la forma en que su autor consigue hacer confluir en ellas el carácter personal de su lectura (el aspecto deliberadamente autobiográfico de su trabajo) con las demandas urgentes de los acontecimientos políticos y la inscripción del sujeto en los acontecimientos históricos; así, Cole concluye su texto sobre Baldwin con la constatación de que “la noticia del día (una vieja noticia, pero lacerante como una herida abierta) es que la vida de los negros en Estados Unidos es desechable desde el punto de vista de la policía, la justicia, la política. […] Baldwin escribió Stranger in the Village hace más de sesenta años”: el movimiento Black Lives Matter y la violencia contra los afroamericanos no son nunca mencionados en el texto (sí en otros de este libro), pero están “atrapados” en él como la historia está atrapada en el sujeto y este, en la historia.
Vivo, emocional y en el momento
A raíz de esto último, la distribución de los textos en tres grandes secciones temáticas, correspondientes a los ensayos literarios (‘Cosas leídas’), la escritura sobre fotografía y los viajes (‘Estar allí’) es el aspecto menos convincente de Cosas conocidas y extrañas. La obra de Teju Cole se inscribe en la tradición de la literatura del flâneur cuyos autores más destacados fueron Charles Baudelaire, Walter Benjamin, Robert Walser, Franz Hessel, Peter Handke y W.G. Sebald; la especificidad de esa literatura es la profunda imbricación de los actos de observar y pensar, de la deriva intelectual y la espacial, de la disolución de la identidad individual en la colectiva. Cole lleva a cabo todos estos cruces con una facilidad que propicia la fascinación, el asombro ante el bagaje intelectual disfrazado de improvisación y levedad, que caracterizaba Ciudad abierta y la convirtió en una de las novelas de la década. Es como si Teju Cole fuese un V. S. Naipaul que todavía observa y se observa observando, sin la preferencia del estilo sobre la verdad que caracteriza la obra tardía del premio Nobel. La suya no es una literatura de la “provocación formal” (Cole tiene la claridad y cierta fingida transparencia que distinguen la tradición del ensayismo anglosajón), pero sí de la “ruptura conceptual” que el autor asociaba en la pieza sobre la fotografía aérea con la producción de “imágenes memorables”. Las cosas “conocidas y extrañas” del título son sólo una, familiar y desconcertante al mismo tiempo cuando es sometida a la mirada de alguien como el autor, y resumen la experiencia de estar vivo emocional e intelectualmente en este momento histórico. El nuevo libro de Cole está imbuido por completo de esa experiencia y reúne algunas de las “imágenes memorables” más importantes del último año.
Cosas conocidas y extrañas. Ensayos. Teju Cole. Traducción de Miguel Temprano García. Acantilado. Barcelona, 2018. 400 páginas, 24,00 euros.

El brillo de la alta sociedad | Babelia | EL PAÍS

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El brillo de la alta sociedad | Babelia | EL PAÍS

El brillo de la alta sociedad

Francine du Plessix Grey retrata el glamour de Nueva York a mediados del siglo XX y las sombras tras ese esplendor

