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SIN ALAS ▲ El declive de las mariposas | Sociedad | EL PAÍS

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El declive de las mariposas | Sociedad | EL PAÍS

El declive de las mariposas

La población europea de las especies de pradera ha caído un 50% en dos décadas

La agricultura intensiva y el abandono de pastos y ganadería tradicional explican la merma


'Lycaena phlaeas' (Wageningen, Holanda). / Chris van Swaay

La Maculinea arion, también llamada hormiguera de lunares, es una mariposa muy peculiar. Se la llama así porque sus orugas viven en los hormigueros, donde se alimentan de larvas de hormigas. Se convierten en crisálidas dentro del nido y salen por sus propios medios hasta que, ya en el exterior, extienden las alas.
También es una especie singular porque para protegerla --está en peligro de extinción-- se creó en 2009 la primera micro reserva de mariposas en España, en Revilla (Huesca), a las puertas del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. "La especie estaba perdiendo su hábitat porque se estaba abandonando la ganadería tradicional", explica el entomólogo Enrique Murria, coordinador del proyecto. "Si no pace el ganado, los pastos se ven colonizados por arbustos primero y por el bosque después. Las zonas despejadas, que son fundamentales para las mariposas, desaparecen", añade.

El caso de la hormiguera de lunares ejemplifica uno de los dos problemas con los que se encuentran las mariposas de pradera en Europa, cuyas poblaciones han disminuido cerca de un 50% en las últimas dos décadas, según detalla un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente que se publica hoy. El número de ejemplares de 17 especies de este tipo de mariposas se ha reducido a la mitad entre 1990 y 2011. El informe alerta de que esta caída es especialmente preocupante puesto que se las considera excelentes bioindicadores de las tendencias del resto de insectos terrestres --si se produce cualquier cambio en su hábitat son las primeras en notarlo-- y de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas en general.

¿Por qué se reducen tan drásticamente las poblaciones de estas mariposas? El informe apunta a dos explicaciones: el aumento de la agricultura intensiva (con sus monocultivos, pesticidas...) y, como en el caso de la hormiguera de lunares, el abandono de los pastos, que se ha producido sobre todo en el sur y el este de Europa. La suma de las dos tendencias resulta en la degradación, o la pérdida, de los hábitats de las mariposas de pradera. "Este drástico declive debería hacer sonar las alarmas: los hábitats de pradera se están reduciendo en toda Europa. Si no conseguimos mantenerlos podríamos perder muchas de estas especies para siempre. Debemos ser conscientes de la importancia de las mariposas y de otros insectos: la polinización que realizan es esencial tanto para los ecosistemas naturales como para la agricultura", asegura el director de la agencia, Hans Bruyninckx.

De las 17 especies estudiadas en el informe, ocho mostraron un declive a lo largo de las dos décadas que cubren los datos; cinco se mantuvieron estables; dos aumentaron ligeramente sus poblaciones y en dos casos se desconoce el estado de las poblaciones. "Eso es porque no se estudian, tal y como recomendó Europa hace años en la directiva de hábitats", asegura Murria. Una de las dos especies de la última categoría es precisamente la Phengaris arion, también llamada Maculinea arion. El estudio señala que en algunas zonas de Europa los cambios en el uso de la tierra empezaron antes de 1990, por lo que la reducción a la mitad de las poblaciones de mariposas podría ser solo la muestra más reciente de un declive a mucho más largo plazo.

Ya en 2010 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza(IUCN, en sus siglas en inglés) alertó de que un tercio de las 435 especies de mariposas europeas había disminuido su población y cerca del 9% de ellas se encontraba en peligro de extinción, tal y como recogía la Lista Roja de Especies Amenazadas que elabora esta organización en colaboración con la Unión Europea. Durante la presentación del documento la IUCN alertó de que la pérdida de hábitat natural estaba teniendo un "serio impacto" sobre la población de mariposas, pero también sobre la de escarabajos y libélulas. La directora del grupo de Conservación de la Biodiversidad de la IUCN, Jane Smart, explicó que las mariposas juegan un papel muy importante como elementos polinizadores en los ecosistemas en los que viven.

"Este estudio sobre mariposas coincide con nuestros datos sobre seguimiento de aves en el medio agrario", asegura Ramón Martí, director de coordinación territorial de SEO/BirdLife. Hace unas semanas su organización hizo públicos los últimos datos del programa Sacre, que estudia la tendencia de las poblaciones de las aves en primavera con estadísticas acumuladas desde 1998. Los datos muestran que las aves ligadas a medios agrícolas también están en declive. "Las razones son las mismas que en el caso de las mariposas: la intensificación de la agricultura con la uniformización de cultivos y la necesidad de pesticidas y plaguicidas; y el abandono rural y la desaparición de la cabaña ganadera", explica Martí. Así, las estadísticas sobre abundancia y distribución de especies muestran que desciende la población de aves agrarias como la codorniz común, el mochuelo europeo o la tórtola común, mientras aumenta la de aves relacionadas con ambientes humanizados, como la tórtola turca y la paloma torcaz, y las ligadas a ambientes forestales como el pinzón vulgar y el pico picapinos.


el dispensador dice:
me están doliendo algunas cosas,
ya las rosas no huelen a "rosas",
están cambiando los conciertos,
no hay alas para batir vientos...

me duelen algunas cosas,
me duelen ausencias de abejas,
exterminio de mariposas,
aves del paraíso que se espantan,
por los anuncios de los ocasos...

¿qué será de los hombres,
que no se reconocen las manos?,
¿qué será de la vida,
si lo que se siembran son fracasos?,
¿qué será del mundo humano,
si se esfuma la fragancias de las rosas?,
¿qué será de los humanos,
si se pierden las razones de las cosas?...

sí, me duelen esas rosas,
tanto como las mariposas,
a medida que se pierden los sentidos,
también desaparecen las armonías,
que concedían espacio a las cosas...

¿qué será cuando no haya alas,
desplegándose hermosas,
haciendo honor de plumas,
en un planeta de espinas,
que ha perdido sus rosas?.
JULIO 23, 2013.-


BIODIVERSIDAD | Informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente
El 'alarmante' colapso de las mariposas en Europa | Natura | elmundo.es

El 'alarmante' colapso de las mariposas en Europa

Ejemplar de 'Anthocharis cardamines'. | Chris van SwaayEjemplar de 'Anthocharis cardamines'. | Chris van Swaay
ELMUNDO.es | Madrid
Actualizado martes 23/07/201314:11 horas
 

Las mariposas de pradera son indicadores representativos de las tendencias observadas en la mayoría de los insectos terrestres. Esto implica que las mariposas son indicadores útiles de la biodiversidad y la salud general de los ecosistemas.

Por ello resulta especialmente preocupante un nuevo informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), cuya principal conclusión es que la población de estas mariposas ha disminuido drásticamente (casi un 50%) entre 1990 y 2011. La investigación se basa en un análisis de 17 especies de mariposas y reúne información de los sistemas nacionales de vigilancia de mariposas en 19 países de toda Europa. De las 17 especies estudiadas, ocho han disminuido en Europa, dos se han mantenido estables y solo una ha crecido.

Las mariposas examinadas en el informe incluyen la mariposa azul común ('Polyommatus Icarus'), que ha disminuido de manera significativa; la mariposa de puntas naranjas ('Cardamines anthocharis'), que se mantiene estable; y la 'Lulworth Skipper' ('Thymelicus acteon'), que muestra una tendencia incierta en las últimas dos décadas.

Hans Bruyninckx, directora ejecutiva de la EEA advierte: "Este descenso es alarmante. Si no somos capaces de mantener esos hábitats podríamos perder muchas de estas especies para siempre. Hay que tener en cuenta la importancia de las mariposas y otros insectos; la polinización que realizan es esencial para los ecosistemas naturales y la agricultura".

Las causas que afectan a las poblaciones de mariposas de pradera son la intensificación de la agricultura y las tierras abandonadas. Ambos casos degradan el hábitat en que estos insectos viven. Además, las mariposas son vulnerables a los pesticidas que se usan a menudo en los sistemas de agricutura intensiva.

En algunas regiones del noroeste de Europa, estas mariposas de pradera esrán limitadas prácticamente a carreteras, vías de ferrocarril abandonadas, áreas urbanas o reservas naturales.
El informe resalta la importancia de mantener el estado de los prados adecuadamente, para lo que un nuevo sistema de pagos en el marco de la Política Agraria Común (PAC) podría ser de gran ayuda para lograr el objetivo de frenar la pérdida de la biodiversidad para el año 2020.

RELOJES ► ¿Por qué el mundo cambia siempre en la misma dirección? >> Papeles Perdidos >> Blogs EL PAÍS

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¿Por qué el mundo cambia siempre en la misma dirección? >> Papeles Perdidos >> Blogs EL PAÍS

larga distancia / 8

¿Por qué el mundo cambia siempre en la misma dirección?

Por: EL PAÍS23/07/2013
Ovjero-kusama
Obra de la artista Yayoi Kusama.
El escritor José Ovejero sigue su periplo por América Latina por la presentación de su novela La invención del amor. Hoy habla de la obsesión convertida en arte o los cambios en el barrio Palermo de Buenos Aires.
Por JOSÉ OVEJERO / Buenos Aires

En el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) hay una exposición de Yayoi Kusama. Al pasar por delante del museo me habían llamado la atención los troncos de los árboles cubiertos de telas rojas con lunares blancos. Aprovecho un rato libre y entro a ver la obra de la japonesa. Es una de esas exposiciones que se recorren con la boca abierta. Objetos cubiertos de centenares de falos, esa fijación con  lo innumerable, los miles y miles de lunares o puntos o rayas que cubren las telas, las instalaciones en las que los espejos multiplican las imágenes hasta el infinito, las salas de estar convertidas también en un cosmos de puntos fosforescentes. Yayoi Kusama transforma la obsesión en arte, en algo a la vez fascinante y doloroso.
En Buenos Aires abundan, más que en ningún sitio que yo conozca, los paseadores de perros. Hombres y mujeres que llevan de las correas diez o doce a la vez; otros que tienen sus corralitos improvisados al borde de una carretera para dejar sueltos un rato a los animales. De Al verlos recuerdo la novela Paseador de perros, del peruano Sergio Galarza, que ejerció ese oficio en Madrid, y lo contó o lo inventó o las dos cosas en esa novela a ratos divertida pero sobre todo triste y hermosa.

Quedo con unos amigos junto a la Plaza Cortázar, en el Viejo Palermo. Como no estoy seguro de si voy bien encaminado, pregunto en una tienda de ropa: el dependiente no sabe de qué hablo hasta que uso el nombre antiguo de la plaza: Serrano. No parece que haya calado el nuevo nombre. Por asociación, pienso en que se ha puesto de moda entre los postmodernos más snobs ningunear o despreciar a Cortázar. “El mejor Cortázar es un mal Borges”, dijo César Aira hace unos años, y muchos le han reído la gracia. Todos decimos alguna bobada en las entrevistas, así que no hay mucho que reprochar a Aira. La pena es que haya marcado tendencia y que parezca hoy cool adorar a Borges y despreciar a Cortázar.

No creo, por cierto, que a ninguno de los dos les hubiese gustado dar nombre a esas calles de Palermo Soho (sí, así han bautizado a esa zona los que se encargan de poner nombres que transformen una calle, un barrio, una ciudad en un producto de marca); están llenas de tiendas, la mitad con rótulos en inglés, de bares. cafés y restaurantes, y, por supuesto, de turistas. El barrio se ha convertido en una red de calles comerciales y ha perdido originalidad, ese aire propio que lo caracterizaba. Me voy con mis amigos al barrio de Abasto, que esperamos más tranquilo. Yamile Silva, profesora en una universidad de Pensilvania que ha venido a Buenos Aires para un congreso, me dice que el mercado de frutas y verduras que da nombre a ese barrio en el que Gardel pasó su juventud, ha sido transformado en un centro comercial. De pronto siento eso que deben de sentir algunos ancianos, que el mundo ya no es lo que era y que va a peor. A mí no me importa que cambie el mundo; no espero que el mío sea eterno. Pero ¿tiene que cambiar siempre en la misma dirección?
Cementerio-recoleta





















Antes de salir hacia Montevideo, voy al cementerio de La Recoleta. Durante años tuve la costumbre de ir a los cementerios de las ciudades que visitaba. Mis preferidos están en San Juan de Puerto Rico, Sao Paulo, Santiago de Cuba, y uno en un pueblo de Costa Rica cuyo nombre he olvidado: cuando sube la marea, el cementerio queda aislado de la costa, así que si te despistas puedes tener que quedarte a pasar la noche con los muertos.

No me gusta el cementerio de La Recoleta (En la imagen). Demasiados panteones y demasiado pomposos muchos de ellos. Paseo un rato por allí, busco la tumba de Bioy Casares –encuentro el panteón familiar pero no la placa con el nombre de Bioy-, el de Victoria Ocampo; encuentro sin buscar el de Eva Duarte. Los gatos pasean por entre las lápidas como en todos los cementerios del mundo. Me llama la atención esa mujer que camina llorando; no fotografía, no lee las inscripciones, no toma el sol en un banco de piedra. Es la única que hace eso que siempre se ha hecho en los cementerios: llorar a los muertos.

Puedes ver AQUÍ la serie completa LARGA DISTANCIA


el dispensador dice:
relojes cursando,
tiempos andando,
dando sentido a los pasados,
a los "idos"... y a los "hados"...
por el frente,
por detrás,
por los costados,
cualquier camino conduce hacia el mañana,
si quien lo transita aún no ha pasado,
no todo lo manifiesto en el presente,
puede ser entendido... ni siquiera compensado...
los relojes siguen andando, 
aún cuando se hayan parado,
insistiendo en que el tiempo,
puede inducir presentes, 
pero más fabrica los pasados,
sin siquiera asegurar,
que un posible mañana esté llegando...
por lo pronto,
nada ha cambiado,
el hombre busca su destino,
pero éste lo anda esquivando...
y eso se demuestra,
por los relojes andando...
aunque los tiempos pasan,
la dirección se ha conservado,
los ciclos se van repitiendo,
pero en la esencia... todo sigue igual, nada ha cambiado...
porque el hombre reitera su error,
repitiendo aquello que fue negado.
JULIO 23, 2013.-

no vayas al cementerio,
todos se han ido,
no hay nadie esperando...
los mármoles están fríos,
los ríos se han detenido,
el tiempo no corre... 
aquellos que se aguardaban a sí mismos,
finalmente se han ido...
no habiéndose encontrado,
se han dado por perdidos.
el dispensador... invierno del 2013, en un helado día de julio, habiendo comprobado que muchas palabras no guardan sentido, que aquellos que te dicen "amigo", son los primeros en huir cuando se pierden los abrigos... que aquellos que recitan "hermano", son los primeros en quitar sus manos, evitando el abrazo que dé significancia a lo "nuestro", haciendo culto a los secuestros y a los siniestros, que transitan sus tiempos asegurando los bisiestos. 

SAARIM ▲ El palacio del rey David está en Saarim, donde Goliat sucumbió a su honda - ABC.es

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El palacio del rey David está en Saarim, donde Goliat sucumbió a su honda - ABC.es

Arte / arqueología

El palacio del rey David está en Saarim, donde Goliat sucumbió a su honda

Día 23/07/2013 - 11.13h
Temas relacionados

Investigadores judíos hallan en Jersualén restos de la posible fortificación donde David gobernó durante el siglo X a.C.

El palacio del rey David está en Saarim, donde Goliat sucumbió a su honda
ernest descals

Un grupo de arqueólogos israelíes cree haber descubierto las ruinas del palacio del rey David en la ciudad fortificada de Khirbet Qeiyafa, al oeste de Jerusalén.

En el perímetro del palacio, un gran complejo fortificado de 1.000 metros cuadrados, los investigadores hallaron varios espacios cerrados donde se han encontrado vestigios de una industria de metal, recipientes especiales de cerámica y fragmentos de vasos de alabastro que fueron importadas de Egipto. Los arqueólogos hallaron cientos de piezas, incluyendo objetos religiosos, sellos, vasijas y herramientas típicas de la época.

«Esto es una prueba inequívoca de la existencia de un reino que supo establecer centros administrativos en puntos estratégicos», anunciaron en un comunicado Yossi Garfinkel, de la Universidad Hebrea, y Saar Ganor, de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA).

Para Garfinkel, la ubicación del sitio en una colina indica que el gobernante buscaba un sitio seguro en un terreno elevado en una época violenta de conflictos frecuentes entre las ciudades-estado.

El equipo de Garfinkel encontró objetos de culto utilizados normalmente por los habitantes de Judea, los súbditos del rey David, y que no encontraron rastros de cerdo (los preceptos del judaísmo prohíben el consumo de cerdo). Indicios como éstos, dijeron, son «evidencias inequívocas» de que David y sus descendientes gobernaron en el sitio.

Duelo bíblico

Los arqueólogos identifican esta antigua ciudad con la bíblica Saaraim, mencionada en el libro de Josué y en el primer libro de Samuel, donde David gobernó la región durante el siglo X a.C. y donde derrotó al gigante Goliat, según el Antiguo Testamento.
La excavación en este asentamiento es una de las más importantes de los últimos siete años en esta zona, donde los arqueólogos también han descubierto un gran almacén que contiene ollas y otros objetos, lo que probaría la existencia de una autoridad en Judá.

Se cree que gran parte del palacio fue destruido 1.400 años después de su construcción, durante el período bizantino. Aunque no se ha encontrado ninguna prueba física definitiva de su existencia del rey David, se trata del primer palacio atribuido al siglo X antes de Cristo descubierto por los investigadores.


el dispensador dice:
todo es cuestión de ondas,
cómo llegan ellas a los oídos,
qué es lo que de ellas se interpreta,
se entienda y se refleja,
cómo el alma asume la señal,
decodificando el sentido de la palabra,
del viento y sus vagancias,
del agua y sus fuentes cercanas y lejanas...

cuando la cuestión pasa por la honda,
la razón ya ha caducado,
la onda no se ha interpretado,
habiéndose chocado,
con un sentido contrariado,
con un corazón quebrado,
con un paso trastocado,
por la amenaza que significa ser burlado,
por la significancia de ser despreciado,
por la implicancia de ser ridiculizado...

¿cómo fue el disparo?,
¿fue certero o salió errado,
dándose la causalidad de un impacto,
por el destino signado?...
¿era cuestión de gigantes,
o era por lo pensado?,
¿la piedra viajó segura,
o su trayectoria cumplió según lo modificado?,
vaya a saber qué paso,
el hecho sucedido,
contiene propio significado,
más allá de lo acaecido,
la historia arroja sus dados,
aunque sean mal lanzados,
el premio concedido... será el alcanzado.
JULIO 24, 2013.-
 

 

BELLEZA/S ▲ Historia(s) de la belleza | Cultura | EL PAÍS

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Historia(s) de la belleza | Cultura | EL PAÍS

Historia(s) de la belleza

De los rituales faciales de la prehistoria al retoque corporal moderno pasando por el cine, la publicidad y la moda: el Museo de la Evolución Humana disecciona el canon estético a través de los tiempos


Un visitante contempla un detalle de la Venus de Botticelli. / Tomas Alonso

Los esclavos germanos no tenían derecho a la vida ni a la muerte, pero sí bonitas melenas rubias. La envidia de las mujeres romanas, que mandaban importar cabellos del norte de Europa para confeccionar sus elaboradas pelucas. La élite de la antigüedad imponía su canon de lujo y exotismo mediante prácticas esnobistas que se nutrían de los piojos de los descastados. Las mujeres del Romanticismo del XVIII entraron en una competición suicida por conseguir un aspecto frágil y pálido ingiriendo vinagre y limón. La meta era limar las curvas y tornar sus caras de enfermedad. Al contrario que sus lustrosas antecesoras del Renacimiento, bien orgullosas de sus grandes caderas y sexis papadas. Todas ellas se lucen hasta el 12 de enero de 2014 en el Museo de la Evolución Humana de Burgos en la exposición La belleza, una búsqueda sin fin.
La publicidad y los objetos, a caballo entre la verdad y la mentira, son protagonistas en la muestra de Burgos.
Protegidas por la vegetación de la sierra de Atapuerca que se recrea a la entrada de la institución, más de 100 piezas reflexionan sobre cómo “la belleza ha ido cambiando a la luz de los acontecimientos culturales”, como apunta Quionia Herrero, comisaria de la muestra. La institución, en colaboración con la firma de cosmética L’Oréal España, afronta el recorrido desde la biología como sustrato de la belleza, pero rendida al fundamentalismo cultural, responsable último de establecer los cánones. “Lanzamos la pregunta: ‘¿Por qué estamos programados para detectar la belleza?’ y la confrontamos con las teorías clásicas de la simetría, la proporción y la herencia genética”, apostilla Herrero.

Una bonita y simétrica concha de nautilus recibe al visitante. Su espiral perfecta se desliza por el cascarón siguiendo la fórmula áurea, para fortuna de Pitágoras, la mancha de texto de los libros medievales, el Partenon, La Gioconda de Da Vinci o los diseños de Le Corbusier. Pero para desgracia de Darwin. Por muy controlados que creyera que tenía a los pinzones de Galápagos, hubo un pájaro que decidió llevarle la contraria. El pavo real sacaba de sus casillas al naturalista inglés con su plumaje colorido y su pavoneo a la conquista de las hembras. Para Darwin la provocación era más bien el cebo para los depredadores, no para las pretendientas. Es decir, toda su teoría de la lucha contra el medio para la supervivencia de la especie se iba al traste por el coqueteo. Así que antes de tirar la toalla, introdujo en El origen de la especies (1859) un capítulo sobre la selección sexual. Los machos ya tenían excusa para seguir contoneándose. “Hay teorías científicas que plantean que la belleza es un sistema de señales para transmitir los genes”, explica la comisaria, “cuanto mayor éxito reproductivo, mayores cualidades genéticas especiales, como por ejemplo un sistema inmunitario fuerte”.
Abajo, estatuillla prehistórica en el Museo de la Evolución Humana

Menos peligrosas, aunque igual de superficiales, son algunas herramientas de la Prehistoria. Los bifaces fabricados por el Homo ergaster de la exposición evidencian la búsqueda de la belleza de los primeros hombres: un instrumento simétrico de piedra pulida, nada efectivo para la tarea que se le presuponía. En 2004, un grupo de espeleólogos encontraba en la Sala del Caos del complejo kárstico de la Sierra de Atapuerca una misteriosa joya de oro perteneciente a la Edad del Bronce. Conocida como la Joya del Silo,el brazalete comparte vitrina con una diadema de oro de Roma del siglo I a.C. y los collares egipcios, pertenecientes a la colección de Rafel Pagés.

“Civilizaciones como la griega y la romana no consideraban bella a una persona si no se aplicaba ungüentos, perfumes o maquillaje, a los que concedían un valor mágico”, relata Herrero. “En la Prehistoria o en determinadas culturas aborígenes, un cuerpo al natural, sin decorar, no es humano". La intervención consciente para conseguir la aceptación social aunque implique el sufrimiento. En los 400 metros cuadrados dedicados a la exposición aparecen unos cuantos ejemplos de esta dictadura de la belleza: los pies de loto de las mujeres chinas, las deformaciones en el cráneo en Mesoamérica, las anillas en el cuello de las mujeres de la tribu Karen de Tailandia, los dientes negros tras aplicar la técnica del ohaguro de los japoneses o el absolutismo de los corsés de la Francia anterior a la Revolución Francesa. “Se mezcla la necesidad de cumplir con un canon de belleza y la distinción social, porque por mucho que las clases populares hayan intentado imitar a las élites, siempre existían algunos límites".

