Wang Yabin es la danza. Esta talentosa bailarina de danza moderna, contemporánea y china clásica que, a su vez, es coreógrafa y directora, montó en 2009 su propia compañía, la Yabin Dance Studio, que cada año presenta un espectáculo original. Reconocida hoy en el mundo entero, Wang Yabin, que comenzó a bailar a los 9 años, tiende a crear espectáculos “Made in China”: singulares, originales y fuertes, como ella misma.
La bailarina Wang Yabin alcanzó la fama en China por su papel como Wang Xiaomeng en la serie televisiva
Historias de amor en el pueblo. La “Xiaomeng” de aquel entonces fundó su propia compañía en 2009, la Yabin Dance Studio y, cada año, organiza un espectáculo de danza bajo el título
Yabin y sus amigos. Este hecho imprimió un nuevo comienzo a su carrera artística y, desde entonces, se cuentan ya ocho ediciones de ese espectáculo.
Su meta es, sobre todo, crear obras puras y de alta calidad mediante las que se desvele la razón de ser de la danza: nutrir y ennoblecer el espíritu humano. La danza constituye el núcleo principal de su investigación artística, que va de la danza clásica china a la moderna y contemporánea, de empezar como bailarina a convertirse en directora tras haber sido coreógrafa. En su primera puesta en escena de la obra La ópera de la luna, Wang Yabin trata sobre la eterna cuestión del sentido de la vida.
En la séptima edición de Yabin y sus amigos, la obra citada fue el primer espectáculo en el que esta versátil creadora, además de producirla, dirige la función. Durante el año 2015 la bailarina preparó, junto con su equipo, todos los detalles del evento: el diseño de la producción, los ensayos, así como su posterior gira internacional. Según ha comentado en alguna ocasión, cuando leyó La ópera de la luna tuvo la sensación de que podía convertirse en un espectáculo dramático, ya que es una obra ideal para su adaptación coreográfica. Cree que los escritos de Bi Feiyu, el autor de la novela, son conmovedores y penetrantes. Los personajes, en su mayoría femeninos, se describen tan minuciosamente, incluso en su forma de pensar, que Wang Yabin los compara con una aguja de acupuntura: aunque es fina, penetra profundamente.
Después de una gira de 20 funciones en 9 ciudades en 2015, en abril del año siguiente el Festival de Primavera de Budapest pidió dos representaciones de la misma obra. Los espectadores salieron de la sala con lágrimas en los ojos. “Esto se explica porque la danza es un lenguaje universal donde la barrera del idioma no existe. La expresión corporal se comprende y se siente de forma directa. Nuestra obra exprime la relación entre el hombre y la humanidad, un tema universal, capaz de suscitar reflexiones singulares entre los espectadores. Por ello, quienes acuden a esta representación son capaces de encontrar el lugar original que les corresponde”, en palabras de Wang Yabin.
En cada una de las 20 representaciones de La ópera de la luna en 2015, Wang se emocionó al sentir que revivía el destino de su personaje durante los 90 minutos que está en escena. La bailarina y el protagonista dramático se confundían a menudo en el escenario hasta el punto de no distinguirse el uno del otro. Así, en la última escena, y al tiempo que caían grandes copos de nieve, el rostro de la danzarina se cubría de lágrimas. Bi Feiyu, el autor de la obra, expresó que “Qingyi no es ni un personaje femenino, ni un papel, ni una persona concreta, ella es el alma de la tierra de Oriente, el alma milagrosa con un encanto particular. Wang Yabin lo ha comprendido y ella misma la ha convertido en una bailarina”.
Qingyi es el título en chino de la novela de Bi Feiyu, traducido al español con el subtítulo de Ópera de la luna (Ed. Verdecielo, 2007). Este término se utiliza en la ópera de Pekín para designar el rol de la mujer virtuosa, al que le corresponde una forma específica de cantar. La joven bailarina tiende a integrar amor, pasión y entusiasmo en sus creaciones. Lo que más importancia tiene para ella es observar cómo sus obras inspiran a los espectadores espiritualmente, los cultivan y les transmiten coraje. Se siente afortunada porque trabaja con intensidad y saborea cada instante. Nunca se ha arrepentido de su elección y continuará, hasta que le sea posible, por este camino.