Retrato de Tatiana Yakovleva, en torno a 1930. Cortesía de Errata Naturae.
Retrato de Tatiana Yakovleva, en torno a 1930. Cortesía de Errata Naturae.
Este libro, de corte autobiográfico, abarca varios asuntos. Se inicia con la historia de amor de TatianaYakovleva (madre de la autora) con Vladímir Maiakovski, seguida de las aventuras de los rusos blancos emigrados tras la Revolución de Octubre, la siguiente emigración de la Francia a punto de ser ocupada y la huida a Estados Unidos y sigue con el ascenso de una pareja de emprendedores, Tatiana Yakovleva y Alexandre Liberman, como profesionales de éxito: ella, la más famosa creadora de sombreros de Nueva York en los años cuarenta y cincuenta, y Liberman como director del grupo periodístico Condé Nast, el más poderoso de América junto a Hearst y Time Life. Además, el libro contiene la historia del glamour neoyorquino de la época, que es como decir la historia del glamour en el siglo XX, por la que desfilan estrellas de cine, decoradores, fotógrafos, pintores, modelos, millonarios, la alta sociedad, etcétera, con especial hincapié en la vida de las dos familias de la pareja Tatiana-Alexandre —padres, madres, abuelos y abuelas, bisabuelas... en fin, excéntricos familiones al estilo tradicional—. Y todo ello narrado por la hija de Tatiana y el barón Bertrand du Plessix, su primer marido, héroe de guerra muerto prematuramente en la II Guerra Mundial.
Como se puede deducir, las setecientas y pico páginas del libro pueden dar buena cuenta de todo y todo huele a éxito, pero aquí es donde empiezan las reticencias. Adelantemos que el libro es muy entretenido, sobre todo para aquellos que hayan llegado a conocer la época u oído hablar de ella y mitómanos en general (la moda y el lujo en la capital del mundo). Pero el libro se parte en dos: por un lado, la vida brillante de Tatiana y Alexandre y su mundo, y, por otra, la vida más dura y menos lucida de la autora.
El brillo de la alta sociedad
Francine du Plessix es, siendo niña, una fugitiva que salta de casa en casa hasta que su madre y su padre adoptivos se instalan en la calle Setenta Este, su primer y verdadero hogar; pero de sus 12 a sus 18 años, cuando entra en la universidad, son años marcados por la necesidad de ser querida, por el amor total a sus padres, siempre con miedo de perderlos si este amor no es suficientemente intenso y por la soledad debida a la dedicación de ambos a sus trabajos y a la vida de relación que conllevan (cinco días a la semana al menos de fiestas y cócteles), años marcados también por la rebeldía natural de la adolescencia y por la serenidad de un nuevo personaje, Cleve Gray, pintor que da su segundo apellido a Francine, que sustituye con su dedicación y protección a Alexandre, hasta el matrimonio de esta.
Francine cuenta sin pelos en la lengua tanto su adoración por Tatiana, Alexandre y su familia rusa como el descarnado y lúcido retrato que hace de todos ellos. Esta es la parte más interesante del libro. La otra, el retrato del Gran Mundo, está más cerca de una revista de sociedad. Claro que ¡menuda sociedad la que relata! Tatiana y Alexandre son mostrados en todo su brillo y en toda su crudeza real, severa y egocéntrica, lo cual da credibilidad al libro.
Quizá, en su conjunto, el libro adolezca de falta de selectividad a la hora de ordenar la historia y sumar anécdotas, pero su contenido es historia del siglo XX y de la sensibilidad de una jovencita de carácter que tuvo la suerte y la desgracia de nacer en un mundo donde la lucha de los egos por la vida discurría sin cuartel bajo los focos del éxito.
Ellos. Francine du Plessix Grey. Traducción de Ángeles de los Santos. Errata Naturae / Periférica, 2018. 736 páginas. 26,5 euros.

El origen del mundo | Babelia | EL PAÍS

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El origen del mundo | Babelia | EL PAÍS

El origen del mundo

Andrés Ibáñez, autor de ‘Un maestro de las sensaciones’, tiene un don para narrar historias interesantes al mejor estilo decimonónico

Portada del libro de Andrés Ibáñez.
Portada del libro de Andrés Ibáñez.
Veintidós cuentos integran el nuevo libro de Andrés Ibáñez, Un maestro de las sensaciones, 22 historias entre piezas largas y otras breves, algunas rozando el microrrelato. Comienzo por la que le presta título al volumen. Un relato que otorga un tono general al libro. En sí mismo el cuento aborda una idea que se repite en el libro como un tema musical, el origen del mundo, su percepción. Y a su vez, a mí particularmente, recuerda a través de su escritura, en línea general atemporal y sin geografía concreta, el timbre estilístico de la primera novela de Andrés Ibáñez, La música del mundo(1995). De todos los relatos incluidos, a mí me han gustado unos más que otros. Me gustó mucho el que aludí más arriba. Una pieza breve, sugerente y sin fisuras. Otro cuento que también me gustó mucho es ‘No tengas miedo a la lluvia’. Narrado en primera persona, todo lo que sucede en esta historia es triste. La mujer que lo puebla, probablemente la mujer más buena del mundo, si no la más buena de la narrativa de ficción que yo nunca leí, con su hijito en brazos, nos costará olvidarla.
Pero también me veo obligado a consignar los fallos en algunos cuentos. Por ejemplo, el que se titula ‘Camila’. Una historia en principio extraña y llena de enigmas. Pero sucede que a las cuatro páginas, Ibáñez pone en boca del narrador omnisciente la palabra “inquietante”. Una palabra prohibida en un relato que se pretende precisamente inquietante. Pero además el relato naufraga en su último tramo, cuando su autor incluye unos objetos misteriosos que colaboran a que la trama se diluya y nos ofrezca un final sin ton ni son con lo que se nos prometía en su principio. Otro tanto me sucedió con ‘La amante perfecta’. Una pieza que merecía mejor acabado. ‘El espejo inca’ nos vuelve a reconciliar con Ibáñez. “Sus habitantes sufren de una carencia crónica de temas de conversación”, se dice en su comienzo. Intuyo que será bueno. Lo leo y reconozco en este cuento la impronta de Ibáñez, un don para narrar historias interesantes al mejor estilo decimonónico, algunas fallidas, vale, pero excelentes las que le salen redondas.
Un maestro de las sensaciones. Andrés Ibáñez. Galaxia Gutenberg, 2018. 300 páginas. 22 euros.