No muchos podían permitirse una fragancia a medida como consiguió Napoleón. El Rodillo del Emperador encierra el Agua de Colonia creada por Jean-Marie Farina en un frasco alargado. Gracias al recipiente, el conquistador solo tenía que dejarlo resbalar hasta su bota, sin necesidad de bajarse del caballo y sin perder la frescura cítrica del perfume. Antes de que la Revolución Francesa e Industrial acabaran con sus vanidades, las cortes europeas de los siglos XVII y XVIII elevaron sus peinados al surrealismo y se embadurnaron hasta la distinción social.

La casa del hombre

  • El 13 de junio de 2010 abrió sus puertas el Museo de la Evolución Humana, muy cerca de la Catedral de Burgos.
  • La exposición permanente ofrece los hallazgos de Atapuerca tras medio siglo desde el hito arqueológico.
  • Uno de los atractivos principales de la muestra es contemplar fósiles homínidos de 850.000 años, encontrados de la Sierra de Atapuerca, en la Trinchera de Ferrocarril.
  • Atapuerca 4x4 es una de las principales novedades de este 2013. Un paseo por los yacimientos a bordo de uno de estos vehículos por 20 euros para mayores de 16 años.
  • Entre las actividades que podrán disfrutarse este 2013, destaca Sinfonías del subsuelo, un concierto de Silverio Cavia que tratará de recorrer melódicamente la distancia que separa el Paleolítico de nuestros días. Será el 26 de julio a las ocho de la tarde y la entrada valdrá cinco euros.
  • El arte del arco en la prehistoria es lo que tendrán que practicar las principales figuras europeas de este deporte entre el 14 y el 15 de septiembre. La cita será en Ibeas de Juarros.
La belleza, una búsqueda sin fin reúne pigmentos que han sido utilizados a lo largo de la historia, como el ocre mineral, el khol y la henna, el sulfuro de mercurio o el antimonio, la harina de arroz y de trigo, además de los productos sintéticos que comienzan a desarrollarse a finales del siglo XIX. Los cítricos y el incienso formaron parte de los primeros mejunjes que sirvieron como desodorantes al frotarlos contra el cuerpo. Aunque el que realmente hizo su labor llegó en el siglo XIX con cloruro de zinc.

Lo que la guerra había separado, lo unieron la paz de finales del XX y el nuevo siglo a través del bombardeo del cine, la televisión y la publicidad. No solo se propiciaron nuevos cánones en los que la gordura representaba la pereza y la delgadez el éxito, sino que las religiones tuvieron que retroceder sus líneas de defensa. “El cristianismo aboga por la pureza del cuerpo, el objeto más bello y la medida de todo”, cuenta Herrero, “sin embargo, los piercings y los tatuajes, considerados algo exótico, más propios de culturas africanas donde prima la escarificación y el uso de pigmentos, han terminado por ser parte de la cultura occidental”.

“Los avances técnicos no solo han permitido realizar ese ideal de belleza, sino que en este momento han multiplicado las patentes en biotecnología y medicina relacionados con la cosmética”, cuenta Herrero al lado de una vitrina donde la firma L’Oréal expone cultivos de tejido humano que además de laboratorio para probar sus productos, permiten a sus científicos (dedican un 3,5% de su negocio a la investigación) avanzar en la reconstrucción de grandes quemados.

“La aspiración eterna a la inmortalidad será una preocupación que perdure”, afirma Quionia Herrero, “no me atrevo a aventurar nuevos cánones de belleza, pero el futuro se debate entre la tendencia biológica de la eugenesia [conocida como bebés a la carta] que ya se practica y no tendría por qué limitarse al sexo, y la tecnología aplicada al cuerpo". ¿Terminaremos siendo cyborgs? "Además de los implantes, puede que lleguemos a ese momento en que los robots sirvan para mejorar nuestra memoria, entre otras muchas funciones”.


el dispensador dice:
algo hace química,
convergen formas e imágenes que atinan,
a juntar visiones distintas,
sensaciones con propias tintas,
sendas que se paralelizan,
a partir de algo que anima,
a acercarse a una misma cima...

la belleza es algo que incita,
¿por qué se gira la cabeza,
y lo que llama la atención, se mira?...
¿una flor?,
¿una mariposa?,
¿un árbol?,
¿una pradera suave, peinada distinta?,
¿una canción que con el alma afina?,
¿ese algo que se transforma en ángulo de esquina?,
hay belleza cuando el propio espíritu halla su "vibra",
encuentra su alquimia,
decibeles que sintonizan,
que producen lágrimas,
o desatan las risas...

la belleza despierta,
y si se sostiene,
contiene las prisas...
dando lugar a las cosas,
que nutren y equilibran,
siempre que se comprenda,
que como todo en este mundo,
la belleza... también es efímera.
JULIO 24, 2013.-


ARTES ► Vida más allá de Picasso | Cultura | EL PAÍS

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Vida más allá de Picasso | Cultura | EL PAÍS

Vida más allá de Picasso

Una nueva semblanza de Dora Maar revela aspectos inéditos de la fotógrafa


Atractiva, seductora, pasional, culta, fotógrafa, pintora, amiga de Paul Eluard, André Breton, Yves Tanguy, Georges Bataille y amante de Pablo Picasso. Dora Maar (1907-1997) ha pasado a la historia como una de las mujeres que más amó al pintor, pero también como la víctima de sus muchas conquistas, de su abandono. Es la mujer del llanto, incapaz de superar el verse apartada por una nueva amante, Françoise Gilot, después de compartir su mundo a partir de 1936, durante diez años. Victoria Combalía ha buceado en su vida y el resultado es Dora Maar. Más allá de Picasso (Circe, 2103), una biografía en la que ha trabajado en los últimos veinte años —en 1993 mantuvo cinco largas conversaciones telefónicas con Maar— en la que afina mucho más su retrato, más allá del cliché, apareciendo una mujer inteligente, brillante y profesional “una de las fotógrafas más importantes de los años treinta”, con una vida propia anterior a la llegada de Picasso y que vivió una lucha titánica por conseguir “desengancharse” de él después de su separación.

“Tras descubrir que no estaba ni muerta ni loca, pensé en entrevistarla. Me dijeron que no contestaría y que no respondería jamás preguntas sobre el pintor, del cual hacía 50 años que se había separado. Pero sí lo hizo”, explica la crítica y comisaria de exposición —es responsable de una triple retrospectiva de Dora Maar en Múnich, Marsella y L'Hospitalet—. Las conversaciones con ella, su conocimiento de la vida y la obra de Picasso y el poder acceder a las fotografías, cuadros, libros, documentos, objetos varios que pertenecieron a Maar antes de ser subastados entre 1998 y 1999 en París, además de consultar en 2010 otros 2.000 documentos puestos a su disposición por los herederos de la fotógrafa, le han permitido elaborar “como una detective” la “biografía definitiva de Dora Maar”, asegura. En ella, aparte de su relación con Picasso, recorre toda la vida de la fotógrafa, desde su nacimiento hasta la subasta de sus pertenencias una vez fallecida, el 16 de julio de 1997. Entre ellos, 130 picassos que conservó hasta el final de sus días, después de haber vendido, con permiso del pintor, casi una decena de obras.

Que Dora Maar tuvo una vida más allá de Picasso queda muy claro con el libro de Combalía. De hecho, el encuentro de 1936 entre Dora Maar y Picasso se produce a partir de la mitad de la biografía. Antes, la autora se recrea en la infancia de Maar en Argentina, aportando su partida de nacimiento, inédita, en la que consta que no era judía, explicando con detalle sus estudios, su relación con la familia, mucho más cordial que lo que se había explicado, tal y como reflejan las cartas cruzadas entre los padres y Dora. También se detalla su vinculación con el surrealismo o con grupos de la ultraizquierda de los años treinta en Francia, como Contre-Attaque, que animaba Bataille, con el que vivió un triángulo amoroso, según la autora, del que formaba parte Colette Peignot.

Conservó 130 ‘picassos’ hasta el final de sus días, en el año 1997

Según Combalía, el conocido episodio de 1936 en el que Maar se lastimó la mano con su navaja para llamar la atención del pintor, denota un comportamiento masoquista y marcó la relación de la pareja a lo largo de los años, en la que ella era la víctima que aguantaba las infidelidades de Picasso que aparece en el libro como un sádico machista. “Según Picasso, todas las mujeres eran máquinas de sufrir”, explica. Y esta relación es la que nos cautiva, según la autora. “Se trata de un combate entre dos personalidades fuertes. Maar se entregó de forma absoluta, fue un amour fou que la marcó para el resto de sus días”. De hecho, no se le conoció un amante con posterioridad a Picasso.

Las obras en las que Picasso retrató a Maar reflejan el estado de su relación. Desde la pasión y la atracción en la que está enamoradísimo, que la hace representar “como una virgen”, hasta representarla con sus ridículos sombreritos o como un monstruo en Mujer peinándose.

Combalía asegura que pensó titular su libro Las cuatro vidas de Dora Maar, porque recoge su infancia burguesa en Argentina, su vida como fotógrafa de ultraizquierda, s Su relación sentimental con Picasso, en la que Dora Maar, entre otras, hizo la famosa serie sobre la elaboración del Guernica, y el resto de sus años en los que fue ganando protagonismo la religión, “como si buscara a Dios tras perder a otro dios que era Picasso” y en la que juega un papel fundamental el monje Jean Monleon, al que deja parte de su herencia y que es un descubrimiento de Combalía. "Entre los dos querían convertir a Picasso al catolicismo.

Su relación con el pintor era masoquista, afirma Victoria Combalía

Durante estos años de trabajo, ningún momento fue tan emotivo, dice Combalía, como cuando pudo abrir, junto a la actual dueña de la casa de Ménerbes, en la que Picasso y Maar vivieron muchos momentos juntos y en la que la fotógrafa falleció, los baúles en los que se guardaba su ropa y sus pertenencias. "Pese al abandono en el que vivía en sus últimos años conservaba sus trajes de alta costura".


el dispensador dice:
¿hay arte después del arte?,
o bien,
¿hay artistas después de las artes?,
o bien,
¿hay artes después de los artistas?,
todo se recrea,
aún cuando distintas sean las perspectivas,
algo converge más allá de las vidas,
los destinos se cumplen según sus gracias concedidas...

¿cómo era ése arte,
y cómo el artista?,
¿escribía?,
¿pintaba?,
¿cincelaba?,
¿anudaba notas en un pentagrama?,
¿interpretaba, actuaba,
o simplemente vivía?,
¿qué hacía para ser considerado"artista"?,
como sea, 
es difícil la vida del artista,
se nutre de bohemias,
como de ajenas sonrisas,
de lágrimas por emociones apuradas,
recorriendo mejillas,
dando sentido a lo que sintoniza...

como sea,
siempre hay vida después del artista,
porque arte se recrea,
según sus aristas,
demostrando que la vida... mora en el arte... no en el artista.
JULIO 24, 2013.-

 

TE PRESENTO ► Fundación Alfarcito ▲ SE ME FUE LA PAPA ANDINA

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Fundación Alfarcito

 
20 de julio en AlfarcitoFiesta de la Papa Andina 3° EdiciónTodos invitados a celebrar junto a las comunidades del cerro el fruto del trabajo, la cultura y el arte de la región.

el dispensador dice: te quiero contar una historia, me estoy poniendo viejo, me duelen los huesos, pero más el alma... me duelen las cosas que veo, y creo que mi corazón arritmia en función a las cosas que la vida presenta, esas por las que poco podemos hacer, más allá de una voluntad vehemente y de un esfuerzo que no decae a pesar de los años y más, de ciertas gentes... conozco bien Alfarcito, demasiado bien, conozco parajes que pocos conocen y hasta algunos que nadie ha visto... y como la vejez avanza a pesar del espíritu honrado, necesito enseñarte esto para que no se te pierdan los horizontes... allá por el 2011, escribía:

EL ALFARCITO... CAMINO AL CIELO o DONDE SE DESCUBRE LA PATRIA OLVIDADA || Soñar por lo alto - lanacion.com  

Iniciativa
Soñar por lo alto
En Salta, a 2800 metros y con el impulso del padre Sigfrido Chifri Moroder, la comunidad de El Alfarcito mira de frente al futuro. Educación, innovación tecnológica y defensa de la identidad son las bases de su apuesta

Domingo 15 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa.


Juntos somos más. La sonrisa contagiosa del padre Chifri se suma a la de los chicos que asisten a la escuela secundaria que funciona en el paraje salteño. / Martín LucesoleVer más fotos.Me gustaría que me dijeras cómo hace uno para saber cuál es su lugar. Yo por ahora no lo tengo. Supongo que me voy a dar cuenta cuando lo encuentre y no me pueda ir. La frase que golpeaba directo al corazón en Un lugar en el mundo, la emblemática película de Adolfo Aristarain, se hace carne en la vida de Sigfrido Chifri Moroder (de 46 años), el padre que en los cerros salteños encontró la razón para vivir lejos de la Buenos Aires que lo vio crecer.

A la vera de la ruta 51, a dos horas y media de Salta capital y tras cruzar una y otra vez las mismas vías que recorre el Tren a las nubes, se encuentra el paraje El Alfarcito. Como si se tratara de una típica postal norteña, la iglesia de paredes blancas se alza a más de 2800 metros para contrastar con los profundos verdes de los álamos y el azul del cielo que se abre sin conocer límites. "Es soñado", dice Chifri para poner en palabras el pensamiento de quienes, por primera vez, se dejan seducir por el sol y los vientos de las serranías de la quebrada del Toro. Allí, en El Alfarcito, el padre Chifri inauguró hace dos años el primer secundario albergue; creó un centro de artesanos (donde se vende la producción local sin intermediarios) y un centro de salud; instaló invernaderos de altura; gestionó comedores para las escuelas de los cerros; armó un centro deportivo y consiguió la provisión y distribución de agua potable a través del Concurso de Proyectos de Agua organizado por Coca-Cola de Argentina (Ver aparte).

"Para que El Alfarcito sea hoy lo que es, un complejo que funciona a favor de la gente del cerro, era necesario contar con agua potable -aclara Chifri-. Con el lema Nos une el anhelo de hacer el bien, se conformó un equipo de voluntarios dispuestos a aportar lo que estuviera a su alcance, ya sea talento, tiempo o profesionalismo. "De manera paralela se construyó el colegio y se trabajó en la captación del agua y su distribución -describe el cura-. Hoy tenemos agua permanente, sin importar la época del año."

Video: Educación en El Alfarcito, a 2800 metros (ver original)

Su pasión por misionar lo trajo a Salta en el otoño de 1999, a la iglesia Santa Rita de Rosario de Lerma, donde rápidamente se interesó por la vida de los lugareños. Con mochila al hombro comenzó a tomar contacto con las 26 comunidades que se reparten en una región de 4900 km2 en los Andes salteños. Ya sea a pie, en bicicleta o a lomo de burro, Chifri recorrió las escuelas diseminadas por la región que se levanta entre los 1500 y 4000 metros sobre el nivel del mar. Pronto conoció las necesidades de la gente que resiste los intensos rayos del sol de altura y el crudo viento cordillerano -capaz de congelar las noches hasta los -25ºC-, por lo que no dudó en transformarse en el principal promotor del desarrollo de las comunidades. El primer gran paso que dio fue el de conectarlas entre sí para que pudieran trabajar junto a las 22 escuelas rurales de la zona, en red y en beneficio mutuo. "Los meses iniciales los dediqué a recorrer y compartir experiencias con la gente del lugar -cuenta-. Siempre me recibieron con los brazos abiertos. Son personas que durante mucho tiempo no fueron visitadas, estaban como olvidadas. La cara se les transformaba cuando veían que alguien llegaba caminando a sus casas o a sus corrales."

Decidido a emprender la tarea de trabajar en red, el padre eligió El Alfarcito como lugar estratégico -está en el centro de la quebrada- para poner manos a la obra. Y así lo hizo. Rápidamente, con el fin de comunicar a todas las escuelas, instaló una radio que funciona a través del sistema Banda Lateral Unica (BLU), el mismo que se suele utilizar en alta mar para establecer comunicaciones de larga distancia. "Por décadas el progreso les fue ajeno a estos cerros -reconoce-. Queda mucho por hacer, pero estamos encaminados."

En pos del desarrollo

En su mayoría, los pobladores están dedicados al cuidado del ganado menor y a los sembrados de papas, arvejas, habas, maíz y alfalfa. "Llevan adelante una economía de subsistencia. La falta de oportunidades y recursos obliga a que los más jóvenes emigren hacia las ciudades. Por eso es frecuente ver que la población de los cerros está compuesta por niños y ancianos -comenta Chifri-. Lo que nos propusimos es que la gente encuentre en su tierra los medios para desarrollarse."

La creación del primer secundario albergue de la quebrada busca evitar el desarraigo de los jóvenes, por lo que se les brinda una educación orientada a la producción, el turismo y las artesanías. Se los capacita en agricultura, utilización de invernaderos, envasado de alimentos, construcciones bioclimáticas (utilización de tecnología solar o aprovechamiento de materiales de la zona para, por ejemplo, transformar una pared en un calefactor solar. Este recurso se conoce como Muro trombe) "Nuestro lema es Aprender a aprender, aprender a ser, aprender a emprender -destaca el padre-. Es importante que ellos elijan qué hacer con sus vidas. Por eso con el bachiller que reciben aquí tienen la oportunidad de ingresar a una universidad si así lo prefieren (tienen convenios de becas), o capacitarse para trabajar aquí en el cerro."

De sonrisas plenas, esas que se dibujan de oreja a oreja, Belén (13) y Anahí (15) se muestran orgullosas por ser las abanderadas del colegio. Ambas cursan segundo año y en 2014 serán parte de la camada de los primeros egresados. "Quiero ir a la facultad. Las matemáticas me gustan mucho pero no sé muy bien qué estudiar", confiesa Belén, la chica de Cerro Negro de Tejada que, para llegar a la escuela albergue, debe caminar poco más de cinco horas, tomar un remise y un colectivo. "Todo lo que aprendemos nos sirve, nos ayuda -arremete Anahí, de Santa Rosa- . Creo que en los cerros se puede vivir mejor, como acá en El Alfarcito."

Aún con el peine en la mano y un prolijo jopo que se levanta en su cabeza, Enzo (14) saluda con cierta timidez al padre Chifri. Enzo es de Palomar, una región de muy difícil acceso. "Me quedo acá hasta las vacaciones de invierno -cuenta entrecortado y bien bajito-. Extraño a mi familia, pero acá lo paso bien. Este es mi segundo año. Me gusta mucho inglés, quizás haga turismo." Muchos son los que se acercan a Enzo para darle la bienvenida. Es que este año se sumó un poco más tarde al ciclo lectivo por lo intransitable de los caminos. "Qué esfuerzo, ¿no? -exclama Chifri-. Todos dan cuenta de una fuerza de voluntad maravillosa."

Y qué mejor ejemplo que el del mismo padre, que a pesar del grave accidente en parapente que lo dejó casi inmovilizado en 2004, siguió adelante. Hoy se lo ve yendo de un lado para otro en su cuatriciclo o trasladándose con ayuda de muletas. Tal experiencia de rehabilitación física y emocional lo llevó a escribir Después del abismo, libro con el que se propuso transmitir su espíritu de lucha.

"Es un ejemplo -dice Dionisia (53), una las encargadas del shopping de artesanías que funciona en El Alfarcito-. Su lucha es un ejemplo. Hizo que volviéramos a sentirnos orgullosos de nosotros. Para mí es un honor vender lo que hacemos. Y una gran ayuda." Con el fin de reforzar la identidad y la cultura de los cerros, cada objeto tiene una etiqueta en la que el artesano coloca su nombre, lugar de origen, material con el que fue hecho y precio sugerido.

"Daría mi vida en agradecimiento por todo lo que se está haciendo por los chicos -dice Marta (75), con la voz entrecortada detrás del mostrador del shopping mientras coloca en una bolsita una de las llamas hechas en lana-. No nos olvidaron."

Por Fabiana Scherer
fscherer@lanacion.com.ar

Para saber más www.fundacionalfarcito.org.ar
contacto@fundacionalfarcito.org.ar


UN RECURSO VITAL
En 2006, Coca Cola de Argentina lanzó el Concurso de Proyectos de Agua (que contó con el apoyo de la Fundación Vida Silvestre y la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación), con el objetivo de seleccionar proyectos de distintas ONG.

Desde su inicio, los proyectos comunitarios de agua beneficiaron a más de 75.537 personas de Jujuy, Chaco, Salta, San Juan, Mendoza, San Luis y Misiones.

"En el nivel mundial y por supuesto también en la Argentina, la compañía trabaja en tres temáticas centrales: agua, envases y alimentación saludable -describe Silvina Bianco, gerente de Asuntos Públicos de Coca Cola Argentina-. Conscientes de que el acceso al agua es un recurso vital para la humanidad, Coca Cola se compromete a disminuir la cantidad de agua que se usa en sus operaciones. Entre 2005 y 2007 mejoró un 13 por ciento el índice de su uso."

El proyecto desarrollado en El Alfarcito consistió en la construcción de un dren (técnica de captación de agua subsuperficial) bajo tierra sobre el lecho del arroyo Huaico Hondo. "El agua captada es filtrada por el dren -explica Ramiro Reyes (34), el ingeniero que trabajó en la obra- y se envía, lista para consumo, por caños subterráneos a un tanque para su distribución y depósito." Hoy Reyes es un colaborador más en El Alfarcito. "Nada es imposible para Chifri -dice el ingeniero-. Lo que el padre se propone, lo consigue."

En internet www.cocacoladeargentina.com.ar

Soñar por lo alto - lanacion.com  



el dispreciau dice [el hermano gemelo del dispensador]: camino al Paso de Sico, camino a San Antonio de los Cobres, camino a Santa Rosa de Tastil, El Alfarcito es un ejemplo de cómo la realidad "irreal" puede ser transformada incorporándole valor. Es un paraje maravilloso, no el único, que contiene valores ignorados que residen en los espíritus de las gentes anónimas de la montañas. De vez en cuando (muy de vez en cuando) aparece algún alma que contribuye a que otras descubran el sentido de la luz, de la compasión, de la solidaridad, el sentido de proteger al prójimo, al desconocido. Estos lugares que figuran en los mapas no ocupan lugar en las neuronas de las gentes de las ciudades, siempre atareadas por las conveniencias y los oportunismos. Aquí no se compite para ocupar el espacio del otro, se lucha para descubrir el propio y sumar al conjunto. Muchas son las curiosidades que conducen al "Alfarcito", rodeada de paisajes fantasmales y de un cielo irrepetible en cualquier otro lugar de la Tierra... camino de ripio olvidado por aquellos que dicen ser resposables de conducir a todos por igual, camino pavimentado para algunas conveniencias personales y omitido por las evidencias de las miserias humanas enquistadas en el poder, eterno poder envuelto en soberbias que siempre niegan la realidad de los prójimos... Allí hay pleno sentido de patria... no hay más que cielo y aire, ganas de hacer, de construir en búsqueda de un mañana necesario para los demás. Nada es idealizable, y eso es lo bueno, hay que descubrir el sentido de la noche en la piel... esa noche que no te cuenta nadie... ese día que no cabe en las páginas de ninguna novela y que invita a formar parte de una historia que aún no ha sido escrita. Mayo 15, 2011.-


"Un poco más arriba, a tres mil metros y un poco más, mis recuerdos de Elsa Verón, un espíritu pleno de colores y perspectivas... más que olvidada".

hoy, sí, como ves, intento retener los lugares que amo... como sea los quiero portar hacia la eternidad, porque ellos también necesitan conocer que hay almas puras aquí debajo, gentes que hacen todo por nada, gentes que extienden sus manos porque es lo único que tienen... y eso, aunque no lo creas, no tiene precio, porque justamente, lo que guarda algún valor, no tiene precio, porque está por arriba de los cielos, ni qué hablar de las monedas y sus cursilerías...

pero después, lamentablemente, tuve que escribir...