Entre los meses de febrero y abril de 2016, Wang Yabin viajó a Londres tras aceptar la invitación de Tamara Rojo, directora artística del English National Ballet, para participar en un programa de espectáculos compuesto únicamente por creaciones de mujeres coreógrafas. La pieza, titulada Ella dijo (She Said), estrenada en abril de ese mismo año, reunió a tres directoras artísticas procedentes de diferentes partes del mundo. Wang fue la primera coreógrafa china invitada en la historia del English National Ballet. Basada en la tragedia de Medea, su propuesta integraba la contemporaneidad en el ballet clásico de Occidente con el espíritu de la danza clásica china.
Tranquila y firme, la bailarina cuenta que no se precipita en las decisiones que toma porque tiene muy claras las ideas sobre su evolución, sabe dónde ir y qué quiere conseguir. En el futuro le dedicará más tiempo que antes a la nueva edición del espectáculo Yabin y sus amigos. La considera una obra de alta calidad que solo puede engendrarse a partir de una concepción rica en materia espiritual y a través de minuciosas y cuidadas repeticiones.
La artista tituló su creación M’Dao. La letra “M” tiene un doble sentido. Es la inicial de Medea y, al mismo tiempo, de “man” (hombre en inglés) y de “woman” (mujer en inglés), si la “w” se escribe del revés. Dao en chino significa “camino”, un desarrollo lineal y también espiritual, una especie de reencarnación. En su obra, la coreografía pretende, por un lado, exponer la admiración, los celos, el amor y el odio que están enraizados en la sociedad y en los espectadores, en los cuales suscita sentimientos similares. Por otro lado, la autora quiere interpretar ciertas relaciones entre el ser humano y la naturaleza, la humanidad y su universo exterior, así como el vínculo entre el ying y el yang, lo femenino y lo masculino.
La obra se ha presentado en el Sadler’s Wells de Londres, un teatro emblemático de la danza moderna y contemporánea. La “Medea” sobre el escenario, con un pie en punta y el otro desnudo, supera las dificultades de equilibrio y resuelve un complicado espectáculo. Wang Yabin integra numerosos elementos de la danza clásica china en esta obra. La amalgama de técnicas teatrales occidentales y orientales para expresar emociones, catártica en Occidente y discreta en Oriente, proyecta una imagen representativa de la mujer que recuerda al mar, a veces en calma, a veces lleno de una fuerza conmovedora.
M-Dao ha sido altamente apreciada por la prensa británica, entre otros por los periódicos The Times, The Stage y The Guardian, lo que le supuso un significativo apoyo. Es muy difícil hacer dos representaciones en menos de seis meses en el Sadler’s Wells, con dos creaciones distintas: con Génesis, como productora y bailarina principal, en septiembre de 2015 y, con M-Dao, como coreógrafa, en abril de 2016. Así es como la joven creadora china se ha hecho un hueco en el mundo de la danza. Ahora que colabora con más de un centenar de artistas, desea poder presentar en todo el mundo sus obras de calidad “Made in China” con su espectáculo Yabin y sus amigos.
Tranquila y firme, la bailarina cuenta que no se precipita en las decisiones que toma porque tiene muy claras las ideas sobre su evolución, sabe dónde ir y qué quiere conseguir. En el futuro le dedicará más tiempo que antes a la nueva edición del espectáculo Yabin y sus amigos. La considera una obra de alta calidad que solo puede engendrarse a partir de una concepción rica en materia espiritual y a través de minuciosas y cuidadas repeticiones. Para Wang Yabin “en nuestra época, una creadora es como un artesano, necesita soledad y serenidad para cincelar aquello a lo que quiere dar vida”. Siguiendo su desarrollo artístico, hallamos una persona que sabe, con la belleza de la danza, crear un mundo realmente original. Un mundo en el que, bajo sus pasos, crecen plantas que florecen en cualquier estación.
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