Póngalo usted por escrito | Babelia | EL PAÍS

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Póngalo usted por escrito

Ramón González, testigo del atentado en la sala Bataclan de París en 2015, narra sin exageraciones ni sentimentalismos su experiencia en el acto terrorista y en los meses siguientes

Portada del libro de Ramón González.
Portada del libro de Ramón González.
El viernes 13 de noviembre de 2015, cuando quedaban 10 minutos para las diez de la noche, la sala Bataclan, en París, sufrió un atentado terrorista de corte yihadista. Durante la actuación de la banda Eagles of Death Metal, tres asesinos irrumpieron disparando a diestro y siniestro sobre las 1.500 personas que se hallaban allí, muriendo 90 de ellas. Ramón González, un español afincado en la capital francesa desde 2011, estuvo en Bataclan. Con él estaba Paola, su novia, y un par de amigos también españoles.
Esta novela, la primera de su autor, trata de narrar no solo esa experiencia, sino también las consecuencias personales inmediatas —psicológicas, laborables, emocionales— que les afectaron en días y meses posteriores. La narración, al ser secuenciada temporalmente de modo consecutivo tal y como sucedió, es percibida por el lector en dos partes. Por un lado, lo ocurrido en el atentado, y por otro, todo lo que ello condicionó de la vida del protagonista y su entorno más próximo. Con respecto a la primera parte, la narración funciona en base a una eficiencia terapéutica de poner por escrito lo vivido. Su autor transmite la tensión sufrida, los pormenores, la concatenación de acciones, así como la situación de terror renunciando a cualquier épica tramposa. Resulta obvia la pretensión de su autor de no literaturizar sino redactar hechos, sus pensamientos ante esos hechos y las acciones derivadas de estos. Pero como lo que nos entrega el autor no es —ni quiere ser— autoficción o periodismo en el frente, sino una novela basada en hechos reales, la leemos como tal y es lo sincero del testimonio la única apuesta del libro. De ahí que la pobreza en ocasiones en el lenguaje y casi ningún juego estilístico o literario nos lleven a una lectura casi de un acta presencial del autor.
La segunda parte, el día a día de los supervivientes, podría haber enjuagado parte de esa sensación si hubiera excavado en el trauma o en el estado forzosamente excepcional de él como víctima. Pero seguimos leyendo una especie de libro de contabilidad de hechos y consecuencias. No encontramos ninguna derivada, ninguna impugnación al relato factual, ninguna falla en la rabia, la incomprensión, la contextualización o la culpabilización de la víctima. Tampoco —a excepción de alguna conversación con terceros o del narrador con Paola— el tratar de entender por qué esos tipos hicieron lo que hicieron o cómo enfrentarte a poner en tela de juicios tus propias convicciones, creencias, prejuicios, los nuevos y viejos miedos. No es tanto un problema de la frialdad elegida —ese es el toque de la personalidad del autor al escapar del tremendismo o del sentimentalismo, por ejemplo—, sino que, al descontextualizar, da a una masacre la categoría de un mero accidente de tráfico. Si ese es el objetivo, uno echa de menos para hacerlo literario algo de aspereza, inhumanidad, extrañamiento o cualquier otro hallazgo en la excavación dentro del protagonista que nos permita ir más allá de una lectura autobiográfica de un testigo honesto que no quiere ni exagerar ni mentirnos.
Paz, amor y Death Metal. Ramón González. Tusquets, 2018. 208 páginas. 17 euros.

Las editoriales universitarias, primer grupo de edición académica de España | Cultura | EL PAÍS

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Las editoriales universitarias, primer grupo de edición académica de España | Cultura | EL PAÍS

Las editoriales universitarias, primer grupo de edición académica de España

Las publicaciones alcanzaron los 4.497 títulos en 2017, un 4% menos que en 2015

Editores de la UNE y premiados este jueves en Madrid.



Editores de la UNE y premiados este jueves en Madrid. 