HOMENAJE || EL ALFARCITO SIN CHIFRI || Murió el padre Chifri, ejemplo de fortaleza - 24.11.2011 - lanacion.com  

A los 46 años, en Salta

Murió el padre Chifri, ejemplo de fortaleza




Su imagen pastoral quedará para siempre en El Alfarcito y las zonas aledañas de Rosario de Lerma, en Salta, donde había desarrollado una curiosa manera de acercarse a la feligresía. Sigfrido Maximiliano Moroder, que murió ayer de un infarto, usaba el parapente para volar de comunidad a comunidad en medio de tantos cerros.

La muerte del sacerdote, que tenía 46 años y era conocido simplemente como el padre Chifri, profundizó el silencio de la Quebrada del Toro, donde hay unos 27 parajes y 21 escuelas rurales. Inesperada ausencia, tras la lucha que había dado para vencer un accidente de vuelo hace casi una década que lo quiso confinar a una silla de ruedas, pero su fe y su esfuerzo lo pusieron casi de pie.

No pudo volver al parapente, pero siguió en Rosario de Lerma con su misión, acompañado por bastones canadienses con los que desafió esa geografía. Su fuerza de voluntad está reflejada en Después del abismo, el libro que escribió tras recuperarse.

"Pensé en integrar mi actividad pastoral con lo deportivo y tenía más de 200 vuelos cuando me embolsó un remolino y caí 40 metros en picada", resumió su accidente.

Nacido en Buenos Aires, el padre Chifri comenzó su trabajo pastoral en Salta en 1999 y desarrolló una amplia obra social que incluyó el desarrollo de una escuela secundaria para contener en El Alfarcito a los adolescentes y evitar la migración casi constante que convertía la región en un albergue de niños y de ancianos.

También creó una fundación y convirtió un viejo ómnibus en El colectivo de los sueños, que equipó con material didáctico y deportivo, con juguetes, instrumentos musicales y hasta un televisor y un castillo inflable. Con ese colectivo recorría las escuelas de la región.

Su vocación religiosa nació durante sus estudios en el Colegio Guadalupe de los Misioneros del Verbo Divino. Ingresó en el seminario en 1984. En 1995 llegó a Salta y se afincó en la Quebrada del Toro. Por su acción en favor de la comunidad, había sido distinguido con el premio y la bandera Argentina Solidaria 2010.

Hoy será velado en la parroquia Santa Rita de Cassia, de Rosario de Lerma. Mañana será sepultado, tras una misa, en El Alfarcito.
Murió el padre Chifri, ejemplo de fortaleza - 24.11.2011 - lanacion.com


el despreciau dice [el hermano gemelo del dispensador]: mucho es lo que pierde la comunidad de EL ALFARCITO con la partida del padre Chifri... que Dios guie tu viaje, desde las praderas de los distintos ilumina a tus seguidores y sobre todo, a tus continuadores. Amen. Noviembre 24, 2011.-

hoy, justamente hoy, como dispensador que soy, quiero decirte que Alfarcito es un paraje de altura que no debes perderte... es un lugar cuyo aire te atrapará, indefectiblemente lo hará... Chifri ya no está de este lado, sin embargo a veces lo ven andando entre los cerros... como sea, se deja ver... sabe que por debajo están las papas andinas, un tesoro poco reconocido por fuera del mundo de los "inquietos", un tesoro que invita a ser comido para nutrir las almas con las inocencias y las humildades de la tierra, nutridas por aguas de las fuentes internas, esas que están pero nadie sabe dónde... este año se me fue el encuentro de la papa porque el frío me atemoriza... los huesos no me responden y la altura tiene sus códigos, los que hay que saber respetar, aceptando el cuándo puede ser y cuándo no debe ser... tal te dije, suelo perderme entre cerros que poco ven a gentes curiosas, tanto que ya soy parte de la tierra y hasta creo que mis efluvios se han incorporado a algunas papas andinas, porque así funcionan las cosas allí, o eres y perteneces o sencillamente no se te permitirá hacerte parte de la "energía" que flota desde la noche de los tiempos... Alfarcito, un poco antes de Tastil... camino al cielo, no sé si me entiendes... camino al cielo. JULIO 25, 2013.- 
A estas alturas... se cura el alma... se perdonan las omisiones, los desvaríos, los disimulos, las negaciones, las burlas, y hasta las segundas intenciones... a estas alturas... el espíritu comprende el sentido de la paz, y las calmas, necesarias para transitar las gracias, esas que permiten que la vida sea bella.
 

COPOS ► Una nube que fue árbol | Cultura | EL PAÍS

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Una nube que fue árbol | Cultura | EL PAÍS

Una nube que fue árbol

Chema Madoz se mueve entre la fotografía y la escultura, pero tiene alma de copiloto. Le gusta viajar por carretera

Fotografía del esqueleto de un árbol usando una nube como ramas / AMELIA CASTILLA

Le gusta viajar por carretera y contemplar cómo evoluciona el paisaje ante la ventana de su coche. Chema Madoz (Madrid, 1958) se mueve profesionalmente entre la fotografía y la escultura, pero tiene alma de copiloto. En su trabajo predominan las ideas sobre la realidad. La fantástica idea que dio origen a la nube convertida en árbol fue creciendo a medida que corrían los kilómetros; luego la fue ordenando, entrelazó elementos y la construyó para poder retratarla. Vista sobre la página entra bien por los ojos, todo queda en su sitio. En una primera impresión causa una ligera extrañeza, luego aporta confianza y al final invita a la sonrisa. Forma parte del mundo personal de su creador, aunque en este caso corra el riesgo de resultar demasiado atractiva y que el espectador se quede en esa primera etapa y se dé por satisfecho. Carece de ese revulsivo que surge de imágenes más secas. Pero, como el resto de su obra, tiene múltiples lecturas, empezando por el aura poética que desprende. No se trata de algo que busque, pero surge de entre esas nubes perdidas en el cielo y del árbol que no clava sus raíces en la tierra. Poesía y fotografía coinciden en que ambas trazan conceptos e ideas con los mínimos elementos posibles. Como en esta foto, aunque no se trate del territorio habitual de Madoz. Sus imágenes suelen ser más áridas, con menos paisaje. Técnicamente ha sido construida como se hacían los collages antiguos: dos imágenes superpuestas, una del cielo y otra de un árbol, puestas una encima de la otra. Sencillo de técnica pero nada fácil de resolver. Detrás quedan muchas horas de espera para cazar la nube que mejor se adapte a la copa del árbol y a su ligero y volátil tronco.


el dispensador dice:
composiciones, 
condiciones,
casualidades,
superposiciones,
causalidades,
exposiciones,
oportunidades,
opciones,
hallazgos,
demostraciones,
observaciones,
aceptaciones,
identificaciones,
magnetismos y pasiones...

así como las estrellas contienen espíritus,
las nubes contienen almas,
que no divagan,
sino que trabajan,
para que los aires circulen,
según lo manifiestan las hadas,
para que las fuentes sean puras,
según proceden las curas,
para que se produzcan las lluvias,
que sirven para lavar locuras,
y en dichas imágenes se revela,
el sentido de los ciclos en la Tierra,
donde cada quien transita un destino,
después de hacerlo regresa sin ser visto,
a proteger a otros andantes,
que andan enseñando vanidades,
de cosas que no saben cómo funcionan,
porque sus karmas no guardan memoria,
y en verdad...
no son más que burros rotando la noria...

a veces se producen coincidencias,
artilugios que no guardan ciencias,
hechos que trascienden consciencias,
que exponen al mundo el sentido de las esencias,
ves, te asomas, algo te asombra,
descubres que no vives bajo una alfombra,
te percatas y te sostienes absorto,
contemplas lo impensado,
para luego negarlo,
eso fue una casualidad,
no se recuerda, es sólo pasado,
el no haberse detenido,
el no haberlo reflexionado,
concede la oportunidad de ser salteado...
y así ocurre, lo pasado es pisado,
mucho más, cuando lo ofrecido no ha sido aceptado.
JULIO 25, 2013.-

LLAMADO ► En una desierta orilla - 26.07.2013 - lanacion.com  

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En una desierta orilla - 26.07.2013 - lanacion.com  


Línea y letra / Poesía de la A a la Z interpretada por Pablo Bernasconi

En una desierta orilla

47
Extraña ave cruza mi cielo vespertino
-¿Quién te guía, alma errante.
En ese lejano vuelo.
Más allá de la tierra, evanescente estrella.
Con certeza de firme deseo.
Las alas bates por tu no trazada senda
Adentro de la noche sin puerto.
De En una desierta orilla. Traducción Rabel Martínez Nadal, Hiperión.

Kathleen Raine

Londres, 1908 - 2003
Tal vez porque creció en una familia que veneraba a los poetas, Raine optó por el linaje del romanticismo inglés, ante todo William Blake y Coleridge. La línea de Blake se prolongó luego en su interés por William Butler Yeats. A ambos les dedicó estudios críticos. Escribió también varios volúmenes de autobiografía..
 
 
el dispensador dice:
he visto volar al cóndor,
ha dado unas vueltas sobre mi cabeza,
mostrándose majestuoso y elegante,
sosteniendo un vuelo suave,
siguiendo sus térmicas y las corrientes de aire,
me ha observado detenidamente,
me ha señalado el camino que queda por delante,
debo ascender por aquel conjunto de piedras,
su nido queda lejos, para el lado de las estrellas,
me ha dicho que allá hay alguien que me espera,
a estas alturas nada me hace mella,
ando suelto por la vida,
desprendido de las penas... 
al llegar a la cima, 
he hallado soledades,
veo a los hombres envueltos en crueldades,
permanezco quieto con mirada errante,
desde lo alto todo parece tranquilo,
pero en el detalle, se siente aberrante.
JULIO 26, 2013.-

TENDIDOS Y EXTENDIDOS ► "Tender puentes es un arte poco conocido en la izquierda militante" - 26.07.2013 - lanacion.com  

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"Tender puentes es un arte poco conocido en la izquierda militante" - 26.07.2013 - lanacion.com  



Entrevista con Laura Restrepo

"Tender puentes es un arte poco conocido en la izquierda militante"

La escritora colombiana habla de su novela Hot sur, centrada en la utopía migratoria de los latinoamericanos que sueñan con una vida mejor en Estados Unidos, y analiza las nuevas formas de participación política que atraen a los jóvenes
Por  | Para LA NACION

La colombiana Laura Restrepo, que recientemente visitó Buenos Aires, emana serenidad. Fue docente, periodista, militante, y en su país participó de los procesos de negociación con la guerrilla en la década de 1980. A los 36 años escribió el primero de sus trece libros, entre novelas, cuentos infantiles, relatos y no ficción. Su última novela, Hot sur (Planeta) es un thriller dentro del mundo de los inmigrantes latinos que van hacia Estados Unidos con una esperanza obstinada que, de a poco, comienza a ensuciarse. Como siempre, ahí están los personajes femeninos, esas mujeres bravas, como María Paz. Personajes que hablan fuerte, bien delimitados, y ante los que ella elige apaciguar su propia voz narrativa, porque les da vida y luego los deja actuar.
-¿Cómo nacen los personajes de Hot sur?
-Sobre las tres primeras mujeres, las que arman el triángulo básico de esta novela, Bolivia, que cree que América es el paraíso y logra traer a sus hijas, Violeta y María Paz, hay algo publicado; un relato sobre ellas en un libro de Unicef que se llamaba Los otros niños. Los otros personajes se fueron añadiendo por el camino. Por ejemplo, Ian Rose, que va estructurando la novela y va recogiendo la información, empezó siendo un escritor, pero eso no funcionaba ¿Qué escritor se iba a meter a recorrer Estados Unidos con una muchacha latina en estas circunstancias? Y era un problema, porque el personaje que cohesionaba todo no me funcionaba. Hasta que opté por juntar dos personajes y crear al padre de un muchacho asesinado, que quiere recuperar la memoria de su hijo muerto. Ese personaje sí estaba obsesionado y podía juntarse con María Paz.

-¿Cómo resolvió esos problemas?
-Tomó meses. Por poco se muere la novela por ese Ian Rose que no funcionaba. Me implicó reescribir un montón. Había que darle un vuelco enorme. Me fui de vacaciones y volví con nuevos bríos para hacer ese cambio por uno que sí funcionaba, que tenía una resonancia, que iba tras algo suficientemente serio para montar esta aventura.

-Sus mujeres son complejas. No las juzga ni las victimiza ¿Se plantea construirlas desde una perspectiva de género?
-En la medida en que quieres hacer una tesis la parte literaria se resiente. No puedes demostrar nada. Es mucho más importante que los personajes tengan autonomía para ir diciéndote por dónde van ellos. Si María Paz fuera un personaje de tesis que claramente rechaza la violencia contra la mujer, sacaría a patadas al novio "tinieblo" y se quedaría con el novio que es buena persona y no es machista, pero no, no puede, porque María Paz tiene sus dudas.

¿Hot sur habla de la rotura de los sueños, de esa América ideal, que en realidad es un espejismo. ¿Usted vivió algún momento en el que cayeron sus certezas?
-Sigo creyendo en todos los ideales en que creía de joven, pero esa forma de decirlo desde una militancia de hueso colorado sí se derrumbó. Sigo creyendo que la izquierda es un camino a nuevas modalidades de convivencia que no sean el capitalismo. Pero había ciertas cosas muy de cartilla que en determinado momento dices: "Uy, Dios mío, qué paliza".

-¿En qué momento se dijo eso?
-Los hijos ayudan mucho, porque cuestionan lo que hicieron sus padres. Cuando de adolescentes te preguntan: "¿Qué es lo que hizo la generación de ustedes? ¿Ese cuento heroico de la clandestinidad para dónde fue?". Mi hijo es de izquierda también, pero me pedía que le mostrara la historia de carne y hueso. Creo que la juventud hoy se ha inventado unas formas de movilización mucho más ágiles, menos jerárquicas, más abiertas al debate. Supongo que en algún momento tendrán que buscar formas más ejecutivas también para que no se quede todo en el aire. Pero por lo menos hay procedimientos que son de libertad. Es absurdo estar convencido de que la libertad es un objetivo y tener una forma de comportamiento constreñida por una jerarquía y por una doctrina.

-No les tiene miedo a los grises. ¿Eso le generó soledades?
-El sectarismo genera soledades. Pienso que hay que tener principios. Uno no puede ser flexible con sus principios. Pero hay que tender puentes hacia todos lados. Para mí fue importante todo el proceso de negociación de paz en Colombia. Era la primera vez que se planteaba en América Latina. Y la idea de que se negocia con el adversario no es fácil. Tienes que darles una vuelta a todas las estructuras mentales de lado y lado. Por ejemplo, ricos colombianos que era difícil que pudieran negociar con la guerrilla, y también para la gente de izquierda, hablando con un empresario, con un militar, inclusive con un paramilitar. Porque la negociación fue ésa: tender lazos y llegar a ciertos acuerdos, obviamente sin ceder a tus principios. Tender puentes es un arte poco conocido en la izquierda militante de nuestros tiempos. Hoy en día, se polariza la gente en torno a figuras más que a programas de gobierno.

-¿Está de acuerdo con participar de mesas de escritoras?
-Por un lado, es horrible, ya lo sientes en el discurso, inclusive con gente que quiere tratarte bien pero dice: "Esta persona que se destaca en la literatura latinoamericana (primera subcategoría), entre las mujeres (segunda subcategoría).". Eso obedece a prejuicios viejos. A eso contribuye un fenómeno de literatura para mujeres escrito por mujeres que es muy mala literatura. Eso también pasa y pesa, pero bueno, la hay masculina en montones de basura que circula por el mundo y sin embargo eso no pesa sobre la literatura de hombres. Pero, por otro lado, sí creo que hay una visión femenina que es muy interesante: la exploración de lo que es su naturaleza, su papel en el pasado, en el presente y el futuro. Una mesa de escritoras mujeres es tan lícita como una de biólogos. Discutir entre mujeres escritoras es delicioso.

-¿De qué manera se hace poderosa esa mirada?
-Es una mirada desde el cuerpo femenino. ¿Por qué es tan importante la figura de Frida Kahlo? Porque por primera vez el cuerpo femenino se abre en términos artísticos. Marcó una época: saca el dolor, la maternidad, la sexualidad. Es un territorio desconocido que se está abriendo. Incluso en la moral. Fíjate en las Cincuenta sombras de Grey. No la he leído, pero ¿qué tecla toca ahí? Quizá la pornografía light resulta de interés para algunas mujeres que nunca tuvieron la oportunidad de acercarse. Se necesitan transiciones. Esos millones de lectoras y lectores que antes no leían no es que dejaron de lado al Marqués de Sade y ahora están con las Cincuenta sombras de Grey. .
 
 
el dispensador dice:
son necesarios los puentes,
acortan distancias y unen a las gentes,
cuanto más se acercan, más se comprenden,
todo es cuestión de oídos,
y de ser coherentes,
no se puede expresar lo que no se siente,
no se puede decir lo que no se debe,
¿cómo saber reconocer las diferencias?,
para eso son necesarios los puentes,
no puedes usar las palabras según te vienen,
ellas suenan según de quien vienen,
extendiendo sentimientos que luego se beben,
aunque son invisibles las almas los sienten,
cuestión de sensibles que perciben las ondas,
las auras se visten según sus horas,
¿había Luna durante la aurora?,
la marea estaba alta mientras alguien llora,
el sueño pasó y el tiempo es "ahora",
lo que sucedió, a veces se añora,
pero todo pasa y el olvido encuentra su hora,
al extenderse la vida las circunstancias afloran,
no hay derechas ni izquierdas,
las mentiras no aflojan,
si no se tiende la mano,
el despreciado lo llora,
hace falta un puente que una las lomas,
todo depende por qué ventana se asoma,
si lo que se ve se aprecia y asombra,
habrán coincidido la huella y la sombra.
JULIO 26, 2013.-

MAGISTRAL CARICATURA ▲ Las clases magistrales de Cortázar - 26.07.2013 - lanacion.com  

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Las clases magistrales de Cortázar - 26.07.2013 - lanacion.com  


Las clases magistrales de Cortázar

Un nuevo libro reúne las lecciones de literatura que el autor de Rayuela dictó en Berkeley, en 1980. Su pensamiento y la intimidad de sus elecciones artísticas, en un adelanto exclusivo


Texto: Julio Cortázar

Primera clase. Los caminos de un escritor
Quisiera que quede bien claro que, aunque propongo primero los cuentos y en segundo lugar las novelas, esto no significa para mí una discriminación o un juicio de valor: soy autor y lector de cuentos y novelas con la misma dedicación y el mismo entusiasmo. Ustedes saben que son cosas muy diferentes, que trataremos de precisar mejor en algunos aspectos, pero el hecho de que haya propuesto que nos ocupemos primero de los cuentos es porque como tema son de un acceso más fácil; se dejan atrapar mejor, rodear mejor que una novela por razones obvias sobre las cuales no vale la pena que insista.

Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones. Para empezar a hablar del cuento como género y de mis cuentos como una continuación, estuve pensando en estos días que para que entremos con más provecho en el cuento latinoamericano sería tal vez útil una breve reseña de lo que en alguna charla ya muy vieja llamé una vez "Los caminos de un escritor"; es decir, la forma en que me fui moviendo dentro de la actividad literaria a lo largo de. desgraciadamente treinta años. El escritor no conoce esos caminos mientras los está franqueando -puesto que vive en un presente como todos nosotros- pero pasado el tiempo llega un día en que de golpe, frente a muchos libros que ha publicado y muchas críticas que ha recibido, tiene la suficiente perspectiva y el suficiente espacio crítico para verse a sí mismo con alguna lucidez. Hace algunos años me planteé el problema de cuál había sido finalmente mi camino dentro de la literatura (decir "literatura" y "vida" para mí es siempre lo mismo, pero en este caso nos estamos concentrando en la literatura). Puede ser útil que reseñe hoy brevemente ese camino o caminos de un escritor porque luego se verá que señalan algunas constantes, algunas tendencias que están marcando de una manera significativa y definitoria la literatura latinoamericana importante de nuestro tiempo.

Les pido que no se asusten por las tres palabras que voy a emplear a continuación porque en el fondo, una vez que se da a entender por qué se las está utilizando, son muy simples. Creo que a lo largo de mi camino de escritor he pasado por tres etapas bastante bien definidas: una primera etapa que llamaría estética (ésa es la primera palabra), una segunda etapa que llamaría metafísica y una tercera etapa, que llega hasta el día de hoy, que podría llamar histórica. En lo que voy a decir a continuación sobre esos tres momentos de mi trabajo de escritor va a surgir por qué utilizo estas palabras, que son para entendernos y que no hay que tomar con la gravedad que utiliza un filósofo cuando habla por ejemplo de metafísica.

Pertenezco a una generación de argentinos surgida casi en su totalidad de la clase media en Buenos Aires, la capital del país; una clase social que por estudios, orígenes y preferencias personales se entregó muy joven a una actividad literaria concentrada sobre todo en la literatura misma. Me acuerdo bien de las conversaciones con mis camaradas de estudios y con los que siguieron siendo amigos una vez que los terminé y todos comenzamos a escribir y algunos poco a poco también a publicar. Me acuerdo de mí mismo y de mis amigos, jóvenes argentinos (porteños, como les decimos a los de Buenos Aires) profundamente estetizantes, concentrados en la literatura por sus valores de tipo estético, poético, y por sus resonancias espirituales de todo tipo. No usábamos esas palabras y no sabíamos lo que eran, pero ahora me doy perfecta cuenta de que viví mis primeros años de lector y de escritor en una fase que tengo derecho a calificar de "estética", donde lo literario era fundamentalmente leer los mejores libros a los cuales tuviéramos acceso y escribir con los ojos fijos en algunos casos en modelos ilustres y en otros en un ideal de perfección estilística profundamente refinada. Era una época en la que los jóvenes de mi edad no nos dábamos cuenta hasta qué punto estábamos al margen y ausentes de una historia particularmente dramática que se estaba cumpliendo en torno de nosotros, porque esa historia también la captábamos desde un punto de vista de lejanía, con distanciamiento espiritual.

