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SER PERSONA ► Marilynne Robinson | Lila: Literatura contra el cinismo | Cultura | EL PAÍS

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Marilynne Robinson | Lila: Literatura contra el cinismo | Cultura | EL PAÍS



Literatura contra el cinismo

La escritora estadounidense Marilynne Robinson presenta en Barcelona su novela 'Lila'



Marilynne Robinson

Marilynne Robinson, el 19 de noviembre en Barcelona. / CONSUELO BAUTISTA




Marilynne Robinson (Idaho, 1943) tiene una preocupación: las sociedades democráticas están olvidando su base fundamental, "la predisposición a confiar en la buena voluntad de los otros". Lo repitió cuantas veces pudo durante una visita a Barcelona, en la que también presentó Lila, novela con que la escritora estadounidense completa la trilogía precedida por Gilead y En casa. "Nos han hecho creer que somos sirvientes de la economía, que hay gente prescindible. El darwinismo social es un error y un empobrecimiento", denunció en una conferencia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Ese error, continuó, es uno de los muchos que debe ayudar a remendar la literatura.
Aun sin tener un discurso preparado, cuando Robinson habla parece que articule un ensayo sobre la marcha. A sus 72 años, esta teóloga cristiana, ganadora de un premio Pulitzer por Gilead (Galaxia Gutenberg, 2011), no tiene prisa por convencer a nadie; su crítica del cientificismo y la mercantilización del talento humano es tan implacable como tranquila. "La literatura naturalista decía que hay personas más dignas de compasión que de respeto, una visión reduccionista de la mente humana que ha calado", razona durante una entrevista: el resultado es un cinismo generalizado que define como "una reacción barata y autoprotectora hacia las cosas, que niega nuestra capacidad para emocionarnos y convertirnos en mejores personas".
Precisamente la falta de cinismo, así como una modulación casi bíblica, son características de Lila, publicada ahora en castellano (Galaxia Gutenberg) y catalán (Edicions de 1984). Su protagonista, Lila, es una huérfana criada con un grupo de buscavidas nómadas del Midwest en los años previos a la Gran Depresión; su único hogar conocido es una interminable sucesión de campos de trigo y puebluchos de carretera a la que algunos llaman Estados Unidos de América, pero que para ella no tiene nombre. En su canto espiritual particular no hay condescendencia: "Si le niegas compasión y amor a un personaje, estarás creando un ser en dos dimensiones", afirma Robinson.
No es extraño que eligiera una outsider como protagonista. Es su modo de dignificar segmentos de la población normalmente estigmatizados. "Lila es una persona que no está socialmente definida, no está alienada por el lenguaje", describe. Amparada por Doll, la enigmática mujer que la "robó" siendo un bebé, Lila tira adelante en condiciones dickensianas hasta topar con el viejo reverendo John Ames, en quien encuentra un compañero improbable. De su pasado errante conserva sólo la navaja afilada de Doll, y una desconfianza instintiva hacia el resto de humanos.

"Lila es una persona que no está socialmente definida, no está alienada por el lenguaje"
Ames, que ya aparecía como narrador en Gilead, es un asceta cultivado en asuntos teológicos para quien la Biblia es más real que la misma realidad. Aunque su soledad y la de Lila se alivian mutuamente, nunca desaparecen del todo: son versiones extremas de una condición inherente en las personas, el desasosiego por "ser incapaces de ser felices, aunque tengamos todo lo necesario para la felicidad", resume la autora. "Hacemos todo lo posible para distraernos de la soledad, pero somos esencialmente criaturas solitarias": incluso ya casada y con hijo, Lila fantasea con volver a la incertidumbre de su existencia anterior, a la vida huraña y brutal que evoca al leer los versículos de Ezequiel.
Robinson, autodeclarada escritora cristiana, descalifica sin problemas a pensadores como Nietzsche ("no me impresiona nada su mirada desdeñosa y triunfal a la especie humana"), así como a secuaces contemporáneos suyos como Richard Dawkins o Steven Pinker. "Cualquier pensamiento que aborde las grandes cuestiones me parece interesante, pero el de estos es muy pobre. El ateísmo se merece algo mejor", dice alegremente. Su solución a la crisis de valores pasa por recuperar el prestigio de las humanidades en la academia, entrenar artistas y filósofos para remediar el utilitarismo actual: "Ya tenemos suficiente riqueza. Deberíamos ser capaces de pensar en cosas que no fueran cómo generar aún más". Cosas como la literatura, el arte o Dios, ese "gran misterio" que Robinson no se atreve a definir con palabras.

MÁS INFORMACIÓN

-.-.-
el dispensador dice:
respirar no significa vivir,
soñar no implica ni es sinónimo de esperanza,
ilusión no necesariamente se identifica con deseo...

disponer de una gracia,
no significa comprender el valor del don,
el valor del don no es sinónimo de traducir a éste en un talento...

la gracia no significa asumir el propio destino,
la vida no implica comprender sus valores,
hablar de los valores no significa asumirlos y ejercerlos...

el alma no es un palabra que refiere a algo intangible...

la consciencia no es una palabra que refiere a algo que sirve para escudarse...

el espíritu no es una palabra que sirve de patio de juegos...

Dios, el invisible, no es una palabra que sirva para repartir culpas en aquellos que no están en posibilidades de responder del mismo modo, con el mismo lenguaje o con el mismo idioma...

si no tienes perspectiva... no aprecias lo que se te ofrece... tampoco valoras lo que se te concede...

títulos y honores académicos no es sinónimo de filosofía, tampoco de ética, mucho menos de ciencia... para ejercer... es necesario ser persona antes que nada y antes que los derechos de los "nadies" que se llegan a nuestras vidas...

si no tienes objeción de consciencia... no eres consciente de tu consciencia...

si no cuestionas tus propios actos... tus hechos sólo reflejan tus miserias...

si te complace mirarte al espejo... lo que reflejas en él no es tu alma ni se corresponde con tu espíritu...

si desconoces la existencia de los reflejos de tu aura... si desconoces que otros pueden ver en ella lo que tu desconoces... ni siquiera has descubierto que has nacido en el mundo humano...

ser persona... es mucho más que ser humano... y es mucho más que "vivir"...

si no eres persona... no sabes cuáles son tus valores y desconoces los valores de tus prójimos. DICIEMBRE 05, 2015.-


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