Las ciencias sociales y humanas son las materias que copan las publicaciones universitarias desde hace una década y en 2017 representaron el 76% de los 4.497 libros editados por las 70 universidades y centros de investigación españoles. Una cifra que se ha ido incrementando en los últimos años y que en 2007 era del 55%, según datos del informe anual que hizo público este jueves en Madrid la Unión de Editoriales Universitarias Españolas (UNE). En ese 76% de publicaciones dedicadas a las ciencias sociales y humanas, las primeras van a la cabeza (40,5%). Le siguen los títulos científicos, tecnológicos y de ciencias de la salud.
Pedro Rújula, secretario general de la UNE, ha confirmado que la entidad continúa siendo el primer grupo de edición académica en España, con el 34% de los títulos que se publican en este sector. A pesar de que en 2017 se han publicado un 4% menos de libros que en 2015, último año en que se elaboró el informe Las editoriales universitarias en cifras, que se realiza de forma bienal. “Estos datos ratifican el liderazgo de la universidad española en la difusión del conocimiento en nuestro país”, subrayó Rújula.
Según el estudio, realizado por la empresa Conecta, el 83% de los libros publicados han sido novedades (3.732); mientras que el resto fueron reediciones (765); aunque las universidades mantuvieron en el mercado el pasado año un total de 58.675 publicaciones. Ese "fondo vivo"—los títulos que están disponibles en el mercado— ha aumentado un 15% con respecto a los datos del último informe. Mientras que la coedición ha disminuido, pasando del 53,5% en 2015 al 37,9% que se resgistró el pasado año. Del total de los 4.497 títulos de 2017, 1.659 fueron editados en régimen de coedición tanto interuniversitaria como con otras instituciones públicas o privadas o con editoriales privadas.
Son datos del informe Las editoriales universitarias en cifras 2017, que ha sido hecho público hoy por la UNE en una rueda de prensa en la que se han presentado los actos de la 37ª asamblea general de la asociación que se está celebrando en la Universidad Autónoma de Madrid los días 15 y 16 de noviembre bajo el lema "Visibilidad de la producción académica en el ámbito universitario".
En el informe destaca también el aumento de la facturación por la venta de libros digitales en un 12% respecto a 2015. En 2017, las universidades facturaron 12.326.942 euros, cifra similar a la obtenida en 2015, por la venta de 1.001.474 ejemplares. El 29,7% de esa cantidad correspondió a libros en soporte digital, un incremento que se ha producido a costa de la facturación en papel, que baja un 7%.
Ana Isabel González, presidenta de la UNE, se ha referido especialmente a los buenos resultados del modelo de colaboración universitario, con ejemplos como la página web Unebook —en la que cualquier persona puede consultar las novedades y adquirir cualquiera de las publicaciones de las 70 universidades y centros de investigación— y ha asegurado que todos estos proyectos están contribuyendo a acercar el conocimiento a toda la sociedad española.
Durante la reunión de la asamblea general de la UNE se entregaron los 11 premios que concede la entidad en diferentes categorías y que han sido seleccionados por un jurado independiente. Entre ellos los de Mejor monografía en Ciencias, Ingeniería y Arquitectura a Mies en Barcelona. Arquitectura, representación y memoria, de Valentín Trillo (Universidad de Sevilla); Mejor monografía en Ciencias Jurídicas y Sociales a Miguel de Unamuno. Epistolario I, de Colette y Jean-Claude Rabaté  (Universidad de Salamanca); en Artes y Humanidades a La modernidad elusiva: Jazz, baile y política en a Guerra Civil española y el franquismo (1936-1968), de Iván Iglesias (CSIC), o Mejor coedición interuniversitaria a las de Valladolid y Sevilla por Pintura barroca vallisoletana, de Enrique Valdivieso y Jesús Urrea.

El libro de las mil palabras (千字文) - ConfucioMag

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El libro de las mil palabras (千字文) - ConfucioMag

Revista Instituto Confucio – ConfucioMag








Zhou Xingsi: El libro de las mil palabras

El libro de las mil palabras fue compuesto en el siglo VI por Zhou Xingsi, por encargo del emperador Wu Di. El texto está formado por 125 exquisitos versos de ocho caracteres cada uno, a lo largo de los cuales presenta un increíble recorrido por la mitología, la historia y el sistema de valores confuciano.