 
Caricatura: Sebastián Dufour
Viví en Buenos Aires, desde lejos por supuesto, el transcurso de la guerra civil en que el pueblo de España luchó y se defendió contra el avance del franquismo que finalmente habría de aplastarlo. Viví la segunda guerra mundial, entre el año 39 y el año 45, también en Buenos Aires. ¿Cómo vivimos mis amigos y yo esas guerras? En el primer caso éramos profundos partidarios de la República española, profundamente antifranquistas; en el segundo, estábamos plenamente con los aliados y absolutamente en contra del nazismo. Pero en qué se traducían esas tomas de posición: en la lectura de los periódicos, en estar muy bien informados sobre lo que sucedía en los frentes de batalla; se convertían en charlas de café en las que defendíamos nuestros puntos de vista contra eventuales antagonistas, eventuales adversarios. A ese pequeño grupo del que formaba parte pero que a su vez era parte de muchos otros grupos, nunca se nos ocurrió que la guerra de España nos concernía directamente como argentinos y como individuos; nunca se nos ocurrió que la segunda guerra mundial nos concernía también aunque la Argentina fuera un país neutral. Nunca nos dimos cuenta de que la misión de un escritor que además es un hombre tenía que ir mucho más allá que el mero comentario o la mera simpatía por uno de los grupos combatientes. Esto, que supone una autocrítica muy cruel que soy capaz de hacerme a mí y a todos los de mi clase, determinó en gran medida la primera producción literaria de esa época: vivíamos en un mundo en el que la aparición de una novela o un libro de cuentos significativo de un autor europeo o argentino tenía una importancia capital para nosotros, un mundo en el que había que dar todo lo que se tuviera, todos los recursos y todos los conocimientos para tratar de alcanzar un nivel literario lo más alto posible. Era un planteo estético, una solución estética; la actividad literaria valía para nosotros por la literatura misma, por sus productos y de ninguna manera como uno de los muchos elementos que constituyen el contorno, como hubiera dicho Ortega y Gasset "la circunstancia", en que se mueve un ser humano, sea o no escritor. De todas maneras, aun en ese momento en que mi participación y mi sentimiento histórico prácticamente no existían, algo me dijo muy tempranamente que la literatura -incluso la de tipo fantástico más imaginativa- no estaba únicamente en las lecturas, en las bibliotecas y en las charlas de café. Desde muy joven sentí en Buenos Aires el contacto con las cosas, con las calles, con todo lo que hace de una ciudad una especie de escenario continuo, variante y maravilloso para un escritor. Si por un lado las obras que en ese momento publicaba alguien como Jorge Luis Borges significaban para mí y para mis amigos una especie de cielo de la literatura, de máxima posibilidad en ese momento dentro de nuestra lengua, al mismo tiempo me había despertado ya muy temprano a otros escritores de los cuales citaré solamente uno, un novelista que se llamó Roberto Arlt y que desde luego es mucho menos conocido que Jorge Luis Borges porque murió muy joven y escribió una obra de difícil traducción y muy cerrada en el contorno de Buenos Aires. Al mismo tiempo que mi mundo estetizante me llevaba a la admiración por escritores como Borges, sabía abrir los ojos al lenguaje popular, al lunfardo de la calle que circula en los cuentos y las novelas de Roberto Arlt. Es por eso que, cuando hablo de etapas en mi camino, no hay que entenderlas nunca de una manera excesivamente compartimentada: me estaba moviendo en esa época en un mundo estético y estetizante pero creo que ya tenía en las manos o en la imaginación elementos que venían de otros lados y que todavía necesitarían tiempo para dar sus frutos. Eso lo sentí en mí mismo poco a poco, cuando empecé a vivir en Europa.

Siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago, movido un poco por el azar, por una serie de casualidades: las cosas me llegan como un pájaro que puede pasar por la ventana. En Europa continué escribiendo cuentos de tipo estetizante y muy imaginativos, prácticamente todos de tema fantástico. Sin darme cuenta, empecé a tratar temas que se separaron de ese primer momento de mi trabajo. En esos años escribí un cuento muy largo, quizá el más largo que he escrito, "El perseguidor", que en sí mismo no tiene nada de fantástico pero en cambio tiene algo que se convertía en importante para mí: una presencia humana, un personaje de carne y hueso, un músico de jazz que sufre, sueña, lucha por expresarse y sucumbe aplastado por una fatalidad que lo persiguió toda su vida. (Los que lo han leído saben que estoy hablando de Charlie Parker, que en el cuento se llama Johnny Carter.) Cuando terminé ese cuento y fui su primer lector, advertí que de alguna manera había salido de una órbita y estaba tratando de entrar en otra. Ahora el personaje se convertía en el centro de mi interés mientras que en los cuentos que había escrito en Buenos Aires los personajes estaban al servicio de lo fantástico como figuras para que lo fantástico pudiera irrumpir; aunque pudiera tener simpatía o cariño por determinados personajes de esos cuentos, era muy relativo: lo que verdaderamente me importaba era el mecanismo del cuento, sus elementos finalmente estéticos, su combinatoria literaria con todo lo que puede tener de hermoso, de maravilloso y de positivo. En la gran soledad en que vivía en París de golpe fue como estar empezando a descubrir a mi prójimo en la figura de Johnny Carter, ese músico negro perseguido por la desgracia cuyos balbuceos, monólogos y tentativas inventaba a lo largo de ese cuento.

Ese primer contacto con mi prójimo -creo que tengo derecho a utilizar el término-, ese primer puente tendido directamente de un hombre a otro, de un hombre a un conjunto de personajes, me llevó en esos años a interesarme cada vez más por los mecanismos psicológicos que se pueden dar en los cuentos y en las novelas, por explorar y avanzar en ese territorio -que es el más fascinante de la literatura al fin y al cabo- en que se combina la inteligencia con la sensibilidad de un ser humano y determina su conducta, todos sus juegos en la vida, todas sus relaciones y sus interrelaciones, sus dramas de vida, de amor, de muerte, su destino; su historia, en una palabra. Cada vez más deseoso de ahondar en ese campo de la psicología de los personajes que estaba imaginando, surgieron en mí una serie de preguntas que se tradujeron en dos novelas, porque los cuentos no son nunca o casi nunca problemáticos: para los problemas están las novelas, que los plantean y muchas veces intentan soluciones. La novela es ese gran combate que libra el escritor consigo mismo porque hay en ella todo un mundo, todo un universo en que se debaten juegos capitales del destino humano, y si uso el término destino humano es porque en ese momento me di cuenta de que yo no había nacido para escribir novelas psicológicas o cuentos psicológicos como los hay y por cierto tan buenos. El solo hecho de manejar elementos en la vida de algunos personajes no me satisfacía lo suficiente. Ya en "El perseguidor", con toda su torpeza y su ignorancia, Johnny Carter se plantea problemas que podríamos llamar "últimos". Él no entiende la vida y tampoco entiende la muerte, no entiende por qué es un músico, quisiera saber por qué toca como toca, por qué le suceden las cosas que le suceden. Por ese camino entré en eso que con un poco de pedantería he calificado de etapa metafísica, es decir, una autoindagación lenta, difícil y muy primaria -porque yo no soy un filósofo ni estoy dotado para la filosofía- sobre el hombre, no como simple ser viviente y actuante sino como ser humano, como ser en el sentido filosófico, como destino, como camino dentro de un itinerario misterioso.

Esta etapa que llamo metafísica a falta de mejor nombre se fue cumpliendo sobre todo a lo largo de dos novelas. La primera, que se llama Los premios, es una especie de divertimento; la segunda quiso ser algo más que un divertimento y se llama Rayuela. En la primera intenté presentar, controlar, dirigir un grupo importante y variado de personajes. Tenía una preocupación técnica, porque un escritor de cuentos -como lectores de cuentos, ustedes lo saben bien- maneja un grupo de personajes lo más reducido posible por razones técnicas: no se puede escribir un cuento de ocho páginas en donde entren siete personas ya que llegamos al final de las ocho páginas sin saber nada de ninguna de las siete, y obligadamente hay una concentración de personajes como hay también una concentración de muchas otras cosas. La novela en cambio es realmente el juego abierto, y en Los premios me pregunté si dentro de un libro de las dimensiones habituales de una novela sería capaz de presentar y tener un poco las riendas mentales y sentimentales de un número de personajes que al final, cuando los conté, resultaron ser dieciocho. ¡Ya es algo! Fue, si ustedes quieren, un ejercicio de estilo, una manera de demostrarme a mí mismo si podía o no pasar a la novela como género. Bueno, me aprobé; con una nota no muy alta pero me aprobé en ese examen. Pensé que la novela tenía los suficientes elementos como para darle atracción y sentido, y allí, en muy pequeña escala todavía, ejercité esa nueva sed que se había posesionado de mí, esa sed de no quedarme solamente en la psicología exterior de la gente y de los personajes de los libros sino ir a una indagación más profunda del hombre como ser humano, como ente, como destino. En Los premios eso se esboza apenas en algunas reflexiones de uno o dos personajes.

A lo largo de unos cuantos años escribí Rayuela y en esa novela puse directamente todo lo que en ese momento podía poner en ese campo de búsqueda e interrogación. El personaje central es un hombre como cualquiera de todos nosotros, realmente un hombre muy común, no mediocre pero sin nada que lo destaque especialmente; sin embargo, ese hombre tiene -como ya había tenido Johnny Carter en "El perseguidor"- una especie de angustia permanente que lo obliga a interrogarse sobre algo más que su vida cotidiana y sus problemas cotidianos. Horacio Oliveira, el personaje de Rayuela, es un hombre que está asistiendo a la historia que lo rodea, a los fenómenos cotidianos de luchas políticas, guerras, injusticias, opresiones y quisiera llegar a conocer lo que llama a veces "la clave central", el centro que ya no sólo es histórico sino también filosófico, metafísico, y que ha llevado al ser humano por el camino de la historia que está atravesando, del cual nosotros somos el último y presente eslabón. Horacio Oliveira no tiene ninguna cultura filosófica -como su padre- y simplemente se hace las preguntas que nacen de lo más hondo de la angustia.
Se pregunta muchas veces cómo es posible que el hombre como género, como especie, como conjunto de civilizaciones, haya llegado a los tiempos actuales siguiendo un camino que no le garantiza en absoluto el alcance definitivo de la paz, la justicia y la felicidad, por un camino lleno de azares, injusticias y catástrofes en que el hombre es el lobo del hombre, en que unos hombres atacan y destrozan a otros, en que justicia e injusticia se manejan muchas veces como cartas de póquer. Horacio Oliveira es el hombre preocupado por elementos ontológicos que tocan al ser profundo del hombre: ¿Por qué ese ser preparado teóricamente para crear sociedades positivas por su inteligencia, su capacidad, por todo lo que tiene de positivo, no lo consigue finalmente o lo consigue a medias, o avanza y luego retrocede? (Hay un momento en que la civilización progresa y luego cae bruscamente, y basta con hojear el Libro de la Historia para asistir a la decadencia y a la ruina de civilizaciones que fueron maravillosas en la Antigüedad.) Horacio Oliveira no se conforma con estar metido en un mundo que le ha sido dado prefabricado y condicionado; pone en tela de juicio cualquier cosa, no acepta las respuestas habitualmente dadas, las respuestas de la sociedad x o de la sociedad z, de la ideología a o de la ideología b.

Esa etapa histórica suponía romper el individualismo y el egoísmo que hay siempre en las investigaciones del tipo que hace Oliveira, ya que él se preocupa de pensar cuál es su propio destino en tanto destino del hombre pero todo se concentra en su propia persona, en su felicidad y su infelicidad. Había un paso que franquear: el de ver al prójimo no sólo como el individuo o los individuos que uno conoce sino también verlo como sociedades enteras, pueblos, civilizaciones, conjuntos humanos. Debo decir que llegué a esa etapa por caminos curiosos, extraños y a la vez un poco predestinados. Había seguido de cerca con mucho más interés que en mi juventud todo lo que sucedía en el campo de la política internacional en aquella época: estaba en Francia cuando la guerra de liberación de Argelia y viví muy de cerca ese drama que era al mismo tiempo y por causas opuestas un drama para los argelinos y para los franceses. Luego, entre el año 59 y el 61, me interesó toda esa extraña gesta de un grupo de gente metida en las colinas de la isla de Cuba que estaban luchando para echar abajo un régimen dictatorial. (No tenía aún nombres precisos: a esa gente se los llamaba "los barbudos" y Batista era un nombre de dictador en un continente que ha tenido y tiene tantos.) Poco a poco, eso tomó para mí un sentido especial. Testimonios que recibí y textos que leí me llevaron a interesarme profundamente por ese proceso, y cuando la Revolución cubana triunfó a fines de 1959, sentí el deseo de ir. Pude ir -al principio no se podía- menos de dos años después. Fui a Cuba por primera vez en 1961 como miembro del jurado de la Casa de las Américas que se acababa de fundar. Fui a aportar la contribución del único tipo que podía dar, de tipo intelectual, y estuve allí dos meses viendo, viviendo, escuchando, aprobando y desaprobando según las circunstancias. Cuando volví a Francia traía conmigo una experiencia que me había sido totalmente ajena: durante casi dos meses no estuve metido con grupos de amigos o con cenáculos literarios; estuve mezclándome cotidianamente con un pueblo que en ese momento se debatía frente a las peores dificultades, al que le faltaba todo, que se veía preso en un bloqueo despiadado y sin embargo luchaba por llevar adelante esa autodefinición que se había dado a sí mismo por la vía de la revolución. Cuando volví a París eso hizo un lento pero seguro camino. Habían sido invitaciones de pasaporte para mí y nada más, señas de identidad y nada más. En ese momento, por una especie de brusca revelación -y la palabra no es exagerada-, sentí que no sólo era argentino: era latinoamericano, y ese fenómeno de tentativa de liberación y de conquista de una soberanía a la que acababa de asistir era el catalizador, lo que me había revelado y demostrado que no solamente yo era un latinoamericano que estaba viviendo eso de cerca sino que además me mostraba una obligación, un deber. Me di cuenta de que ser un escritor latinoamericano significaba fundamentalmente que había que ser un latinoamericano escritor: había que invertir los términos y la condición de latinoamericano, con todo lo que comportaba de responsabilidad y deber, había que ponerla también en el trabajo literario. Creo entonces que puedo utilizar el nombre de etapa histórica, o sea de ingreso en la historia, para describir este último jalón en mi camino de escritor.
Si han podido leer algunos libros míos que abarquen esos períodos, verán muy claramente reflejado lo que he tratado de explicar de una manera un poco primaria y autobiográfica, verán cómo se pasa del culto de la literatura por la literatura misma al culto de la literatura como indagación del destino humano y luego a la literatura como una de las muchas formas de participar en los procesos históricos que a cada uno de nosotros nos concierne en su país. Si les he contado esto -e insisto en que he hecho un poco de autobiografía, cosa que siempre me avergüenza- es porque creo que ese camino que seguí es extrapolable en gran medida al conjunto de la actual literatura latinoamericana que podemos considerar significativa. En el curso de las últimas tres décadas la literatura de tipo cerradamente individual que naturalmente se mantiene y se mantendrá y que da productos indudablemente hermosos e indiscutibles, esa literatura por el arte y la literatura misma ha cedido terreno frente a una nueva generación de escritores mucho más implicados en los procesos de combate, de lucha, de discusión, de crisis de su propio pueblo y de los pueblos en conjunto. La literatura que constituía una actividad fundamentalmente elitista y que se autoconsideraba privilegiada (todavía lo hacen muchos en muchos casos) fue cediendo terreno a una literatura que en sus mejores exponentes nunca ha bajado la puntería ni ha tratado de volverse popular o populachera llenándose con todo el contenido que nace de los procesos del pueblo de donde pertenece el autor. Estoy hablando de la literatura más alta de la que podemos hablar en estos momentos, la de Asturias, Vargas Llosa, García Márquez, cuyos libros han salido plenamente de ese criterio de trabajo solitario por el placer mismo del trabajo para intentar una búsqueda en profundidad en el destino, en la realidad, en la suerte de cada uno de sus pueblos. Por eso me parece que lo que me sucedió en el terreno individual y privado es un proceso que en conjunto se ha ido dando de la misma manera yendo de lo más (cómo decirlo, no me gusta la palabra elitista, pero en fin...), de lo más privilegiado, lo más refinado como actividad literaria, a una literatura que guardando todas sus calidades y todas sus fuerzas se dirige actualmente a un público de lectores que va mucho más allá que los lectores de la primera generación que eran sus propios grupos de clase, sus propias élites, aquellos que conocían los códigos y las claves y podían entrar en el secreto de esa literatura casi siempre admirable pero también casi siempre exquisita.
[...]
Conviene hacer una cosa bastante elemental al principio que es preguntarse qué es un cuento, porque sucede que todos los leemos (es un género que creo que se vuelve cada día más popular; en algunos países lo ha sido siempre y en otros va ganando camino después de haber sido rechazado por motivos bastantes misteriosos que los críticos buscan deslindar) pero en definitiva es muy difícil intentar una definición de cuento. Hay cosas que se niegan a la definición; creo, y en este sentido me gusta extremar ciertos caminos mentales, que en el fondo nada se puede definir. El diccionario tiene una definición para cada cosa; cuando son cosas muy concretas, la definición es tal vez aceptable, pero muchas veces a lo que tomamos por definición yo lo llamaría una aproximación. La inteligencia se maneja con aproximaciones y establece relaciones y todo funciona muy bien, pero frente a ciertas cosas la definición se vuelve verdaderamente muy difícil. Es el caso muy conocido de la poesía. ¿Quién ha podido definir la poesía hasta hoy? Nadie. Hay dos mil definiciones que vienen desde los griegos que ya se preocupaban por el problema, y Aristóteles tiene nada menos que toda una Poética para eso, pero no hay una definición de la poesía que a mí me convenza y sobre todo que convenza a un poeta. En el fondo el único que tiene razón es ese humorista español -creo- que dijo que la poesía es eso que se queda afuera cuando hemos terminado de definir la poesía: se escapa y no está dentro de la definición. Con el cuento no pasa exactamente lo mismo pero tampoco es un género fácilmente definible. Lo mejor es acercarnos muy rápida e imperfectamente desde un punto de vista cronológico.

 
Julio Cortázar en París, en 1974. Foto: Corbis
La narrativa del cuento, tal como se lo imaginó en otros tiempos y tal y como lo leemos y lo escribimos en la actualidad, es tan antigua como la humanidad. Supongo que en las cavernas las madres y los padres les contaban cuentos a los niños (cuentos de bisontes, probablemente). El cuento oral se da en todos los folclores. África es un continente maravilloso para los cuentos orales, los antropólogos no se cansan de reunir enormes volúmenes con miles y miles, algunos de una fantasía y una invención extraordinarias que se transmiten de padres a hijos. La Antigüedad conoce el cuento como género literario y la Edad Media le da una categoría estética y literaria bien definida, a veces en forma de apólogos destinados a ilustrar elementos religiosos, otras veces morales. Las fábulas, por ejemplo, nos vienen desde los griegos y son un mecanismo de pequeño cuento, un relato que se basta a sí mismo, algo que sucede entre dos o tres animales, que empieza, tiene su fin y su reflexión moralista. El cuento tal como lo entendemos ahora no aparece de hecho hasta el siglo XIX. Hay a lo largo de la historia elementos de cuentística verdaderamente maravillosos.
Piensen ustedes en Las mil y una noches, una antología de cuentos, la mayoría de ellos anónimos, que un escriba persa recogió y les dio calidad estética; ahí hay cuentos con mecanismos sumamente complejos, muy modernos en ese sentido. En la Edad Media española hay un clásico, El Conde Lucanor del Infante Juan Manuel, que contiene algunos de antología. En el siglo XVIII se escriben cuentos en general sumamente largos, que divagan un poco en un territorio más de novela que de cuento; pienso por ejemplo en los de Voltaire: Zadig, Cándido, ¿son cuentos o pequeñas novelas? Suceden muchas cosas, hay un desarrollo que casi se podría dividir en capítulos y finalmente son novelitas más que cuentos largos. Cuando nos metemos en el siglo XIX el cuento adquiere de golpe su carta de ciudadanía, más o menos paralelamente en el mundo anglosajón y en el francés. En el mundo anglosajón surgen en la segunda mitad del siglo XIX escritores para quienes el cuento es un instrumento literario de primera línea que atacan y llevan a cabo con un rigor extraordinario. En Francia bastaría citar a Mérimée, a Villiers de l'Isle-Adam y tal vez por encima de todos ellos a Maupassant, para ver cómo el cuento se ha convertido en un género moderno. En nuestro siglo entra ya con todos los elementos, las condiciones y las exigencias por parte del escritor y del lector. Vivimos hoy en una época en la que no aceptamos que "nos hagan el cuento", como dirían los argentinos: aceptamos que nos den buenos cuentos, que es una cosa muy diferente. Si a través de este paseo a vuelo de pájaro andamos buscando una aproximación, si no una definición del cuento, lo que vamos viendo es en general una especie de reducción: el cuento es una cosa muy vaga, muy esfumada, que abarca elementos de un desarrollo no siempre muy ceñido que a lo largo del siglo XIX y ahora en nuestro siglo adopta sus características que podemos considerar definitivas (en la medida en que puede haber algo definitivo en literatura, porque el cuento tiene una elasticidad equiparable a la de la novela en cierto sentido y, en manos de nuevos cuentistas que pueden estar trabajando en este mismo momento, puede dar un viraje y mostrarse desde otro ángulo y con otras posibilidades. Mientras eso no suceda, tenemos delante de nosotros una cantidad enorme de cuentistas mundiales y, en el caso que nos interesa especialmente, una cantidad muy grande y muy importante de cuentistas latinoamericanos).


¿Cuáles son las características en general del cuento, ya que decimos que no vamos a poder definirlo exactamente? Si hacemos el enfoque primario -o sea el fondo del cuento, su razón de ser, el tema, y la forma-, por lo que se refiere al tema la variedad del cuento moderno es infinita: puede ocuparse de temas absolutamente realistas, psicológicos, históricos, costumbristas, sociales... Su campo es perfectamente apto para hacer frente a cualquiera de estos temas, y pensando en el camino de la imaginación pura, se abre con toda libertad para la ficción total en los cuentos que llamamos fantásticos, los cuentos de lo sobrenatural donde la imaginación modifica las leyes naturales, las transforma y presenta el mundo de otra manera y bajo otra luz. La gama es inmensa incluso si nos situamos únicamente en el sector del cuento realista típico, clásico: por un lado podemos tener un cuento de D. H. Lawrence o de Katherine Mansfield, con sus delicadas aproximaciones psicológicas al destino de sus personajes; por otro lado podemos tener un cuento del uruguayo Juan Carlos Onetti que puede describir un momento perfectamente real -diría incluso realista- de una vida y que, siendo en el fondo una temática equivalente a la de Lawrence o a la de Katherine Mansfield, es totalmente distinto. Se abre así el abanico de su riqueza de posibilidades. Ya se dan cuenta ustedes de que por la temática no vamos a poder atrapar al cuento por la cola, porque cualquier cosa entra en el cuento: no hay temas buenos ni malos en el cuento. (No hay temas buenos ni malos en ninguna parte de la literatura, todo depende de quién y cómo lo trata. Alguien decía que se puede escribir sobre una piedra y hacer una cosa fascinante siempre que el que escriba se llame Kafka.)

Desde el punto de vista temático es difícil encontrar criterios para acercarnos a la noción de cuento, en cambio creo que vamos a estar más cerca porque ya se refiere un poco a nuestro trabajo futuro si buscamos por el lado de lo que se llama en general forma, aunque a mí me gustaría usar la palabra estructura, que no uso en el sentido del estructuralismo, o sea de ese sistema de crítica y de indagación con el cual tanto se trabaja en estos días y del cual yo no conozco nada. Hablo de estructura como podríamos decir la estructura de esta mesa o de esta taza; es una palabra que me parece un poco más rica y más amplia que la palabra forma porque estructura tiene además algo de intencional: la forma puede ser algo dado por la naturaleza y una estructura supone una inteligencia y una voluntad que organizan algo para articularlo y darle una estructura.

Por el lado de la estructura podemos acercarnos un poco más al cuento porque, si me permiten una comparación no demasiado brillante pero sumamente útil, podríamos establecer dos pares comparativos: por un lado tenemos la novela y por otro, el cuento. Grosso modo sabemos muy bien que la novela es un juego literario abierto que puede desarrollarse al infinito y que según las necesidades de la trama y la voluntad del escritor en un momento dado se termina, no tiene un límite preciso. Una novela puede ser muy corta o casi infinita, algunas novelas terminan y uno se queda con la impresión de que el autor podría haber continuado, y algunos continúan porque años después escriben una segunda parte. La novela es lo que Umberto Eco llama la "obra abierta": es realmente un juego abierto que deja entrar todo, lo admite, lo está llamando, está reclamando el juego abierto, los grandes espacios de la escritura y de la temática. El cuento es todo lo contrario: un orden cerrado. Para que nos deje la sensación de haber leído un cuento que va a quedar en nuestra memoria, que valía la pena leer, ese cuento será siempre uno que se cierra sobre sí mismo de una manera fatal.

Alguna vez he comparado el cuento con la noción de la esfera, la forma geométrica más perfecta en el sentido de que está totalmente cerrada en sí misma y cada uno de los infinitos puntos de su superficie son equidistantes del invisible punto central. Esa maravilla de perfección que es la esfera como figura geométrica es una imagen que me viene también cuando pienso en un cuento que me parece perfectamente logrado.
Una novela no me dará jamás la idea de una esfera; me puede dar la idea de un poliedro, de una enorme estructura. En cambio el cuento tiende por autodefinición a la esfericidad, a cerrarse, y es aquí donde podemos hacer una doble comparación pensando también en el cine y en la fotografía: el cine sería la novela y la fotografía, el cuento. Una película es como una novela, un orden abierto, un juego donde la acción y la trama podrían o no prolongarse; el director de la película podría multiplicar incidentes sin malograrla, incluso acaso mejorándola; en cambio, la fotografía me hace pensar siempre en el cuento. Alguna vez hablando con fotógrafos profesionales he sentido hasta qué punto esa imagen es válida porque el gran fotógrafo es el hombre que hace esas fotografías que nunca olvidaremos -fotos de Stieglitz, por ejemplo, o de Cartier-Bresson- en que el encuadre tiene algo de fatal: ese hombre sacó esa fotografía colocando dentro de los cuatro lados de la foto un contenido perfectamente equilibrado, perfectamente arquitectado, perfectamente suficiente, que se basta a sí mismo pero que además -y eso es la maravilla del cuento y de la fotografía- proyecta una especie de aura fuera de sí misma y deja la inquietud de imaginar lo que había más allá, a la izquierda o a la derecha. Para mí las fotografías más reveladoras son aquellas en que por ejemplo hay dos personajes, el fondo de una casa y luego quizá a la izquierda, donde termina la foto, la sombra de un pie o de una pierna. Esa sombra corresponde a alguien que no está en la foto y al mismo tiempo la foto está haciendo una indicación llena de sugestiones, apelando a nuestra imaginación para decirnos: "¿Qué había allí después?". Hay una atmósfera que partiendo de la fotografía se proyecta fuera de ella y creo que es eso lo que les da la gran fuerza a esas fotos que no son siempre técnicamente muy buenas ni más memorables que otras; las hay muy espectaculares que no tienen esa aureola, esa aura de misterio. Como el cuento, son al mismo tiempo un extraño orden cerrado que está lanzando indicaciones que nuestra imaginación de espectadores o de lectores puede recoger y convertir en un enriquecimiento de la foto.

Ahora, por el hecho de que el cuento tiene la obligación interna, arquitectónica, de no quedar abierto sino de cerrarse como la esfera y guardar al mismo tiempo una especie de vibración que proyecta cosas fuera de él, ese elemento que vamos a llamar fotográfico nace de otras características que me parecen indispensables para el logro de un cuento memorable o perdurable. Es muy difícil definir esos elementos. Podría hablar, y lo he hecho ya alguna vez, de intensidad y de tensión. Son elementos que parecen caracterizar el trabajo del buen cuentista y hacen que haya cuentos absolutamente inolvidables como los mejores de Edgar Allan Poe. "El tonel de amontillado", por ejemplo, es una pequeña historia de apariencia común, un cuento que tiene menos de cuatro páginas en el que no hay ningún preámbulo, ningún rodeo. En la primera frase estamos metidos en el drama de una venganza que se va a cumplir fatalmente, con una tensión y una intensidad simultáneas porque se siente el lenguaje de Poe tendido como un arco: cada palabra, cada frase ha sido minuciosamente cuidada para que nada sobre, para que solamente quede lo esencial, y al mismo tiempo hay una intensidad de otra naturaleza: está tocando zonas profundas de nuestra psiquis, no solamente nuestra inteligencia sino también nuestro subconsciente, nuestro inconsciente, nuestra libido, todo lo que ahora se da en llamar "subliminal", los resortes más profundos de nuestra personalidad.

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    Clases de literatura. Berkeley, 1980. Carles Álvarez Garriga (ed.)
    Julio cortázar
    Alfaguara
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el dispensador dice:
somos maestros de nosotros mismos,
depende ello de cómo decodificamos lo que hemos visto,
la vida ofrece códigos distintos,
las perspectivas guardan sus ritmos,
desde la derecha aparecen los itsmos,
desde la izquierda se muestran los gritos,
por qué ciertas lecturas no dicen lo mismo,
porque quien las lee, las interpreta según sus sentidos,
hoy se ve como si fuesen líneas, 
mañana los relieves ganarán un perfil distinto,
las cosas son según los momentos,
las auras se deforman ante los vientos,
así como el alma madura por tiempos,
sus relojes mandan a los sentimientos... 

somos caricaturas de nuestro destino,
a veces alegres,
desnudos o vestidos,
experiencias se venden según lo aprendido,
para entender la vida se debe ser desprendido,
no puedes abrigar a los otros,
sin tu propio abrigo,
no puedes juzgar a los otros,
si no conoces tu ombligo.
JULIO 26, 2013.-

CONFESIONES ► El balance de una vida bien vivida - 26.07.2013 - lanacion.com  

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El balance de una vida bien vivida - 26.07.2013 - lanacion.com  



Final abierto

El balance de una vida bien vivida

Por  | LA NACION


Hace algunas semanas, el espacio de esta columna estuvo dedicado a dos grandes escritores -Philip Roth y Alice Munro- que, sobre el filo de los 80 años, decían adiós a la literatura (a la propia, a la que ya no escribirían) para reorientar sus vidas en una nueva dirección. Hoy, esa especie de tríptico se cierra con el escritor y neurólogo británico Oliver Sacks, que aporta un matiz diferente.
Nacido el 9 de julio de 1933, autor de títulos clásicos de la literatura científica como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Sacks ganó la mayor popularidad a comienzos de los años 90 cuando Robin Williams y Robert De Niro protagonizaron el film Despertares, basado en el libro homónimo del neurólogo. Pocos días atrás, a sus flamantes 80 años, Sacks hizo públicas una serie de consideraciones sobre esa edad, una especie de balance de su vida. A juzgar por sus palabras (reproducidas por El País de España), el saldo es altamente positivo. En primer lugar, se mantiene activo. El año pasado apareció su libro más reciente, Hallucinatios (Alucinaciones, que Anagrama tiene previsto publicar pronto en castellano), y sus editores afirman que está trabajando en una nueva obra que espera concluir en los próximos años. En segundo lugar, parece entusiasmado con la década que comienza. "Ama lo inevitable", ironiza un colega malicioso, pero lo cierto es que Sacks encara esta etapa con más curiosidad que melancolía.

Pocas cosas anota en la columna del debe: apenas algún remordimiento por haber "perdido el tiempo", no haber aprendido otros idiomas ni superado una timidez angustiosa, y por haber viajado poco. La columna del haber, en cambio, es exuberante: alegría de vivir, sentimientos de gratitud, sensación de que el horizonte intelectual se ensancha, acumulación de experiencias valiosas, conciencia de la historia, mayor sensibilidad hacia la belleza. Y lo que prometen los años por venir: ocio y libertad "para explorar lo que deseemos".

"Siento que debería estar intentando completar mi vida -reflexiona Sacks-, signifique lo que signifique eso de 'completar una vida'. Algunos de mis pacientes, con 90 o 100 años, entonan el nunc dimittis: 'He tenido una vida plena y ahora estoy listo para irme'. Para algunos de ellos, esto significa irse al cielo. Yo no tengo ninguna fe en (ni deseo de) una existencia post mortem , más allá de la que tendré en los recuerdos de mis amigos y en la esperanza de que algunos de mis libros sigan 'hablando' con la gente después de mi muerte."
Y concluye: "Tal vez con suerte, llegue más o menos intacto a cumplir algunos años más y se me conceda la libertad de amar y de trabajar, las dos cosas más importantes de la vida, como insistía Freud".



el dispensador dice:
confieso que he vivido según mis códigos,
he sido bueno pero no tonto,
he detectado las mentiras aflorando en rollos,
he descubierto traiciones escondidas en lodos,
sensible he percibido segundas intenciones,
hay gente que declama inocencias en rellenos,
retiran sus manos cuando sienten los truenos,
algunos hablan de amores inciertos,
otros pronuncian "amor" en sus desiertos,
ocultan oscurantismos siniestros,
por un lado apuñalan,
mientras hacen referencia a lo "nuestro",
luego te juzgan como si fueran buenos,
los cinismos envuelven cada uno de sus encuentros,
cultivando hipocresías y burlas a los cuatro vientos,
proclamando sanidad mientras roban lo hecho...

algunos hablan de lo inevitable,
de cambios creíbles,
de otros envidiables,
sus sentimientos se evaporan,
como agua en un balde,
se llevan tu esfuerzo como si fueras "nadie",
acusan personalismos ajenos en sus propias tardes,
luego esquivan con mirada ligera,
de haber sido alguien, pasas a ser un cualquiera,
dicen que la vida contigo les ha sido fiera,
dicen que has vivido perdido entre quimeras,
curiosamente denigran la figura,
son sus almas las que no hallan cura,
han diezmado la voluntad en sus locuras,
se quedaron con tus esfuerzos, negando fisuras,
ahora son dueños de disfrazadas historias,
cuentan lo que quieren, inventando glorias,
jamás hicieron nada por su identidad,
han vivido esgrimiendo todo tipo de crueldad,
atacando por la espalda,
mirando a los ojos,
diciendo que no eres el mismo,
que se te ve en los ojos...

en la circunstancia tomas distancia,
es necesario preservar la propia elegancia,
las coincidencias comienzan en algún punto,
al poco de andar aparecen los muros,
escalarlos no tiene sentido,
lo que nunca fue lámpara,
jamás podrá ser encendido,
mejor entonces es cruzar de vereda,
tomar distancia, andar la alameda,
no regresar la mirada, andar derecho,
las heridas se curan pasado algún trecho,
y la vida se muestra plena y radiante,
serás pobre y negado,
pero con humildad dignificante,
eso separa a los depredadores,
de los que han oído sus campanas... sonar distantes...
reconoces quien te llama,
quien ha de amarte,
de acercarás despacio,
sin atribularte...
los sentimientos no deben apurarse,
debe ser hoy, porque mañana es tarde.
JULIO 26, 2013.-

CALCUTA SIN TERESA ► La India de Allen Ginsberg | Cultura | EL PAÍS

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La India de Allen Ginsberg | Cultura | EL PAÍS

La India de Allen Ginsberg

Los diarios que el poeta beat escribió en Benarés transmiten un país creíble y contagioso

Ahora se publican por primera vez completos en España


Peter Orlovski y Allen Ginsberg, en Calcuta en octubre de 1962. / Corbis

Allen Ginsberg (1926-1997) pasó ocho meses en un hospital psiquiátrico porque tuvo una visión de William Blake que le duró una semana. Cuando ingresó allí llevaba bajo el brazo un ejemplar del Bhagavad Gita, el libro más importante del hinduismo. 13 años más tarde William Blake, definitivamente convertido en su gurú, aunque ya no en forma de alucinación sino de póster, le acompañaría a un viaje de un año por la India que compartiría con el que sería su pareja sentimental durante tres décadas, Peter Orlovski (1933-2010), y, parte de él, con el matrimonio formado por los poetas Gary Snyder (1930) y Joanne Kyger (1934), que entonces residían en Japón. Estamos hablando de 1961 y 1962, una época en la que todavía la contracultura estaba buscando referentes intelectuales y espacios mentales y geográficos donde asentarse. Ginsberg, que poco antes había dejado atónitos a los mejores cerebros de su generación con su poema Aullido, y después de probar el denso aire de fumadero que era el Tánger del momento, con William Burroughs y Paul Bowles como sumos sacerdotes, decidió seguir el consejo de uno de sus sueños, donde se le aparecía la India como la “tierra prometida”. Fue una manera de oficializar lo oriental como uno de los ingredientes principales de la nueva poesía, de la nueva política y de la nueva filosofía de vida.


Estos diarios son varios libros:
de viajes, de poemas, de sueños,
sobre enfermedades, sobre drogas, sobre ciudades

De ese viaje iniciático tenemos tres testimonios: estos diarios de Allen Ginsberg, un libro que escribió Gary Snyder para contarle esta experiencia a su hija (Passage through India, Grey Fox Press, San Francisco, 1983) y unas 50 páginas de los diarios de Joanne Kyger (Strange Big Moon, North Atlantic Books, Berkeley, 2000). En todos ellos se reproducen fotos (no así en la versión española del de Ginsberg) en blanco y negro, desenfocadas, semiveladas y maltratadas por el paso del tiempo pero llenas de fuerza expresiva: Ginsberg en una terraza de Benarés alimentando a los monos, Orlovski tumbado en una habitación con una gran barba y pelo largo, estos dos y Kyger en el patio de una mezquita de Delhi y al pie de una montaña en Dharamsala, Kyger cocinando al aire libre en Bodh Gaya, mendigos, leprosos, santones desnudos, vendedores de cigarrillos… Fotos que, interpretadas a la luz de los textos que ilustran, no fueron realizadas para dejar testimonio de un viaje sino más bien para lo contrario: para corroborar la imposibilidad de cualquier testimonio, para confirmar la radical falsedad del conocimiento, para remarcar la importancia del vacío (lo que queda entre lo dicho y lo no dicho, entre lo fotografiado y lo no fotografiado) en la transmisión de una experiencia. Fotos parecidas, eso sí, para textos muy diferentes: Gary Snyder, serio estudioso y practicante del budismo en un monasterio japonés, está atento a dejar una relación coherente, documentada, lineal, con pocas referencias personales y cotidianas, privilegiando las paradas espirituales (templos, cuevas, maestros, universidades, encuentros poéticos); Joanne Kyger, la más joven de todos, esquemática, nerviosa y sin miedo a contar sus peleas con Snyder, su opinión negativa sobre el exceso de ego de Ginsberg y acerca de sus prisas por alcanzar, sin la ayuda de ningún maestro, el estado de despertar interior, o sus críticas a Orlovski por estropear constantemente los planes de viaje a causa de los malestares que le provoca el consumo excesivo de morfina, todo lo cual hace que se alegre mucho cuando les toca abandonar la India; Allen Ginsberg, torrencial, colocado, intenso, el único que se entrega a ese viaje dispuesto a dejarse el alma en él, a romperse en mil pedazos, a enfrentarse a sus demonios no con las armas de la teología, la antropología o la literatura sino a cuerpo descubierto.

Estos diarios de Allen Ginsberg son varios libros a la vez y ninguno. Varios libros: un libro de poemas (alguno de los cuales, como “Meditación somnolienta en la habitación”, se encuentra entre los mejores de su producción); un libro de sueños (en uno se santifica la Basura, en otro revive un perro de juguete, en varios se asesina o se folla, en otro hay naves espaciales y una inquietante Agencia Central de Control Cósmico Estatal, en muchos aparecen famosos como Krushev, Gandhi, Cary Grant o Churchill); un registro de las enfermedades que le van aquejando a su autor a lo largo del camino (bronquitis, fiebre, inflamación en el brazo, lombrices, diarrea, herida en el pie, conjuntivitis, problemas renales, cólicos nefríticos, vómitos, flemas, tos); un libro sobre drogas y sus efectos (bhang, datura, ganja, opio, morfina, pastillas de mezcalina y psicocibina, bencedrina), tema sobre el que interroga a un joven Dalai Lama, además de a muchas otras personas religiosas con las que se cruza, y al que se ofrece a proporcionar peyote y LSD; un libro de teoría poética (estupendo el resumen que hace en varias entradas de los nuevos principios poéticos basados en la libre asociación, en el flujo mental, en la “métrica de goma”, en la poesía como sadhana o práctica espiritual, en la yuxtaposición aleatoria, en la intuición a la hora de disponer las palabras o en la ruptura de la sintaxis); un libro de versiones de hermosos poemas bauls, una secta de miembros semi analfabetos que van por las aldeas de Bengala cantando a la divinidad; un libro de ciudades y personas de la India, de trenes (siempre en compartimentos de tercera clase) y monumentos, de campos de arroz y playas, de hoteles de mala muerte y de calles oscuras; y un libro, en fin, de los mil y un personajes (Whitman y Kali, Gertrude Stein y Shivananda, Rembrandt y Anandamai, Pound y Swami Satyananda, Cézanne y Kabir, Popeye y Ramana Maharshi, etc.) que asaltan su escritura como bandoleros una caravana de comerciantes, es decir, para robarle sus prejuicios y la información acumulada a lo largo de tantos años y dejarle en un estado de pobreza esencial imprescindible para convertirse en el santo que quiere ser.


Ginsberg no es prepotente, el defecto de tantos extranjeros que en visitas de un mes pretende saber más que la Sabiduría

Estos Diarios indios de Allen Ginsberg son todos estos libros y también, en efecto, ningún libro: porque estos fragmentos tan heterogéneos, y los libros, como acabamos de ver, en los que podrían agruparse, se van borrando los unos a los otros a manotazos, se empujan mutuamente fuera de las páginas que los contienen, se desdicen a gritos, se niegan con todas sus fuerzas hasta que al lector, que asiste estupefacto a esta lucha de estilos y de asuntos, acaba viendo solo el blanco que hay detrás de ellos e identificándose más con éste (el blanco o cero absoluto de la iluminación) que con el pretendido sentido literal de esos fragmentos.

Allen Ginsberg, que se pasea por la India en dhoti y camisa de leñador, se pregunta si va “contra el dharma matar mosquitos” (los aplasta contra sus brazos, contra las portadas de sus libros, contra la camisa blanca de Peter), cree que “es asunto de cada ser crear sus propias divinidades” y se angustia porque no sabe qué hacer con esa vida suya “desprovista de toda idea”. También se siente culpable por pararse a meditar estas cosas en vez de “prestar atención aquí a las calles y a las figuras cotidianas de la India”. Pero sí que les presta atención: la India de Ginsberg es inmediata, creíble, honesta, generosa, abierta, contagiosa. Una India a la que él no se resiste, como hacen tantos viajeros timoratos, irrespetuosos o insensibles, sino a la que se entrega con pasión y sin idealizaciones.

Fuma pipas de opio y de bhang con los santones polvorientos y desnudos en la calle, se deja robar plátanos por los monos que entran en su casa de Benarés, duerme sobre plataformas de madera a la orilla de un río, se pasa horas enteras contemplando la cremación de los cadáveres, se para a describir perros, ardillas, búfalos, vacas, niños, comerciantes, policías… Una India a la que el autor no le quita la palabra ni, prepotente, le ofrece la suya para que se explique a sí misma (otro defecto de tantos extranjeros que han pretendido, a veces en visitas de un mes o menos, saber más que la Sabiduría). La India de alguien que se había pasado ocho meses en un hospital psiquiátrico, muchos años atrás, leyendo el Bhagavad Gita, ese libro que le advierte a uno que su principal enemigo es el yo. Quizás Allen Ginsberg no encontrara en la India la tierra prometida que había visto en un sueño tenido en Tánger, pero lo que sí es cierto es que su testimonio, estos diarios, puede darle a muchos las coordenadas para encontrarla.
Diarios indios, Allen Ginsberg. Traducción de  de Daniel Ortiz Peñate. Ediciones Escalera, 2013, 248 páginas, 17.95 euros


el dispensador dice: 
India no es un país,
es un continente de humanos perdidos,
no puedes ir allí y hacer turismo,
debe convivir entre extravíos y ostracismos,
occidente ha pretendido imponerle sus ritmos,
pero allí los humanos se distinguen por ser "distintos"...
insisto,
no puedes viajar a la India para hacer turismo,
no veras nada y pasarás de largo por tu propio destino,
y es verdad lo que te digo,
cada región guarda sus tinos,
cada lugar transita sus singulares desatinos,
donde hay sabios que se disimulan perdidos,
donde hay obstinados envueltos en fundamentalismos,
nada es igual, todo es distinto,
el imperio británico es una herida abierta,
que nadie ha comprendido,
hay vestigios occidentales de lo que se ha vendido,
pero las gentes andan sacrificando karmas,
asumiéndose distintos...
nada es como parece,
y en las comarcas se aprecia,
allí son las miserias las que se instalan y arrecian,
y las gentes viven y también las aceptan,
saben que las auroras no siempre despiertan...

los sabios contemplan,
no pronuncian palabra,
hacen elipses para huir de sus karmas,
permanecen y escapan al mismo tiempo,
saben que el mundo está perdiendo su aliento...
sagradas escrituras permanecen a resguardo,
lejanas, distantes, 
ya son pocos los que interpretan sus contenidos,
hallando el futuro por sus propios delantes,
todo se ha corroído y atrasa significante,
en medio de ello, 
pocos adelantados roban oportunidades,
asaltando pobrezas y sus voluntades,
nutriendo de olores tremendos hasta el mismo Ganges...

al andar sus tierras mezclándome errante,
he visto que nada es como lo recita el parlante,
allí los espíritus vagan según sus tardes,
en Calcuta ya no está Teresa para salvarte...
allí necesitarás ojos en la espalda,
mucho más necesitarás de tu alma,
no intentes fotografías, ni soberbias de mantras,
si no portas paz, perderás la calma,
y te irás de allí sin saber nada,
la India no existe, sí sus estancias.
JULIO 27, 2013.-
 

BESO AL PASO ► Reclutas forzosos en la Guerra Civil | Cultura | EL PAÍS

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Reclutas forzosos en la Guerra Civil | Cultura | EL PAÍS

Reclutas forzosos en la Guerra Civil

Ni el ejército franquista ni el republicano estuvieron compuestos solo de voluntarios

La contienda se libró, en ambos bandos, con tropas obligadas a luchar


Matthews repasa la vida cotidiana de unos soldados. / Agustí Centelles

Parece una verdad de Perogrullo pero a veces se olvida: la guerra civil española de 1936-1939 fue, ante todo, una contienda militar librada por soldados armados. Y, sin embargo, su faceta militar es una de las menos cultivadas por la historiografía especializada. Tanto es así que, en el último cómputo bibliométrico realizado con ocasión del 60 aniversario del inicio del conflicto en 1996, menos del 13% de los libros y artículos publicados en todo el mundo sobre la guerra española tenían que ver con su faceta militar: un porcentaje a mucha distancia del representado por las obras testimoniales (en torno al 20%) o de los trabajos sobre sus dimensiones culturales (algo menos del 20%), políticas (el 19,5%) o internacionales (el 19,4%).

Cierto es que en las últimas décadas esas carencias han sido compensadas por la aparición de grandes trabajos sobre este campo debidos a básicamente a autores españoles (Gabriel Cardona, Jorge Martínez Reverte, Carlos Engel, entre otros) y algunos extranjeros (Michael Alpert, Anthony Beevor, etc.).