Libro de las mil palabras
Reportaje de
Alfonso Araujo 
方硕
El libro de las mil palabras (千字文Qiān zì wén) es, sin duda alguna, una obra maestra no solo de la tradición china, sino de la literatura universal; y sin embargo es, hasta el día de hoy, lamentablemente desconocida en Occidente. El erudito Zhou Xingsi (周兴嗣), su autor, vivió durante la dinastía Liang (, 502–549) y desde entonces existe una colorida leyenda relacionada con su composición. El emperador reinante, Liang Wu Di (梁武帝), deseaba presentar un regalo digno a su joven heredero, para lo que encargó al maestro Zhou Xingsi la escritura de un libro que sirviera no solo para la práctica de la caligrafía, sino también para la formación cultural que corresponde a un futuro soberano.
Algunas versiones de esta historia dicen que el emperador amenazó a Zhou Xingsi con la ejecución si no completaba el encargo en una sola noche; por lo que tal y como se le había pedido terminó la obra y el cabello y la barba del maestro se tornaron completamente blancos.
Libro de las mil palabras
El emperador Liang Wu Di
El resultado superó por mucho las expectativas del impaciente emperador: lejos de ser un mero manual para jóvenes oficiales, Zhou Xingsi compuso un monumento de habilidad literaria. El texto está formado por 125 exquisitos versos de ocho caracteres cada uno, a lo largo de los cuales presenta un increíble recorrido por la mitología, la historia y el sistema de valores confuciano.
Con refinada precisión va describiendo ejemplos de conducta virtuosa, historias de generales y eruditos, y un impresionante catálogo de hechos y hazañas del imperio. Pero el hecho más curioso es que utiliza un total de mil caracteres distintos, sin una sola repetición.
La hazaña mereció el reconocimiento inmediato y universal y quince siglos después su aprecio aumenta. Se continúa utilizando en la enseñanza elemental y sirve de modelo para el aprendizaje de la caligrafía en China, Corea y Japón.
Libro de las mil palabras
Representación de Los Tres Soberanos
Dividido temáticamente en siete partes, Zhou Xingsi refiere hechos y lugares de Hebei en tres ocasiones, pues esta provincia fue asiento de algunas de las más antiguas historias conservadas en las crónicas. El primer hecho aparece en la parte 2, donde habla de los sabios antiguos y de los orígenes de la civilización. Aquí tenemos el verso 1, que dice:
“Vinieron el Maestro Dragón, el Rey del Fuego,
el Oficial Alado y el Rey de los Hombres”.
龙师火帝鸟官人皇  (Lóng shī huǒ dì, niǎo guān rén huáng)
que hace alusión a los “Tres Soberanos y Cinco Reyes de la Antigüedad” (三皇五帝Sānhuáng wǔdì), personajes de la época legendaria quienes instituyeron las primeras bases de la cultura china.
Libro de las mil palabras
Emperador Amarillo
Los primeros dos son nombres poéticos con los que se conocen a Fu Xi (伏羲), inventor de la escritura; y a Shen Nong (神农), patrono de la agricultura y precursor de la herbolaria, ambos pertenecientes a la llamada “época mítica”, antes del 3000 a.C. El tercer nombre, el Oficial Alado, se refiere al príncipe Shao Hao (神农), y por extensión hace referencia a su padre, el legendarioEmperador Amarillo (皇帝Huángdì), primer emperador de la Antigüedad. Los Registros de la historia (史记Shǐjì) narran que Huangdi finalmente consolidó su poder como soberano absoluto alrededor del 2500 a.C., al ganar la que es considerada como la segunda gran batalla de la historia china: la Batalla de Zhuolu (涿鹿之战Zhuōlù zhī zhàn), en la que derrotó al poderoso líder Chiyou(蚩尤), jefe de las llamadas Nueve Tribus (九黎Jiǔ ) e inventor de las primeras armas de guerra. El lugar de esta legendaria batalla se encuentra precisamente en la provincia de Hebei, cerca de su frontera con la vecina Liaoning (辽宁Liáoníng), de modo que no es poca cosa ser el sitio donde el Emperador Amarillo ascendió al poder y estableció su impronta para los milenios venideros.
Libro de las mil palabras
Gran Muralla
Además de esa referencia a los orígenes de la civilización china, dos sitios en Hebei relacionados con la Gran Muralla también fueron inmortalizados en las líneas del Libro de las mil palabras. En la parte 4, en el verso 28, se habla de los rincones más notables del imperio, mencionando diez lugares famosos, dos de los cuales se encuentran en Hebei. Dice así:
“El Paso de Yanmen y la Defensa Púrpura;la Estación de Jitian y la Bóveda de Chicheng”.
雁门紫塞鸡田赤城   (Yàn mén zǐ sāi, jī tián chì chéng)
Este pasaje se refiere a las grandes construcciones en las montañas. El Paso de Yanmen es una fortificación famosa, en la provincia de Shaanxi; y la “Defensa Púrpura” era uno de los nombres poéticos con los que se conocía a la Gran Muralla.
Libro de las mil palabras
Paso de Yanmen
En las siguientes líneas, versos 29 y 30, dice el poema:
“El Estanque de Kunchi y el Pico de Jieshi;
los Pantanos de Juye y el Lago de Dongting”
昆池碣石巨野洞庭   (Kūn chí jié shí, jù yě dòng tíng)
refiriéndose a cuatro de los paisajes más bellos del imperio en ese tiempo. Y precisamente Jieshi (碣石山), la “tableta de piedra”, es una famosa montaña en Hebei que debe su nombre a su forma de estela vertical. Desde su cima se puede apreciar en todo su esplendor el Golfo de Bohai (渤海Bó Hǎi), la parte del Mar Amarillo que entra a la costa noreste de China. De pie en la altura de Jieshi podemos contemplar ese mar hermoso y peligroso, y las extensiones de tierra más allá de la muralla. Y podemos evocar cómo antiguos líderes lucharon por la supremacía sobre estas tierras, mientras sus impasibles montañas y mares permanecían como fieles testigos de la historia de Hebei.
Libro de las mil palabras
Pico de Jieshi
Más obras literarias de la antigüedad china en ConfucioMag:


Revista instituto Confucio 29
pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.
Número 29. Volumen II. Marzo de 2015.

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La Playa Roja (红海滩), un paisaje excepcional - ConfucioMag

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La Playa Roja (红海滩), un paisaje excepcional - ConfucioMag

Revista Instituto Confucio – ConfucioMag






La Playa Roja (红海滩, Hóng hǎitān), un paisaje excepcional

La Playa Roja (红海滩Hóng hǎitāndel delta del río Liao () es una región pantanosa poblada con un arbusto acuático rosado en primavera, escarlata en verano y rojo como el fuego en otoño.

Reportaje de
Li Ning
李宁
La  Playa Roja (红海滩Hóng hǎitān) se encuentra en Panjin (盘锦), ciudad de la provincia de Liaoning (辽宁), en los pantanos del delta del río Liao (). Es difícil que quienes escuchan por vez primera el nombre no pregunten por aquello que lo inspira. ¿Es la arena roja o acaso lo son las piedras? En realidad, este paraje no es una playa en el sentido estricto de la palabra, sino una región pantanosa formada por la agrupación de grandes extensiones de plantas de la especie Suaeda glauca, conocida comunmente como jianpeng(碱蓬草Jiǎnpéngcǎo). Este arbusto acuático es resistente, en primavera es de un tono rosado, escarlata en verano y rojo como el fuego en otoño y, al observarlo desde lejos, da la impresión de contemplar un océano rojo. De ahí su título de “Playa Roja”.
La Playa Roja (红海滩, Hóng hǎitān) de Panjin
Todavía en la actualidad sigue sin saberse con certeza cuándo surgió pero a este lugar se le considera como una maravilla natural. La Playa Roja se conserva intacta en la actualidad y representa un paraje lleno de recursos propios de las áreas pantanosas, así como el mayor humedal de cañas. Se trata de una perfecta combinación entre el medioambiente natural y la civilización. Asimismo, es un entorno muy valorado en China y se le ha distinguido con el título de Reserva Natural Estatal.
La Playa Roja (红海滩, Hóng hǎitān) de Panjin
El maravilloso horizonte natural de la Playa Roja, sus campos de arroz, su mar de cañas y sus bellas y raras aves dependen unas de otros para su supervivencia: es el ámbito ideal en el que todos los seres de la creación vuelven a la naturaleza. Aquí pueden verse 30 tipos de aves protegidas, como la grulla de Manchuria o el cisne. Los visitantes pueden entrar en contacto a corta distancia con estas raras especies valoradas y protegidas a nivel nacional, observar sus costumbres y comprobar su ingenio.
La Playa Roja ofrece un hermoso hábitat a estas encantadoras criaturas, al igual que la planta jianpeng les ofrece brotes tiernos y semillas. Por ello, al visitar este privilegiado lugar, los turistas pueden oír el resonante y conmovedor canto de la “deidad del pantano” o grulla de Manchuria tras comer, como si diese gracias a la naturaleza y a la hierba jianpeng. Hace tres mil años en el Shijing(诗经) ya se describía esta escena: “En la ribera alta se oye gruñir a las grullas y llegan hasta el cielo” (鹤鸣九皋,声闻于天Hè míng jiǔ gāo, shēng wén yú tiān). Además de ser un hermoso territorio natural, rico en recursos, el entorno también es muy refinado.
La Playa Roja (红海滩, Hóng hǎitān) de Panjin
Sobre la superficie pantanosa de la Playa Roja se extiende una plataforma construida enteramente en madera y al estilo antiguo. Este “puente de las nueve curvas” (九曲廊桥Jiǔ qū láng qiáo) está compuesto por 519 tablones cimentados sobre las aguas, cuya superficie total sobrepasa los 2.000 m2, y causa un grandioso efecto visual. Asimismo, en este sitio se construyó el Jieguanting (接官厅), un edificio tradicional erigido para conmemorar a Yuan Chonghuan (袁崇焕, 1584-1630), histórico y heroico general. Ello proporcionó a este paraje el duradero e imborrable sello de la historia.
La Playa Roja (红海滩, Hóng hǎitān) de Panjin
La Playa Roja asombra por su paisaje excepcionalmente hermoso, una obra maestra de la naturaleza. Verandas, puentes, pabellones, raras aves y la playa de un mar epicontinental convergen en una vista que se asemeja a una pintura en tinta que, a menudo y en todos los sentidos, encarna la connotación espiritual de la coexistencia armoniosa entre el hombre y la naturaleza. Cada año, entre los meses de agosto y octubre, el lugar alcanza su máxima belleza y sus visitantes pueden experimentar plenamente la hermosura de la naturaleza, a la que se llega mediante la comprensión de la perfecta unión entre el hombre y el mundo natural. Roja es la Playa Roja, rojo es su encanto, rojo su espíritu conmovedor, el rojo que permite al hombre soñar despierto y sumirse en la meditación. Roja también es la planta jianpeng, rojo es el cielo azul, rojas son las nubes, los pájaros acuáticos, y todo así posee un significado inabarcable. 
La Playa Roja (红海滩, Hóng hǎitān) de Panjin