El libro publicado por James Matthews es una brillante contribución a esa literatura militar de la guerra civil que adopta un prisma novedoso y demuestra la capacidad de la historiografía para replantear viejos temas bajo nuevas perspectivas. No en vano, está en abierto contraste con la literatura previa que solía concentrarse en los aspectos organizativos (como Ramón Salas Larrazábal en su estudio canónico sobre el Ejército Popular de la República) o en las campañas militares (como hizo José Manuel Martínez Bande en sus minuciosas monografías sobre cada batalla).

Matthews, a tono con los últimos trabajos en este campo, adopta una perspectiva a ras de suelo que focaliza su atención en el combatiente singular y su experiencia bélica cotidiana. De hecho, su obra estudia la guerra desde la perspectiva de los reclutas obligados a prestar servicio militar en las filas del ejército republicano y del ejército franquista porque no tuvieron otra opción que la de acudir al llamamiento a las armas o ser perseguidos por desertores. Y lo hace tomando como eje las tropas movilizadas por ambos bandos en el frente central: el Ejército del Centro republicano (cuyo ámbito de operaciones incluía Madrid, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara) y el Ejército del Centro franquista (que se extendía por Salamanca, Burgos y Valladolid, además del Madrid ocupado).


La obra estudia la guerra desde la perspectiva de los reclutas obligados a prestar servicio militar porque no tuvieron otra opciónque la de acudir al llamamiento o ser perseguidos por desertores

La obra se estructura en seis capítulos bien trabados que abordan sucesivamente varias facetas del asunto: 1º) Las formas de reclutamiento militar tradicionales en España (las quintas que movilizaban a los mozos al cumplir 21 años). 2º) Los mecanismos de movilización forzosa impuestos tras el estallido de la guerra (el bando insurgente de inmediato y sin reservas; el republicano más tarde y con menos entusiasmo debido al antimilitarismo miliciano). 3º) Los mitos y estrategias desplegados para sostener la moral de combate de los reclutas (el bando franquista apelando al combate “por Dios y por España”; el bando republicano dividido entre la defensa de la democracia parlamentaria o la defensa de la revolución social). 4º) La experiencia de la vida cotidiana de unos soldados que estaban menos preocupados por esas grandes ideas que por otros motivos más prosaicos: el riesgo que corrían sus vidas, la calidad de la comida, el azote de los piojos, la sed, el frío o el calor, la frecuencia de sus permisos o el bienestar de sus familias. 5º) Las formas de implantación de una disciplina militar sobre una masa humana joven y poco dispuesta hacia ella (con un éxito franquista muy superior al republicano en estas lides). Y 6º) Los episodios poco conocidos de deserción, defección a favor del enemigo o automutilamiento para evitar la recluta, que fueron fenómenos mucho más comunes y generalizados de lo que estimaba la historiografía hasta el presente.

Un trabajo de esta enjundia se presta a muchas lecturas y ofrece amplio campo para varias conclusiones. Pero quizá lo más interesante de la obra resida en su reiterado énfasis en un aspecto poco reseñado con anterioridad: la contienda civil se libró con tropas reclutadas de manera forzada y bajo estrecha vigilancia disciplinaria porque, en esencia, la movilización de voluntarios para librar la guerra en ambos bandos no cubría sus demandas. Según las estimaciones de Matthews, en los primeros meses de la guerra, los jóvenes y no tan jóvenes que se aprestaron a tomar las armas de manera voluntaria pudieron llegar a constituir unos 120.000 milicianos y soldados en la zona republicana y otros 100.000 combatientes voluntarios en la zona franquista. Pero la guerra no podía librarse con tan pocos hombres en armas y hubo que recurrir a la movilización forzosa de varones entre 18 y 45 años para mantener las operaciones: la República llegó a movilizar a 1,7 millones de hombres en 28 reemplazos, mientras que sus enemigos movilizaban a 1,2 millones de hombres en 15 reemplazos.


La República llegó a movilizar a 1,7 millones de hombres en 28 reemplazos, mientras que sus enemigos movilizaban a 1,2 millones de hombres en 15 reemplazos

Si hubiera que poner un pequeño reparo al estudio de James Matthews sería de este tenor: sus tesis podrían haber sido mejor apuntaladas si hubiera prestado más atención a la historiografía reciente española que está transitando esa misma vía de estudios militares centrados en el sujeto histórico de carne y hueso. No en vano, se echa de menos en el trabajo referencias a obras de la calidad de las siguientes: el sugerente catálogo de Pascual Marzal y Salvador Albiñana de la magna exposición 1936-1939. Vidas de Soldado (Valencia, Universidad de Valencia, 2006) y la encomiable monografía de José Hinojosa Durán titulada Tropas en un frente olvidado.El Ejército Republicano en Extremadura (Badajoz, Diputación de Badajoz, 2009). Aunque son detalles que no aciertan a eclipsar la valía de un trabajo felizmente puesto a disposición de los lectores españoles.
Soldados a la fuerza. Reclutamiento obligatorio durante la guerra civil, 1936-1939.James Matthews. Traducción de Hugo García Fernández. Alianza. Madrid, 2013, 353 páginas. 30 euros.


el dispensador dice:
hay besos que se dan al paso,
también hay dolores que quedan picando,
giran como un trompo atando las manos,
despedazan corazones para sacrificarlos...
¿sirve la memoria de los pasados?,
¿sirve el conflicto y sus resultados?,
todo se compone de "sacrificados",
algunos presentes,
los más olvidados,
el que no lo vivió apenas puede pensarlo,
¿cómo es matar a su propio hermano?,
te digo que son españoles, que lo parió, al carajo,
las soberbias de pocos sólo sirven para fabricar tajos,
desfiladeros de sangres que quedan atrapados,
luego allí quedan como si fueran trapos,
las experiencias flotan en recuerdos quebrados,
aquel desencuentro sólo fue un beso al paso.
JULIO 27, 2013.-

RESISTIR LA RESISTENCIA ► Teatro de la resistencia | Cultura | EL PAÍS

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Teatro de la resistencia | Cultura | EL PAÍS

Teatro de la resistencia

Los grandes centros teatrales les ignoran, pero ellos no están dispuestos a callar

Autores y directores han encontrado su hueco en espacios de vanguardia

Una dramaturgia estimulante y explosiva que lucha contra su precariedad


José Padilla, Paco Bezerra, Carlos Be y Denise Despeyroux. / JORDI SOCÍAS

Una virgencita, metida en un hueco en la pared, vigila a los 26 espectadores que caben en esta pequeña sala sin ventanas y presidida por un enorme espejo enmarcado en oro. Fotos, cuadritos, lámparas de araña, recuerdos familiares. Todo cabe en este espacio que se está convirtiendo en uno de los testigos privilegiados de las propuestas más estimulantes y singulares de los nuevos dramaturgos quienes, desamparados por la falta de apoyo institucional y olvidados en la programación de los teatros públicos, han encontrado un lugar en el que mostrar y hacer llegar a la gente toda esa explosión creativa teatral que se vive ahora en Madrid, algo a remolque de lo que viene pasando hace años en Barcelona.

Juan Diego Botto:
“Lo que está claro es que ahora los que menos pesan en el teatro son la vanguardia”
En una calle tranquila del Madrid más castizo, en el portero automático de un edificio corriente un simple cartelito —Casa de la Portera— indica que ahí dentro, en esa minúscula vivienda, con la virgencita en una sala y un teléfono negro colgado de la pared del pasillo, algo mágico y nuevo encontrarás. No es el único caso en la capital. Desde un tiempo atrás están surgiendo como setas lugares y espacios pequeños —El Sol de York, Kubik Fabrik, la sala Tú, el Teatro del Arte, Microteatro por Dinero y muchas más— siguiendo el ejemplo de la sala FlyHard en Barcelona o, un poco más lejos, la experiencia de Timbre 4, una casa en Buenos Aires, la del dramaturgo Claudio Tolcachir, en la que comenzó a mostrar a amigos y conocidos sus propuestas y que, poco a poco, el timbre sonó tantas veces que las colas en el 640 de la avenida Boedo se hicieron tan largas que lograron crear una compañía.

“¿Por qué pensar que el teatro importante, el que más cuenta, es el que se está haciendo en otro lugar, distinto de aquel en que estamos nosotros haciéndolo?”. La frase del dramaturgo Javier Daulte llena de esperanzas a esta generación de jóvenes, y no tan jóvenes, que contra viento y marea, con el único objetivo de contar sus historias, están sacudiendo la escena teatral en España. Nombres como José Padilla, Carlos Be, Denise Despeyroux, Paco Bezerra y Pablo Messiez, en Madrid, y Marta Buchaca, Guillem Clua y Marc Crehuet, en Barcelona, vienen demostrando, con tesón y trabajo y sin ningún tipo de ayudas, que tienen muchas cosas que contar y que no están dispuestos a bajar del escenario. Hay más ejemplos y más nombres. Como el del actor Juan Diego Botto, que se hará cargo de la programación de la sala Mirador de Madrid la próxima temporada, atrapando la explosión con lo que él llama teatro urgente. “Lo que está claro es que ahora los que menos pesan en el teatro son la vanguardia. Me apetecía formar parte de esta explosión y más en el momento social en el que vivimos, en el que hay muchos autores que buscan y están encontrando la compañía del público con historias que hablan de cosas que a todos nos interesan”, defiende Botto.

Como la mayoría de sus compañeros, Denise Despeyroux, uruguaya de 38 años, criada en Barcelona y ahora instalada en Madrid, no puede vivir del teatro. Guiones, trabajos editoriales, series de televisión, pero también cuidador de ponis o celador en una clínica psiquiátrica, como Carlos Be, han sido y siguen siendo el sustento económico de algunos de ellos. La mirada en el panorama teatral, dice Despeyroux, se ha horizontalizado.


Pablo Messiez ensaya en Madrid su nueva obra 'Las palabras' / SANTIAGO BURGOS

“Creo que cada vez más dirigimos la mirada a nuestros pares. En lugar de mirar en vertical, hacia arriba, hacia aquellos que aparentemente detentan un poder, el de ofrecer o negar ayudas económicas, espacios o reconocimiento, la mirada se horizontaliza, y pasan a ser nuestros propios pares los que nos hacen sentirnos autorizados, reconocidos, legitimados y, en definitiva, protagonistas”.

Después de nueve producciones de obras propias, la última La realidad, una inteligente y brillante apuesta con Fernanda Orazzi como única protagonista. Logró el “privilegio” de representarse con una más que buena acogida del espectador en el teatro Fernán Gómez de Madrid, con toda esa visibilidad que una sala pública ofrece. Pero su trayectoria está en esos espacios alternativos, que son los “únicos” que están dando oportunidades a autores como ella.

“Espero que con el tiempo y esta crisis que descoloca tantas cosas, las fronteras que a veces dividen tan marcadamente el teatro alternativo, el institucional y el comercial se vayan difuminando. Ojalá podamos tener un teatro comercial cada vez más alternativo, en el sentido de singular, estimulante e inteligente, y un teatro alternativo cada vez más comercial, en el sentido de que nos resulte a todos cada vez más rentable desde el punto de vista económico”, dice la autora y directora de Un infierno con fronteras, un insólito y fantástico juego sobre los psicoanalistas que se representó esta primavera pasada en La Casa de la Portera, el local regentado por José Martret y Alberto Puraenvidia.

José Padilla:  “Es determinante que confíen en nosotros los responsables de las salas alternativas”

Un actor, dos, tres como mucho. Más casi es un lujo. José Padilla (Tenerife, 1976) ha contado con siete en Sagrado Corazón 45, una de las obras más impactantes de esta temporada, también en La Casa de la Portera, en la que cada lunes (dos funciones) había lleno total y una lista de espera imposible de atender. Escrita por el propio Padilla y codirigida con Eduardo Mayo, la obra, tres instantes de la vida en una misma casa, se estrenó el 15 de abril y se prorrogó hasta finales de junio. “Para nosotros ha sido determinante que confíen en nosotros los responsables de estas salas alternativas. No quiero ni pensar cómo sería si no existieran este tipo de espacios.

La perspectiva sería horrible. No habría forma de renovar el teatro, y que no se renueven dramaturgos, autores y actores implica que tampoco se renueva el teatro. Todo esto, añadido al disparate de la subida del IVA, acabaría en un desierto en el que solo quedaría El Rey León y poco más”, asegura Padilla, que critica la programación de muchos de los teatros públicos en España, que piensan más en el marketing que en abrir caminos nuevos. “Con todos mis respetos, no entiendo que se programe en el Español toda la obra dramática de Vargas Llosa. Entiendo que se le represente porque no voy yo a descubrir los méritos que tiene Vargas Llosa, pero programar todas las obras, nueve en total, me parece que es fagocitar los recursos de un teatro público con un solo autor y que impide dejar espacio a otros”, denuncia Padilla, que el otoño próximo realizará en una institución privada, El Sol de York, una residencia artística para investigar y luego estrenar una nueva obra con un grupo de actores.

“Este tipo de procesos es el que tenía que apoyar el sector público, que nos tiene completamente abandonados. Existimos, estamos aquí”. Casi un grito de desesperación de este hombre que ha vivido, sin embargo, una temporada brillante. Además de Sagrado Corazón 45 ha visto representar sus dos versiones de Enrique VIII, de Shakespeare, dirigida por Ernesto Arias, y La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde, dirigida por Alfredo Sanzol.

Pablo Messiez: “Veo una enorme desorientación en los grandes teatros, atemorizados, sin querer saber nada de riesgos”
Menos mal que a Carlos Be le queda Praga. Otro ejemplo de medio exilio de talentos. Este autor, nacido en Vilanova i la Geltrú en 1974 y que abandonó a un año de licenciarse la carrera de Medicina para dedicarse al teatro y crear su propia compañía The Zombie Company, vive a caballo entre Madrid y Praga, donde en estos momentos está escribiendo tres textos que se estrenarán la próxima temporada: Autostop (para el teatro Lara), otra obra para La Casa de la Portera y una versión a partir del Fausto de Goethe, que se estrenará en Bogotá. Be resalta la nula ayuda institucional para su compañía en contraste con la que sus tres montajes están recibiendo en Praga.

“Quizás en España sea algo difícil de comprender, pero en la República Checa es muy palpable entre los profesionales del teatro porque su verdadero motor no habla de triunfos sino de felicidad. En Praga, la calidad es un medio, no un resultado”, asegura el autor de Elepé y La pecera, las dos estrenadas en Madrid. Para Be, los escenarios en España son el reflejo del estado cultural de un país y las ganas de creatividad, ahínco y voluntad, que chocan con esas puertas cerradas del llamado “gran teatro”. “Sin la ayuda de este tipo de salas mi trayectoria y la de la compañía habrían seguido otros derroteros bien distintos. Generalmente, quienes llevan estos espacios son tremendamente generosos y luchadores. Les une un frente común que es el de satisfacer al público con propuestas interesantes, pero nunca gratuitas. Saben que no se la pueden jugar con supercherías como los teatros subvencionados”.

Lo que le obsesiona a Pablo Messiez, argentino de 39 años, son las palabras. Esas palabras —“elegidas responsablemente”, dice— que explosionan en las cuatro obras (Los ojos, Las criadas, Ahora y La muda), que desde su llegada a Madrid, en 2008, ha conseguido estrenar y que le apuntan ya como una de las voces más estimulantes del teatro en español. “Mi mundo es un mundo de relatos que necesitan intimidad, un lenguaje que no se parece al que se puede ver en un aforo de 500 personas”. Por supuesto que le gustan los espacios grandes, pero ante la falta de ellos y la precariedad en las producciones, Messiez, ya definitivamente asentado en España, escribe pensando en ese teatro pequeño, simple, cotidiano, brillante.

“Es la necesidad de contar cosas la que nos ata al teatro. Llevo casi cinco años aquí y nunca había visto esta explosión de creatividad alejada de los grandes centros. Veo una gran vitalidad en espacios pequeños y una enorme desorientación en los grandes, atemorizados y que no quieren saber nada de riesgos”, asegura Messiez, sentado frente a una coca-cola en el café del Espejo de Madrid. Y cuando habla de riesgos se refiere a aquellos que buscan la renovación de nombres y autores, de responsables teatrales capaces de no ir siempre a lo seguro, de indagar y dar voz a los que quieren contar las cosas como sea. Pero, como buen argentino, sabe de crisis y su mirada es más que optimista.

“Las crisis económicas solo sirven y son buenas para una cosa: para preguntarnos qué deseo y necesidad tenemos de escribir, sin romanticismos”. Pero algo de romanticismo hay, aunque sea una gota, en la nueva propuesta que Messiez ensaya estos días en Madrid y para la que necesita, esta vez sí, un espacio grande. Su título, ya era hora, Las palabras, es una historia de amor hablada en verso. “Es mi pequeño homenaje a la poesía, tratar de decir lo indecible”. Las palabras, que se representará por primera vez a principios de octubre en Avilés, está a la búsqueda de espacio para su estreno comercial. “Me está costando horrores conseguirlo. Parece que hay interés, pero no se concreta nada”.


Marta Buchaca, Guillem Clua y Marc Crehuet. / Massimiliano Minocri

El que no busca espacios ni teatros ni escenarios grandes o pequeños es Paco Bezerra, almeriense de 35 años, premio Nacional de Literatura Dramática en 2009 por Dentro de la tierra, un thriller rural sobre los invernaderos del Sur. Lo de Bezerra, aunque de sus labios ha salido alguna queja por la falta de escenarios para algunas de sus obras —“las obras de dramaturgos jóvenes y con pintas no interesan”, “para que te escuchen tienes que tener barba y barriga”—, está en el papel. Él, con todas las obras escritas publicadas, lo que ya es todo un hito en la literatura dramática, nunca ha escrito para ningún montaje, ni grupo, ni sala.
“Yo escribo literatura dramática. La obra de teatro para un dramaturgo no existe. Solo las palabras. No escribo necesariamente para que mi obra se represente. ¿Que se lleva al teatro?, ¡fenomenal! ¿Qué no?, pues ahí está el libro. Mi trabajo está en el libro. No tengo control sobre la puesta en escena de mis obras ni lo quiero”, dice seguro y poderoso. Pero ahí está el montaje de Grooming, que eligió nada más y nada menos que José Luis Gómez para dirigirlo en el Teatro de La Abadía, o la más reciente, Ahora empiezan las vacaciones, adaptación de la obra de Strindgberg, El pelícano, con un humor negro, corrosivo y duro, y que se incluyó en la programación de La Casa de la Portera y que el próximo 6 de septiembre se estrenará en Montevideo con la Comedia Nacional de Uruguay. “Me siento satisfecho con que se complete el ciclo de mi escritura, pero si pienso en la escena me coarta mi creatividad y libertad. Además, creo que el teatro no avanza si se piensa todo el rato en la escena”, dice Bezerra a quien le gusta más leer teatro que verlo. “Yo moriré y mis textos quedarán”.

En pleno Raval de Barcelona, en ese jardín gótico que alberga la Biblioteca Nacional de Catalunya, se han dado cita tres conocidos del mundo de la escena, Guillem Clua, Marta Buchaca y Marc Creuhet, que esta temporada han visto relucir sus nombres en oro, como sus obras, a reventar de público, han pasado de las salas alternativas a los grandes centros. No es nuevo esto en Barcelona. Ni tampoco son meros debutantes. La capital catalana lleva ya mucho camino recorrido en esta búsqueda de nuevas voces en teatro. Las flores salen cuando hay alguien que las riega. Y el agua en Barcelona ha salido de varias mangueras, como la del trabajo obsesivo e indesmayable de la Sala Beckett, fundada por Sanchis Sinisterra, y auténtico semillero de la dramaturgia en catalán o de salas como la FlyHard o el Espai Brossa, indispensables para dar visibilidad a los que están tocando la puerta de los teatros.

Una mezcla de talento y medios que el espectador ha acogido con pasión. Es el caso de Litus, la sexta obra de Marta Buchaca (Barcelona, 1979), que convoca a unos amigos en torno al aniversario de la muerte de un músico de rock que dejó cinco cartas sin leer. Litus se representó dos meses en la FlyHard para pasar luego al Lliure. “Estamos como en Argentina hace años. Levantar un proyecto es muy complicado. Los medios que tenía hace años me parecen ahora ciencia ficción. En el caso de Cataluña nos ha costado años demostrar a los productores que podíamos llenar un teatro”, lamenta Buchaca, quien califica de “triste” lo que está pasando en los teatros públicos que no se atreven a dar el paso de abrir sus espacios a otras voces.

Guillem Clua: “La obligación de un teatro público es cuidar de su gente y no perpetuar la precariedad”
Guillem Clua, con 40 años recién cumplidos, rechaza el calificativo de “nuevo”. “Quizás lo somos a nivel de público porque no se nos conoce demasiado, pero estamos en la primera fila hace mucho tiempo”. Es precisamente en el público en el que confía Clua para salir de ese anonimato y poder pisar con orgullo y decisión aquellas salas que ahora se les niega. “La obligación y prioridad de un teatro público es cuidar de su gente y no perpetuar la precariedad en la que estamos cayendo”. Su obra Smiley, una comedia gay con dos actores, alegre y optimista, también realizó el camino desde la FlyHard al Teatre Lliure, con un taquillazo en torno a los 15.000 espectadores.

Clua defiende con ardor que el teatro entre Madrid y Barcelona debe viajar más y mejor, que la dramaturgia entre ambas ciudades no puede ser algo ajeno. De esto sabe algo Marc Crehuet, cuyo viaje del norte al centro, de Barcelona a Madrid, no pudo ser más bonito. Crehuet (Santander, 1978) no salió de su asombro cuando le llamaron del Lara en Madrid para representar en el hall del teatro El rey tuerto, su segunda obra, y otro triunfo en la FlyHard de Barcelona esta temporada. Las entradas de los cuatro días para ver El rey tuerto, una comedia negra, mezcla de irónica crítica a la situación actual y patético encuentro entre un policía antidisturbios y un joven al que dejó tuerto en una manifestación, se pudo ver en el Lara, con un aforo de unas cien personas, se habían agotado con bastante antelación. El rostro de satisfacción de Creuhet, en la noche madrileña, no ocultaba su preocupación por el anquilosamiento del teatro oficial. “Siempre son los mismos.
Hay gente de mi generación que no va al teatro. Tenemos que conseguir nuevo público porque las salas oficiales están muy alejadas de la calle. No confían en nosotros. No somos adolescentes”.
Pues les tendrán que oír y que ver y que festejar. Como se rindieron ante La función por hacer, la obra dirigida por Miguel del Arco y producida por Aitor Tejada, de Kamikaze Producciones. “Sí se puede”. El lema que llevó a la presidencia de Estados Unidos a Barack Obama sirve también para seguir el ejemplo de esta obra, que comenzó como experimento en un garaje, saltó al Off del Lara y ya es sin duda uno de los hitos teatrales de los últimos años.

La explosión está aquí y todo el mundo la aplaude. Pero, ¡ojo!, el fogueo de estas nuevas voces no se puede quedar en eso. Como asegura Aitor Tejada, la industria tiene que apoyar a esta nueva generación y no perpetuar su precariedad. “La puerta no puede permanecer más tiempo cerrada”.

Sueño común

Miguel del Arco
Qué está sucediendo en el sector teatral que, según algunas fuentes, tiene un 90% de paro, donde las producciones son cada vez más escasas, más pequeñas y con menos capacidad para sobrevivir. Donde las giras son casi una entelequia. En el que baja el número de espectadores y cierran muchas salas de exhibición. Donde los teatros institucionales y privados acuden a reposiciones de producciones anteriores. Donde el 21% de IVA causa estragos en la taquilla y la inversión de dinero público es cada vez menor… Qué sucede en este sector, ninguneado por el ministro de —no sé si de deportes, de cultura ya te digo yo que no— para que, sin embargo, hayan surgido en poco tiempo un buen número de creadores que han servido como revulsivo del panorama teatral. Pues francamente, no tengo ni idea. La coyuntura invita a hacer las maletas y marcharse (muchos lo han hecho) a hacer compañía a los científicos e investigadores que huyen de forma masiva de nuestro país. Lanzo una teoría: ¿será que nos hemos impuesto la autoexigencia? Esperamos poco de la clase política (y digo poco por no cerrar del todo la puerta. Soy un tipo optimista). Qué se puede esperar de ellos cuando no son capaces de apartar el partidismo, el cortoplacismo y ponerse las gafas de visión de Estado para consensuar algo tan fundamental como una ley de educación. El teatro, por el contrario, para que esté vivo, debe ser un espacio de diálogo y encuentro entre seres humanos. Sus profesionales tienen la obligación de entenderse para después hacer extensible esta experiencia al público. Un público que, a pesar de las dificultades, sigue acudiendo para celebrar con nosotros este espacio de libertad. Ahora que estoy preparando un nuevo trabajo con mi compañía, encontrando todo tipo de problemas, me fuerza a seguir adelante la alegría del equipo. El compromiso de los profesionales que me rodean para sacar adelante un sueño común. Resistamos compañeros. Seamos exigentes. Estrictos con nuestro sentido de la responsabilidad. A lo mejor conseguimos que se les pegue algo.
Miguel del Arco es autor y director teatral.


el dispensador dice:
debes resistir a la resistencia,
debes resistir sin pedir clemencia,
cuando se acaba la paz,
anida la insistencia,
sobrevivir implica paciencia,
transitando los tiempos a pura sapiencia,
ocupar propios espacios suele ser experiencia,
a vivir se aprende como un ciencia,
si no transitas tu karma,
te verás condenado por tus herencias,
gentes que suelen condenar según sus inclemencias,
en algún punto el despertar comienza,
no siempre hay auroras... cuando las piensas...
de allí que cada memoria recuerda,
que para asumir el lugar propio,
debe ejercer resistencia,
ser claro y expresar lo que piensa,
estar errado puede conducir a la brecha,
puedes llegar entero o llegar hecho percha,
en general la vida no es cuestión de fuerzas,
sino de energías aplicadas a la propia tuerca.
JULIO 27, 2013.-
 

ÚLTIMO DÍA ► Héroes | Cultura | EL PAÍS

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Héroes | Cultura | EL PAÍS

Héroes

En 'Los días no vividos', los españoles afrontan el fin del mundo con serenidad y solidaridad. Podemos sacar lo mejor de nosotros mismos en medio de lo peor


Escena de 'Los días no vividos', dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas

¿Que harías el último día de tu vida? La pregunta la lanza la película Los días no vividos (Alfonso Cortés-Cavanillas, 2012), que emite Canal+. La humanidad recibe la terrible noticia de que una llamarada solar va a aniquilar la vida en la Tierra al día siguiente. Y en vez de mostrarnos horas de pillaje y disturbios, o a predicadores chiflados tomando la calle como otras películas, esta nos retrata la serenidad y resignación con que una galería de personajes preparan y celebran su última cena en un Madrid desolado. Los protagonistas tratan de marcharse con buen sabor de boca: se dan caprichos, pero ante todo son solidarios y cariñosos, con los suyos y con desconocidos a los que abren las puertas de su casa. El filme emociona porque revela que podemos dar lo mejor de nosotros mismos en situaciones límite.

El miedo a la muerte marca a nuestra especie y explica muchas de sus manías. La entereza ante la muerte caracteriza a los héroes. El cine ha glorificado al ciudadano que se crece en la catástrofe: desde el Paul Newman de El coloso en llamas al Gene Hackman de La aventura del poseidón, pasando por el Leonardo DiCaprio de Titanic. De la destrucción planetaria nos salvó, dando su vida, el perforador Bruce Willis en Armageddon, igual que el piloto Robert Duball en Deep Impact o el buzo Ed Harris en Abyss. Cuanto peor está todo, mejores son ellos.

Las desgracias reales nos llegan sin avisar. Lamentablemente, España tiene sobrada experiencia en gestionarlas, lo que en parte se explica en el azote del terrorismo durante décadas. Tras el 11-M, el Prestige, el Yak o Hipercor, la reacción ciudadana siempre fue ejemplar, incluso cuando la respuesta de las autoridades no estuvo a la altura.

En estos tiempos en que indigna la falta de ética en el poder, el escaqueo de toda responsabilidad siquiera moral mientras no haya una condena firme, uno se reconcilia con su país viendo a esos anónimos llevando mantas y rompiendo las ventanas del tren estrellado en Santiago con sus manos, esas colas para donar sangre, esos funcionarios denostados (bomberos, policías, sanitarios) echando el resto, esos médicos despedidos poniéndose la bata blanca. Los héroes son sus vecinos. Ojalá no tenga que comprobarlo.


el dispensador:
nadie tiene la vida comprada,
ninguna gracia se paga,
lo que se concede se anda,
y lo que se desprecia flota en banda,
aguardando que otra alma,
comprenda los significados,
del tiempo y sus horarios,
de ser futuro ausente,
con sus presentes y sus pasados...

siempre hay un último día,
hoy, mañana, cualquier día,
que llega a golpearte el hombro,
a decirte que no guardes asombro,
que el pasado es sólo un escombro,
que queda por detrás de tu espalda,
que las lámparas se apagan,
justo cuando les corresponde,
para anunciarle a cualquier hombre,
que su hora ha llegado,
que haber sido héroe,
nada ha significado,
salvo para aquel que fue salvado,
porque en su destino así estaba escrito,
sobrevivir no es cuestión de gritos,
sino de seguir andando...

puedes verlo venir,
puedes esquivar el sentir,
pero el alma no se ha de mentir,
que llega justo a tiempo,
para mezclarse con el viento,
y darse cuenta en un momento,
que nada malo hay en el morir,
sólo se habrá de partir,
para pasar a la dimensión de al lado,
para comprender que lo pasado,
es como verse a sí mismo... 
como es eso de "ir"... en la memoria de un abrazo.
JULIO 28, 2013.-

ALUCINANDO ► Para que diciendo, sea - La Gaceta

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Para que diciendo, sea - La Gaceta

Para que diciendo, sea


Poesía
PALABRA ALUCINADA
ARIADNA CHAVES
(La aguja de Buffon - Tucumán)
Fue un martes -día de brujas, pero no para mí- cuando llegó a mis manos Palabra Alucinada, el último libro de la notable poeta tucumana Ariadna Chaves. Inmediatamente frente a la tapa del libro, enmarcado por la pintura Alucinación, de Antonio Berni, me permití inferir que la autora, con el vuelo lírico que le es propio, rubricaba desde el título la indisoluble ligazón vital que existe entre la potencia de la palabra que designa, transforma e inaugura mundos, con los fulgores de la alucinación; cuando alucinación se equipara a deslumbramiento, a trascendencia, a vuelo, a encuentro. A ese encuentro con la palabra que llevó a nuestros antepasados a considerarla sagrada.

Sabido es que, desde tiempos fundacionales, la palabra ha facultado al hombre y particularmente a los poetas, para leer la realidad por dentro, para encontrarse consigo mismo y así alcanzar un secreto dialogante al cual dirigir su palpitación interior nombrando. Misterioso y excelso don artístico, que Ariadna Chaves refleja en cada uno de los versos que laten en Palabra Alucinada.

Dialógicamente la autora edifica poemas que apelan, que conmueven, que sacuden, que perfuman pero que, esencialmente, invitan a un lugar de encuentro entre la interioridad y las cosas del mundo y entre las cosas del mundo y la interioridad, para que ambos avancen hacia el corazón del hombre y diciéndose sean.

© LA GACETA
Honoria Zalaya De Nader 

Plenitud *
Por Ariadna Chaves
Para LA GACETA - TUCUMÁN

Sólo por decir tu nombre
has aligerado la mañana
y has incorporado
un planeta a la alegría.

Al conjugarse
la brisa origina su cadencia,
un manantial azul
ha nacido en mis pulmones.

Llave breve
felicidad de un instante
que al pasar,
ha enriquecido las arterias.

En la gracia inicial
se mueven las secretas formas,
hoy, sobre ese mundo
me han creado.

Porque un nombre
se ha reunido con altas cifras
del sueño y del delirio,
ahora sé que un pájaro
canta en la tierra
donde aprendemos
a vivir.

*Forma parte de Palabra alucinada.


el dispensador dice:
alucinando,
es necesario tener cuidado,
con aquello que se haya dicho,
o con lo que se haya pronunciado,
ya que las palabras llevan carga,
pudiendo contener heridas,
pudiendo golpear con alegrías,
pudiendo atravesar el alma,
incluyendo en ello con desdichas,
trapisondas y otras mentiras,
que suelen pesar en las espaldas,
tanto como amargar los días,
sosteniéndose en el tiempo,
según el daño y el momento que transcurría...

también debo decirte,
alucinando,
que una palabra oportuna,
puede salvar una vida,
imponiéndole en sus ritmos,
una dosis de alegría,
ya que puede cambiar los polos,
y hacer de una lágrima,
muchas sonrisas,
no dependiendo de las prisas,
sino de las aves que trinan,
nutriendo algún instante,
de cánticos que magnetizan,
al que espera cambiar el signo,
del horizonte que mira...

alucinando,
he atendido una voz,
que en la mente algo me decía,
lo sucedido o lo ocurrido,
puede olvidarse algún día,
siempre que se vea en mañana,
la gracia recibida,
de poder tener un buen día...
JULIO 28, 2013.-

si tu alma está dispuesta,
si tu FE está puesta en ella,
descubrirás a su tiempo,
que lo que haya pronunciado,
puede transformarse en un "así sea"...
 

TESIS ► Tesis sobre un homicidio era una novela hecha para que la leyera poca gente - La Gaceta

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Tesis sobre un homicidio era una novela hecha para que la leyera poca gente - La Gaceta



ENTREVISTA A DIEGO PASZKOWSKI

" Tesis sobre un homicidio era una novela hecha para que la leyera poca gente"

El autor de la novela que inspiró la película homónima, protagonizada por Ricardo Darín, habla sobre el origen de su libro y acerca de las diferencias que tiene con la versión cinematográfica. También cuenta, a partir de su experiencia con sus talleres literarios, qué relación encuentra entre la escritura y la actuación.


"GENIAL". Así calificó Paszkowski la actuación de Ricardo Darín en la lograda versión cinematográfica de su novela.
- Algunos escritores quedaron descontentos con la versión cinematográfica de sus libros. ¿Qué te parece la versión fílmica de tu novela Tesis sobre un homicidio?

- No sé a vos, pero a mí la película me encantó, pienso que está muy bien filmada, que la actuación de (Ricardo) Darín es genial, la adaptación me parece muy buena. La novela tiene otras cosas que no tiene la película. La novela tiene la visión del joven y la del profesor, entonces se ven los dos lados de la historia y se sabe quién es el asesino desde la primera línea. Porque adaptar un libro es algo que no necesariamente hace el mismo escritor, sino que en este caso lo hizo Patricio Vega, que también había hecho el guión de Los Simuladores; y la dirección de Hernán Goldfrid también está muy cuidada y muy lograda. Es raro, yo hice una novela en el año 98, 99, con esa novela gané el premio de La Nación. Era una novela de culto, hecha para que la leyera poca gente, pero que la quisieran mucho. No esperaba el éxito masivo que se dio ahora con la película. Es una novela de calidad, no necesariamente para todo el mundo, hecha para poca gente. No es un producto industrial. Y, sin embargo, con este renacer de la misma novela, a partir de la película, mi novela llegó a un montón de gente, lo cual es genial. Para mí es lo mejor que me podría haber pasado y estoy muy agradecido. Ver a 300 personas, extras y gente, trabajando en una cosa que inventé yo, eso me parece muy loco y sorprendente. Y más porque un escritor está solo en su casa, con sus pensamientos y sus fantasmas, tratando de inventar algo, y eso no tiene necesariamente mucha relación con el gran mundo del cine. Lo mismo que el cine es un mundo ajeno. Conocer a Darín me parecía una cosa imposible. De hecho no sé si vieron una escena donde estoy yo (el escritor) pidiéndole un autógrafo a Darín (el personaje). Fue bueno en ese momento porque pude relacionarme con otra gente. Yo, igual, estoy acostumbrado a estar relacionado con gente, porque mi verdadera vocación es la docencia. Doy clases en la Universidad de Buenos Aires hace muchos años, tengo un taller de escritura para jóvenes. Mis clases son muy divertidas y funcionan muy bien y están en la UBA desde hace muchos años. Ahí enseño a escribir.
- ¿Se puede enseñar a escribir?
- Yo creo que sí se puede. Si se puede enseñar neurocirugía, se puede enseñar a escribir. Si se puede enseñar piano, se puede enseñar literatura. La idea de que viene la mano de Dios que te va a tocar el cerebro es una tontería. La literatura es una técnica que se aprende. Lo que no se puede enseñar, probablemente sea lo más importante, para mí, que tiene un escritor, que no es su forma de escribir. Es su mirada. Lo que importa es cómo mira un escritor, qué mira en las cosas. La mirada es más importante que la forma de escribir. La forma de escribir de Roberto Arlt, por ejemplo. Él tiene una prosa de lo más horrible y desprolija, pero sus personajes son seres miserables y resentidos y esa prosa le hace muy bien a los personajes de Roberto Arlt. Entonces su forma de escribir bien es escribir formalmente mal. A veces se puede escribir mal y funciona. Lo que importa es qué historia vas a contar, qué tenés para decir y qué ves en las cosas.
- ¿Por qué escribiste Tesis sobre un homicidio?
- Antes de Tesis... escribí dos novelas que nunca publiqué y que nunca voy a publicar, que eran muy horribles, estaban muy mal escritas, eran un desastre. La segunda de esas novelas era muy barrial y contaba la historia de la señora de barrio hablando mal de la vecina, como si fuera Manuel Puig, pero mal. Estaba muy feo. No lo publiqué. Aprendí de (Adolfo) Bioy Casares que se arrepintió toda su vida de publicar las primeras novelas. Aprendí de esa experiencia y no publiqué mis primeras novelas, me privé de eso. Tesis sobre un homicidio nació en reacción a esa segunda novela. Mi novela máxima salió del barrio de Recoleta. Me puse a caminar por la Facultad de Derecho. Me puse a pensar en un drama policial. Imaginé la historia de un chico que cometía un crimen perfecto para demostrarle a un profesor que podía hacerlo. Me puse a contar pasos y me obsesioné con eso. Me pagué con mis ahorros el viaje a Francia para contar los pasos de los puentes. Aún no sabía si iba a publicar esa novela. Y ni hablar de ganar el premio de La Nación. No tenía un historial, nunca había publicado nada. Lo único que hacía era trabajar como periodista (y me iba mal) y daba talleres literarios con los que me iba mejor. Entonces dije: "voy a apostar a esto, porque es lo que siento". Me fui a contar pasos a París, volví y terminé la novela. La presenté en el concurso y tuve la suerte de ganar el premio de La Nación y fue todo muy grato después. Así que Tesis... nace como reacción a eso. Después vino mi segunda novela, El otro Gómez. Tiene una prosa más sencilla que la de Tesis..., porque es para todo el mundo. Y Alrededor de Lorena es una novela de amor y más prosa poética. Cada novela aporta algo distinto. Me parece que la diferencia entre economía y arte es que cuando uno piensa en economía piensa en un edificio, hace un edificio y luego construye otro, y tiene dos edificios. Cuando uno hace arte, hacés una novela y cuando querés empezar la segunda, ya no tenés nada. No te sirven ni el personaje, ni las circunstancias, ni nada. Es como empezar de nuevo, cada vez es un salto al vacío. No se va formulando como la economía. No es uno más uno, igual a dos.

Acá uno más uno es nada. Es empezar de nuevo, con nuevos personajes, con nuevas circunstancias. Y eso es lo que me apasiona. Esa búsqueda distinta cada vez que empiezo una novela. Y en cada novela pongo todo lo que puedo poner. Tengo muy pocas novelas publicadas. Tengo 47 años, empecé a los 30 y tengo tres novelas. No publico todo lo que escribo, porque creo que uno tiene que entregar lo mejor de sí y no todo lo que hace. A veces está mal y tengo la posibilidad de verlo y me privo de publicar una cosa; estoy muy contento con eso. Y por eso tengo pocas novelas y muchos grupos de taller literario, porque eso me sale muy bien.

Otra piel
- Se puede ver a Tesis... como un drama policial. A propósito del género policial, ¿tenés una relación como lector del género?

- Es una gran pregunta. Yo soy un gran lector del policial. Todo lo que se pueda leer de policial, lo leí. Soy amante del género. Escribí dos policiales, a falta de uno. Me parece un género extremadamente interesante, donde se pueden admitir un montón de cosas. En este caso (Tesis...) es mi interrogación sobre la justicia. Si para hacer justicia hay que falsearla o no y si eso es justicia o no. Eso se ve en la novela, en la búsqueda que hace Bermúdez. El otro Gómez es mi tratado sobre la identidad. En Alrededor de Lorena me pregunto sobre el amor (es una novela de amor). Y en mi cuarta novela, que va a salir en octubre y que se llama Max Rosen, cuento la historia de mi familia y me pregunto por Dios. Cada una tiene un estilo distinto y parece estar escrita por gente distinta. Pero soy yo mismo, transmutándome en diferentes personajes, porque me parece que la literatura es una forma de actuación. Yo me pongo en la piel de una señora de barrio y en 10 minutos puedo hacer un monólogo hablando mal de la vecina; o puedo hacer un psicópata en veinte segundos también. La literatura tiene que ver con esto de ponerse en la piel del otro, y ponerse en personaje como si uno estuviera actuando y eso es lo que yo enseño en mis clases. Incluso en mis clases, en mi seminario de literatura, hay una clase en la que los pongo a actuar de verdad. Interpretan una escena y les doy una clase de teatro para que vean y piensen que pueden ser otro. ¿Por qué? Porque lo que le pasa a uno mismo en líneas generales no le importa a nadie. Si a mí me dejó mi novia o lo que sea, eso que uno escribe de adolescente, no le importa a nadie. Pero yo puedo ser una nena de cinco años que le robaron una muñeca; o puedo ser un viejo de 80 años resentido, que acaba de cometer un crimen; puedo jugar a ser diversos personajes. Eso es divino, es algo que tiene el teatro y que también lo tiene la literatura y me parece que experimentar por ese lado (como decía Manuel Puig en su novela Boquitas pintadas), imaginar la literatura como un ejercicio actoral me parece que es una idea creativa y que estimula a los jóvenes a escribir.

- Me gustaría preguntarte sobre algo que aparece nítido en Tesis..., la novela, y que no aparece en la película, es decir, sobre las referencias cinéfilas. Creo que en la novela Tesis... casi se podría hablar de una especie de sub-trama con las referencias al cine. El personaje está obsesionado con una actriz...

- En mi novela el personaje se llama Paul Besançon, que es francés y está obsesionado con Juliette Lewis, que estuvo en Cabo de Miedo y en Asesinos por naturaleza. Me parece que tiene que ver con una cosa de época, creo que el cine nos atraviesa a todos. Todos tenemos una televisión en nuestra casa y nos pasamos una gran parte de nuestro tiempo absorbiendo todo lo que pasa en el cine. Me pareció que en base a los personajes que esta actriz hizo a lo largo de diversas películas alguien (en este caso mi personaje) podía obsesionarse con eso, y de hecho está obsesionado. Hay un momento cinematográfico en donde se mencionan muchas escenas de las películas de Juliette Lewis. Por cuestiones comerciales no se aplicó eso luego a la película, porque había que conseguir los derechos de 10 de sus películas y era una locura. Pero se iba a dar de la misma forma que el personaje pasa a ser español cuando los capitales españoles hacen la película. Para mí era francés, pero los guionistas decidieron otra cosa.
- En Tesis... hay una erudición, un trabajo con el lenguaje, una cita cinéfila permanente. Hay una contraposición entre Francia, París, Buenos Aires. Es un universo culto. El otro Gómez (tu segunda novela), en cambio, si bien plantea un tema importante dentro de la literatura, que es el problema de la identidad, lo hace en un universo como es Bolivia. ¿Cómo fue el pasaje (o el proceso de pasaje) de escritura de una novela a la otra?

- En general cada una de mis novelas reaccionan con la novela anterior. En Tesis... hay un equilibrio entre el estilo, la forma en que está escrito (las frases largas y toda la cosa literaria, entre comillas) y el argumento; hay tanto estilo como argumento. En El otro Gómez no hay argumento. Pasan cosas. Pasan muchas cosas todo el tiempo y el estilo está más desdibujado. Reaccioné contra eso en la tercera novela, Alrededor de Lorena, que es puro estilo. Es toda frases hermosas y prosa poética. Pero cada novela reacciona a la anterior, entonces Lorena es todo estilo y la otra que viene ahora, Max Rosen, es todo argumento sin estilo, en el sentido de que está escrita con un lenguaje más plano y lo que importa más es lo que sucede y no cómo lo estoy diciendo. Me parece que el mejor equilibrio de todo fue la primera, porque hay un equilibrio entre lo que digo y cómo lo estoy diciendo. Pero cada novela busca algo nuevo. Yo valoro y aprecio mucho cuando un escritor se lanza a cosas nuevas, en lugar de repetir fórmulas que ya le dieron resultado. Lo mismo pasa con el cine y me pasa con la tele y con la pintura. Me parece que la búsqueda es más importante que el resultado. O sea, no lo hago por dinero, lo hago por amor.

Temas, errores y éxito
- Dijiste que hay preguntas disparadoras para escribir cada libro. En ese sentido (si es un tema el que dispara), ¿cómo pasaste del tema de la justicia al tema de la identidad en El otro Gómez? ¿O al tema de Dios?
- Porque me parece que son temas bastante universales. Meterse con el tema del doble, quién soy yo y quien podría ser. El tema del doble fue tratado por 500 escritores y mejores que yo. Lo trabaja Borges; lo trabaja Dostoievski; lo trabaja Oscar Wilde con El retrato de Dorian Gray. ¿Qué tengo yo para decir con el tema del doble, de la identidad, de quién soy o quién no soy? Después de lo que hizo Max Frisch con No soy Stiller (que es una novela de un doble). La respuesta es El otro Gómez. ¿Qué es lo que yo tengo para contar desde lo literario al respecto de determinado tema? ¿Qué tengo yo para decir con respecto a la justicia? Bueno, lean Tesis... y verán lo que tengo para decir. Hace poco en una entrevista decía que imagino que voy a publicar muy poco más, dos o tres novelas más, y no mucho más. Porque me parece que no tengo tanto para decir. Y creo que me faltan dos temas para resolver de acá a 10 años. Quiero hacer alguna vez una novela sobre la comunicación, sobre cómo se comunica la gente. No necesariamente sobre las nuevas tecnologías, sino sobre comunicación, sobre relaciones interpersonales. Y me gustaría hacer (de acá a 20 años tal vez) una novela sobre la literatura, sobre el arte de escribir, sobre el acto de escribir, sobre el método de escritura. Me parece que me faltan esos dos temas para abarcar un abanico de cosas que me gustaría abordar. Ya abordé el tema de Dios (con mi novela por salir), el tema del amor, la identidad y la justicia.

- Me gustaría que hablemos de tu relación con los talleres. En una entrevista reciente dijiste que los escritores jóvenes aprenden de los errores de los escritores del pasado. Me pareció que estabas tratando una especie de línea de ascenso, de mejoría, optimista.