Instituto Confucio 35
pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 35. Volumen II. Marzo de 2016.Leer este reportaje en la edición impresa

Los árboles escarchados de Jilin - Revista Instituto Confucio - ConfucioMag

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Los árboles escarchados de Jilin - Revista Instituto Confucio - ConfucioMag

Revista Instituto Confucio – ConfucioMag

Los árboles escarchados de Jilin




Los árboles escarchados de Jilin

Los “árboles escarchados” de Jilin son un fenómeno natural de condensación del frío que deja cristales de escarcha sobre la superficie de ramas y hojas, lo que la gente del lugar conoce como “árboles con témpanos”. Son esculturas translúcidas de extraordinaria blancura y belleza, como flores de peral que brotan en pleno invierno.     

Un reportaje deJin Yiwen 
金漪雯
En China hay cuatro escenarios naturales que destacan entre todos los demás: los árboles escarchados de Jilin, los paisajes de montañas cársticas de Guilin, el bosque de piedra de Yunnan y las Tres Gargantas del río Yangtsé. Todos conforman extraordinarias obras de la naturaleza, pero el de Jilin constituye sin duda el paraje de mayor singularidad y rareza, ya que la combinación de factores naturales y humanos hace que se logre una total armonía entre la naturaleza y el ser humano.
Los árboles escarchados de Jilin
China es el país en el que aparecieron los primeros testimonios escritos sobre el fenómeno natural de los árboles escarchados. Ya durante el periodo de Primaveras y Otoños (770-476 a.C.) se menciona en el libro Los anales de primavera y otoño, el clásico tradicionalmente atribuido a Confucio. A través de los siglos numerosos apelativos se han empleado para referirse a este maravilloso fenómeno natural como es el caso de Huang Zhen, erudito de finales de la dinastía Song, que hablaba de un “regalo de ensueño”, porque según él los dioses lo habrían entregado a los humanos mientras dormían. Aparte de ello, también se han utilizado nombres como “flor escarchada” o “flor de viburnum” (también llamado “bola de nieve”), que simboliza por su semejanza a una flor nacida en lo más crudo del invierno, entre campos nevados y cielos ventosos. Zhang Dai, escritor de finales de la dinastía Ming y principios de la Qing, también lo menciona en su célebre obra “La escarcha se asemeja a una niebla blanquecina que tiñe de blanco el cielo, las nubes, las montañas y los ríos”. En dicho pasaje se describe la aparición del fenómeno cuando tierra y cielo se funden en un solo color y el paisaje se asemeja a un poema o una pintura.        
Los árboles escarchados de Jilin
En las famosas montañas de Huangshan o de Lushan también se puede apreciar este prodigio. “La razón por la que los árboles escarchados de Jilin han adquirido semejante renombre tanto dentro como fuera de China hay que buscarla en la forma de su escarcha.” Para explicarlo, hay que comenzar por cómo se genera. En realidad, las condiciones para su aparición son extremadamente severas, pues hace falta en primer lugar que se produzca un largo y gélido invierno sobre el terreno y, en segundo lugar, se requiere un alto contenido de vapor de agua en la atmósfera. Debido a la existencia de la cercana presa de Fengman, el río Songhua no llega a congelarse en invierno a su paso por la ciudad de Jilin, lo que hace que se produzca una diferencia térmica entre la superficie del agua y la de la tierra de alrededor de 30 ºC; el contraste entre ese aire helado y la temperatura templada del río favorece así la creación del fenómeno de los árboles escarchados.
La neblina blanca formada por encima del Songhua se condensa sobre las ramas y hojas de los árboles y esculpe así sus espléndidas figuras escarchadas. Comparada con otros lugares de China donde se produce este mismo fenómeno, la escarcha blanca de Jilin resulta más frecuente y se prolonga más en el tiempo. Y, además, es la que presenta un mayor espesor, un menor grado de densidad y la estructura interna más laxa de todas ellas, lo que la hace extremadamente singular.       
Los árboles escarchados de Jilin