- Yo creo eso. Soy muy optimista, me parece que cada generación es mejor que la anterior. Me parece que los jóvenes escritores que ahora tienen 25, 30 años, y son mis alumnos, van a ser mucho mejores de lo que fui yo. Tengo una inclinación por la generación que me precede. Me parece que todos aprendemos de los errores ajenos y si yo no publiqué mis dos primeras novelas fue porque Bioy Casares sí las había publicado y después se arrepintió. Entonces aprendí de él y no cometí los mismos errores que cometió. Me parece que hay una ansiedad de publicar y una necesidad por la fama y el éxito inmediato y no hay paciencia. Todos quieren poner a los jóvenes online en blogs y en Facebook y me parece que las generaciones van a ir aprendiendo que eso no funciona, porque es un error de inclinación que viene de querer tener todo publicado de inmediato como sea. Las cosas se pueden hacer bien. Yo me tomo cinco o seis años para publicar una novela. No publico una por mes ni por año. Soy muy optimista con respecto al futuro de la literatura y del libro digital y del libro en papel también.

- Sobre la sensación de éxito, ¿influye el fenómeno o el contexto de inclusión de la novela, a partir de la película, en la escritura que sigue?

- Influye en mi estado de ánimo. El hecho de tener tantas personas interesadas por lo que estoy diciendo, que me inviten a Tucumán, me pone de muy buen humor y me hace sentir muy contenido y muy contento. ¿Querés que te cuente por qué empecé a escribir? Empecé a escribir a los 16 años, porque tenía un amigo que escribía en las reuniones. Él era el centro de la fiesta (porque escribía). Y yo me moría de envidia, quería ser yo el centro de la fiesta. Dije: "¿por qué están todos mirando lo que escribe este?, yo también puedo". Todo el mundo escribe por eso, por mera envidia.

© LA GACETA
Fabián Soberón
PERFIL

Diego Paszkowski nació en Buenos Aires, en 1966. Trabajó como periodista en la agencia DyN y en los diarios Clarín, La Prensa y Sur. Ganó el Premio de novela La Nación 1998 con Tesis sobre un homicidio (Sudamericana). Sus otros dos libros publicados son El otro Gómez (Sudamericana, 2001) y Alrededor de Lorena (Mondadori, 2006). Es docente de la Universidad de Buenos Aires, donde dicta talleres de escritura, y director de la colección Nuevas narrativas argentinas, de la editorial Sudamericana.


el dispensador dice:
te diré que no necesitas una arma,
para matar una pobre alma,
ya que puede alcanzarte,
con decir una sola "palabra",
hacerte el que no entiendes,
los sentidos de la magia,
empujando a un abismo,
a aquel que no comprendiendo,
quedó prendado y absorto,
detenido en su propia mirada...

te diré que no necesitas tener un alma,
para producir daño en un alma,
alcanza con cerrar la puerta,
diciéndole que no la amas,
que no formas parte de su vida,
y que eres quien le resta su calma,
sólo con una palabra,
aseguro puedes matar un alma,
la que permanecerá boyando,
esperando una mano testigo,
que la rescate de las maldades del karma...

claro está,
es una tesis,
esto de las palabras,
que contienen masa,
para lastimar al que pasa,
inocente transitando su gracia,
creyendo que era él quien vivía,
bajo un techo que parecía ser su casa...
sin asumir que tras las paredes,
había quien lo traicionaba,
regalando sus afectos,
a quién miente con su miradas,
prometiendo lo que no puede,
porque es él... que carece de alma.
JULIO 28, 2013.-

DE BOLSILLO ► Mi casa son mis botas | Cultura | elmundo.es

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Mi casa son mis botas | Cultura | elmundo.es


LITERATURA | Rolf Potts

Mi casa son mis botas

  • 'Vagabonding' es tiempo de cambio de residencia, antes que de viajes propiamente dicho.

Para bien o para mal, ve la luz en el mercado español el libro más aclamado del no menos reconocido Rofl Potts, 'Vagabonding' (editorial Duomo). En tiempo de verano y, en nuestras latitudes de vacaciones, glorioso periodo que si nos atenemos a lo que recoge este libro, habría que señalarlo más como tiempo de cambio, de residencia, antes que de viajes propiamente dicho.

Y señalo que el libro se publica para bien o para mal pues a muchos nos pondrá los dientes largos. Potts cuenta en sus páginas eso que todos sueñan hacer, esa quimera inalcanzable que algunos creen haber hecho, pero que en realidad nadie hace hoy día: simplemente viajar.

Sueño recurrente de aspirantes a viajeros, tentación prohibida para los simples mortales, abstracta forma de vida libre de la menor atadura. En contraposición a la casita en la playa, las semanas de 'resort' con todo incluido y los 'tour operator' de 'timing' feroz, Potts propugna el viaje independiente, sin importar cuánto se tardará y, mucho menos, cuál va a ser el destino hacia donde vamos. 'Way of life' que los sajones definen como vagabonding.

Pasión antes que aventura, superación de los límites y miedos mejor que evasión, este viaje es dejar todas las ataduras, materiales y mentales, para lanzarse a la libertad y la independencia en el escenario del mundo. "Los turistas no saben dónde han estado, los viajeros no saben a dónde van", señala al respecto Paul
Theroux, el reconocido novelista y escritor de literatura de viaje estadounidense.

No es, sin embargo, Potts profeta de esta manera de existencia, con más connotaciones espiriturales que materiales. Ni tan siquiera el primero en hacerlo. Hace 150 años, John Muir, escocés que inventó el 'wilderness', el medio ambiente y la necesidad de respetarlo (¿por qué los escoceses inventarán tantas cosas buenas?...) se conmiseraba de la gente obsesionada en las riquezas materiales y su estatus social, permaneciendo ignorantes del maravilloso esplendor de un atardecer en la Sierra Nevada de California.

Guía de bolsillo de autoayuda para aspirantes a viajeros, 'Vagabonding' da argumentos para echarse a andar. No es una cuestión de dinero, señala, si no más bien de acopio de coraje para soltar las amarras de las certezas de nuestro mundo pequeño, de tomar el control del propio tiempo y elegir el destino que no es otro que ese vagabundeo. Los aborígenes autralianos hacen algo parecido a lo que propugna este manual. Lo llaman 'walkabout' y no es más que dejar todas las pertenencias y con lo mínimo que se necesita, tal vez una vieja taza y un puñado de té, como hacía Muir, echarse a andar sin ningún objetivo.

Junto a sus experiencias personales, el autor trufa su relato de alegatos de consagrados apóstoles del 'Vagabonding'. Walt Whitman, Thoureau, Jakc Kerouacs, Bertrand Russell, Robert Louis Stevensons, Joseph Conrad y otros muchos.

Aunque el libro no puede renegar a su origen sajón, la edición española incluye interesantes informaciones para los viajeros que se muevan por nuestro entorno europeo. 'Vademécum' de direcciones para emprendedores, estudiantes, madres solteras, y desempleados que quieran echarse a la carretera.

Para finalizar, no me resisto a una cita del venerado John Muir: "Sólo por ir solo y en silencio, sin equipaje, puede uno realmente entrar en el corazón del desierto. El resto de recorrido es simple polvo y hoteles y el equipaje y la charla". Y en eso andamos.


el dispensador dice:
con el tiempo,
sólo con el tiempo,
me fui dando cuenta,
asumiendo,
que sólo somos yo y mi cuerpo,
donde "yo" contiene un ángel,
que me protege de los desaciertos,
donde "yo" contiene una consciencia,
que ilumina los sentidos de la sapiencia,
donde "yo" enseña un aura,
memoria sumatoria de la estirpe de los karmas,
donde "yo" exhibe un bolsillo,
donde a veces guardo mi alma...
y mi espíritu está en paz,
podría decirse, rodeado de calmas,
y todo lo descripto, también podría decirse,
que es mi verdadero hogar,
eso que llamamos "casa"...

a veces siento que mi ángel me abraza,
a veces siento que el viento me desplaza,
a veces siento que la convicción arrasa,
a veces siento que la consciencia enlaza,
gracias a ello me siento en mi casa...

he aprendido a moverme sin motivo aparente,
subo, bajo, abro mi mente,
observo, reflexiono, soy en esencia paciente,
contemplo los vacíos que portan las gentes...

introduzco mi mano en mi propio bolsillo,
tengo ventana y hasta un pasillo,
sólo pertenezco a mi destino,
soy bohemio por excelencia,
ando y ando... dicen por ahí, que soy peregrino.
JULIO 29, 2013.-

DOS PASOS ▲ Patrick Leigh Fermor, el hombre que pateó desde Londres hasta Constantinopla

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Patrick Leigh Fermor, el hombre que pateó desde Londres hasta Constantinopla

El Cultural



Patrick Fermor Leigh, en Ítaca (1946). Foto tomada por Joan Rayner.

Patrick Leigh Fermor, el hombre que pateó desde Londres hasta Constantinopla

ALBERTO OJEDA | Publicado el 29/07/2013




La historiadora Artemis Cooper publica, tras diez años de trabajo, la biografía del escritor y viajero inglés, autor de clásicos de la literatura de viajes como 'El tiempo de los regalos' y 'Entre los bosques y el agua' | Dolores Payás, que vivió en su casa de Grecia durante sus últimos meses de vida, le homenajea en 'Drink Time'



A los 18 años Patrick Leigh Fermor se hartó de Londres, de su vida allí, entre juergas y nocturnidades que no conducían a nada, y se echó al camino. Era diciembre de 1933. Durante dos años pateó hacia oriente, hasta que se topó, primero, con Constantinopla (así era como siempre llamaba a Estambul). Luego se adentró en Grecia, donde se quedó a vivir. Este émulo de Byron huyó de un destino para procurarse otro: más amplio, más rico, más intenso. Por todo equipaje llevaba una cazadora de cuero, un par de mudas, un volumen de Horacio, otro de poemas, el saco de dormir, cuadernos de notas y un cilindro de metal lleno de lápices. Estos dos últimos pertrechos le valieron para dejar constancia de las infinitas peripecias que le deparó el viaje. Tres décadas después sólo le quedaba uno de aquellos cuadernos, el conocido como Green Diary, a partir del cual escribió El tiempo de los regalos (1977) y Entre los bosques y el agua (1986), dos clásicos ya de la literatura de viajes con mayúsculas.

El aventurero inglés nació en 1915. Era hijo de un prestigioso geólogo, que tras ser destinado a la India marchó hasta allí con su mujer. A Patrick le dejaron en tierra. Parece una cruel decisión pero era habitual en aquel entonces entre las familias de funcionarios británicos. De su crianza se ocuparon unos granjeros del norte del país. En aquel contexto campestre se asilvestró de tal modo que luego le costó horrores someterse a la disciplina de las instituciones educativas, de las que, una tras otra, le iban echando. Sus padres pensaron en el ejército como un posible destino para meterle vereda. Llegó a Londres con la intención de enfundarse un uniforme, pero su talante rebelde no cabía en semejantes estrecheces. Donde acabó enrolado fue en las vanguardias bohemias de la ciudad, hasta que, como Francisco de Asís, sintió el vacío y el absurdo y se embarcó hacia Holanda, donde arrancó su periplo sin retorno.

La asendereada existencia de Paddy (así lo llamaban sus amigos) tocó a su fin en junio 2011. Quisó volver a Inglaterra para morir, desde su casa en Mani, al sur de la península del Peloponeso (una casa, por cierto, en la que se ha rodado parte de Antes del anochecer, de Richard Linklater). La defunción abrió a Artemis Cooper y su editorial la posibilidad de publicar al fin su biografía, que ahora acaba de aparecer en España gracias a RBA. La historiadora británica, esposa de Antony Beevor, había sido contratada para escribirla a principios de los 90 pero había acordado con Leigh Fermor no darla a conocer hasta que él ya no estuviera en este mundo: la idea de ver su vida narrada y accesible a cualquiera no le entusiasmaba. "Era muy pudoroso y muy discreto", explica Artemis Cooper a El Cultural. Para ella, aunque era amiga suya desde la infancia, fue todo un desafío sacarle información personal: "La escondía siempre detrás de un torrente de deslumbrantes charlas, cargadas de referencias a canciones, poesías...".

Era un hombre muy culto, a pesar de su aversión por la escuela y la enseñanza reglada. Su formación la había moldeado como un autodidacta que devoraba a Shakespeare y a los clásicos griegos (en versión original) a salto de mata. Hay una simpática anécdota que recuerda Cooper y que da bien la medida de la vasta ilustración de Paddy. Durante la II Guerra Mundial le habían reclutado los servicios secretos británicos, interesados en contar con agentes que se manejasen con el griego. Y le embarcaron en una operación que era más bien una encerrona: secuestrar al general nazi Kreipe, en Creta. Lo consiguieron, con mucha audacia e intrepidez, aunque a punto estuvieron de dejarse el pellejo en muchos de los controles alemanes que tuvieron que atravesar. La historia quedó orlada para siempre con un sello literario. Una mañana el secuestrado, al levantar la vista y ver el magnífico paisaje se arrancó por Horacio: "Vides ut alta stet nive candidum | Soracte...". Leigh Fermor, que fumaba a su lado, continuó la oda, de memoria: "...Nec iam sustinean onus |Silvae laborantes, geluque | Flumina constiterint acuto".





Un descanso en las laderas del monte Ida. El general Kreipe en el centro, Paddy, a su izquierda.

Recapitular las andanzas de Paddy es casi como adentrarse en un laberinto. Aparte de constantes viajes, fue un seductor impenitente en cuyo currículum sentimental compartían alcoba princesas y meretrices, aunque desde el final de la guerra hasta 2003, año de su muerte, estuvo a su lado la aristócrata Joan Rayner, frágil y elegante, que cuidó siempre de él, sin sentir, al parecer, celos por sus recurrentes deslices. No había motivo: al final, en la comparación, ella siempre ganaba en el corazón de Paddy. La discreción del viajero y escritor tenía en principio descorazonada a Artemis Cooper: "Odiaba hablar de sí mismo, o de sus libros, a los que le quitaba importancia. Sólo rompí sus reservas cuando empezamos a colocar su biblioteca. Tenía todos sus libros desordenados. Estaban por todas partes en su casa. Era algo que le provocaba cierta tristeza. Un día, mientras estábamos poniendo algo de orden en ese caos, empezó a charlar espontáneamente y ya todo resultó más fácil. Es cierto que su vida es laberíntica pero, por suerte, yo tuve mucho tiempo para preparar este libro, de hecho me ha llevado ¡diez años!".

Algo menos ha invertido la escritora Dolores Payás en rematar Drink Time (Acantilado), un libro corto, de poco más de cien páginas, en el que rinde un homenaje al hombre que, tras leer sus clásicos, desvió su trayectoria biográfica y con el que vivió un par de meses en su casa de Mani, muy poco antes de que falleciera. Ese privilegio se lo ganó gracias a un pequeño ensayo que Payás había publicado sobre Leigh Fermor. Intentaba con él convencer a editores españoles para que publicasen más obras del escritor inglés. En 2008, en España, sólo se habían traducido las relativas a su viaje a Bizancio. Payás le hizo llegar el texto a Paddy y le preguntó si podía pasar a saludarle en alguno de sus viajes a Grecia: "Me propuso tomar café una mañana. Le caí bien, y me invitó a comer a la mañana siguiente", explica a El Cultural. Luego empezó a traducir un segundo libro suyo, y cuando regresó a Grecia, Fermor Leigh le ofreció instalarse en sus aposentos. "Era un hombre muy generoso, muy amable y hospitalario. Un ser templado y un anciano elegante, nunca se quejaba y raras veces hablaba de sus achaques o de su edad". Un auténtico gentleman, vamos.




Paddy, en 2001. Foto: AP.

En esa época Paddy lucía un parche negro, con una calavera y unas tibias grabadas. "Una broma traviesa muy propia de él". La vista le fallaba y, junto a su agitada vida social ("Le encantaba recibir gente en casa y trasegar cantidades ingentes de vino de Messina"), fue un factor que impidió que completara la trilogía de su travesía a oriente. "Leer y escribir le resultaba muy trabajoso. Pasaba muchas horas en su estudio, o trabajando en la mesita del salón. Cuando le preguntaba siempre me decía que tenía el 80% del libro preparado. Pero no consiguió ponerle la palabra fin", recuerda Payás, quien, por cierto, es la traductora de la biografía de Artemis Cooper. En septiembre, sin embargo, verá la luz esa tercera parte, bajo el título The Broken Road, trabada a partir de los escritos que Paddy dejó sin remachar y de las entradas de su Green Diary. No será el único libro que aparecerá relacionado con el autor británico. También se lanzará Mal encuentro a la luz de la luna, en el que su lugarteniente en el rapto de Kreipe, William Stanley Moss, narra los entresijos de la operación. Y la editorial Elba además editará Las tres cartas desde los Andes, traducidas (cómo no) por Payás.

Para esta entusiasta defensora de la obra de Fermor Leigh su muerte constituyó un fin de race: "Por supuesto que sigue habiendo bohemios, aventureros y audaces. Pero Paddy, además de ser todo esto, era erudito y culto, algo que hoy ya posee escaso valor", argumenta Payás. "Él representó la vitalidad, el coraje, la insaciable curiosidad, el amor desaforado por la vida, con todo lo bueno y lo malo (se lo tragaba todo). Y, acompañando esto, una infinita gentileza y un agudo sentido del humor. Sí, era único".

Poco después de morir, encontraron una anotación en uno de los libros que estaba leyendo en sus últimos días: "Amor y bendiciones para todos los amigos, gracias a todos por una vida de inmensa felicidad". Mucho nivel. 



el dispensador dice:
hay dos pasos esenciales,
el primero que revela la iniciativa,
el último que desvela el sentido de cada vida,
mientras que los pasos intermedios,
son parte de una aventura,
algo semejante a un entretenimiento,
a veces seco, otras con condimento,
en verdad somos,
aquello que contenemos,
para algunos "puro sentimiento",
para otros mezquindades, 
porque son fabricantes de desiertos...

el primer paso revela quién eres,
el último paso desvela quién has sido,
no es necesario alzar el destino,
él acompaña lo concedido,
don, talento, mucho sentidos,
somos portadores de un solo abrigo,
aquel que define nuestros contenidos,
ayer, hoy, mañana, puro espíritu...

hay quien no lo entiende,
por engreído,
cree que es dueño de sus pasos,
fabricando estelas de heridos,
pero cuando la vida pasa,
siempre hay testigos,
que darán testimonio por lo que se ha exhibido,
lo demás son circunstancias,
artilugios del propio destino...

a estas alturas,
poco he consumido, 
sólo puedo decirte:
"confieso que he vivido",
gloria suficiente para lo que he sentido,
pero lo más importante de ello,
es que jamás me he mentido,
esto en paz... conmigo mismo.
JULIO 29, 2013.-
 

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la vuelta al mundo literaria / 7

El corazón del Brasil de Joao Guimaraes Rosa

Por: EL PAÍS29/07/2013
Por EDMUNDO PAZ SOLDÁN*
Sagarana-guimaraesrosa 






















Dice el escritor brasileño Joao Guimarães Rosa (1908-1967) que antes de embarcarse a escribir Sagarana (1946) se puso a rezar de verdad para olvidarse de “modas, tendencias, escuelas literarias, doctrinas, conceptos, actualidades y tradiciones… Eso, porque: en la olla del pobre, todo es condimento”. Es cierto que se olvidó de muchas cosas para reinventarlas a su manera, ¿pero, si este escritor veía su olla como la de un pobre, cómo vería la nuestra? Guimarães Rosa dominaba más de diez idiomas y gracias a ese conocimiento exprimía el lenguaje en cada frase. Esa riqueza lingüística proporciona una asombrosa cantidad de hallazgos literarios en cada página (en sus relatos, un personaje no muere sino que “desvive”, la humedad “enmela” las ropas, y una lluvia fuerte es la caída de “un mazo de agua mal atada”).

Guimarães Rosa no es tan conocido como debiera en el mundo hispanoamericano. Los que han leído Gran Sertón: Veredas (1956) suelen quedar deslumbrados con esta novela joyceana que anticipa al Boom. Pero la feliz explosión comienza con los largos relatos de Sagarana, en los que el escritor brasileño da cuerpo a su particular visión del sertón, en el interior de Minas Gerais, su estado. Es un mundo vasto, descrito con exactitud “micromilimétrica”: “Están el pato fierro y el pato cabeza roja… Están el ánade de pico grande y otro azulado, y uno con un adorno de muchos colores… Está el ánade rabudo, que silba… Está el sirirí pampa… están las garzas. ¡Un montón!...”. Un montón, sí.

Como otros grandes escritores de la transculturación –Rulfo, Arguedas, Carpentier, Castellanos, Roa Bastos— Guimarães Rosa logró mezclar los relatos populares de su tierra –las cantigas del sertón- con los logros formales de la narrativa europea y norteamericana de la primera mitad del siglo XX; a eso le añadió su léxico maravilloso y su mirada poética (“En noche de roza todo es canto y recanto. Y siempre hay un perro ladrando lejos, en el fondo del mundo”; “Volvió a llover… Y casi todo el día, un sapo sentado en el barro, se preguntaba cómo se hizo el mundo”). Después de él, el regionalismo ya no será lo que era.

En Sagarana está el pueblo y sus creencias contradictorias: el narrador de 'San Marcos' no cree en hechiceros, pero acepta supersticiones como “sal derramada; un cura viajando con nosotros en el tren; no decir rayo: como mucho, y si el tiempo está bueno, decir ‘centella’…”. En 'Cuerpo sellado', Manuel Fuló es capaz de enfrentarse a un valentón del lugar gracias a que le han hecho creer que un hechizo lo protege. El sertón está encantado, los animales están muy presentes (y a veces son capaces de pensar, como en el magistral 'Conversación de bueyes'), y el hombre se halla en constante diálogo con una naturaleza a veces hostil y otras protectora.

“Gracias a Dios, todo es misterio”, escribe Guimarães Rosa. “Y riqueza, ¡oh riqueza!... Por lo menos, impiadoso, horror al lugar común”. Sagarana es eso: misterio, riqueza, horror al lugar común.   
* Edmundo Paz Soldán ha publicado Billie Ruth (Páginas de Espuma)

Consulta AQUÍ la serie completa LA VUELTA AL MUNDO LITERARIA.
1- Viaje a la Babilonia de Gilgamesh
2- Vacaciones en la Nueva Zelanda, de Mansfield
3- La implacable Sudáfrica, de Coetzee
4- Canadá: la maqueta del mundo, de Robertson Davies
5- Japón: ¿Te buscas o te pierdes?, con Amélie Nothomb
6- Londres, la adolescencia nos hará libres,  a los ojos de Kureishi


el dispensador dice:
algo me llevó al Brasil y lo he querido,
lo que he amado lo he sentido,
no me he traicionado por lo que he dicho,
a veces fui interpretado,
otras quedé en entredicho,
el que escucha no siempre se esmera en lo que debe ser entendido,
de allí que las palabras contengan doble sentido,
puede que lo pronunciado,
se aleje del eje de cada destino...

te puedo asegurar que algo ha sucedido,
Brasil es bisagra de los tiempos vividos,
te recomiendo ir, hacerte el perdido,
verás manos salir acudiendo al pedido,
y no podrás creer aquello que has visto,
las gentes abrigan aún no teniendo abrigo,
andan sus vidas haciendo lo que han dicho...

en Minas Gerais hallarás sagarana,
un canto heroico a pura semejanza,
si te sientes complacido simplemente pasa,
mira los ojos de las gentes,
sentirás que te abrazan.
JULIO 29, 2013.-
 
 
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