Cristalinas aguas

“Un río de frías y cristalinas aguas y dos orillas de escarcha condensada” es una frase que describe bien el paisaje blanco de ambas riberas del río Songhua a su paso por la ciudad de Jilin. Los árboles escarchados no sólo pueden presumir de su gran interés desde el punto de vista paisajístico, sino que también poseen un importante valor medioambiental; la escarcha ejerce también una función natural de “humidificador”, “purificador” y “generador de iones negativos”. Las conocidas como PM 2,5 son partículas en suspensión de menos de 2,5 micras, cuanta mayor es su concentración en el aire, peor es la calidad del aire.
La escarcha es capaz de absorber esas partículas sedimentadas en la tierra y limpiar así el aire. Los iones negativos también repercuten en la calidad de la atmósfera; cuando se condensa esa capa de escarcha, la cantidad de iones negativos puede llegar a ser más de cinco veces superior a la que existía previamente y esa es la razón por la que, al disfrutar de este paisaje, las personas sienten que sus pulmones están más oxigenados y que respiran mucho mejor. Al mismo tiempo, la escarcha sirve para reducir sensiblemente el ruido ambiental, ya que con ella disminuye el índice de reflectividad de las ondas sonoras, que son en gran parte absorbidas y neutralizadas. Todo aquel que pasea entre los bosques cubiertos de escarcha se ve embargado por una tremenda calma y sosiego.      
Los árboles escarchados de Jilin
Si se desea disfrutar de este fenómeno en Jilin se debe acudir allí entre finales de diciembre y finales de enero. La mejor hora para tomar fotografías es de diez a once y media de la mañana, ya que a partir de mediodía el ascenso de las temperaturas y el fuerte viento hacen que la escarcha se vaya disolviendo gradualmente. Por otro lado, hay que tener en cuenta que no se produce todos los días. Según un dicho popular, “como una súbita ráfaga de viento primaveral en mitad de la noche, miles de árboles ven brotar sus flores blancas”. 
La llegada de la escarcha es tan repentina como su desaparición, por lo que si se quiere contemplarla también hace falta un poco de suerte. El proceso de formación consta normalmente de tres fases: como se suele decir, “por la noche te rodea la bruma, de madrugada cuelgan los témpanos y en torno al mediodía se caen las hojas”. A menudo la noche anterior se forma sobre la superficie del Songhua una espesa capa de neblina que cubre todo el río y la ciudad, creando un paisaje onírico propio de cuento de hadas; esa niebla es la que anuncia la llegada de la escarcha y, cuanto más espesa sea aquélla, mayor será ésta y más bello el espectáculo. “De madrugada cuelgan los témpanos” alude a la mañana del día posterior, durante la que se pueden admirar las ramas de los sauces y olmos de las orillas recubiertas de flores de escarcha relucientes de un blanco inmaculado que, vistas desde lejos, componen un horizonte de blancura espectacular. En cuanto a la última fase, “en torno a mediodía se caen”, quiere decir que llegada esa hora y debido al ascenso de las temperaturas y las ráfagas de viento, la escarcha empieza a disolverse lentamente, un espectáculo también digno de contemplación.
Los árboles escarchados de Jilin
El mejor lugar para disfrutar de este fenómeno es la isla de escarcha aguas abajo del río Songhua, un emplazamiento famoso por la cantidad de rocío condensada en ella. La topografía de la isla es muy baja, rodeada por las aguas del Songhua, y la persistente neblina invernal hace que casi todos los días se puedan contemplar los helados árboles; incluso hay días en los que dicha niebla no llega a desprenderse del todo. Este incomparable fenómeno hace que sean innumerables los turistas llegados de todos los rincones que acuden cada invierno aquí, sin dejarse arredrar por el viento o la nieve, para disfrutar su paisaje y llevarse un testimonio gráfico de vuelta a casa.

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pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 50. Volumen V. Septiembre de 2018.
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